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El diario de Merikeit.
Buenas, soy Merikeit, este es mi más íntimo diario, una es muy de seguir los buenos manuales y de ignorar los deficientes, es por ello por lo que me fijo en cosas como esta y sin embargo cosas como esta otra las dejo arrinconadas en mi mente, porque una lo que quiere es ser feliz en esta vida, tú te dirás que como todos, pues parece que no, gracias a los consejos de mi inmenso y nunca suficientemente venerado ni vanagloriado líder pude cambiar mis actitudes ante la vida de pareja, buff, qué te diré, jamás he sido tan feliz, para que veas lo feliz que soy he decidido pillar una página cualquiera de mi más íntimo diario y dar fe.
Ayer a la mañana, me despierto, noto a mi macho al lado, oliendo como tienen que oler los machos, a hombre viril, nada de a perfumes ni a polladas, a sudor revenido, me desnudo y le despierto rozando mis pechos contra su espalda, cuando se despierta amablemente le sugiero la posibilidad de follar, él me mira sorprendido y me dice que si tengo fiebre, sí, en el coño, le respondo, me arde en deseos, ante sus dudas le ofrezco ir a prepararle el desayuno antes para que pille fuerzas, siempre y cuando me prometa no cepillarse los dientes porque el aliento de un macho tiene que tener su personalidad.
Hay que deshumanizar el ciclismo.
Hay varias cosas que me suelen tocar las narices en esto del ciclismo moderno, cuanto más viejo se hace uno más cosas que le toquen los witos encuentra, cosa de la mala leche que te entra a la mínima, antes tenías más aguante con el mundo. Una de las principales es la puta cantinela de «hay que humanizar el ciclismo, humanizar los recorridos, así será más fácil acabar con el doping».
Bien, sobre esto último ya hablé en varias ocasiones, ya conoces esa frase que dice que una mentira repetida cienmil veces se convierte en realidad, pero no me importa volver a decirlo una vez más, es eso, mentira, es como eso que se dice de que los calvos tenemos un nabo mucho más grande que los melenudos y melenitas, qué va, apenas les sacamos 10 centímetros.
Para que lo entiendas, es como si hablando de atletismo decimos que debemos humanizarlo y para ello quitamos la marathon o los 50 kilómetros marcha y solo hacemos pruebas de hasta 200 metros, correr 200 metros es menos duro que correr 50 kilómetros ¿no?, ¿y?, recordemos los recientes escándalos de los velocistas jamaicanos o el archifamoso positivazo de Ben Johnson, Tyson Gay, Marion Jones… en fin, que no, que un deportista no se dopa por la dureza de los recorridos, se dopa para ir más rápido, para ganar, aunque fueran carreras de metro y medio cuesta abajo se doparían igual.
«Hannibal» en la tele.
Pues ante la falta de ideas de las teles generalistas poco podía extrañar que NBC rescatara para una de sus nuevas series la figura de Hannibal lecter, al menos han tenido la decencia de adaptar al personaje original y no hacer un personaje nuevo, vendiéndole como eso, original, siendo una copia burda, como son por ejemplo todas esas series con pareja de detectives, chico-chica, guapos ambos, listos ambos y con ganas terribles de follarse, ambos, aquí no, aquí directamente beben de los libros que inspiraron las famosas pelis, sobre todo «El Silencio de los Corderos», aunque esta primera temporada sería, más menos, equiparable a «Red Dragon».
Bryan Fuller es el responsable, creador, showrunner o como coño quieras llamarle, Hugh Dancy es el cazador de asesinos en serie, Mads Mikkelsen («El Rey Arturo») es Hannibal, Caroline Dhavernas (que tuvo un papelillo en «The Pacific» y bueno, como caras conocidas pues citar a Laurence Fishburne o a Gina Torres, que formó parte de esa maravilla de serie que es «Firefly», decir que las críticas que leí antes de empezar a verla tampoco es que hablaran de la quintaesencia de la polla en verso, pero vaya, que para lo que se acostumbra a ver en esos canales no pintaba mal la cosa, siendo sinceros, el motivo, aparte del tirón del personaje, para verla, era más que nada la próxima jubilación de mi asesino en serie predilecto, «Dexter».
