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Posts Tagged ‘Bárbaros’

Las mulas de Mario.

Si hicieran una encuesta ahí por la calle preguntando a la peña lereña por diez personajes cualesquiera de la antigua Roma no me cabe duda de que Cayo Mario no estaría en casi ninguna de las listas, cosas del cine, la literatura, la televisión y demás. Grave error querido compañero, Cayo Mario, el siete veces cónsul, es una figura vital en la historia del imperio romano, aunque su vida y andanzas figuren en la historia como parte de la república, las legiones que los emperadores usaron para conquistar medio mundo conocido fueron responsabilidad suya, existían, pero tal y como se entienden las creó él, hasta el más famoso de los símbolos de los fornidos legionarios, el águila, fue cosa suya.

Quizá no sea del todo justo que un hombre que basó sus logros en matar a cuantos más enemigos mejor pase a la historia con letras de oro, quizá el romano más famoso debiera de ser Plutarco, a saber, es más que probable que te hable de Mario y te la sople, «háblame de follar» me dirás, otro día, hoy toca una ligera aproximación a la figura de este hombre, ligera porque primero no soy quién para hacer una extensa biografía del mismo, ya las hay y con firmas más preparadas y segundo porque quedaría la cosa larga y en esto de los blogs como te alargues se tira de ruedecita del ratón para abajo que da gusto.

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Una historia de cimbreles y tetonas (histórica ojo), (me refiero a que es de historia).

Pues retomamos esas bonitas entradas de historia, para recordar, a nuestra manera, una de las batallas más sangrientas de la antigüedad, te preguntarás, ¿más que Cannas?, sí, aquella es más famosa por la lección táctica de Aníbal, pero esta que te contaré hoy es la polla, una derrota sin paliativos de las legiones romanas, similar a Teutoburgo en cuanto al resultado final, pero sin duda muy diferente en su desarrollo, como siempre, yo te cuento la verdad, luego si quieres ver manipulación histórica pues te vas a la enciclopedia.

Estamos en el siglo II A.C., en los tiempos de Yugurta, todavía en plena república, tenemos a cimbrios y teutones en tierras galas haciendo el gamba y revolucionando a diferentes tribus que dan bastante por saco a los romanos, tú te dirás, ¿no he leído en el título cimbreles y tetonas?, sí, es para darle un título llamativo al asunto, bueno, que el senado romano se dice que mejor acabar con ellos y manda sendos ejércitos, uno al mando de Quinto Servilio Cepio y otro al mando de Cneo Malio Máximo.

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Papá papá, háblanos de Alesia.

Bueno, la siguiente entrada está basada en hechos reales, cuando digo eso quiero decir que algo de lo que cuento es verdad, el resto me lo invento, pero eso hacen siempre en el cine y no dices nada, bueno, tú imagínate, sábado a la mañana, un sol radiante, me despierto y tras pasear a la perrita se levantan las niñas, mis niñas, dos angelitos que aun ven lejos la adolescencia y que aún tienen en su padre el hombre de su vida. Uno las da de desayunar y les comenta.

-A ver queridas niñas, ¿qué os apetece hacer hoy?, podemos ir al monte, a jugar, podéis ver dibujos toda la mañana, podemos bajar con las bicis al parque, ir a ver a los payasos (y no me refiero a vuestra abuela materna), podemos hacer lo que queráis.

-Aita, nuestro querido y amadísimo progenitor, nuestro nunca bien ponderado padre, no, no queremos nada de eso, queremos que nos hables de historia, que nos cuentes alguna de esas batallitas que han marcado el transcurrir de los siglos, de esas que han formado imperios.

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Las cosas de Atila, los hunos y los otros.

Pues en su momento, tampoco hace tanto, te hablé de Atila, de Aecio, de la Batalla de los Campos Cataláunicos, pero se quedaron muchas cosas en el tintero, así que nada, vuelta al tema, tampoco es que tuviera en mente nada brillante que ofrecerte, o sea que nueva chapa histórica al canto.

