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Flácido, el hombre que daba la mano flácidamente, y que resulta ser un cachondo.
Resulta que Merikeit abrió un día un consultorio, como no tenía mucha experiencia al respecto decidió abrirlo primeramente para idiotas y hombres que daban la mano flácidamente, por aquello de poder sablearles el dinero sin que se dieran cuenta. El primer cliente resultó ser un tal Flácido, que tras presentarse dando la mano flácidamente le dijo sin más rodeos, «doctora, debo de ser tonto».
Merikeit no puso en duda tal afirmación, en el fondo cualquiera que le soltara pasta lo era, preguntó por el motivo por el cual Flácido se consideraba a sí mismo con tan pocas luces y este respondió: «mire mire, ¿ve la chica de la afoto?, pues el otro día me la encontré por la calle así vestida, bueno, vestida es un decir, y me la quedé mirando, ella se dio la vuelta, me empezó a gritar que si era un salido, que si no respetaba la integridad de las mujeres, que si ella era mucho más que un cuerpo…»
Mi lado femenino tomó el control.
Soy el lado femenino de Dessjuest, todos los hombres tienen alguno, qué hombre no ha hecho alguna vez cosas habituales de mujeres como hacer más de dos maniobras para aparcar el coche o bajar la tapa del váter cuando acabas de mear. Normalmente es difícil asomar la cabeza de entre la cantidad de cosas que pueblan la cabeza de este señor, pero a veces no puedo resistirme.
Ojo con el notas, dice que de joven le compra un regalo a la novia, según él algo «para que esté más guapa», y tras tenerla varios días en vilo pensando en qué será, si una cadenita, una pulsera, un anillo con un pedruscazo va y le suelta una depiladora. Pilla ella, a quien no conozco pues por entonces aun no tenía lado femenino el orangután este y se lo tira a la cabeza. ¿Qué sociedad estamos montando?, es escandaloso, a que sí, a que no hace falta pensar mucho para darse cuenta de que en esa situación alguien no actuó como debería haber actuado.
El escalofriante caso de Merikeit Flanagan.
Ríete tú de apariciones marianas, caso espectacular, extraño e irrepetible no hay como el de Merikeit Flanagan, , huelga decir que lo que a continuación vais a leer no es aconsejable para mentes cerradas, hay cosas que sí, que suceden, que cuesta creerlas pero que pasan aunque sea de siglo en siglo, asombrosamente podemos contar con el testimonio de la propia Merikeit Flanagan, la mujer que una vez le dio la razón a su marido.
Sí, acojonante, querida Merikeit, cuente cuente.
«Pues estaba yo un día preparando las maletas para ir al pueblo con Manolo, mi marido, metía sólo lo imprescindible y aun así me salían 16 maletas tipo sarcófagos de grandes que eran las putas de ellas, así que fui quitando ropa del Manolo, que total, una vez que va al pueblo se pone el bañador y se pasa el día a día asín, solo necesita el traje para la misa de los domingos, que por cierto, menuda la que han liado con el cambio de cura..»
Escuela de mujeres cabronas.
Querido padre de jovencitas, sabes de sobra que hay una edad, coincidente más menos con la pubertad de las niñas en las que es complicado saber de ellas, le preguntas a tu esposa y te dice eso tan manido de «yo qué coño sé, estará encerrada en su habitación». El caso es que no se la ve el pelo, llegues a la hora que llegues a casa, siempre está encerrada en su habitación. Una cosa te digo, patrañas, sí, patrañas, no te creas ni palabra, yo te contaré la verdad, a riesgo de caer en las redes de la mayor organización secreta de la historia, la O.S.Q.T.C.M.C. (organización secreta que te cagas de mujeres cabronas).
En realidad no está en su habitación, compruébalo, dos minutos te doy…… ¿Ves? No, no está ahí, ya te lo dije y no me hiciste caso, ¿dónde está?, en el internado de novicias de la organización, uno ha podido saber qué se cuece en esos centros de intoxicación mental, en rigurosa exclusiva pasaré a denunciar una serie de abominables adoctrinamientos que hacen de nuestras antes adorables niñitas unos seres que sí, no se tornan en seres manipuladores como su madre por gracia divina ni por la edad ni siquiera por la regla no.
Parienteitor 4000.
Decía Carlos, en los comentarios de esa gloriosa, qué digo gloriosa megaexcelsa y con oxígeno activo entrada dedicada al Asier de los cojones, que estaría bien una sección de anuncios clasificados. Bien, no es el tema, pero aprovecho la esencia del consejo para recuperar un aparato del que ya hablamos, pero en una versión mucho más moderna y adaptada a los nuevos tiempos, el parienteitor 4000.
Mujer, ¿vives sola?, ¿separada?, ¿soltera?, ¿tienes envidia de tus amigas cuando van con el pariente por la calle mirando escaparates?, no te preocupes más, tenemos la solución definitiva para todos tus males, el parienteitor 4000, sí, 4000, el último grito, AHHHHHHHHHHHHHHHHH (ese grito ), ¿un consolador del tamaño del submarino de «Last Resort» ?, ¿tarifa plana para llamar a tu madre?, ¿un coche que se aparca solo?, ¿el último modelo de sujetador faja-voina?, no, mucho mejor, es que dará igual el precio, te saldrá a cuenta, no lo dudes, parienteitor 4000, con música quedaría asín: «pa-ren-tei-tor-cuatro-miiiiiiiiiiiiiiiiiiil».
