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Posts Tagged ‘Lance Reddick’

«Fringe», explicando lo inexplicable.

Fringe Me he visto «Fringe», y de ella te voy a contar durante un ratín. «Fringe», o «Al Límite» en cristianés, es una de las series que aún están en emisión, va por su cuarta temporada, temporadas larguitas, de veintipocos capítulos cada una, es una de las series estrellas de la FOX, viene además de la mano de J. J. Abrams, creador de series tan famosas como «Lost», «Alias» o la reciente «Alcatraz», junto a él ejercieron de padres Alex Kurtzman y el mejicano Roberto Orci.

Un reparto potente, sin duda, Anna Torv («The Pacific»), Joshua Jackson («Dawson’s Creek»), John Noble (Salió por ejemplo en la saga de «ESDLA»), Lance Reddick («The Wire»), Kirk Acevedo («OZ» o «Band of Brothers») o Jasika Nicole.

¿De qué va?, ciencia ficción, más que ciencia ficción debería decir pseudociencia, el propio nombre de la serie nos da pistas, ciencia Fringe, ¿en qué consiste?, pues nada, lo mejor sería que vieras la serie, si la has visto ya lo sabes, si no ejemplo al canto, tú imagínate que llegas a casa, vas al dormitorio, te encuentras a la parienta con un maromo entre las piernas, ¿cuernos?, «cariño, esto tiene una explicación», te diría la moza, «hace años una poderosa empresa científica nos cogió para un experimento, nos colocó sendos imanes especiales en nuestras partes íntimas y cada vez que nos vemos es inevitable que me la meta hasta los huevos», claro, así es otra cosa, así les miras y sólo te queda preguntar, «¿os voy poniendo café?, por cierto en las tetas también debieron de ponerte algo, porque no quita la mano ni pa Dios».

Esquema de episodio autoconclusivo, también es cierto que hay por ahí una trama en conjunto, con una malvada empresa científica que suele estar involucrada en todos los casos, serie bastante blanquita en lo que hace referencia a los personajes, no arriesgan lo más mínimo en pos de llegar al horario más comercial, todos sabemos que en esos horarios se puede mostrar de todo, sangre, vísceras, destripamientos, de todo menos un pezón, evidentemente tiene todos los alicientes para el triunfo, nos plantea un mundo lleno de sucesos inexplicables que además parecen ser causados por una todopoderosa empresa, es decir, qué más queremos todos que conspiraciones, sucesos sin explicar y echarle la culpa de todo a «los de arriba», es la serie de cabecera de los seguidores de Friker Jiménez y demás.

Aparte de eso, como serie, ¿está bien?, pues a mí me ha gustado, bastante, tiene bastante ritmo, las historias son lo bastante entretenidas e interesantes, a la par que variadas, partiendo de la base que tienes que mirarla con el espíritu de un crío, sin plantearte si tiene pies y cabeza, además encaja bien las historias digamos que aparecen en cada capítulo con la trama central, que gana peso poco a poco, ahora bien, abusa de los tópicos, cuando tratas temas que ya cuesta mucho creerte usar ciertas cosas no hace sino empeorar las cosas, la sobrinita de la prota está a punto de ver algo en el ordenador que le va a licuar el cerebro, la prota lo sabe y llama a casa, pero casualidad la madre de la cría está usando la batidora y no lo escucha, manda cojones, pero tranquilos, porque la prota llega para salvarla, ¿cuándo?, pues justo justo en el último momento.

Cierto es que llega un momento que te saturas de tantas cosas raras, todas perfectamente explicables por esta «ciencia límite» por supuesto, abusan tanto de mutantes, cuerpos que explotan, realidades paralelas, tanta explicación absurda y sobre todo, tanta eficacia en resolver los casos que te dan ganas de mandar «Fringe» a la papelera de reciclaje. Porque además es bastante previsible, la ves y te dices, «a este lo matan», «este es malo», «parece que está muerto pero no, qué va», coño, siempre aciertas, luego ya en plan anécdota, uno de los personajes muere al comienzo de la segunda temporada, pues nada, capítulos después vuelve a aparecer como si nada, a ver, es evidente que es fallo a la hora de emitir los capítulos, pero supongo que habrá gente en la cadena que se debería de dar cuenta de estas cosas.

