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La muerte de Omar Little.
Bien, en este comienzo de año la verdad es que la cosa se va a tornar muy histórica, tras esta van a ir tres entradas dedicadas, o encargadas si lo prefieres, una de los templarios para Inma, otra de rescate de princesas para Logoferoz y una batallita cubanabatallita cubana para el amigo Javier Montenegro, contando que alguna más de historia está ya programada pues eso, que en una temporada os daré el coñazo con el tema.
Valga para cuando escaseen claro, pero, mientras llega el momento voy a dedicarme un tiempo a mí y a mi despistado lector, aquel a quien dedicaba mis entradas cuando era este un blog mucho más anónimo de lo que es ahora. Voy a hablar de lo que me gusta, series, voy a hablar de la serie que más me gusta, «The Wire» y de un personaje de quien ya te hablé cuando te conté acerca de esas calles de Baltimore que tan bien desnudan David Simon y Ed Burns, los creadores de la serie, Omar Little, el «agente libre» gay.
Os presento a mi amante.
Tú te preguntarás, ¿por qué veo tantas series?, bien, durante un tiempo mi trabajo me obligaba a viajar, ciudades diversas, pero yo como suelen decir los futbolistas, de esas ciudades sólo veía los hoteles, tú te volverás a preguntar, ¿por qué atlética y varonil persona?, pues a eso no te voy a responder, debería para ello dar datos de mi trabajo que no estoy por la labor, nunca se sabe quién te lee y desde luego no quiero ir al paro, la cosa es que mi sentido de la profesionalidad me impedía salir a la calle, entonces, tenemos noches de hotel, algunas compartidas (sin sexo lamentablemente), otras solitarias, otras en las que desearía estar solo por quien tenía al lado, en la tele nada más que mierda, el cine siempre es una opción, de hecho es a lo que me daba, portátil y peli antes de dormir, hasta que un día alguien me dijo, «¿por qué no te ves una serie?, te enganchas y tienes garantizadas unas horas de cierta diversión», ahí nació mi pasión por esas pequeñas joyas televisivas, un mero pasatiempo hasta que me topé con mi amante, quien más me ha hecho gozar de la noche, te he hablado de ella bastantes veces, la muy puta se llama HBO.
No te voy a hablar de los orígenes del canal, de su historia, para qué, os voy a hablar de sus polvazos, polvazos que en la mayoría de los casos me han dejado satisfecho, variados, intensos, algún gatillazo tuvimos, cierto, nadie es perfecto, pero por lo general siempre han sido de recordar, y como quisiera que tú también goces pues nada, te contaré esos polvos, porque además, para qué andarnos con rodeos, no soy celoso, te puedes tirar a la HBO las veces que quieras, sin problema. Dices tú de orden, qué se yo, podría hacerlo por orden alfabético, sí, podría hacerlo por lo que más me ha gustado, pero sería complicado, al final decidí preguntar a mi hermoso par de testículos cómo lo harían ellos, y lo que han decidido mis pelotas es esto:
«The Wire»: Te he hablado mucho de ella, es complicado que te encuentres con alguien que la haya visto y no te diga que es la mejor serie que ha visto en su vida, compleja, un desnudo integral de la sociedad actual, serie de ficción que te crees más que viendo cualquier documental, completa, distinta, maravillosa, una joya cuyos seguidores adoran y que sin embargo ha permanecido oculta para el gran público, en cualquier otro canal se hubiera cancelado, fue un fracaso de audiencias, pero HBO la mantuvo, la mantuvo además sin presionar a los creadores para cambiar nada, gracias a esa paciencia tenemos la que sí, sin duda alguna es la mejor serie de televisión de la historia, sin más, no hay discusión, perfecta.
«OZ»: Tú te dirás qué hago viendo yo cuentos infantiles, no, nada de eso, es más, «OZ» puede que sea la menos indicada de todas para un niño, rodada prácticamente en interiores, en una cárcel, es la serie que más me impresionó, por lo arriesgada, un drama carcelario crudo y duro, con escenas que te impresionan, no es, ciertamente, la más realista visión de una prisión, pero sí la más explícita, pobres actores, muchos de ellos los hemos vuelto a ver, esta serie fue la pionera, la primera que rodó HBO, ya ahí dejó a las claras su intención de pasarse por el forro de los cojones el puritanismo, si echamos desnudo al preso dentro del agujero se ve al preso desnudo, si se viola se viola, si se mata se mata, moralidad cero, la que cada uno tenga.