Simón el separatista.
Bueno, mientras ve si se acaba de ubicar o no mi querida treintañera me pide una entrada, sobre Simón Bolívar, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte y Blanco más concretamente, qué cosas tienen los nobles que pudiéndose llamar Pepe Pérez se empeñan en alargar la cosa. Bien, es todo un reto esto para mí, quizá de los encargos más dificultosos que he recibido, su vida, sus actos propiciando la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela (aunque en realidad antes hubo otros estados que no llegaron a buen término), darían para demasiado, se haría eterna la cosa.
Podría entonces dedicarme a hablar de su lado más oscuro, que lo tenía, o de su muerte, ahora polémica al cobrar fuerza la hipótesis de que fue envenenado, pero tampoco es plan de hablar de un mito de la historia y detenerme en lo malo y en lo propio de teorías conspiratorias a lo Dan Brown, así que tiro por la calle del medio, hago un pequeño resumen de la cosa esta de las independencias y santas pascuas, eso sí, duela a quien duela será un relato objetivo, veraz y nulamente tendenciosos y manipulador.
«Downton Abbey», inglesa hasta las cachas.
Vaya, anda que si me llegan a decir que llegaría a ver una serie como «Downton Abbey» hace años me hubiera partido la caja, pero no sólo la he visto, sino que encima me ha gustado, bastante.
Dos temporadas emitidas y una tercera confirmada para esta serie emitida originalmente por el canal de pago británico ITV, Julian Fellowes es el principal responsable de la serie, Hugh Bonneville, un veterano animal de la tele, es el que encabeza el reparto, amplísimo, entre otros la preciosa Jessica Brown Findlay, la menos agraciada Laura Carmichael, Jim Carter, Brendan Coyle, Michelle Dockery, Siobhan Finneran, Joanne Froggatt y entre otros, por no eternizarnos, Rose Leslie (que sale en la segunda temporada de «Game of Thrones»), Sophie McShera, que salía brevemente en «Survivors» y la acojonante Maggie Smith, otra veterana y verdadera alma de la serie.
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Los Fisher, la vida hablando de la muerte.
Cuando alguien muere casi siempre hay un trauma, un cambio en la vida de sus familiares y amigos, hay profesiones, como el de comadrona, que por lo general trae alegria y felicidad, cuando mueres acabas en una funeraria, funeraria donde trabaja gente a la que no se suele prestar atención, gente como los Fisher.
«Six Feet Under», titulada en cristianés «A 2 Metros bajo Tierra» es una serie emitida por HBO entre los años 2001 y 2005, creada por Allan Ball, el de «True Blood», toda una serie de culto, no muy conocida pero venerada, el punto de partida es original a más no poder, narrar la vida de una familia que vive y regenta una funeraria, los Fisher.
Cada episodio comienza con una muerte, accidental, natural, violenta, de ancianos, de personas en la flor de la vida, de niños, incluso de bebés, algunas tendrán cierto peso dentro de la historia, otras son meras excusas para seguir contándonos las vidas de los protagonistas, la primera muerte de todas es la del patriarca de la familia, Nathaniel Fisher, Richard Jenkins, veterano y reconocido actor, nominado a los oscar por «The Visitor», muere, pero se mantendrá presente a lo largo de toda la serie en los pensamientos, miedos y dudas de los que convivieron con él. Socarrón, cínico, ejerce como la voz de la conciencia familiar, algo similar a lo que hace el padre de Dexter.
El resto de la peculiar familia lo conforman Ruth, la viuda (Frances Conroy, a la que podemos ver actualmente en «American Horror Story», mujer poco convencional, ejerce de madre, pero a la vez no duda en vivir su sexualidad activamente, sin tapujos, «Nate» (Peter Krause), el hijo mayor, abandonó el hogar familiar, poco apegado al oficio funerario, se ve atrapado sin quererlo y se convertirá en el corregente del negocio, es quizá el más humano de todos, David (Michael C. Hall, el Dexter de toda la vida), seguidor de la tradición familiar, funerario de convicción, homosexual reprimido, diácono, el contrapunto de su hermano mayor, al que le guarda cierto rencor por haber abandonado el nido, profesional hasta la médula, queda la hermana pequeña, Claire (Lauren Ambrose), adolescente rebelde, tachada de «rara», acude a clase con un antiguo coche fúnebre, en permanente búsqueda del amor y de un sentido para su vida.
Junto a ellos tenemos tres personajes claves, Federico Díaz (Freddy Rodriguez, el de «Planet Terror), primero trabajador y luego socio de la empresa, genial profesional, Keith Charles (Mathew St. Patrick), novio de David, y Brenda Chenowith (Rachel Griffiths), que entablará una más que complicada relación con Nate, hay más personajes recurrentes, incluso alguno, como el del becario Arthur, genial Rainn Wilson, muy desaprovechados, algunos aparecen durante temporadas enteras, otros episodios sueltos, pero en general hablamos de una serie quizá menos coral de lo que se acostumbra.
Seis Emmys y dos «aldabas» de Oro adornan las vitrinas de la serie, considerada por la crítica como una de las mejores de la historia, tiene sin duda una intro verdaderamente seductora:
Resumir su argumento no es nada sencillo, porque no es una serie sencilla, alguien escribió que es como leer un libro sin leerlo, que es literatura pura y dura, filosofía incluso, quizá nunca antes se contó tanto de la vida hablando de la muerte, hay episodios mejores y peores claro, hay temporadas (tiene cinco) más interesantes que otras, alterna momentos de comedia, negra como el tizón, pero siempre con un tremendo gusto, con otros que te encogen el corazón, para mí cuando más gana es cuando más se aproxima a la vena dramática, no escatima violencia, ni sexo, ni lenguaje no apto para niños, inconfundible aquí el sello realista de su canal padre, unas interpretaciones más que correctas y unos guiones absolutamente geniales.
Porque si de algo está llena «Six Feet Under» es de escenas geniales y diálogos inolvidables, frases antológicas, por poner algún ejemplo:
“Cuando un niño pierde a sus padres, le llaman huérfano. Cuando un hombre o una mujer pierde a su cónyuge, le llaman viudo o viuda. Pero, ¿qué nombre recibe un padre cuando pierde a su hijo? Supongo que al ser una cosa tan terrible, nadie se ha atrevido a ponerle un nombre.” (Brenda)
«Un buen día te despiertas…y tu hija ha robado un pie!» (Ruth), este es uno de los momentos de la serie, la hija roba un pie a un muerto para dar un escarmiento a su noviete, cuando se le recrimina dice «Sé que es raro robar un pie, pero es que es raro vivir en un sitio donde se puede robar un pie».
No te vas a encontrar situaciones tópicas, ni conversaciones tópicas, ni personajes tópicos, nada es tópico ni típico aquí, tampoco tendrás un ritmo de narración apto para todos los públicos, es más, son muchos a los que les resulta insufrible, cuestión de gustos, es algo totalmente distinto, original, inolvidable.
Quizá una cosa que hace que te deje tan buen sabor de boca es su final, este sí, sin duda alguna, de los mejores, sino el mejor, final que se le ha dado a una serie de televisión en la historia, emocionante, maravilloso, digno para una serie a la que amas aun siendo toda una hijadeputa.
¿Por qué es una hijoputa de serie?, porque sinceramente, la ves y parece que no es gran cosa, que no pasa nada relevante, pero cuando la terminas estás dándole vueltas a la cabeza durante varios días, no te la quitas de encima, lo peor es que no le das vueltas a la cabeza pensando en sus personajes, sino en tí mismo, es de las pocas, muy pocas series, que te hacen replantearte tu propia existencia, sólo por eso quizá deberías darle una oportunidad si aun no la has visto.
Mago de Oz no necesitan presentación, la posdata de hoy la ocupa la banda española metalera más conocida, si es que su música se puede considerar metal, folk metal es al menos lo que hacían en su momento, realmente no es un grupo que me llame la atención, pero sí alguno de sus temas, como este «Diabulus in música»