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Posts Tagged ‘Nazismo’

Hundimiento y encima extendido.

Voy a hablarte, a escribirte, sobre «Der Untergang», «El Hundimiento» en Spain «the putos amos in sports», «Downfall» en guirilandia exceptuando el país de las tetonas, Alemania, Oliver Hirschbiegel dirigió en 2004 esta peli que era la primera desde hacía la polla de ellos (muchos años para los pudorosos) que trataba la figura de Adolf Hitler dentro del cine alemán. Encima resulta que en estos tiempos la están dando en uno de esos canales de cine de la TDT y encima la versión extendida, lo cual siempre mola.

La peli, en esta versión extendida gana sobre todo en escenas de batallitas, prácticamente todas se quedaron en la mesa de montaje, y en el sufrimiento del pueblo alemán, los civiles y soldadescas, alguna escena de estas sangrientas de amputar piernas y tal, bien, la idea del montaje final, el que se estrenó en su día, tras ver esta versión, la extendida, me parece correcta, quitar todo o casi todo en pos de mantener el ambiente claustrofóbico del bunker, alejar el dramatismo para quedarnos con una especie de documental dramatizado sobre los últimos días de Hitler y del régimen.

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El Ángel del Gueto de Varsovia.

En la entrada dedicada a John Rabe y en sus comentarios resultó inevitable cierto debate, apareció la figura, entre otras, de Oskar Schindler, famoso tras la peli de tito Spielberg, gran peli para mí, aunque uno nunca sabe si caso de tener que elegir elegiría esa o «El Pianista», bien, sin entrar en detalles el tema es que de esos comentarios surgió el nombre de Irena Sendler, de cuyos actos prometí contar al liante de santorales Triste Sina.

Y de ella irá esta entrada, nada habrá de divertido porque la historia de Sendler de divertida tiene poco, sí mucho de heroica, de desinteresada, sí de llevar sus ideales a su máxima expresión, se habla de ella como «enfermera católica», mira, no es por tocar las narices, de hecho cuando hablé de Bartali ya dejé claro que tanto él como la organización para la que trabajaba eran católicos, pero hay muchas dudas acerca de la religiosidad de Irena, de sus ideas, desde luego no era religiosa, más bien parece que militaba en el socialismo de la época, en todo caso lo importante no era lo que pensaba, sino lo que hizo.

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«Ser o no ser» y los clásicos de Altaica.

Uno visita regularmente algún que otro blog de cine, hoy te hablaré de dos, para entrar en faena, dos que posiblemente ya conozcas, birriosos ambos, no merece la pena gastar un minuto en ellos, escritos por gente de dudosa preparación y escaso gusto, háblote de Nascaranda y El Crítico Abúlico, ¿por qué estos dos?, pues porque tienen algo en común, un comentarista habitual, no, no soy yo, yo soy el que cada vez que acude a sus blogs causa admiración con mis concienzudos análisis cinematográficos, me refiero a Altaica.

¿Quién es Altaica?, pues ya te lo he dicho, no me estás nada atento, es un comentarista habitual de esos blogs, puede que de alguno más, pero de esos fijo, curiosamente es un tipo que no tiene, que se sepa, un blog, y mira que si en algo estamos de acuerdo Abúlico, Plared y servidor es en que debería tenerlo, se montan entre los tres alguna que otra tertulia de esas que a uno le gusta leer, es un tipo este Altaica, peculiar, claro, directo, llama a las cosas por su nombre, y entendido, mucho, un lujo vamos.

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«El Puente», la Alemania profunda.

Bueno, hace tiempo di fe de que pensaba hablar, escribir, acerca de lo que me fuera interesando, aunque sea de cosas como una vieja peli alemana de los años 50, como además, con mi última y «genial» entrada ya he perdido gran parte de la clientela, incomprensiblemente sobre todo mujeres, pues puedo dedicarme a cosas como «El Puente», o «Die Brücke» en guiri germánico y teutónico.