«Los Soprano»: Quizá la que menos presentación necesite, un homenaje al cine gangsteril, a «El Padrino», a «Goodfellas», es la de más éxito del canal hasta la llegada de los Stark, sigue la senda de sinceridad de todas las anteriores, el gusto por rodar escenas como se deben rodar, poco de decir de ella, que es todo un mito televisivo, repleta de grandes momentos, repleta de grises, muy de personajes, los llegas a adorar, aunque la mayoría sean unos hijosdeputa, da igual, geniales.
«Roma»: Viajar al mundo antiguo, si encima la época, la antigua Roma, te apasiona, pues miel sobre hojuelas, pero es que «Roma» tiene calidad, mucha, claro ejemplo de cómo se puede ser fiel a una época, a unos hechos, a unos personajes y a una ciudad cambiando mucho de lo que pasó, es, como todas, dura, la visión más realista de la grandeza y miseria de una época, pero además entretenida, impecable en todos los aspectos, disfrutable de todas todas, como suele pasar, está tan bien hecha que no pudo seguir adelante, requería de demasiado presupuesto, aun así, dos temporadas imprescindibles.
«Deadwood»: Un viaje al lejano oeste, a la frontera, estás viéndola, pasa al galope un caballo por la calle y te tapas la cara, no sea que te salpique de mierda, quizá la mejor ambientada de todas (y esto es decir mucho), quizás la menos densa, la que explota el lado más de comedia, sin serlo, quizá la que tenga el personaje que más se te queda grabado a fuego, Al Swearengen, otra de las canceladas, por los mismos motivos que prácticamente todas, serie cara, demasiado cara, pero es que la calidad tiene su precio, desde luego es algo que debería ver todo amante del género, con escenas donde te ríes, donde te emocionas y donde llegas a mirar hacia otro lado, por la crudeza extrema y la escasa moralidad.
«Boardwalk Empire»: Años 20, ley seca, mafia, si te hablo de ambientación me repetiría como el ajo, es algo que ya debemos dar por supuesto en toda serie del canal, he de decir que su primera temporada me dejó más bien frío, veía reflejadas en la serie todas las señas de identidad de HBO, pero faltaba algo, faltaba el segundo acto, el que te deja con la sensación de haber vivido una grandísima historia, es quizá la mejor escrita de todas, realmente adictiva, sorprendente, nada de lo que pasa pasa como tú esperabas, esta es de las que están en curso, por lo que es previsible que a pesar de su precio se mantenga, ojala, porque lleva camino de convertirse en una serie mítica.
«Juego de Tronos»: La que más me sorprendió, uno no es mucho de historias de esas tipo medieval, con sus dragones y tal, pero viendo el sello había que verla, acojonante, acojonantes sus diálogos, impagables, acojonantes sus personajes, perfectos, acojonantes los actores, la perfección hecha televisión, es más, ha roto todos los récords de venta en DVD de HBO, por algo será, claro ejemplo de cómo hacer creíble una historia tan fantasiosa, quizá la novela perfecta para el canal, por su falta de moral, siempre es complicado llevar libros a la pantalla, pero esta es la prueba de que cuando hay gente capaz se puede hacer más que dignamente, como la anterior esta es de las que aun está en emisión, esperemos que por muchos años.
«Hermanos de Sangre»: La serie bélica por excelencia, una sola temporada, rodada magistralmente, siguiendo todos los pasos necesarios para que te creas parte de la compañía “Easy”, puro espectáculo, se nota la mano de Spielberg en ello, rodada con menos medios que la fallida «The Pacific», pero en ningún caso notas nada cutre, tiene tiempos para todo, evidentemente los combates, pero también el amor (creo que pocas veces veremos metida una historia de amor de manera tan perfecta en medio de una batalla), el drama más duro de los campos de concentración, compañerismo, le falta algo de realismo, cierto es, pero con todo lo que te digo, se antoja complicado que una serie del género supere a esta algún día.
«Carnivále»: La más extraña, con diferencia, el bien y el mal, repleta de momentos escalofriantes, de situaciones que no te explicas, lenta, extremadamente lenta en ocasiones, embrujadora, se te mete dentro, te gana sin reservas, además está muy bien cerrada la trama, a pesar de ser una de las canceladas antes de tiempo, por los mismos motivos de siempre, el alto presupuesto, no es esta la serie que recomendaría a cualquiera, eso por supuesto, es más, es de las series que ni recomendaría, creo que está hecha para quien se tope con ella como quien se topa con un carromato abandonado por un circo ambulante, hay que estar destinado a verla.