hordas hunas

Antes de nada contarte cómo acabó la historia, tras la derrota de Atila ante Aecio, te conté que Honoria, la hermana del emperador Valentiniano III, le había hecho entender que quería bodorrio, así que Atila fue a por su prometida, como todo prometido tenía sus nervios, la mayoría se limitan a ahogarlos en borracheras con los colegas, pero Atila no, Atila se dedicaba a sembrar el pánico por donde pasaba, no entregando invitaciones de boda a los lugareños, que también es de una crueldad extrema, sino arrasando pueblos y ciudades, de hecho hizo huir al emperador, muchos historiadores han elucubrado sobre los actos de Atila previos a ese posible matrimonio, que si iba probando menús y al no acabarle de convencer destrozaba los restaurantes y alrededores, que si entraba en cólera al ver los precios de los trajes de novio y complementos, a saber. Tenemos a Atila arrasándolo todo y al imperio acojonado, sin embargo llega un día en el que Atila, sin casarse siquiera, sin tener que aguantar todavía a la suegra, se retira, sin más.

¿Qué pasó?, pues nadie lo sabe exactamente, se dice, se comenta, que si enfermedades en sus tropas, que si hambrunas, que si amenazas en su retaguardia, que si miedos religiosos, supersticiones, múltiples teorías, sin que se sepa cuál es la buena, su final llegaría pronto, en otra boda, con una goda llamada Ildico, desde luego a este hombre el matrimonio sólo le traía dificultades, hemorragia nasal dice la historia, (aunque hay versiones que hablan de asesinato) yo prefiero pensar que murió como todos ansiamos, echando polvos, la leyenda dice que sus soldados al verle muerto se hartaron a autolesionarse, el más grande de todos los guerreros no había de ser llorado con lamentos de mujer ni con lágrimas, sino con sangre de hombres”.

Muere el hombre y nace el mito, pero, ¿cómo era realmente Atila?, ¿cómo era ese pueblo tan mítico y desconocido como son los hunos?, bien, Atila desde luego no parece que fuera tal y como el cine nos ha mostrado, alto, fornido y en algún caso hasta guapo, más bien era como yo, feo, bajito, regordete, cabezón, su apariencia debes imaginártela más como un mongol que como un europeo, siempre se habla de Atila como ejemplo de barbarie absoluta, mas debía de ser un tipo bastante culto, dominador del latín, del griego (del idioma hablo, ojo), aparte de otros idiomas, sabía desde luego leer y escribir, sinónimo en aquellos tiempos de atesar cierta educación y cultura, muchas fuentes hablan de él como un líder noble, educado, gran culpa de la fama que acarreó la tiene el término «bárbaro», asociado siempre a eso, a barbarie, a destrucción, cuando en realidad los romanos llamaban bárbaros a todos aquellos que no formaban parte de su imperio, extranjero al fin y al cabo.

Hay que decir que al igual que Aecio convivió con los hunos durante un tiempo, Atila también vivió en el Imperio Romano durante su juventud, era por lo tanto muy conocedor de la cultura occidental, sus costumbres, fue rehén en la corte del emperador Honorio, pero no pensemos en rehén como mero prisionero encarcelado en unas mazmorras, no, convivió como uno más prácticamente, estudió, se relacionó con los miembros de la corte, se empapó de todo lo necesario para ser el gran líder que luego fue, hábil negociante y genio militar. (Y yo de líderes se, que para algo lo soy, aunque sea de opinión).

Vamos con su pueblo, los hunos, ciertamente no es que fueran hermanitas de la caridad, pero vuelta a lo mismo, la mayor fuente de información sobre ellos viene de sus enemigos, enemigos que desde luego no es que fueran medianamente objetivos, nómadas, excelentes cazadores, excelentes guerreros, pero también comerciantes, también impulsores de la tecnología más útil, ellos trajeron a Europa por ejemplo el uso de los estribos.

Volvamos al mito de que por donde pasaban no crecía ni la hierba, pura leyenda, eran conquistadores, cierto, pero una vez que se hacían con el territorio dejaban autogestionarse a estos, no se involucraban ni en su gobierno ni en sus costumbres, las naciones conquistadas gozaban casi de una plena autonomía, los hunos sólo entraban cuando su dominio pudiera quedar en entredicho, ¿qué les impulsó a avanzar hacia el oeste?, pues posiblemente un cambio climático, sí, ya por entonces al parecer sufrían de efectos invernaderos, de centrales térmicas, coches expulsando CO2 y demás, eran nómadas, pastores mayormente, vivían de lo que encontraban en la tierra, al no encontrar gran cosa la necesidad obligó, claro, en la época la emigración suponía eso, invasiones, pero en principio no eran ansias de conquista, sino mera supervivencia.