La cosa sí, ya encontré las palabras para definirla, hay dos «Fringes», una, la de capítulos autoconclusivos, bastante normalita, y que da pie a errores de bulto como el del personaje resucitado, y dos, la que nos muestra la historia digamos «gorda», que sí, engancha, está bastante bien, pero claro, habría que desprenderse de los primeros, porque estás tú ahí a ver qué pasa y te meten dos o tres capítulos en los que nada cuenta de estas cosas, claro, de ser esta una serie emitida por cable hubieran sido muchos menos los episodios emitidos, hubiéranse cortado todos esos «prescindibles» quedándose con 13 o 14 por temporada que son los que realmente nos cuentan la historia, lo cual hace ser optimista, ya que FOX confirmó casi justo al acabar de emitir la cuarta temporada que habrá una quinta, la que concluya el tema, y sí, esta vez con tan solo 13 capítulos.

Bonito tema para la posdata, HB, «Ilo Herrassa»

La política y «The Wire»

Ya hablamos en su momento de «The Wire», hablé también de su comisaría y de las calles de Baltimore, hoy le toca el turno a la política.

The Wire, politica

El tema de la política en la serie aparece en meros esbozos en las dos primeras temporadas, aparece a lo grande en la tercera (a mi juicio la temporada más redonda de
«The Wire»), y ya no deja la serie hasta que esta finaliza, ya te he contado que esta serie me parece la mejor de la historia de la televisión, David Simon realmente parió algo muy grande, capaz de mezclar realismo, acción, grandes personajes, retrato social y muchas otras cosas como nunca antes se había hecho, pero sin duda también en la serie hay mucho de denuncia, denuncia al sistema, a la sociedad actual, a las corrupciones, es quizá cuando Simon nos muestra la política cuando tira más a la parte de crítica y denuncia, aunque lo haga de una manera superinteligente y con gran clase.

Porque si cuando retrataba a la policía y retrataba a las calles también metía mucho de denuncia social al menos perfilaba personajes que a su manera no dejaban de tener cierta moralidad, aquí ya esta escasea, escasea en prácticamente todos los niveles, y cuando no escasea el mensaje es todavía peor, durante las dos primeras temporadas sólo asoma el tema al mezclarse en una investigación sobre drogas el senador ‘Clay’ Davis (Isiah Whitlock, Jr.), también, aunque sin poner rostros, en las presiones que reciben los mandos policiales, Burrell, Rawls, Valchek y demás, todos ellos más preocupados por cumplir cifras como sea para lograr sus respectivos ascensos que de otra cosa, tras presentarnos la lucha bandas y el puerto de la ciudad llegamos a la tercera temporada, llegamos al ayuntamiento de Baltimore.

Ahí tenemos al alcalde, Clarence Royce (Glynn Turman), corrupto, putero, el típico alcalde que la pantalla suele mostrar cuando quiere que nos llegue lo peor de la política, lo único que importa es lo que llegue al votante, la imagen, los números, bajo el paraguas de la integridad y la moralidad, del trabajo por y para el pueblo, del servicio a la comunidad, de lo que siempre nos cuentan los políticos de todo el mundo, encontramos la mayor de las bajezas morales, detrás de él dos concejales para controlar la labor policial, ‘Tony’ Gray (Christopher Mann) y al gran protagonista de la historia esta, ‘Tommy’ Carcetti (Aidan Gillen de «Game of Thrones), estos están en la comisión de control policial y son los que exigen los números de detenciones y resoluciones de casos, disminución de violencia etc. a la policía, digo números porque eso es lo que importa, las estadísticas, si un asesinato no se denuncia ya no es un asesinato.

Resulta que el concejal Carcetti es blanco, blanco en una de esas ciudades de mayoría negra, su gran anhelo es ser alcalde, su gran virtud que realmente quiere arreglar las cosas, es un tío íntegro, comprometido con el pueblo, pero no cara a la galería, como el senador o el actual alcalde, no, este realmente quiere servir a sus ciudadanos, su gran problema, ese, que es blanco, como le responde su asesora de campaña cuando él le pregunta el por qué no puede ser alcalde, «simplemente porque tienes el color equivocado», así que nuestro íntegro candidato empieza a hacer pequeñas triquiñuelas para lograr su objetivo, como mentir a su colega y amigo Gray (este sí, negro) para que se presente y así dividir en lo posible el voto de esta comunidad.