«A 2 Metros Bajo Tierra»: Si «The Wire» cambió mi forma de ver el mundo podríamos decir que «Six Feet Under» cambió la manera de verme a mí mismo, nunca antes una serie de televisión me había hecho plantearme mi propia vida, la serie más cabrona de todas, con diferencia, la que más te hace pensar, la que más habla de la propia vida, a pesar de tener a sus personajes rodeados permanentemente de la muerte, nunca antes habías vivido en una funeraria, tras ver la serie puedes decirte que ahora sí, ¿drama?, ¿comedia?, no sé, ¿realismo?, tampoco lo sé, una ve leí que ver esto es como leer un libro, quizá sea la más literaria de todas, la más filosófica, la más engañosa sin duda, parece que no te ofrece nada, que es un pasar de escenas con algún que otro diálogo brillante, pero lo dicho, tiene un peligro dentro, algo que hoy en día no se lleva en absoluto, te hace pensar.
Quedarían otras, pero tampoco es cuestión de cansarte, posdata entonces, Harmony, suecos, metal cristiano, con sus toques progresivos, de los que de entender la letra posiblemente no escucharía, de su último álbum este «Inner peace», en el que tienen como colaboración a Daniel Heiman, toda una gran voz.
«The Wire», la escuela.
David Simon, con la ayuda de Ed Burns, hizo con «The Wire» todo un retrato social, pesimista, descarnado, a lo largo de sus cinco temporadas desnudó la policía, las calles, la política, el puerto y el periodismo de Baltimore, pena que no siguiera, también hincó sus dientes al sistema educativo, lo hizo a partir de la cuarta temporada y dejando algo para la quinta, aunque prácticamente sólo en esta cuarta entrega se ocupa del tema en profundidad, aunque las interactuaciones entre los personajes son constantes y el resto de las tramas no sólo no se paran sino que se entremezclan con estas podemos decir que para contarnos el estado de la educación de la ciudad usó cuatro chavales, dos policías y un profesor.
En la imagen los chavales, cuatro amigos más o menos avenidos y con muy distinto pasado, presente y futuro, empezando por el coletitas, Namond Brice (Julito McCullum), hijo de Wee-Bey Brice, un «soldado» encarcelado de la banda de Barksdale, Namond tiene en apariencia la vida más sencilla y acomodada de todos, dinero, caprichos y una madre que no se mete demasiado en su vida, aparentemente es un gallito más, un chico de la calle con los genes de uno de los mayores asesinos de Baltimore, pero en cuanto se escarba en él nos encontramos a un chaval con muchas cualidades, pero sin duda no la de pelear en las esquinas ni mucho menos ser algo parecido a lo que fue su progenitor.
Randy Wagstaff, (Maestro Harrell), vive en un centro de acogida, ingenioso, buscavidas, el típico que te vende cualquier cosa en el cole por un precio justo, tiene también una especial habilidad para meterse en líos y buscarse problemas, le sigue en la foto Michael Lee (Tristan Wilds), uno de esos personajes que la verdad, dejan huella, con un padre desaparecido, una madre drogadicta y un hermano pequeño del que ejerce casi como padre, este tiene su peculiar código moral y una historia que la verdad, evoluciona sorprendentemente y acaba simplemente de manera genial.
Acabamos con «Dukie» Weems (Jermaine Crawford), el más «tirado» con diferencia del resto, con toda su familia presa de las drogas o el alcohol, un deshecho social en toda regla, es además motivo de burla recurrente entre sus compañeros por su vestimenta raída y su mal olor corporal, aun así, sobre todo Michael, sus amigos intentan darle algo de apoyo.