La increíble historia del hombre que daba la mano flácidamente (segunda temporada).
Hace bien poco os conté de la historia esta del hombre que daba la mano flácidamente, en realidad solo conté el título, ante la avalancha de peticiones para desarrollar la historia me dispongo ahora a eso, a darle debida continuación. ¿Cómo?, pues explicando el por qué del título, al hombre este le decían que daba la mano flácidamente porque daba la mano flácidamente.
Bien, otro día seguimos con esa bonita historia, yo prefiero así, sin agobiar, ahora, te adelanto que la historia merece la pena, la de cosas que hace el cabrón, una historia vibrante como pocas, pero como aun no sé ni qué escribir no puedo concretar, ¿que cómo sé que le pasarán un montón de cosas interesantes?, porque a un hombre que da la mano flácidamente le tienen que pasar en la vida cosas espectaculares.
Vale, no llores, que sí, que te la cuento, aquí tienes la increíble historia del hombre que daba la mano flácidamente.
Y no me creíais.
Os pensáis que me invento las cosas, pero vaya, que no, que las cosas son como son, no hay manera, en fin, antes de nada, tú piensa en maneras de tirar el dinero, muchas, pero hay dos que están por encima del resto, comprarte condones y encargar estudios, de esas dos cosas precisamente va la entrada de hoy. ¿Qué estudios digo?, pues esos que encargan pagando un pastón para averiguar cosas que ya sabías.
Digo yo que no hace falta un estudio para llegar a la conclusión de que los calvos visitan con menos frecuencia las peluquerías y con mayor las clínicas de acortamiento de penes, sí, nos acompleja tener tanto volumen, son perogrulladas, en verano hace más calor y en invierno más frío, también, está claro, vale, en Euskadi no, aquí tenemos lluvia y granizo hasta en pleno agosto. Pero vaya, que todos sabemos qué quiero decir, que no hace falta ser muy listo ciertas cosas, mucho menos necesarios son ciertos estudios.
Desmontando un mito, «a las mujeres se nos conquista con sentido del humor».
Sí, no me digas que no has escuchado eso cienes y cientos de veces, hasta alrededor de cien, hoy es el concurso que Agniezka nos proponía, bien, usaremos ese certamen literario, esa congregación de grandes escritos, para poner la nota cutre en el evento, a la par de, definitivamente, desmontar ese mito de que a las mujeres se las conquista con el sentido del humor.
Es que la imagen da para ello, sale, como podrás ver, una parejita, ella se adivina que está buenorra, él se adivina que es feo de cojones, casi como Flanagan. Imaginemos pues cómo sería el cortejo en este caso, con feo y bellezón, y el resultado del mismo.
La mamada, ese arma imbatible.
Sí, mamada, has leído bien, me acuerdo yo cuando mi perrita contó de su vida que alguno leyó mal y en vez de «manada» leyó eso, «mamada», como buen líder de opinión uno debe cumplir expectativas, y si alguien pensó en su día leer una entrada de mamadas pues nada, hoy sí que es el día, hoy te hablaré de mamadas.
Pero no de mamadas de beber, eso de pillarte la botella de DYC y pillarte una mamada de campeonato, no, mamada de mamada, de, como decía la canción de la Polla, «Si me quieres como dices ahora mismo vas a empezar quítate los piños da más suavidad ponte rodilleras y empieza a trabajar», ahora, evidentemente nada de un tratado de cómo efectuarlas correctamente, que de eso me falta experiencia, en hacerlas, por supuesto, pero lamentablemente también en recibirlas, sí que recibo algún «quita, qué asco», pero no viene al caso.
Mujeres en la gran guerra.
Margaretha Geertruida Zelle recibió, dicen, un 13 de febrero de 1917, completamente desnuda a los guardias que iban a apresarla, les ofreció chocolate caliente, el 15 de marzo del mismo año murió fusilada, dicen, quién sabe si los mismos u otros, que vestida muy coquetamente, que lanzó un beso a su confesor y otro a su abogado, que se negó a que le taparan los ojos y que fue el pelotón que ejecutó la sentencia de muerte quien hizo uso de las vendas para poder fusilarla, Mata Hari, sin duda el gran mito femenino de la primera guerra mundial.
Es curioso, cuando hablo de este conflicto pocas veces me da por hacer bromas, hoy tampoco, no va a ser esto una entrada sobre la figura de Mata Hari, sino una pequeña aproximación, un esbozo, del papel que la mujer jugó en esa contienda, intentando que eso, quede resumidita la cosa, como siempre es más esto un intento de que cuando acabes de leer vayas a indagar al respecto que un concienzudo y riguroso análisis, ah, te hablaré también de la verdadera gran espía de la guerra.