Pequeñas cosas, necesarias como mal menor en pos de una meta tan altruista y generosa como es la suya, lo consigue, gana las primarias y gana las elecciones (esto último parecía cantado) y ahí comienza la gran crítica de Simon, la genial crítica de Simon, cuántas veces hemos oído eso de que «el poder corrompe», aquí no hay excepciones, pero la manera de contarnos la carrera de Carcetti al frente del ayuntamiento, el cómo sus metas al llegar se diluyen y acaba siendo casi una imagen de su antecesor es algo digno de ser recordado y digno de ser visto, porque te lo cuenta de una manera en la que no sólo entiendes los actos de Carcetti sino que incluso le disculpas, le comprendes, casi te dices que «no le queda más remedio».

No es el único íntegro que sale en esta historia, tenemos a Cedric Daniels (Lance Reddick, «Fringe» ), al que ya vimos en la comisaría, él fue el elegido para comandar la nueva división de crímenes especiales de la policía, con su pasado oscuro sí, pero honrado y trabajador, preocupado por resolver los casos (aunque al principio tuviera sus reparos ante las presiones que recibe de arriba), es más o menos el alma gemela de Carcetti, este obviamente se fija en él y logra darle la responsabilidad máxima, aunque sea compartida con algún hombre más o menos de paja, de la policía de Baltimore cuando llega a la alcaldía, este, al contrario que Caretti no cambia, o no lo hace suficientemente, su destino evidencia una realidad deprimente, o vives para el sistema o no tienes cabida en él.

Debo comentar algo acerca del senador Davis, resulta que Daniels está liado con Rhonda Pearlman (Deirdre Lovejoy), durante tiempo ésta, apoyada por un costoso trabajo policial, logra cimentar un caso de corrupción contra el senador, resuelto de una manera en la que Simon nos escupe a la cara, nos escupe dejándonos claro que por mucho que critiquemos el sistema político al final somos tan gilipollas que nos lo creemos, nos encanta que los políticos nos engañen y nos mientan, mientras repartan alguna migaja, migaja que no deja de salir de nuestro bolsillo, esta historia, la del juicio del senador, es de lo mejor de la serie, sin duda.

En este tema, la política, es donde Simon se muestra más «rabioso», quizá porque de todo lo que trata en «The Wire» es sin duda lo que menos le gusta, crítico habitual del sistema y de cómo este lucha contra la droga, sistema que definió como «equivocada, destructiva y deshumanizante», pero toda esta rabia y todo el buen hacer de David Simon ha dado como resultado también cosas curiosas, como la historia de Jón Gnarr, excomediante y puesto como alcalde de Reykjavik por los votantes de la ciudad como muestra de su desapego a la política tradicional, una de las primeras medidas anunciadas por Jón fue dejar claro que no haría pacto alguno con alguien que no se hubiera visto las cinco temporadas de «The Wire», tal excentricidad aparente lo deja de ser cuando ves la serie, cuando te das cuenta de lo que es, todo un tratado sociológico de la corrupción humana, una serie de ficción que muestra la realidad mejor que cualquier documental.

Antes de acabar me gustaría avisarte, si no me sentiría culpable, de que aquí, en esta entrada, hay multitud de «spoilers», ya sé que estas cosas se avisan antes, pero si te lo aviso no lo lees, discúlpame, al final comparado con los políticos esto no es nada, pequeñeces.

Ahora sí, posdata, Helloween, «Kill It», de «Gambling with the Devil»:

«The Wire», McNulty y sus colegas.

Pues tenía que volver a hablar de The Wire, para servidor la mejor serie hecha jamás en la tele mundial, en su día hablé sobre la serie sí, pero me gustaría detenerme un poco ahora en la policía de Baltimore, en McNulty y sus colegas.