Evidentemente durante su historia en la serie los cruces argumentales con las bandas de traficantes, con sus compañeros y profesores de colegio, con la policía e incluso con los candidatos a la alcaldía son constantes, pero por no alargarme en exceso, que al final sé que lo haré, mencionar tres pequeñas historias, la primera la protagoniza «Prez» Pryzbylewski, (Jim True-Frost), que ya ha aparecido en estas historias de «The Wire», este era el policía enchufado, bastante inútil aparentemente pero con alguna que otra cualidad que resultó muy productiva, en una de sus recurrentes cagadas es expulsado del cuerpo y acaba como profesor del colegio donde estudian los chicos, si esto fuera una producción hollywoodiense les enseñaría a bailar, a cantar jotas, a hacer poesías y acabaría la serie en un gran concurso que ellos ganarían a los guapos chicos ricos, pero no, porque esto es del sello Simon, aquí «Prez» lucha por encontrar su sitio, intenta cambiar el sistema, sistema del todo ilógico basado en lo mismo que basa el trabajo policial y el resto de cosas de una ciudad, los números, esos que nos venden en elecciones para que nos contentemos y veamos lo bien que va todo, si hace falta dedicar las clases a que se aprendan de memoria las preguntas del examen se hace, no importa que los chicos aprendan, importa que el número de aprobados sea suficiente como para lograr los suficientes fondos que mantengan en pie el colegio, «Prez» sí, encuentra su sitio, madura, en cierta forma es de los personajes que mejor destino tienen en la serie, pero al final sus intentos por cambiar el sistema se dan de bruces con la realidad y acaba «institucionalizado».
«Bunny» Colvin (Robert Wisdom), miembro de la jefatura policial, también acaba fuera del cuerpo aunque por motivos muy distintos a los que propiciaron la expulsión del anterior, tras probar algún trabajo sin demasiada suerte acaba en el colegio como parte de un programa para lograr sacar de las calles a estos jóvenes chavales, nuevamente la realidad impide el final esperanzador que todo espectador busca en la ficción, pero sí que logra quizá el momento más optimista de toda la serie, su relación con uno de nuestros cuatro chicos es de las pocas que tienen un final feliz.
Todo lo contrario que le sucede a Ellis Carver (Seth Gilliam), uno de esos escasos polis eficientes que se mantiene en el cuerpo, como se ha mamado más calle que nadie sabe de los problemas que tienen los jóvenes de las esquinas, consciente también del futuro que le espera a uno de nuestros chavales lucha como un poseso por librarle de él, pero nuevamente vemos que el sistema está dispuesto de forma que pone más trabas de lo que ayuda, y no basta con querer arreglar algo para lograrlo, ni mucho menos.
Al final nuestros cuatro chavales acabarán de forma muy muy distinta, como en la vida real vamos, muchas de las estrellas de la NBA salieron de las calles, muchos actores (incluidos alguno de los que salen en «The Wire») también salen de las mismas, algunos tienen éxito en sus vidas, pero no nos engañemos, en la vida real quien nace en la miseria sigue en ella toda su vida, lo importante es tan sólo intentar no verlos, no saber de ellos, sí, Simon encontró en esta historia escolar una de las pocas en las que darnos algo de optimismo, pero también nos mostró el lado más oscuro de un sistema donde todos somos parte responsable de su fracaso, el mensaje está claro, no importa solucionar los problemas, sólo maquillarlos, pero ojo, como dije antes sí, los que mandan son los responsables del maquillaje, pero somos nosotros los que pedimos eso, los que nos contentamos con eso, esta historia de la escuela de Baltimore nos vuelve a mostrar con dureza la triste realidad.
Yo, sin apartarme del lado «denuncia social» que tan bien nos enseña Simon me quedo con el homenaje que este hace al final de la serie con dos de los personajes más míticos de la misma, «Bubbles» y «Omar Little«, usando para ello dos escenas, no demasiado extensas, pero emotivas, usa dos de los críos al efecto, mostrando como al final esto es cíclico, todos acaban teniendo sus sitio y todos los sitios son ocupados, porque como suelen decir muchos de los personajes todos están deseando hacer «trabajo policial de verdad», «periodismo de verdad», «educación de verdad» y «política de verdad», manda narices que esta utopía nos la tenga que mostrar una serie de ficción, lo único que acaba siendo de verdad es la pobreza, la indigencia, las drogas omnipresentes y la desesperanza que se lleva por delante generaciones enteras, da igual que encarcelemos un traficante, un corrupto, que rehabilitemos un drogadicto, siempre habrá quien tome el relevo.
Helloween para acabar, ocupando la posdata, el tema, «My Life For One More Day»
La política y «The Wire»
Ya hablamos en su momento de «The Wire», hablé también de su comisaría y de las calles de Baltimore, hoy le toca el turno a la política.
El tema de la política en la serie aparece en meros esbozos en las dos primeras temporadas, aparece a lo grande en la tercera (a mi juicio la temporada más redonda de
«The Wire»), y ya no deja la serie hasta que esta finaliza, ya te he contado que esta serie me parece la mejor de la historia de la televisión, David Simon realmente parió algo muy grande, capaz de mezclar realismo, acción, grandes personajes, retrato social y muchas otras cosas como nunca antes se había hecho, pero sin duda también en la serie hay mucho de denuncia, denuncia al sistema, a la sociedad actual, a las corrupciones, es quizá cuando Simon nos muestra la política cuando tira más a la parte de crítica y denuncia, aunque lo haga de una manera superinteligente y con gran clase.
