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Posts Tagged ‘Edad Media’

«Ni quito ni pongo rey».

La frase del título pues eso, es de esas de común uso, no me lo negarás, «yo nunca la he usado», porque eres feo, feo e inculto, yo cuando vienen mis niñas ahí discutiendo por chorraditas, que si mi hermana me ha arrancado una pierna, que si mi hermana ha criado zombis y me los está mandando a traición comiéndome un brazo, siempre les digo «eh, niñas, que estoy viendo ciclismo, yo ni quito ni pongo rey». En realidad la frase esconde un doble sentido, porque es de esas frases que se suelen usar como diciendo que alguien se mantiene imparcial cuando en el fondo está tomando partido. Ello es así porque en realidad la frase tiene un añadido: «ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor».

Y sí, esta frase tiene un origen histórico muy claro y concreto, se dijo al final de una cruenta guerra civil en el Reino de Castilla, en el Siglo XIV, guerra que enfrentó a dos hermanos, Pedro y Enrique, hermanastros por más señas, Pedro es ese al que le apodan «El Cruel», más que nada porque la más famosa fuente sobre su vida nos viene de la mano de un tal Pedro López de Ayala, ferviente seguidor de Enrique de Trastámara, futuro Enrique II de Castilla, los partidarios de Pedro sin embargo le llamaron «El Justiciero». ¿Cruel? ¿Justiciero? Bueno, Pedro la verdad es que no se andaba con chiquitas, unas cuántas muertes hay que apuntarle.

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Una anécdota medieval, o no tan anécdota.

Año 1200, fácil de recordar, el papa, Inocencio III, actúa sobre Francia, les deja sin misas y sin relojes en los campanarios de las iglesias, hoy en día ambas cosas no pasarían de ser una nadería, pero en esa época la cosa era bastante grave, hasta el punto de que muy a su pesar el rey galo, Felipe Augusto, se divorció de su mujer, Inés de Méranie, no volviéndose a casar nunca más. Para muchos este asunto fue el detonante del gran poder que la iglesia católica llegó a alcanzar en siglos sucesivos.

Pero, ¿qué pasó? Pues lo dicho, un asunto que no pasaría de ser una anecdotilla hasta con cierta gracia de no ser por las repercusiones que tuvo, para explicar la cosa como se merece debemos irnos unos años atrás, hasta 1193. Tenemos a Felipe II «El Augusto», uno de los monarcas más famosos de la Edad Media, coetáneo de Ricardo Corazón de León, que no era de León por cierto, sino inglés, Felipe fue uno de esos reyes que fueron a las cruzadas y tal. Un tipo simpático y amable con su pueblo, vaya los judíos estaban supercontentos con él, su primera acción como gobernante fue echarlos a todos del país y quitarles todas sus posesiones para dárselos a sus leales nobles.

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Tamar de Georgia, un monstruo de mujer.

Vamos con una nueva entrega de esa apasionante serie de entradas dedicadas a las mujeres que marcaron historia, hoy toca Tamar, o Tamara, reina de Georgia, nos situaremos pues en Georgia, actual república ahí en Cáucaso, Edad Media, siglos XII y XIII, santa canonizada por la iglesia ortodoxa georgiana nada menos, esta vez gracias a que Merikeit es fiel seguidora de Friker Jiménez tenemos la posibilidad de conocer la verdadera historia de esta mujer, dejemos pues paso a la fantástica entrevista que Merikeit le hizo recientemente.

Buenas, soy Merikeit Flanagan, no sé si os habéis fijado alguna vez, todos los que hablan con muertos en las pelis se apellidan Flanagan, no falla, hoy con nosotros el espíritu de Tamara de Georgia, a quien saludamos efusivamente, querida Tamara, háblanos primero de eso, de tus comienzos, seguro que como tantas otras que han aparecido en este grandioso blog digno de mi líder empezarías de puta y tal.

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El origen de la democracia.

Es curioso esto de internet, es su gran grandeza además, tú estás leyendo sobre algo, en este caso leyendo cosas para una entrada, poniendo los pies en polvorosa y sin querer vas de un lado a otro y acabas descubriendo una curiosidad de las que vaya, te llaman la atención.