¿Qué pasó con ellos?, pues que Atila muere, con él se va el último gran caudillo huno, ninguno de sus sucesores logra mantener su poder, los territorios bajo el control huno se van sublevando y poco a poco van perdiendo poder, conquistas, hasta que su dominio y su nombre se quedan reducidas a la nada, pero para la historia queda la imagen de esos temibles guerreros a caballo, sus arcos y sus flechas, sinónimos del miedo, durante siglos a los niños se les obligaba a comer amenazándolos con la llegada de los hunos, pusieron en jaque a un imperio y al final cayeron sí, pero sólo pudo con ellos esa maldición llamada «matrimonio».

Bueno, lo principal, la historia la cuenta quienes tenían facultad para hacerlo, los hunos apenas dejaron nada escrito, de su versión de los hechos poco o nada tenemos, tampoco yo quiero juzgarlos, tan sólo pasar el rato contándote estas pequeñas historias.

Metallica para la posdata, uno de sus temas más emotivos, «Until It Sleeps»

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Atila, «El Azote de Dios».

Voy a volver a hablarte de historia, tampoco te voy a descubrir gran cosa, no voy a hablarte de ningún personaje histórico de esos desconocidos, no, ni mucho menos, voy a hablarte de Atila, «El Rey de los Hunos». Atila

Este es un tipo muy conocido entre los paquetes museros, cuando estás tú ahí, dándoles una nueva lección, mostrando tu arte, el paquete musero se dedica a llorar por su mala suerte al coger cartas (a pillarlas si eres americano que aquí no nos follamos a los naipes), como sólo suelen sacarse la pequeña siempre sueltan la misma gracia, «soy como Atila, el rey de los unos», a lo que añaden un «ji ji», que se supone que debe reafirmar lo tremendamente graciosos que son.

Pero más allá del mus, veamos quién fue Atila, ese del que dicen que por donde pasaba su caballo no volvía a crecer la hierba, esto, y no te miento, ha dado pie a innumerables interpretaciones, a cada cual más sinsorga, como esa que decía que claro, como pasaban todos los hunos en fila india dejaban el terreno tan impracticable que no volvía a crecer la hierba, qué va, la explicación como siempre era más sencilla, la cosa es que Atila y sus chavales le daban tanto a la hierba que se fumaban hasta las raíces.

¿Dónde nació Atila?, pues poco se sabe, evidentemente se conoce que nació en Bilbao, pero ya en qué barrio… es otro cantar, como por entonces no se había urbanizado aún los ensanches conocidos como América es más que probable que naciera en la parte más oriental de Bilbao. Huno, imagen Asia, este de Europa, por ahí vamos, Atila es sin duda alguna una de las figuras históricas más controvertidas, siempre se ha dicho eso de que «la historia la escriben los vencedores», una mentira como otras tantas, ni caso, la historia la escribe quien sabe, primero, escribir, los hunos no eran gente que cultivara el arte de las letras, sí sus enemigos, los romanos, ya por entonces divididos en dos imperios, por lo tanto lo que nos ha quedado de él es la imagen de un caudillo cruel, despiadado, sanguinario, con el paso de los años ha surgido otra corriente que nos lo muestra como un líder respetable y respetado por su pueblo, con gran nobleza e inteligencia, ¿qué es la verdad?, pues a saber. ¿Existían los hunos antes de Atila?, por supuesto, era un pueblo, nómada, cazador, belicoso, ¿existieron tras él?, también, pero no así su imperio, que murió con su último gran líder.

Pedazo imperio por cierto, prácticamente todo el este de Europa llegó a estar bajo sus dominios, aparte de sus recurrentes incursiones por los territorios más occidentales, llegó incluso a expulsar a un emperador romano, Valentiniano III, pero toda figura histórica, o casi todas, tiene su acérrimo rival, su horma en el zapato, Atila también, se llamaba Aecio y es lo que os quería contar, su mítico encuentro en la Batalla de los Campos Cataláunicos.