Porque si cuando retrataba a la policía y retrataba a las calles también metía mucho de denuncia social al menos perfilaba personajes que a su manera no dejaban de tener cierta moralidad, aquí ya esta escasea, escasea en prácticamente todos los niveles, y cuando no escasea el mensaje es todavía peor, durante las dos primeras temporadas sólo asoma el tema al mezclarse en una investigación sobre drogas el senador ‘Clay’ Davis (Isiah Whitlock, Jr.), también, aunque sin poner rostros, en las presiones que reciben los mandos policiales, Burrell, Rawls, Valchek y demás, todos ellos más preocupados por cumplir cifras como sea para lograr sus respectivos ascensos que de otra cosa, tras presentarnos la lucha bandas y el puerto de la ciudad llegamos a la tercera temporada, llegamos al ayuntamiento de Baltimore.
Ahí tenemos al alcalde, Clarence Royce (Glynn Turman), corrupto, putero, el típico alcalde que la pantalla suele mostrar cuando quiere que nos llegue lo peor de la política, lo único que importa es lo que llegue al votante, la imagen, los números, bajo el paraguas de la integridad y la moralidad, del trabajo por y para el pueblo, del servicio a la comunidad, de lo que siempre nos cuentan los políticos de todo el mundo, encontramos la mayor de las bajezas morales, detrás de él dos concejales para controlar la labor policial, ‘Tony’ Gray (Christopher Mann) y al gran protagonista de la historia esta, ‘Tommy’ Carcetti (Aidan Gillen de «Game of Thrones), estos están en la comisión de control policial y son los que exigen los números de detenciones y resoluciones de casos, disminución de violencia etc. a la policía, digo números porque eso es lo que importa, las estadísticas, si un asesinato no se denuncia ya no es un asesinato.
Resulta que el concejal Carcetti es blanco, blanco en una de esas ciudades de mayoría negra, su gran anhelo es ser alcalde, su gran virtud que realmente quiere arreglar las cosas, es un tío íntegro, comprometido con el pueblo, pero no cara a la galería, como el senador o el actual alcalde, no, este realmente quiere servir a sus ciudadanos, su gran problema, ese, que es blanco, como le responde su asesora de campaña cuando él le pregunta el por qué no puede ser alcalde, «simplemente porque tienes el color equivocado», así que nuestro íntegro candidato empieza a hacer pequeñas triquiñuelas para lograr su objetivo, como mentir a su colega y amigo Gray (este sí, negro) para que se presente y así dividir en lo posible el voto de esta comunidad.
Pequeñas cosas, necesarias como mal menor en pos de una meta tan altruista y generosa como es la suya, lo consigue, gana las primarias y gana las elecciones (esto último parecía cantado) y ahí comienza la gran crítica de Simon, la genial crítica de Simon, cuántas veces hemos oído eso de que «el poder corrompe», aquí no hay excepciones, pero la manera de contarnos la carrera de Carcetti al frente del ayuntamiento, el cómo sus metas al llegar se diluyen y acaba siendo casi una imagen de su antecesor es algo digno de ser recordado y digno de ser visto, porque te lo cuenta de una manera en la que no sólo entiendes los actos de Carcetti sino que incluso le disculpas, le comprendes, casi te dices que «no le queda más remedio».
No es el único íntegro que sale en esta historia, tenemos a Cedric Daniels (Lance Reddick, «Fringe» ), al que ya vimos en la comisaría, él fue el elegido para comandar la nueva división de crímenes especiales de la policía, con su pasado oscuro sí, pero honrado y trabajador, preocupado por resolver los casos (aunque al principio tuviera sus reparos ante las presiones que recibe de arriba), es más o menos el alma gemela de Carcetti, este obviamente se fija en él y logra darle la responsabilidad máxima, aunque sea compartida con algún hombre más o menos de paja, de la policía de Baltimore cuando llega a la alcaldía, este, al contrario que Caretti no cambia, o no lo hace suficientemente, su destino evidencia una realidad deprimente, o vives para el sistema o no tienes cabida en él.