Voy a hablarte de democracia, de su origen, de cuál fue la primera democracia digamos plena, a ver, es impepinable que su origen está en la antigua Grecia, en Atenas más concretamente, que luego los romanos usaron la república como forma de estado, pero no nos engañemos, se votaba, cierto, pero desde luego no votaba todo el mundo ni podía presentarse a las elecciones todo el mundo.

Eran democracias «de aquella manera», en realidad todas lo son, pero vaya, soy de quienes piensan que no se ha inventado otra forma de gobierno mejor, si tenemos políticos corruptos es culpa nuestra, si en vez de manifestarnos, cosa que se la trae más floja que a mí una crisis sentimental entre la puta Dora y el anormal de su mono, echáramos del gobierno mediante el voto a la mínima corruptela a quien lo ocupara en cada momento se cuidarían muy mucho de mangonear, pero como «yo no voto porque no vale para nada» o «para que no ganen los otros voto a estos a pesar de todo porque al final todos son iguales» pues macho, no te arrasques la sarna, que no debería picarte.

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«Poner los cuernos», la expresión sin origen.

Hay expresiones cuyo origen histórico está más que claro, bicoca por ejemplo, no hay duda alguna, o carajo, hay otras que ya suscitan alguna que otra duda, hay varias versiones, siempre una más lógica, pero vaya, que hay cierta polémica, nunca grande, nadie se pelea en el bar por el origen histórico de una palabra o expresión, nos peleamos en el bar por motivos más justificados, leer el «Marca» por ejemplo, pero no por chorradas.

Sin embargo si hay una expresión cuyo origen es desconocido por completo esa es «poner los cuernos». Supongo que todos sabemos a qué nos referimos cuando decimos eso de «poner los cuernos», Pepe está casado con Marisa pero le come el pepe a la vecina, ser infieles, sin más. ¿Por qué digo que no se sabe el origen?, pues porque cuando encuentras decenas de posibles orígenes, a cada cual más dispar, es evidente que no se sabe a ciencia cierta, y la ciencia tiene que ser cierta.

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El Robin Hood de Ridley Scott.

Hay una costumbre muy fea en el mundo del cine, en el de las críticas de cine, es pillar una peli que no te gusta demasiado y ponerla a parir, hablando de sus defectos, de la incapacidad de su director, de la inexpresividad de sus actores, todo esto mientras esa panda de inútiles triunfa y se forra y el crítico las pasa putas para llegar a fin de mes, suele hablar, ese crítico amargado, de la sencillez del argumento, de que cualquier niño pariría algo mejor, no dándose cuenta de que si realmente fuera tan fácil hacerlo gilipollas es de no asombrar al mundo con sus geniales ideas en vez de soltar bilis envidiosa.

Pero para qué negarlo, más envidioso y nulo que yo pocos, por lo que paso a continuación a intentar destrozar una peli, de 2010, «Robin Hood» se llama, de Ridley Scott, autor de la afamada «Gladiator», peli que también compartió con él el prota de esta, Rusell Crowe, aquí el papel de la churri es para Cate Blanchett y en el resto de reparto pues contar solamente como curiosidad que hace de cura el Mark Addy de «Game of Thrones».

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Una extremadamente extensa entrada sobre vikingos, aviso en el título y así me evito un párrafo.

Entrada dedicada a Eduardo Castroviejo, gran autor de Haikus, hasta yo los entiendo.

Harald III el Despiadado, Erik Hacha Sangrienta, los apodos se ponen por algo, cuando te digo las cosas te las digo con fundamento, voy a hablarte de vikingos, de su historia, anécdotas y curiosidades, alguna pequeña falsedad, con escaso o nulo rigor, como siempre, si siempre te lo digo, para aprender vas a los libros, aquí vienes a perder el tiempo. Desde Ragnar Lodbrok, el prota de la serie «Vikings», hasta Harald, con el que se llegó al cénit y comenzó por lo tanto la decadencia, pasando por el gran Canuto, o Erik el rojo (primer comunista de la historia, no fue Marx, ni Engels), o su hijo, Leif Erikson, primer europeo en poner los pies en América, aunque esto no es del todo exacto. Los vikingos hicieron lo que les salió del escrotamen durante siglos, navegaron y saquearon por casi todo el mundo conocido, comerciaron, fundaron ciudades, incluso países, Rusia se debe a ellos, hoy no se entendería ni Francia ni Inglaterra sin los normandos, descendientes de ellos. Dieron el nombre a «estribor», a días de la semana, causaron pánico, admiración, un gran pueblo del que ocuparse.

Decir que el desconocimiento acerca de la realidad vikinga, incluso hoy en día, es más bien escasa, hasta la segunda mitad del Siglo XX ni siquiera se sabía que fueron ellos, y no Colón, los primeros europeos en llegar a América, a finales del siglo XX se hicieron descubrimientos sobre, por ejemplo, sus ritos funerarios, que ponían en jaque a teorías anteriores, se descubrieron barcos vikingos capaces de albergar 180 personas, cuando siempre se pensó que apenas llevaban medio centenar, excitante mundo el suyo por lo tanto.

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El origen del clavo ardiente.

Vamos con una de esas bonitas e instructivas entradas dedicadas a buscar el origen histórico de ciertas palabras o frases de uso frecuente, hoy toca «agarrarse a un clavo ardiendo». Todos tenemos en mente, supongo, lo que significa, el uso que se le da, mantenerse en una situación desesperada por evitar un mal mayor, ejemplo, permanecer en el bar hasta altas horas de la madrugada con los amigotes, bebiendo y jugando al mus, situación harto desagradable, pero que haces por evitar llegar a casa y tener que ir qué se yo, al cine con la moza, por ejemplo.

Para encontrar el origen de la expresión hemos de ir a las ordalías, los juicios de dios de la Edad Media, tema que por cierto es jugoso de narices, que da también significado a otras expresiones populares como «poner la mano en el fuego» (por Bárcenas), pero que no explica lo de «todo es mentira salvo alguna cosa». Como digo viene de ahí, de la Edad Media, hay varias versiones sobre el asunto, yo me quedo con la siguiente:

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Vamos a romper una lanza.

«Romper una lanza», frase de tipos cojonudos, más o menos sabemos de su significado, más menos podría asemejarse a «poner la mano en el fuego», frase que paso, inmediatamente, a apuntarme en la cabeza para ver de dónde viene. Quizá lo de la lanza es más proactiva, lo de la mano en el fuego, pues eso, se pone, unes tu destino al del señor por quien la pones, pero lo dicho, si rompes una lanza por alguien se supone que aparte del gesto haces algo más, le defiendes activamente.

¿De dónde viene la expresión?, pues como tantas otras de la antigüedad, en este caso de la Edad Media, época de duelos, luego se usaron los duelos a pistola, ahí al amanecer, pero entonces eran más brutotes, más con espadas, o en duelos de esos a caballo lanza en ristre, esos cruces de miradas míticos entre los contendientes justo antes de bajarse los yelmos y atizar al caballo para buscar al enemigo…

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Teodorico el del glande.

Cuando acabó por perecer el imperio romano de occidente más menos se entiende que acabó la Edad Antigua y comenzó la Edad Media, en esos primeros años de la llamada «Alta Edad Media» vivió un señor llamado Teodorico, que la verdad, fue todo un personaje, como tantos otros de la época quizá no pasara a la historia con letras mayúsculas, en realidad en esos siglos pocos pasaron a la historia así con muchas entradas en los blogs, parece ser que desde que los romanos dejaron de ser la polla y hasta la época de las cruzadas apenas pasó nada interesante, pues no, de algunas te he hablado ya y hoy te hablaré de más.

Teodorico el Grande, no glande, el título es engañoso como tantas veces, lo más complicado para hablar de él es sin duda hacerlo sin enrollarte, decir que uno tiene la sensación de que la historia ha sido demasiado generosa con él, se le pone de tipo conciliador y tal, de firme defensor de las alianzas entre pueblos y tal, ejemplo de prudencia y tal, en fin, que si lo dicen será verdad, mas no tengo yo muy claro el tema.

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