Comisaria the wire

Ya lo he dicho sí, no tengo ni puta idea de cómo es una comisaría de policía, no sé ni como es una aquí, cuanto más allí, pero si me preguntaran cómo me la imagino sin duda sería como nos la muestra HBO en The Wire, las comparaciones son odiosas, pero por poner un contrapunto veamos como es por ejemplo la de «CSI», aquí tenemos unas amplias y pulcras instalaciones, repletas de lo último en tecnología, casi futuristas, repletas de policías guapos y eficaces, capaces de encontrar el pelo en el lugar del crimen que les de la pista del asesino.

No sólo son eficaces sino que además mientras realizan las pruebas en el laboratorio se lo explican, esto claro, chirría, imaginaos una serie de cocineros donde uno, al hacer un huevo frito, le está explicando el proceso a su compañero, «ahora rompes la cáscara», «ahora lo echas en la sartén con aceite caliente…», no es lógico ¿verdad?, imagínate más, ahora ponte en que le estás echando el calisqueño a la parienta, y vas y comentas la jugada, «ahora te la meto hasta el zancarrón, bombeo un par de veces y ala, ya tienes pa quedarte preñada, y con lo que sobre puedes hacer unas natillas», te ahostia fijo.

En The Wire no salen tías de esas que te gustaría conocer a los padres para que te den la receta, son gente físicamente común, las instalaciones son cutres, más acordes con la realidad de unos presupuestos que no dan para mucho, las pruebas forenses se tiran días o semanas para estar disponibles, las cámaras y micrófonos ocultos se joden, interrogas a los sospechosos y no se derrumban por mucha moralina que les des, si se pueden quitar un caso de encima se lo quitan, si se lo pueden endiñar a otro mejor, muchos de ellos son parásitos más preocupados por tocarse los huevos (y si pueden hacer horas extras tocándose los huevos mejor) que de otra cosa, los sueldos no son elevados y la motivación es más que mejorable.

En esa comisaría encontramos a nuestro protagonista, ‘Jimmy’ McNulty (Dominic West, «300»), putero, mujeriego, borracho, vividor, pero gran profesional, tenaz, no es ejemplo de casi nada, pero si se le mete algo entre ceja y ceja hará lo posible para lograrlo, aunque para ello tenga que bordear la propia legalidad que defiende, no es muy querido por sus superiores aunque reconozcan su valía, es un tocahuevos de cuidado.

Su compañero inseparable, ‘Bunk’ (Wendell Pierce, «Treme»), compañero de ligoteos y de borracheras, ambos son asiduos de los bares de la ciudad, este ciertamente tiene más escrúpulos que McNulty, pero carece de la ambición de este, si se puede escaquear de un caso no duda en hacerlo, entre los dos podríamos hacer el policía perfecto, entre los dos quizá saldría Cedric Daniels (Lance Reddick, «Fringe», «OZ»), íntegro, profesional, modelo, con un pasado oscuro eso sí, pero la realidad incluso con él resulta inquietante, la serie nos muestra cómo tener esas virtudes en cierto modo es sinónimo de que acabas mal.

‘Kima’ Greggs (Sonja Sohn, «Body of proof») es la más sincera de todos, lesbiana reconocida vive por y para su trabajo, lo que le cuesta incluso su vida privada, «Si suena la música bailaré» le dice a su jefe cuando le ofrece volver a la acción pero en un puesto más tranquilo tras sufrir un tiroteo, se involucra hasta el fondo, pero es incapaz de guardarse nada aunque esto pudiera hacer daño a sus seres más apreciados.

Lester Freamon (Clarke Peters, «Treme»), es el Morgan Freeman de la serie, incluso se le da un aire, poli veterano, sabio, también con su pasado oscuro, es de los que no tienen pega alguna en meterse en fregados que bordean la legalidad para atrapar a los «malos», ignorado en un primer momento se hace un hueco gracias a su gran sabiduría.

Ellis Carver y ‘Herc’ Hauk (Seth Gilliam y Domenick Lombardozzi, ambos participantes de «OZ») son la pareja de agentes del grupo, con unas características opuestas forman un dúo eficaz, el futuro de ambos sin embargo llegará a ser bien distinto, cada cual consecuente con sus escrúpulos y capacidades, en ambos casos su trayectoria en la serie resulta creible, el mismo adjetivo, creíble, se podría aplicar al personaje de Jim True-Frost («Treme»), ‘Prez’ Pryzbylewski, enchufado inútil, logra hacerse un hueco porque resulta que al final también tiene sus cualidades, en una serie normal acabaría lleno de medallas y sería ejemplo de superación personal, pero aquí al final demuestra que el que vale vale y el que no escribe en un blog, mas logra buscar también, con esfuerzo, su lugar en la ciudad.