Flavio Aecio, digno rival sin duda, otro hombre al que la historia no ha hecho justicia, «el último romano», prácticamente su mandato al frente del ejército romano y el reinado de Atila coincidieron en fechas, su rivalidad fue de esas que merece la pena recordar, pero no me enrollo no, sólo que sepas, por si no lo sabías, que Aecio era tan brillante o más que el propio Atila, todo un genio militar, político, diplomático, tras él (asesinado por cierto por el mismo Valentiniano III, su emperador), el Imperio Occidental comenzó su disolución, no volviendo a lograr su viejo esplendor hasta los tiempos de Belisario. Cuando digo rivalidad tampoco pienses en que se odiaban y cosas de esas, no, de hecho hasta llegaron a ser aliados en su momento, se conocían bien, Aecio convivió bastante tiempo con Atila, tampoco parece que su relación llegara al extremo de darse besitos, pero la idea, hay que quedarse con la idea, entre ellos había respeto y cierta admiración mutua.

Bien al lío, la batallita, no pienses en un enfrentamiento entre un ejército huno, comandado por Atila, y uno romano, capitaneado por Aecio, no, te doy dos visiones, la real y una para gente como tú y yo. La real, la hermana de Valentiniano III es prometida con un vejestorio, manda un mensaje a Atila, un anillo, este lo interpreta como una oferta de matrimonio que le podría reportar la mitad del Imperio, también muere un rey, el de los salios, en los Balcanes, Aecio toma partido por un hijo como sucesor, Atila por el otro, todo esto es mucho más complicado, pero vamos, hay que quedarse con los conceptos, Atila toma todas sus tropas y las de sus tribus bárbaras vasallas y a la conquista del oeste, a las Galias, Aecio toma sus tropas, negocia alianzas con los visigodos, contrata tropas de otras tribus bárbaras y a su encuentro.

Esa es la versión digamos real, ahora, para que lo entiendas, tú imagínate que llegan los hunos al campo de batalla, llegan los romanos, se encuentran un porrón de tribus bárbaras y como en el cole, pares o nones y empiezan a elegir, Atila elige a Ostrogodos, Gépidos, Hérulos y Turingios, Aecio a Visigodos (cuyo rey, Teodorico, murió en la batalla), Francos, Alanos, Burgundios y Sármatas, además de todos estos encontrábanse en la zona otra tribu, los escritores de blogs, ahí esperando a ser elegidos, como el niño inútil al fútbol al que nadie coge, al final a estos les pusieron de árbitros, pasándose toda la batalla gritando «falta, falta¡¡» sin que les hicieran el menor caso vamos.

Comentarte que en principio la lucha era desigual, los hunos tenían más hombres y tenían la mítica imbatibilidad de Atila, fíjate que hablamos ya del siglo V, por entonces batallas la humanidad había vivido muchas, pues esta está considerada como la más brutal hasta la fecha, lucha sin cuartel, dos horas tan sólo, dos horas de ataques, contraataques, hasta que lo impensable ocurre, la genialidad táctica y el aguante de sus aliados hacen que Aecio gane, Atila se retira, su intención, el suicidio, lo normal es que Aecio hubiera ido tras él para acabar con la amenaza huna, pero no, no lo hizo, ¿por qué?, porque Aecio era un tipo listo, sabía de la importancia de Atila y su ejército huno para conservar el frágil sistema de alianzas que proporcionaba cierta estabilidad al tambaleante imperio romano, ahí no acabó la historia entre ambos, de hecho hay mucha cosa apasionante después, como también es apasionante la cantidad de mitos que arrastraba la figura de Atila, pero para otro día, que me alargo.

Acabar sólo con la leyenda de la Batalla de los Campos Cataláunicos, fueron tantos los muertos y tan cruenta la contienda que se dice que los fantasmas de los soldados siguieron combatiendo durante años, eso dice la leyenda, ya en el terreno más realista comentar que durante centenares de años los lugareños siguieron desenterrando huesos y restos de armas y equipación de los combatientes, pocos episodios más violentos y sanguinarios encontraremos en nuestra bilbaína historia, lo dicho, volveremos al mito y a la leyenda de Atila.

Si has llegado al final no te me vayas ahora, porque qué gran tema para la posdata, qué grandes e injustamente ignorados Gotthard, suizos, qué clase tienen, qué elegancia, puro hard lleno de melodía, sentimientos, arte puro, ellos son buenos, y el tema también muy bueno, «The Oscar Goes To You», decirte que el cantante, Steve Lee, nos dejó hace un par de años, sin duda que se le echará de menos, insustituible.

Teutoburgo, cría cuervos….

Tácito: «En el campo, los huesos de los soldados se hallaban esparcidos allí donde habían caído, en su puesto o intentado huir. Había pedazos de armas y huesos de caballos y cabezas humanas sujetas a los troncos de los árboles.»