Debo comentar algo acerca del senador Davis, resulta que Daniels está liado con Rhonda Pearlman (Deirdre Lovejoy), durante tiempo ésta, apoyada por un costoso trabajo policial, logra cimentar un caso de corrupción contra el senador, resuelto de una manera en la que Simon nos escupe a la cara, nos escupe dejándonos claro que por mucho que critiquemos el sistema político al final somos tan gilipollas que nos lo creemos, nos encanta que los políticos nos engañen y nos mientan, mientras repartan alguna migaja, migaja que no deja de salir de nuestro bolsillo, esta historia, la del juicio del senador, es de lo mejor de la serie, sin duda.
En este tema, la política, es donde Simon se muestra más «rabioso», quizá porque de todo lo que trata en «The Wire» es sin duda lo que menos le gusta, crítico habitual del sistema y de cómo este lucha contra la droga, sistema que definió como «equivocada, destructiva y deshumanizante», pero toda esta rabia y todo el buen hacer de David Simon ha dado como resultado también cosas curiosas, como la historia de Jón Gnarr, excomediante y puesto como alcalde de Reykjavik por los votantes de la ciudad como muestra de su desapego a la política tradicional, una de las primeras medidas anunciadas por Jón fue dejar claro que no haría pacto alguno con alguien que no se hubiera visto las cinco temporadas de «The Wire», tal excentricidad aparente lo deja de ser cuando ves la serie, cuando te das cuenta de lo que es, todo un tratado sociológico de la corrupción humana, una serie de ficción que muestra la realidad mejor que cualquier documental.
Antes de acabar me gustaría avisarte, si no me sentiría culpable, de que aquí, en esta entrada, hay multitud de «spoilers», ya sé que estas cosas se avisan antes, pero si te lo aviso no lo lees, discúlpame, al final comparado con los políticos esto no es nada, pequeñeces.
Ahora sí, posdata, Helloween, «Kill It», de «Gambling with the Devil»:
Las calles de Baltimore.
Tras gozarla al ver el trailer de la segunda temporada de «Game of Thrones vamos de nuevo con una de las pocas series que a mi juicio supera a la de Winterfall.
En su momento hablé de la policía de «The Wire», una atípica comisaría, atípica para lo que nos suele enseñar el cine y la televisión, porque sin duda debe ser esta, la de la poli de Baltimore, la más típica policía de la pantalla, pues hoy hablaré un poco de «los rivales» de estos, los trapichas, delincuentes, asesinos y demás moradores de las calles de Baltimore.
Tal y como pasa con el resto de la serie la seña de identidad de la serie de David Simon a la hora de mostrarnos las calles de la ciudad es sin duda la credibilidad, no obstante muchos de los personajes están interpretados por gente de la calle, estando el casting en general cubierto de actores y actrices no muy conocidos pero grandiosos en su labor, a lo largo de las cinco temporadas de la serie pues son muchos los personajes que desfilan por las torres, las casas baratas, «Hamsterdam» y demás escenarios, desde los cabecillas de turno del tráfico de drogas hasta los muchachos que van a la escuela mientras buscan su lugar en la vida, pasando por los yonkis, los soldados de las bandas, buscavidas varios y hasta un particular Robin Hood.
Avon Barksdale (Wood Harris) y ‘Stringer’ Bell (Idris Elba, «Luther») son los líderes de una de las bandas que controla el tráfico de droga de la ciudad, el primero «tradicional», todo un gangster a la antigua usanza, luchando por cada esquina con las bandas rivales sin concesión alguna, el segundo con una mentalidad más moderna, intentando entrar en nuevos negocios y hasta estudiando técnicas comerciales y empresariales para adaptarlas al «negocio», con ellos viviremos una lucha de mentalidades, de maneras de entender la vida incluso, hay un momento en el que una frase de Avon refleja las diferencias entre ambos: “Yo no soy un empresario de traje como tú. Soy sólo un gángster, supongo. Y quiero mis esquinas”.
Marlo Stanfield (Jamie Hector, «Heroes»), será su rival más directo, expeditivo, duro, su metodología es sencilla, controlar mediante el miedo, la disidencia se paga con la muerte, la sospecha de la traición se paga con la muerte, el mero indicio de colaboración con el enemigo o la policía se paga con la muerte, es su precio mínimo, para ello cuenta con dos armas, «Snoop», la poco femenina y temible sicaria interpretada por Felicia «Snoop» Pearson, del que toma nombre y apodo, y Chris Partlow («The Good Wife»), segundo de Marlo y brazo ejecutor del mismo.