Y claro, tienen sus jefes, ejemplo de corrupción, interés, manipulación, succiones de nabos a superiores y un largo etcétera de virtudes y talentos, William A. Rawls (John Doman, «OZ», “Borgia”), trepa integral, capaz de tirarse más horas quitándose los casos complicados de encima que a resolver alguno, Ervin H. Burrell (Frankie Faison, «One Life to Live»), jefe de todos y compañero de escalada en el escalafón de Rawls, una raza, la de los dirigentes de la policía, que desde luego no queda nada bien en la serie si exceptuamos a Howard ‘Bunny’ Colvin (Robert Wisdom, «Prision Break»), este es más parecido a McNulty que al resto de la cadena de mando, arregla situaciones aunque para hacerlo haga cosas que se escapan de lo aceptable, ni qué decir tiene que de todos los mandos no es este el que más prospera, ni mucho menos.

En definitiva, una policía creíble, sin héroes ni agentes intachables, sin Horatios, lo mejor, que no parece que nadie esté actuando, más bien es como si estuvieran grabando con cámara oculta, los personajes son como los que puedes encontrar a tu alrededor, los comprendes, hasta a los trepas y corruptos, porque están en medio de una tela de araña en la que no sabes quién es más culpable, incluso nosotros, los que votamos a los políticos
en base a unos resultados que estos piden a los policías, evidentemente no podemos luego extrañarnos de que estos, para quedar bien con sus jefes, se preocupen más de los números, de los casos resueltos, aunque sean fáciles y no tengan mucho que ver con lo que se sufre en las calles, que de otra cosa, comprendes que muchas veces es mejor abortar una misión en marcha y capturar a 20 trapichas que esperar a pillar a los capos, porque lo que vende, lo que el público, lo que el pueblo pide, son detenciones y cuantas más mejor.

Otro día nos ocuparemos de esos, de los trapichas, de las calles de Baltimore.

Sauze para la posdata, fundado por exmiembros de Warcry llevan tan sólo desde 2008 como banda, más merecen la pena, un ejemplo este «Marioneta»

“The Wire”, la mejor serie de la historia.

Sonará pretencioso, series en la televisión ha habido muchas, miles, de ellas posiblemente no habré visto ni el 0,001 %, de las que he visto muchas me han gustado, casi todas por cierto de la misma cadena, esa bendita HBO que es como un oasis, esa referencia casi infalible de que vas a ver algo que merece la pena, qué decir de series como «Roma», «Hermanos de Sangre», «Carnivále» , «Los Soprano», «Deadwood» , «The Pacific» o «A Dos Metros Bajo Tierra», muchas de estas auténticas obras maestras, pero sinceramente ninguna a la altura de “Bajo Escucha”, que es como se ha subtitulado “The Wire” en cristianés, es más, si algo tengo bastante clarinete es que es muy difícil que vuelva a ver algo tan bueno como “The Wire” en mi vida.

The Wire

¿Cómo alguien como yo puede hacer justicia a esta serie hablando de ella?, complicado, sobre todo sin destriparla para quien no la haya visto, ¿de qué va “The Wire”?, pues a lo largo de sus cinco temporadas trata sobre Baltimore, Maryland, el llamado “vertedero de América”, habla sobre su policía, sobre sus drogadictos, sobre sus mafias, sobre sus políticos
, sobre su puerto, sobre sus escuelas, sobre sus medios de comunicación, sobre sus cárceles, sobre sus calles, sobre sus entrañas en definitiva.

¿Qué no veremos?, pues no veremos a una serie de policías supersexys, superinteligentes, dotados tanto de medios como de culos perfectos, no veremos como en 50 minutos se resuelve no ya un caso, sino los que haga falta, en su lugar veremos policías que las pasan putas para avanzar en las investigaciones, con caras reales, algunos son gordos, otros calvos, otros feos, se emborrachan, roban, se preocupan más de escaquearse de los casos que de resolverlos, con un sueldo bajo que les hace pensar más en echar horas extra que en otra cosa, con superiores que falsifican estadísticas para contentar al poder político, que torpedean investigaciones para evitar que progresen, enfrente tenemos a los perseguidos, las pequeñas, no tanto por cierto, mafias de la droga de la ciudad, cuyos miembros no cantan a la primera que se les investiga, que piensan, que sienten, que aman, encontraremos desde el más tirado de los yonkis hasta el cabecilla de la organización.

Ellos son los grandes protagonistas, como dije hay más, no deja de ser una serie coral, donde hay episodios en los que en teoría el protagonista o no sale o no lo hace apenas, por no enrollarme más de la cuenta, lo que realmente importa, te la crees, no tienes ni puta idea de cómo funciona realmente una redacción de un periódico, pero te crees que bien pudiera ser así, no sabes cómo funcionan realmente la clase política, aunque te lo imaginas, pero todo lo que les pasa en la serie vamos que te lo acabas creyendo, es ficción claro, pero tan real como la vida misma.

Y es que los guiones son perfectos y el casting acorde, sólo así se construyen personajes como Omar Little (Michael K. Williams, «Boardwalk Empire» ), el Robin Hood de las calles de Baltimore, Jimmy McNulty (Dominic West, «300»), el policía tenaz e inteligente, pero borracho y mujeriego, su compañeros Bunk (Wendell Pierce, «Treme») o Lester Freamon (Clarke Peters ), el buscavidas de “Bubbles” (Andre Royo, «Party Down»), el populista y corrupto Clay Davies (Isiah Whitlock, Jr.), senador protagonista de para mí una de las escenas más redondas de la serie, cuando está siendo sometido a juicio con jurado, prácticamente todos, de las decenas de personajes, están esplendidos, creíbles, alejados de tópicos, con sus “aqueles”.

Es extraña en su desarrollo, digamos que en cada temporada entran en una trama, algunas duran el resto de las series, otras nacen y mueren en la misma temporada, la primera nos adentra en la lucha entre la policía, el equipo de Daniels (Lance Reddick, «Fringe») y la banda de uno de los cabecillas del tráfico de droga de la ciudad, Avon Barksdale (Wood Harris «The Heart Specialist»), la segunda nos muestra el trapicheo en los muelles de Baltimore, comandado por el presidente del sindicato de estibadores Frank Sobotka (Chris Bauer, «True Blood»), pasamos luego a la política y la carrera del concejal Carcetti (Aidan Gillen, «Juego de Tronos») entre otros, seguimos por el sistema escolar, con chicos como Michael Lee (Tristan Wilds, «90210») y acabamos en la redacción de un diario local, en el que hace de profesional editor «Gus» Haynes (Clark Johnson, actor pero también director de varios capítulos de la serie o de «The Shield», donde también hace un papelito ocasional), pero como hay tanta subtrama y tanta chicha es mejor que otro día me ponga a contaros con más detalle cada una de las historias.

Si esperas una serie facilona, que te sea fácil de seguir, con los buenos ganando y los malos en la cárcel olvídate de “The Wire”, si quieres adentrarte en lo más profundo de las miserias de la sociedad actual, si quieres reflexionar, si quieres en definitiva quedarte con la realidad dale una oportunidad, si ves dos capítulos y te aburre es que estás llamado para «CSI» o “House”, o quizá incluso para “Bandolera”, lo bueno en este caso es que series de esas tienes en la tele a todas horas, eres un afortunado, yo me siento vacío, porque sé que ”The Wire” es como la suegra perfecta, está la de mi mujer.

Acabo, en todos los episodios, tras la entrada y los títulos de crédito, aparece una frase, una frase que luego dirá un personaje a lo largo del capitulo, la mayoría geniales, me quedo con una, que sale en boca del detective de homicidios Bunk, “Cuanto más grande es la mentira, más se la tragan”.

Si la serie es de lujo no lo es menos, Therion, suecos, han ido tocando durante su carrera varios palos, death metal, gothic metal, sinfonic metal, en definitiva son tremendamente variados, suenan variados porque también son de ir cambiando de vocalistas en sus temas, de ellos este precioso «Lemuria»:

«OZ», la pionera.