Recuerda, cuando hablamos en su momento del rigor histórico de “Gladiator” comenté que, entre otros muchos errores, cuando mostraban la batalla del principio Scott y sus asesores hicieron todo un ejercicio de ciencia ficción, la batalla nos mostraba unas legiones perfectamente formadas, en campo abierto, usando toda su capacidad táctica contra un enemigo con pintas de Cromagnon y tácticas tan gilipollas como el salir del bosque al grito de «unga unga» dejándose masacrar, ya dije que poco tenía que ver con la realidad, en ninguno de los sentidos, ni los romanos se mostraron tan eficientes, ni pudieron usar toda su capacidad militar y sobre todo, las diferentes tribus germanas no eran prehistóricas, tenían su organización y cultura y distaban mucho de ser tan gilipollas como la peli nos mostraba.

Muchos, muchos años antes de la época de Marco Aurelio (donde transcurría «Gladiator») el Imperio Romano intentó invadir Germania, lanzaron varias campañas militares, Druso y Vinicio usaron hasta 100.000 hombres para conquistar las tierras al norte del imperio, con más o menos dificultades lograron asentarse en bastas zonas de Germania y establecer allí un proceso de «romanización», aunque las fronteras nunca estuvieron seguras ni las tribus germanas dominadas, de hecho las escaramuzas de algunas de estas tribus eran constantes, no sólo en sus territorios sino haciendo incursiones tanto en la Galia como en el norte del Imperio, así pues Augusto, el primer emperador romano, recurrió a Publio Quintilio Varo para una nueva campaña que intentara de una vez por todas someter a las tribus rebeldes.

Varo disponía al efecto una fuerza considerable, tres legiones, caballería, tropas auxiliares.. en total unos 30.000 hombres, contaba además con la estimable ayuda de Arminio, un líder germano, pero educado en Roma, ciudadano romano y además jefe de una de esos contingentes de tropas auxiliares, era todo un aliado, ya que conocía la zona, tenía los mejores exploradores y podría avisar a Varo de las posibles emboscadas que los incultos bárbaros pudieran inflingirles, alguno de los consejeros de Varo trataron de advertirle de la poca conveniencia de dar tanta confianza a un caudillo germano, pero es que hay gente que ve fantasmas permanentemente, como Varo había visto «Gladiator» les comentó que era imposible la traición de Arminio, que los germanos apenas podían hablar, sólo los educados en Roma, y que como mucho les atacarían ahí en plan bravucón, en medio de una inmensa llanura y dejando previamente conformar las tropas romanas para la batalla.

Legión en bosque

A todo esto Arminio, cuando Varo no le veía, se partía la polla al ver cómo el Gobernador Varo le daba tanta confianza, tenía el mozo la sensación esa que tienes cuando, jugando al mus, te das mus negro con cuatro reyes y el rival te mete diez piedras a grande, bien, surge una pequeña rebelión y Varo desmonta el campamento y se dispone a hacerle frente, Arminio le convence que para llegar antes y seguros es conveniente que crucen el bosque de Teutoburgo, bosque ondulado, frondoso y con terrenos pantanosos, se comenta que Arminio le dijo que recordara «Gladiator», que ahí no les iban a atacar, «además mira, he mandao mis exploradores y me dicen que no hay peligro alguno, y para que veas lo majo que soy, te dejo en medio del marrón, digo del paseo, y me voy a buscar tropas de apoyo entre mis colegas bárbaros, por si luego nos atacan al salir del bosque», Varo emocionado y todo, ante la fiel disposición del caudillo germano, no consideró incluso el usar migas de pan para marcar el camino, cogió su columna, civiles incluidos y a cruzar el bosque, total, para dos ardillas que nos pueden salir.

Pero claro, los germanos, la alianza germana, con tribus como queruscos, marsios, chatti, brúcteros, usípetes y angrivaros, con el padre de Arminio, Segimero, al comando de la coalición, habían reunido hasta 25.000 hombres, habían talado árboles dejándoles en pié, en plan «luego le damos una patada y se caen contra las tropas romanas», despejando zonas a posta para que los romanos pasaran por ahí, «que majos los lugareños, nos hacen el camino y todo, claro, son tan anormales» pensó Varo, la retaguardia romana fue lo primero que los bárbaros atacaron, quitando las provisiones, de pronto se desató una tormenta, los árboles comenzaron a caer sobre las tropas romanas, una lluvia de flechas y dardos también, y cuando ya se hartaron de emular a Guillermo Tell una horda bárbara asaltó las tropas romanas, ahí se evidenció que las legiones romanas, perfectamente preparadas para el combate en campo abierto lo estaban menos para el combate en zonas en las que no podían maniobrar, los germanos nunca atacaron además las columnas romanas en masa, sino en pequeños ataques que iban poco a poco diezmándolos y sobre todo desmoralizándolos.

Estos, los romanos de Varo, estaban dispersos, no preparados para una batalla que ni se esperaban, con sus líneas dispersas y separadas en varios kilómetros, Varo no salía de su asombro, cual Mouriño gritando «trampas trampas, árbitro, que es trampa¡» y más aun al enterarse que entre los enemigos estaba su coleguita Arminio, aun así, los romanos eran grandes soldados y resistieron, acudieron a su terreno, los claros, diezmados, pero aun con disposición para plantar batalla, pero como los gernamos no habían visto «Gladiator» en vez de ir a atacarles en el claro esperaron en los bosques cercanos, cada vez que un contingente romano intentaba traspasar el bosque eran atacados con saña, poco a poco la impotencia romana hizo que se tomaran decisiones equivocadas, separaron sus tropas, la caballería fue masacrada cuando intentaban llegar al Rhin, al poco las legiones romanas se deshicieron, sin apenas mandos que les guiaran, huyendo cada uno como pudo, siendo hostigadas en los días posteriores y en su gran mayoría aniquiladas, el propio Vario optó por el suicidio al verse derrotado, al verle varios de sus generales le imitaron, incluso las tropas que se rindieron fueron ejecutadas, tan sólo una pequeña columna al mando de Casio Querea (famoso por matar años después a Caligula) logró huir, se calcula que apenas un centenar o dos de romanos se salvaron del desastre.

Emboscada

El resto muertos, con las cabezas y las manos cortadas, con los prisioneros invirtieron el orden, primero les degollaban y luego ya, obedientemente, se morían ellos solos, los oficiales romanos quemados vivos, a lo largo del bosque estacas con las cabezas y las manos romanas, un espectáculo dantesco sin duda, cuando la noticia de la derrota llegó a Augusto este se la tomó muy a pecho, destituyendo a todos los mandos y miembros de su guardia procedentes de Germania y Galia y encomendando a su sobrino, Julio César Germánico, la misión de ir a reconocer la zona, rescatar los emblemas, águilas y demás en posesión de Arminio y sus colegas y darles un escarmiento, este Germánico sí que logró su misión, encontrando el lugar de la batalla, enterrando los cuerpos de los legionarios derrotados, recuperar lo perdido y hasta derrotar a Arminio en la Batalla de Idistaviso, apagando el levantamiento, eso sí, no lograron capturar al «traidor» Arminio, que sufrió un triste destino, cayendo asesinado posteriormente por sus propios hombres.

Las consecuencias principales de la batalla fueron que Roma desistió de la conquista de Germania, estableciendo fronteras en las tierras que ya tenían bajo control, haciendo algo similar a lo que harían posteriormente en Britania con el muro de Adriano, solo que con empalizadas, sólo cruzarían esta frontera en acciones aisladas, por su parte la figura de Arminio se convirtió en un mito germano, mito que ha pervivido hasta la actualidad, en definitiva, queda claro que las tribus del norte del Imperio no estaban subdesarrolladas, no eran gilipollas y tenían más recursos de los que el cine nos ha querido mostrar.

Dark Moor en la posdata, «Tarot» el álbum, el tema «Lovers», tema sencillote, pero quizá esa es su gran virtud, a mí al menos me gusta mucho, pegadizo, un poco moñas, pero efectivo.

El auténtico «Gladiator».

Bien, todos sabemos que el cine se toma licencias históricas con demasiada facilidad y asiduidad, esta entrada es otra más al respecto, no se trata tanto de los típicos «gazapos» de ver un soldado macedonio de Alejandro Magno con reloj, sino de cómo las pelis falsean la historia conscientemente.

Empiezo con «Gladiator», bien, ojo, la peli me encanta, me parece una de «las de antes», emocionante, entretenida, pena que no se hagan más así, sin embargo si como peli cumple su función de sobra como lección de historia flaquea más de lo que debiera.

Empezando porque los personajes realmente no fueron como los pinta la peli, Marco Aurelio tuvo un hijo llamado Cómodo sí, pero este no asesinó a su padre para convertirse en César, sino que siendo muy bisoño fué nombrado por su propio padre, ante la inminencia de su muerte, para evitar que el mando cayera en sus enemigos, por otra parte el senado, como todos sabemos, no volvió nunca a obstentar el poder, ni a la muerte de cómodo, ni realmente se lo planteaban, llevaba siglos Roma como imperio ya y estaban todos los senadores más que institucionalizados.

Cómodo por supuesto no era como lo pintan en la peli, cruel y amante de la lucha, más bien era un jovencito acomodado, amante de las comodidades, de la buena vida, pero sin ambición alguna, eso sí, era bastante paranóico y fue como en la peli, un muy mal César.

Pero más allá de las figuras de los protagonistas hay en la peli algo que chirria, su comienzo, la batalla, espectacular, pero falsa.

Batalla Romana

Bien, en la peli se nos muestra en un alto a las legiones romanas, perfectamente formadas y prestas para el ataque, de un bosque salen unos germanos con pintas de salvajes, que no dicen «unga unga» de milagro, los romanos usan todo su poder, «artilleria», infanteria y caballeria, con total eficiencia ante unos germanos que atacan a lo loco y se dejan antes diezmar por los proyectiles de las legiones de Marco Aurelio.

La realidad es, o fue mejor dicho, bien distinta, cierto es que Marco Aurelio fue uno de los César que más tuvo que pelear contra los bárbaros, y cierto es que obtuvo victorias, pero es lo único que se acerca a la verdad.

En realidad estamos en el Siglo II, bien, para esos tiempos Roma llevaba luchando contra los bárbaros varios siglos, al menos con cierta importancia obviamente desde que comenzó a avanzar hacia el norte, y con gran documentación desde los tiempos del Cónsul Mario, una de las figuras más importantes de la época en la que Roma fue república, que fue nombrado hasta siete veces Cónsul, cuando lo habitual era un sólo mandato y que entre otras muchas cosas se significó en sus luchas contra los bárbaros del norte.

¿Qué eran los llamdos bárbaros?, pues el término obviamente con el paso del tiempo se ha ido deformando, «bárbaro» en aquellos tiempos era sinónimo de extranjero, ahora «bárbaro» nos recuerda a algo bestia, sin civilizar, nada más lejos de la realidad.

Ese es a mi juicio el error de Ridley Scott, el tomar «bárbaro» como lo que no es, nos pinta a los germanos como bestias incivilizadas, atrasados tecnológicamente y retrasados mentales, pues sólo unos retrasados pueden atacar a un ejército romano de la manera que lo hacen en la peli.

Bien, ¿cómo era realmente la cosa?, pues los «bárbaros» del norte no eran sino una serie de tribus al norte y este del imperio, que llevaban siglos como hemos aclarado luchando contra Roma, que siguieron siglos haciéndolo y que acabaron por derrotar al Imperio, nunca tuvieron las pintas conque «Gladiator» nos los pinta, lo más parecido a eso que se encontraron fue en la actual Gran Bretaña, porque las tribus celtas se protegían mayormente con pinturas de guerra, sin usar armadura o protección alguna, esas pinturas se suponia que eran mágicas y tal.

Pero los germanos no, al contrario de cómo les vemos en el film eran más parecidos a los romanos que a otra cosa, usaban protecciones, estaban organizados, tenían sus sociedades más o menos avanzadas, sobre todo en el Siglo II, y desde luego ni se les ocurria atacar a un ejército romano así a las bravas.

Más bien al contrario, usaban los bosques, pero atacaban dentro, y atacaban casi siempre por sorpresa, en emboscadas, nunca en plan gallo, porque eran bárbaros, pero no gilipollas, los romanos tuvieron grandes victorias contra ellos, porque eran el mejor ejército de la época, pero sufrieron también grandes derrotas, alguna humillante.

Bien, otro día más, de momento vamos con la postdata, Apocalyptica, de nuevo un tema en el que cuentan como invitado a las voces a un solista ajeno a la banda, en este caso se trata de Gavin Rossdale, veterano guitarrista y cantante, conocido por su pertenencia al grupo «Bush».

El tema: «End of Me»

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