«Bubbles» (un genial Andre Royo) encarna a un yonki más, colaborador ocasional de la policía y más preocupado de conseguir su dosis que de otra cosa, a lo largo de la serie seremos testigos del peso que irá ganando en la trama, su personaje se convertirá en el referente de la lucha por escapar del infierno de las drogas, la última temporada tiene una escena, saliendo él de un sótano, que es realmente emocionante por su significado.
Pero sin duda el gran personaje ya no sólo de las calles, sino de la serie entera, es Omar Little, Michael K. Williams («Boardwalk Empire»), un delincuente realmente peculiar, gay, bien educado, con un peculiar sentido de la moral, él, casi en solitario, trae en jaque a los cabecillas locales del tráfico de droga, robándoles todo lo que puede en cuanto se le presenta la ocasión, su presencia causa el terror, su tarareo de «The Farmer in the Dell» siempre precede a su gabardina y su aparatosa escopeta causando un efecto que en alguna ocasión hace que no sea necesario casi ni hablar para lograr el botín, este tiene muchas escenas inolvidables, su testimonio en un juicio para joder a sus enemigos, una conversación con el detective «Bunk» y una cacería junto a otro de los grandes, aunque este breve, personaje de la serie, el Hermano Mouzone.
El éxito de «The Wire» en mostrar las calles y violencia de Baltimore radica en el empeño de David Simon y Ed Burns de hacerlo lo más real posible, Simon trabajó en un periódico local y sabía de antemano de qué hablaba, pero es que para preparar la serie no dudaron en bajar a las cloacas de la ciudad, asesorándose por personajes luego trasladados a la pantalla, muchos interpretados por ellos mismos, los habitantes de los suburbios de la ciudad se convirtieron así casi en guionistas y protagonistas de la serie, dándole un realismo nunca antes tan conseguido, consiguieron hacer de algo, en principio tan banal, manido y tratado como la droga y su tráfico algo realmente grande, complejo, entretenido y de nivel, inolvidable, con unas interpretaciones fuera de lo común, unos guiones inteligentes, profundos y sinceros, todo un retrato de una ciudad empobrecida, real, áspera, cruda, haciéndote entender a los personajes, haciéndote sentir parte de sus vidas.
Es difícil volver a ver una serie que refleje la realidad tan fielmente, que tenga unos personajes tan reales, empezando por un detalle estremecedor, la juventud de los protagonistas de las calles, esto por sí sólo habla del terrible destino que la droga causa, es complicado llegar a viejo estés en la parte de la pirámide en la que estés, si estás arriba alguien te tumbará tarde o temprano, si estás en medio alguien te acabará pasando viejas o recientes facturas y si estás abajo directamente acabarás con algún mal chute o simplemente en el lugar equivocado, todo tiene fecha de caducidad.
Within Temptation, la banda holandesa bandera del metal gótico más comercial, con la preciosa voz de Sharon como reclamo, para ellos es la posdata con un tema que ya tiene algún tiempo, «Memories»:
“The Wire”, la mejor serie de la historia.
Sonará pretencioso, series en la televisión ha habido muchas, miles, de ellas posiblemente no habré visto ni el 0,001 %, de las que he visto muchas me han gustado, casi todas por cierto de la misma cadena, esa bendita HBO que es como un oasis, esa referencia casi infalible de que vas a ver algo que merece la pena, qué decir de series como «Roma», «Hermanos de Sangre», «Carnivále» , «Los Soprano», «Deadwood» , «The Pacific» o «A Dos Metros Bajo Tierra», muchas de estas auténticas obras maestras, pero sinceramente ninguna a la altura de “Bajo Escucha”, que es como se ha subtitulado “The Wire” en cristianés, es más, si algo tengo bastante clarinete es que es muy difícil que vuelva a ver algo tan bueno como “The Wire” en mi vida.
¿Cómo alguien como yo puede hacer justicia a esta serie hablando de ella?, complicado, sobre todo sin destriparla para quien no la haya visto, ¿de qué va “The Wire”?, pues a lo largo de sus cinco temporadas trata sobre Baltimore, Maryland, el llamado “vertedero de América”, habla sobre su policía, sobre sus drogadictos, sobre sus mafias, sobre sus políticos
, sobre su puerto, sobre sus escuelas, sobre sus medios de comunicación, sobre sus cárceles, sobre sus calles, sobre sus entrañas en definitiva.