«OZ» es la serie en la que el canal HBO comenzó a presentar sus credenciales, entre 1997 y 2003 el canal de pago yanki emitió las aventuras y desventuras de los moradores de la penitenciaría Oswald.

OZ

Y es que lo primero que llama la atención es que practicamente toda la serie transcurre dentro de los muros de «Oz», que es como se conoce popularmente a la prisión, y dentro de ella en el módulo llamado «Ciudad Esmeralda», un proyecto innovador donde los presos tienen ciertas libertades y privilegios, módulo donde están representadas las diferentes bandas que pueblan la cárcel, a saber, musulmanes, arios, negros, italianos, latinos, homosexuales…

Tom Fontana es el creador del invento, Fontana hizo algo totalmente rompedor, violento, salvaje, cada escena está rodada de forma que parece que estés allí, nada de disimulos, cada agresión, que las hay en cantidad, es mostrada con todo lujo de detalles, cada asesinato, cada castigo, no es que sea una serie con el sexo como dominador de las tramas, pero desde luego no he visto otra con más nabos en mi vida, ni con tantas violaciones, evidentemente los diálogos están repletos de frases y palabras no recomendables para cabezas aprensivas.

¿De qué va?, pues de eso, de Oz, de sus internos, de las luchas entre diferentes bandas, de las drogas, de la vida de los presos, sus historas personales, sus actos antes de ingresar y durante su estancia, de los guardias y directores de la prisión, de cómo interactuan con los prisioneros, la corrupción que se gastan, de trabajadores como la psicóloga, el cura, los médicos, es una serie coral a más no poder, algo que quizá sólo he visto reproducido en «The Wire», con la que guarda bastantes cosas en común.

Son seis temporadas, una de ellas doble, eso sí, en España sólo emitieron las tres primeras, el resto o las ves en V.O.S. o en audio latino, las cuatro primeras son de lujo, luego cae en la repetición, o quizá es que ya estás demasiado saturado de violencia, en general me gustó mucho, teniendo, eso si, detalles que me chirriaron, por no alargarme me limitaré al más fragante, todas las bandas representadas son formadas por auténticos hijos de puta sin sentimientos, menos los musulmanes, no es que crea que los musulmanes son hijosdeputa de por sí, pero coño, que están en la cárcel, y se supone que por algo, ¿no?, pues da la sensación de que están en chirona por ayudar a viejecitas a cruzar la calle o bajar gatitos de los árboles, sin embargo pues eso, los italianos son unos mafiosos, los negros unos drogatas, sale un irlandés del I.R.A y los arios están todos como sacados de «American History X».

El reparto es tan amplio que abruma, Lee Tergesen («Generation Kill»), Ernie Hudson, Kirk Acevedo («Hermanos de Sangre«), Adewale Akinnuoye-Agbaje, Terry Kinney, Rita Moreno, J.K. Simmons, Eamonn Walker, Dean Winters o Laren Velez son quizá los actores que más apariciones tienen, así como Harold Perrineau Jr., que quizá no sea el suyo de los personajes que más intervienen en las tramas pero se encarga del prólogo de casi todos los capítulos.

Esta serie es cantera sobre todo de otras dos, «Dexter«, donde además de la citada Velez salen Erik King o David Zayas, y sobre todo de «The Wire» , en «OZ», aparecen en papeles más o menos importantes un buen número de actores de la magistral serie sobre Baltimore, John Doman, Lance Reddick, Seth Gilliam, Domenick Lombardozzi, Wood Harris o J. D. Williams, seguro que alguno se me escapa ya que estoy haciendo uso de la memoria y esta no es buena, sale también Eddie Falco («Los Soprano»), Željko Ivanek («True Blood»), Luke Perry, el otrora ídolo de adolescentes y Michael Wright, uno de los miembros de la resistencia de la mítica «V«.

En fin, si tienes estómago serie muy recomendable, que como dije pone en escena muchas de las cosas reconocibles a las series «HBO», realismo, honestidad, absoluta falta de pudor y absoluta falta de personajes buenos y malos.

La postdata de hoy, unos clásicos, Accept, además un tema de su etapa más clásica si cabe, «Breaker».

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