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El acertijo del garito.
Una calurosa noche de enero, a plena luz del día y con las luces del ocaso peleando con las del alba estaban tres investigadores de la policía del reino de Albacete a las puertas de un garito de esos de mala muerte, alojo de gente de mal vivir, investigaban la desaparición de un tetabrick de leche que tenía como particularidad que el abrefácil realmente se abría fácil, lo que le hacía único en el mundo, allí dentro se suponía que estaba la banda de los responsables del robo, mas para asegurarse debían de entrar, al menos uno, para continuar las pesquisas. Flanagan, Merikeit y Porco Jones configuraban el equipo de investigación.
Sentados disimuladamente en un banco a apenas tres metros de la puerta, con la emisora policial a tope por si les avisaban de alguna pista nueva, conversaban amenizando la espera, en realidad el único que hablaba era Porco, Porco Jones: «Joder, ayer vi un peliculón en telahinco, «El Sexto Sentido», es cojonuda chicos, no te esperas el final, Bruce Willis está muerto». «Después me leí «Caperucita Roja», acojonaos, qué intensidad narrativa, y qué final, el cazador se zumba al lobo y rescata a la abuelita, pero luego muere en el asilo».
Lo cortés ni quita lo valiente de haber quemado las naves.
Hernán Cortés, la disculpa, «quemar las naves», podía inventarme que la frase de «lo cortés no quita lo valiente» viene también de él, pero para qué, si es mentira, y la primera frase creo que sabemos todos de dónde viene, de cuando quemó sus naves para impedir que su soldadesca las tomara para, en vez de conquistar territorios, volver a territorios ya conquistados y hartarse a mojar con lugareñas, asín que en vez de marear la perdiz con el tema de que si en realidad no fueron quemadas las naves y tal voy a tomar la figura del conquistador español y contar alguna cosilla sobre él, nada de conquistas de territorios y tal, eso ya lo enseñan en los colegios, espero.
Ahm, que antes de todo, tengo dos vecinos sudamericanos, dos familias, ambas colombianas, una pues eso, se ve que son de allí de pura cepa, descendientes de indígenas, los otros blanquitos como la leche, si los primeros me dijeran algo de la conquista y el exterminio y tal pues vale, me callaría, pero si me lo dijeran los segundos no me digas que no es para ahostiarlos, si tú, amado lector, eres americano y de piel blanca no me vengas a pedirme nada a mí, pídeselo a tus antepasados, que me da que tuvieron mucha más culpa que los míos, que es probable que durante siglos no se movieran mucho de la sierra salmantina.
Detectives, hay miradas….
Pues nada, nueva vuelta al juego detectivesco, ¿de qué se trata?, si ya lo sabes, te cuento una historia, pero parte de ella, el tema es descubrir el resto, para descubrir el resto debes preguntar, pero haciendo las preguntas de forma que estas se puedan responder con un «Sí», un «No» o un «nos la pela».
En principio creo que esta es de las facilitas, pero vaya, que al final lo fácil se complica, en todo caso como siempre te digo los detalles son fundamentales, pueden ser pistas o estar ahí para despistar, lo importante es no dar nada por sentado.
La muerte de Omar Little.
Bien, en este comienzo de año la verdad es que la cosa se va a tornar muy histórica, tras esta van a ir tres entradas dedicadas, o encargadas si lo prefieres, una de los templarios para Inma, otra de rescate de princesas para Logoferoz y una batallita cubanabatallita cubana para el amigo Javier Montenegro, contando que alguna más de historia está ya programada pues eso, que en una temporada os daré el coñazo con el tema.
Valga para cuando escaseen claro, pero, mientras llega el momento voy a dedicarme un tiempo a mí y a mi despistado lector, aquel a quien dedicaba mis entradas cuando era este un blog mucho más anónimo de lo que es ahora. Voy a hablar de lo que me gusta, series, voy a hablar de la serie que más me gusta, «The Wire» y de un personaje de quien ya te hablé cuando te conté acerca de esas calles de Baltimore que tan bien desnudan David Simon y Ed Burns, los creadores de la serie, Omar Little, el «agente libre» gay.
El gran coñazo.
Dicen que Dios, o la naturaleza si eres ateo como servidor de Dios 🙂 , dotó a las mujeres de belleza porque si no no hay quien las aguante, sí, es como los niños, son monos y tiernos, porque de no ser así pásate tú las noches en vela dando biberones, objetivamente no hay razón alguna para vivir en pareja y menos para tener crios, aparte que el matrimonio es el ejemplo de publicidad engañosa más grande de la historia, te pasas el noviazgo metiendo fichas y piensas, «si esto es ahora cuando estemos todos los días juntos me voy a tener que dar nivea en el nabo para aguantar el tirón», los huevos, nivea te das sí, pero de tanto usar el amor propio.
Esto viene a cuento de «Big Love», última serie de la factoría HBO que he visto.
La serie está creada por Mark V. Olsen y Will Scheffer, contando en el reparto con Bill Paxton (secundario de «Titanic» o «Mentiras arriesgadas»), Jeanne Tripplehorn (Waterworld), Chloë Sevigny (nominada a los oscar y a las aldabas de oro por «Boys Don’t Cry») y Ginnifer Goodwin («Once Upon a Time»), tampoco nos vamos a entretener mucho en esto.
En realidad debería decir «intentar ver», porque no he aguantado ni la primera temporada, la cosa va de una familia, una familia peculiar, son de una rama de mormones que practican la poligamia, así el prota tiene tres familias, aunque de cara a la sociedad sólo tenga una y las otras dos sean vecinos, las tres casas están unidas por el patio trasero, vaya bicoca, tres mujeres peleándose por echarte polvos, una, la primera esposa, la oficial, la mujer perfecta, gran belleza madura, responsable, buena madre, trabajadora, siempre presta, la mujer que todos quisiéramos tener, otra, la segunda, derrochona, egoísta, pero para mi gusto la que está más buena, y la tercera, la jovencita, un yogurín, ingenua, una niña en un mundo de mayores.
La cosa está en que salvando el punto de partida que bien pudiera resultar interesante te encuentras con un culebrón en el que apenas pasa nada, problemas domésticos, laborales, con los hijos, económicos, en fin, lo que sufrimos todos a diario, la única salsa es la guerra que se trae el prota con uno de sus suegros y su relación con para la familia de su padre y su madre, pero vamos, que aburre.
Ni siquiera parece una serie de HBO, da la sensación de que no han querido polémicas religiosas y han hecho con esta serie algo que no hicieron antes, censura, carece de las señas de identidad del canal, tratar el sexo y la violencia sin florituras, si se folla se folla y si se mata se mata, cuando te traicionas a ti mismo pasa lo que pasa, que el resultado parece cualquier cosa.
Es decir, no perdáis el tiempo viendo Big Love, y si lo queréis perder no uséis elinks, buscar un capítulo directamente en emule a ver si hay suerte y os sale un fake, os veis una porno y al menos si no grande sí que tendréis amor, aunque sea del «propio».
Para la postdata una balada de Edguy, la banda de Sammet, él y sus compis de clase montaron el grupo por los comienzos de los 90, puro power metal entonces que con los años han ido enriqueciendo, de esos primeros años de Edguy esta hermosa balada, «Roses to no One»