¿Qué no veremos?, pues no veremos a una serie de policías supersexys, superinteligentes, dotados tanto de medios como de culos perfectos, no veremos como en 50 minutos se resuelve no ya un caso, sino los que haga falta, en su lugar veremos policías que las pasan putas para avanzar en las investigaciones, con caras reales, algunos son gordos, otros calvos, otros feos, se emborrachan, roban, se preocupan más de escaquearse de los casos que de resolverlos, con un sueldo bajo que les hace pensar más en echar horas extra que en otra cosa, con superiores que falsifican estadísticas para contentar al poder político, que torpedean investigaciones para evitar que progresen, enfrente tenemos a los perseguidos, las pequeñas, no tanto por cierto, mafias de la droga de la ciudad, cuyos miembros no cantan a la primera que se les investiga, que piensan, que sienten, que aman, encontraremos desde el más tirado de los yonkis hasta el cabecilla de la organización.
Ellos son los grandes protagonistas, como dije hay más, no deja de ser una serie coral, donde hay episodios en los que en teoría el protagonista o no sale o no lo hace apenas, por no enrollarme más de la cuenta, lo que realmente importa, te la crees, no tienes ni puta idea de cómo funciona realmente una redacción de un periódico, pero te crees que bien pudiera ser así, no sabes cómo funcionan realmente la clase política, aunque te lo imaginas, pero todo lo que les pasa en la serie vamos que te lo acabas creyendo, es ficción claro, pero tan real como la vida misma.
Y es que los guiones son perfectos y el casting acorde, sólo así se construyen personajes como Omar Little (Michael K. Williams, «Boardwalk Empire» ), el Robin Hood de las calles de Baltimore, Jimmy McNulty (Dominic West, «300»), el policía tenaz e inteligente, pero borracho y mujeriego, su compañeros Bunk (Wendell Pierce, «Treme») o Lester Freamon (Clarke Peters ), el buscavidas de “Bubbles” (Andre Royo, «Party Down»), el populista y corrupto Clay Davies (Isiah Whitlock, Jr.), senador protagonista de para mí una de las escenas más redondas de la serie, cuando está siendo sometido a juicio con jurado, prácticamente todos, de las decenas de personajes, están esplendidos, creíbles, alejados de tópicos, con sus “aqueles”.
Es extraña en su desarrollo, digamos que en cada temporada entran en una trama, algunas duran el resto de las series, otras nacen y mueren en la misma temporada, la primera nos adentra en la lucha entre la policía, el equipo de Daniels (Lance Reddick, «Fringe») y la banda de uno de los cabecillas del tráfico de droga de la ciudad, Avon Barksdale (Wood Harris «The Heart Specialist»), la segunda nos muestra el trapicheo en los muelles de Baltimore, comandado por el presidente del sindicato de estibadores Frank Sobotka (Chris Bauer, «True Blood»), pasamos luego a la política y la carrera del concejal Carcetti (Aidan Gillen, «Juego de Tronos») entre otros, seguimos por el sistema escolar, con chicos como Michael Lee (Tristan Wilds, «90210») y acabamos en la redacción de un diario local, en el que hace de profesional editor «Gus» Haynes (Clark Johnson, actor pero también director de varios capítulos de la serie o de «The Shield», donde también hace un papelito ocasional), pero como hay tanta subtrama y tanta chicha es mejor que otro día me ponga a contaros con más detalle cada una de las historias.
Si esperas una serie facilona, que te sea fácil de seguir, con los buenos ganando y los malos en la cárcel olvídate de “The Wire”, si quieres adentrarte en lo más profundo de las miserias de la sociedad actual, si quieres reflexionar, si quieres en definitiva quedarte con la realidad dale una oportunidad, si ves dos capítulos y te aburre es que estás llamado para «CSI» o “House”, o quizá incluso para “Bandolera”, lo bueno en este caso es que series de esas tienes en la tele a todas horas, eres un afortunado, yo me siento vacío, porque sé que ”The Wire” es como la suegra perfecta, está la de mi mujer.
Acabo, en todos los episodios, tras la entrada y los títulos de crédito, aparece una frase, una frase que luego dirá un personaje a lo largo del capitulo, la mayoría geniales, me quedo con una, que sale en boca del detective de homicidios Bunk, “Cuanto más grande es la mentira, más se la tragan”.
Si la serie es de lujo no lo es menos, Therion, suecos, han ido tocando durante su carrera varios palos, death metal, gothic metal, sinfonic metal, en definitiva son tremendamente variados, suenan variados porque también son de ir cambiando de vocalistas en sus temas, de ellos este precioso «Lemuria»: