Helloween, qué grandes.

Década de los ochenta, servidor un adolescente pajillero, con frondosa cabellera envidia del universo, casi como mi actual calva, lo primero no ha cambiado mucho, sigo haciendo literal eso del amor propio, mas es sana costumbre queridos, no te quedas ciego, al menos no del todo, gafas acabas portando, pero te da un aire así de intelectual que hace que en tus ensoñaciones las mujeres se pirren por aparearse contigo.

Entonces uno y su cuadrilla solíamos pasar ratos ahí en nuestra chabola, haciendo cosas normales de la edad adolescente, sí, eso que criticamos a los chavales de hoy, ponerse ciegos a
drogas y alcohol, huelga repetir el tema de los tocamientos impuros, también éramos de escuchar música.

Un día uno de los coleguitas trajo una casette, «flipad flipad», ¿una radionovela porno? No, fue ponerla y sonar «Eagle Fly Free». El amor nace.

«Keeper Of The Seven Keys Part 2», ese fue mi primer polvo con Helloween, después vino la primera parte de ese par de discos que revolucionaron el power metal europeo y encumbraron a la banda de las calabazas, dos discos repletos de caña, de guitarras y baterías rápidas, de melodía, de enormes canciones, de grandes himnos del heavy, desgastados, va camino la cosa de 30 años, aun los sigo escuchando de vez en cuando, me sé las canciones de memoria, me la pela, dos putas obras maestras.

Después tiramos para atrás y descubrimos sus primeros trabajos, «Helloween» y «Walls Of Jericho», un sonido quizá menos trabajado, mucho más cañero, speed metal incluso, evidentemente seguimos flipando y lanzando gatitos por la puerta del chabolo de la emoción 😀

Nos hacemos mayores, empezamos a ir a la mili, lo demás poco cambia, borrachos y drogados seguimos, sale a la venta «Pink Bubbles Go Ape», nuevo disco de los más grandes, emocionados corremos hacia la tienda y a escote lo compramos, vamos al garito, lo ponemos, qué cabrones los de la tienda, nos lo han dado mal, esto debe de ser de alguna banda moñas, volvemos a que nos den el bueno, resulta que no se equivocaron, nuestros adorados Helloween no son los mismos, Kay Hansen abandonó la banda y la mano de Michael Kiske se empieza a notar.

Michael Kiske es un gran cantante, pero como compositor es de vergüenza ajena, qué disco más malo, el siguiente, «Chameleon» sigue bajando el nivel, «que les den por culo» gritábamos enloquecidos y presa del fanatismo traicionado, he de decir que a día de hoy este disco, «Chameleon», no me parece tan malo, sigo sin considerarlo parte de Helloween, pero vaya, que está bien, no es heavy metal, pero se deja escuchar.

Michael Weikath y Markus Grosskopf, «dueños» de la banda, hartos de la sinsorguería del Kiske le botan, llega Andi Deris, junto a los tres Roland Grapow y Uli Kusch, compositivamente hablando esta formación es la puta caña, debutan con «Master of the Rings», luego «The Time of the Oath», siguen acojonantemente bien con «Better Than Raw» y acaban con el impresionante «The Dark Ride», con este poker recuperan toda la fuerza de antaño, su caña, sus melodías, ya talludito yo me reconcilio con ellos, prometo no volver a dudar de mi amor, hasta escribo poesias cuando en la frutería veo calabazas, si alguien no las compraba enteras y veía al frutero ahí con la intención de cortarlas se me hinchaba la vena y llamaba a mi suegra para que los mordiese, «y tiene la rabia hijos de puta, mucho cuidado».

Mas el Weikath es gilipollas, para qué engañarnos, echa a Kusch y a Grapow, por «oscurecer demasiado el estilo de la banda» y contratan a Sascha Gerstner, al batería aun no le sustituyen así en plan fijo, «Rabbit Don’t Come Easy», ya el título suena a nenazas, no está mal pero no es lo mismo, ya dejaba cortar calabazas en la frutería, les animaba incluso tras escuchar el siguiente album, «Keeper Of The Seven Keys – The Legacy», donde ya ingresa el actual batera, Daniel Löble.

¿Su fin? Probable, una oportunidad más les doy, menos mal, porque señores, pedazo LP, «Gambling with the Devil», quizá junto al jinete oscuro su mejor trabajo, inmejorable, lleno de temazos, de todo tipo, «7 Sinners» y el último, «Straight Out of Hell» evidentemente no llegan a su altura, este último además coño, mosquea, asoman ahí una falta de ideas algo eso, mosqueantes.

Pero para qué engañarnos, el amor todo supera, discos mediocres, alguno cutre de cojones, cuando les vi en concierto fue como consumar nuestro amor, no me los tiré porque aunque les amo son feos de cojones, como vosotros casi amados lectores, pero me hicieron muy feliz, Deris no canta ni hostias en directo, pero me la pela, ¿acaso el amor no perdona chuminadas de este tipo?

¿Hubiera sido distinta mi vida sin Helloween?, no, pero da igual, seguro que más aburrida si, para la posdata de este post… pues una de Helloween, «Still We Go», del «Master», el disco con el que «volvieron» de la oscura etapa Kiske, el título evidentemente, una declaración de intenciones, temazo por cierto.