Hablamos de una peli alemana, de 1959, dirigida por Bernhard Wicki y hecha en plena postguerra, peli de esas llamadas de «culto», término que nadie sabe definir pero que todos sabemos a qué se refiere, yo lo relaciono con esas pelis, series y demás, no demasiado conocidas, sin demasiados seguidores, pero con unos fieles acérrimos, ¿de qué va?, pues de la vida en los momentos finales de la II Guerra Mundial en un pequeño pueblo de la Alemania más profunda.

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Dessjuest te recomienda…. «The Reader».

Vaya, hay prólogo, debe haberlo, mira, la entrada de hoy no es gran cosa, va de una peli y no soy para nada buen crítico de cine, pero, te daré una alternativa, algo que sí debes de ver, Sin palabras, así te quedarás, es más, dudo que tras darle al enlace te queden ganas de volver y sí de coger un libro.

Y ahora vamos con la entrada en sí misma:

A nada que me hayas estado atento sabrás que soy más de tele que de cine, no es que no me guste el cine no, me gusta, pero si hay que decidir me quedo con el ritmo televisivo, historias narradas sin precipitación, varias tramas a seguir, muchos personajes, no sé, cuestión de gustos, la cosa es que de vez en cuando me recomiendan una peli, la mayoría de las veces ni he oído hablar de ella, «¿que no has oído hablar de esta?» me dicen, pues no coño, ¿has oído tú hablar de la teoría transaccional?, puta manía de creer que a todos nos tenga que interesar lo mismo, a que sí.

Pues es el caso de «The Reader», una peli que a lo que se ve ha tenido su cierto tirón, pero que cuando me puse a verla no tenía ni idea de su argumento, sus protagonistas, nada, ahí a lo bestia, sin prejuicio alguno. the reader La cosa es que me gustó, bastante, hasta el punto de recomendártela, no esperes ver una gran peli tampoco, no nos volvamos locos.

«El Lector», así se ha traducido al cristianés, de Stephen Daldry, basada en una novela de Bernhard Schlink, el reparto, Kate Winslet, Ralph Fiennes y David Kross (este sale en «War Horse» ), entre los secundarios Bruno Ganz, el mejor Hitler de la historia en esa gran peli, «El Hundimiento», qué pedazo actor, la historia, un chaval en la Alemania de la postguerra se topa con una madura revisora de tranvía y entre ellos surge la pasión, lo que todos hubiéramos querido de jóvenes, una maestra en el arte amatorio (del follar, por si no lo entendiste), sólo esa historia de por sí ya me hubiera valido, pero claro, tiene su segunda lectura la peli. Resulta que la revisora educachavalines durante la guerra fue guardia de las SS en campos de concentración.

Ahí comienza lo que digamos es la verdadera peli, un juicio, reflexiones, culpabilidades, quién, excusas, algún que otro diálogo bastante currado, momentos que te hacen pensar. No es la primera vez que en el cine se nos plantea el por qué gran parte de un país participó en la orgía de destrucción nazi, quizá la gran peli sobre el tema sea «¿Vencedores o vencidos?», otra que te recomiendo, todo un clásico, evidentemente cada uno sacará su lectura al respecto, el tema se resume si el sentido del deber justifica todo, si no lo justifica, pero le da una mínima explicación, un mínimo sentido.

Sí, toda esa parte me gustó, gustándome todo esto sin embargo si con algo me quedo es con la amiga Kate, mira que le tenía manía a esta chica, pero he de decir que a medida que veo pelis de ella me va gustando más y más, es mujer, pero tiene un par de cojones como sartenes de grandes, sartenes tipo paelllera, por tres motivos, no elige los papeles más sencillos, este de «The Reader» no lo es en absoluto, luego cuando se pone a interpretar lo hace de una manera que hace que te la creas, al menos yo me la creo, aquí se sale, directamente, primero con ese papel de mujer solitaria, sin mayores pretensiones en la vida, sugiriendo un pasado oscuro, luego su parte «aventurilla con adolescente», que dejaré para el final, y por último en su juicio y condena, dándole los matices necesarios a su papel, esa inocencia que transmite, a la vez que esa falta absoluta de remordimientos, ese mostrarnos como el mal tiene rostros dulces, quizá en la parte final de la peli el exceso de maquillaje la oscurezca un poco.

Hay otra cosa que me apasiona de Kate, lo bien que sabe envejecer, ojo, que no es nada vieja, pero si de algo carece es de complejos, otras a su edad intentan de cualquier manera disimular los estragos del paso de los años, a ella se la suda, si tengo las tetas mucho más caídas y mi cuerpo no es ya el de la barbie me la suda, yo lo muestro, lo muestro tal y como es, y aun así, o quizá por eso, te sigue pareciendo bella, hermosa, radiante.

Buena peli, buena con sus pequeñas pegas, detalles, yo hay momentos que no me acabo de creer, como el que cargue con una culpa que no es suya sólo por no reconocer que es analfabeta, coño, yo sin duda prefiero quedar como tal a comerme el marrón de centenares de muertes, no sé. Luego el montaje, yo lo hubiera hecho de otra manera. La falta de un criterio claro, si te arriesgas te arriesgas, no puedes pasar de la amoralidad total a Sor Citroen, si muestras el sexo sin tapujos luego no saques a la novieta universitaria follando con el sujetador puesto, «me la estás metiendo hasta el zancarrón pero me da vergüenza que me veas las tetas», coño, si la actriz no quiere enseñarlas, que está en su derecho, juega con las cámaras de manera que no se la vean, pero detallitos de esos acaban por darte tufo, esa mojigatería sobra.

Y bueno, es una peli donde la literatura es superimportante, aparecen muchos libros, muchas palabras, siendo la acción en Alemania, pues eso, que todo lo que se vea escrito sea en inglés…

Lo dicho, no es que sea perfecta, es algo lenta en ocasiones, pero entretiene, te hace pensar, no deja la opción de decidir sobre lo que ves, que es lo más importante, a mí me gustó mucho, no es fácil de ver, pero cuando la terminas sí, te das cuenta de que lo que has visto ha merecido la pena.

Lacrimas Profundere para la posdate, «Side»:

Cuatro días….. «El sentido de tu blog»

Que estás a tiempo¡¡

John Rabe, el nazi bueno.

Gracias al cine todos sabemos quién fue Oskar Schindler, nos parece todo un hombre, que hizo algo extraordinario, «La Lista de Schindler» es sin duda todo un clásico del cine moderno, taquillera y archipremiada, antes de ella no teníamos ni puta idea de quien era Schindler, bueno sí, los ascensores, con algo menos de medios, menos repercusión y mucha menos calidad la tele nos mostró años después que también había un Schindler español del que fardar, Ángel Sanz Briz, «El Ángel de Budapest», también salvador de judíos durante la II Guerra Mundial, bien, hoy quisiera hablarte de otro, John Rabe, solo que en este caso él es el nazi y no salva judíos, sino chinos.

Rabe
Este diplomático alemán, miembro del partido nazi, ha visto su historia llevada al cine en media docena de ocasiones, pero nunca por parte de Hollywood, que es quien nos suele dictar qué personaje histórico es interesante o un héroe y quién pasó por la vida sin mérito alguno que merezca sus claquetas, bien, resulta que este hombre estaba destinado en Nankín, por entonces, años 30, capital de China, 1937 es el año en el que el Imperio Japonés invade China, la II Guerra Sino-Japonesa que en realidad puede hasta considerarse como el comienzo de la II Guerra Mundial, lo que Japón pretendía una operación relámpago se convirtió en una campaña lenta y llena de resistencia china ante la invasión (algo que ellos posteriormente harían contra los americanos), conquistan Shangai con un alto precio en forma de bajas que les aumenta el odio por la población china, que paga con extrema crueldad las represalias niponas, bien, el gobierno japonés ordena la toma de Nankin y allí van los soldados bajo la bandera imperial, pero sin líneas de suministros, por lo que van dejando a su paso una estela de destrucción y acaparo de todo bien, víveres etc, ejecutando soldados capturados e incluso civiles, tal era la fama que cogieron en pocos meses los soldados japoneses que cuando quisieron llegar a las puertas de Nankin solidariamente todos los habitantes extranjeros habían ahuecado el ala, bueno, todos no, algunos, como Rabe, se quedaron.

Hay que decir que Rabe llevaba viviendo en China así como 30 años, por lo que su identificación con el pueblo chino era grande, primero como comerciante y luego, con el ascenso de Hitler (del que era admirador) logró su puesto de diplomático que poseía cuando la guerra en Asia comenzó, todos hemos visto en el cine como no todos, ni mucho menos, los alemanes de los años 30 y en la guerra que destrozó medio mundo comulgaban con Hitler, no todos eran nazis, pero él no entra en este grupo, él era nazi, fue incluso líder del partido en Nankin, si fue víctima de la retórica de Hitler o no quizá no se llegue a aclarar nunca, Rabe nunca destacó como intelectual, más bien era descrito como un hombre sencillo, lo que si es cierto es que si consideramos sus actos de aquellos días en Nankin estamos ante un verdadero héroe.

Decir que antes de la llegada de los japoneses toda autoridad de la ciudad, incluido el alcalde, se había marchado, el ejército chino también, ante la inviabilidad de la defensa de Nankin (ciudad que estaba fortificada, pero claro, eso servía en siglos anteriores, no ante la artillería de la época), así que Rabe y unos pocos extranjeros más, junto con un reducidísimo grupo de militares chinos fueron los que se encargaron de la protección de la población civil, encargando a nuestro protagonista ser la cabeza visible, por aquello de su pertenencia a un partido, el nazi, que daba bastante respeto por aquellos días, dirás, ¿por qué no se fueron los civiles también?, de hecho se fueron, muchos, pero claro, había enfermos, niños, ancianos, las familias de estos, sin la suficiente fuerza como para emprender un viaje que se antojaba duro hasta el extremo, además, ya entonces se oían rumores acerca de un plan de John Rabe para protegerlos.

Los bombardeos fueron las primeras tarjetas de visita japonesas a los casi millón y medio de chinos que poblaban Nankin, bombas que caían prácticamente en todos los días despejados, provocaban obviamente muertos, y estos enfermedades, Rabe tuvo ya ahí su primer reto, conseguir alimentos, agua y medicinas para auxiliar al pueblo, llamó a todos sus contactos, gastó todo el dinero que pudo conseguir para comprar arroz, medicamentos y todo lo aprovechable que se puso a tiro, hizo además un sistema contable (tema en el que era experto), para llevar un control, al poco ya dio un paso adelante abriendo el jardín de su casa a la población civil, se creyó tanto el ideario nazi (el que pregonaba Hitler en público), que lo usaba para justificar sus actos, «El Gobierno alemán es un gobierno para los trabajadores, no puedo abandonarles a su suerte» curioso que un régimen que provocó tantas muertes de inocentes pocos años en esa época sirviera, sin quererlo me atrevo a decir, para arengar a Rabe y convertirle en una leyenda.

Como jefe local del partido escribe un telegrama a Hitler, el motivo del mismo era pedirle que intercediera personalmente ante el Emperador japonés (su aliado) para que este permitiera la creación de un perímetro de seguridad dentro de Nankin para no combatientes, donde poder refugiar a «sus chinos», al pueblo, no obtuvo respuesta, en diciembre del 37 llegan los japoneses y destruyen los muros con su artillería, tomando la ciudad apenas sin esfuerzo, comenzó entonces una masacre de las buenas, fusilando prisioneros, a los que tuvieron suerte, a otros, los menos afortunados los quemaban vivos o los enterraban también sin matarlos previamente, luego les siguieron los civiles, también asesinados de las maneras más crueles posibles, hubo episodios que hasta nos suenan, de cuando hablamos de las atrocidades que los coleguitas nazis en Croacia cometieron, concursos entre los soldados japoneses a ver quién mataba más chinos de una determinada manera o ver cuántas mujeres «caían bajo sus encantos».

Nankin
Hubo otros episodios realmente macabros, unidades del ejército japonés usaban a la población de Nankin para que sus jóvenes reclutas practicaran las artes de la guerra, los usaban como blancos de tiro móviles y como medio de perfeccionar el uso de las bayonetas, Kazuo Sone era un soldado japonés que años después confeso: «Pero muchas veces esas cargas carecían de energía y determinación y los gritos eran débiles. Era imposible acabar con las víctimas con esa clase de carga. Los blancos humanos gemían y aullaban debido al dolor extremo. Su sangre supuraba de las heridas abiertas. En este punto los reclutas se asustaban con lo que hacían. La espantosa escena ablandaba la mirada de muerte en sus rostros. Pero las victimas continuaban lanzando alaridos de dolor, la sangre chorreaba de sus cuerpos, los soldados entonces clavaban de cualquier manera y repetidamente, esperando acabar rápido y escapar de la experiencia, y seguían clavándolos aún cuando sus blancos vivientes dejaban de moverse. Esta aterradora forma de matar la probaron y experimentaron todos los soldados. Después de esto ya no tenían miedo en batalla, y encontraban gloria en el acto de matar La guerra hace a la gente cruel bestial y loca. Es el abismo inhumano del crimen».

Más tácticas usadas, los prisioneros, antes de decidir su forma de morir, eran atados en grupos de diez o doce por los soldados invasores, para ellos usaban alambre de espino, un soldado japonés, Kozo Tadakoro describió escenas de estas que él personalmente resolvió pegando fuego a algún fardo, con las mujeres violadas, quien dice mujeres dice niñas e incluso ancianas, tampoco había piedad, eran pasadas también por la bayoneta para quitarse problemas de encima por posibles quejas, esto además era recomendación directa de los oficiales.

Por aquel entonces John Rabe había establecido su «zona de protección», esa que pidió a Hitler que exigiera a los japoneses y que el bigotes había obviado, a ella se encaminaron todos los civiles de la ciudad, unos 200.000 en total, ¿cómo pretendía Rabe protegerles dentro de una zona determinada?, usando la simbología nazi, marcó los límites con banderas de esas que todos conocemos, las de la esvástica, esperando que los nipones no se atrevieran a atacar lo que hizo parecer una zona controlada por una potencia aliada tan poderosa como el III Reich, pero entraron, los soldados japoneses entraban recurrentemente para conseguir mujeres, saquear etc, Rabe utilizó su puesto para pedir a las autoridades militares japonesas que proporcionaran protección a su reducto (aunque no se llegó a cumplir), un reducto que técnicamente era aliado, siguió mandando telegramas frecuentemente a Alemania para pedirles que intercedieran ante la masacre, todos ignorados, pero no desesperó, se involucró personalmente en la atención de su pueblo chino, visitando los hospitales, supervisando el reparto de alimentos, poco a poco se fue convirtiendo en «el salvador», lo arriesgó todo por los civiles de Nankin, lo cierto es que al final lo logró, salvo la vida de la inmensa mayoría de la población, logró que a pesar de las puntuales incursiones los japoneses respetaran la zona de protección, el respeto que imponía la simbología nazi y su figura tuvo éxito.

Cuando los japoneses se fueron él y su esposa Dora regresaron a Alemania, Rabe, que seguía creyendo firmemente en las bondades del nazismo se dedicó a contar públicamente los hechos vividos en China, esperando la comprensión y el enojo ante tales barbaridades por parte de sus camaradas, un día dos hombres fueron a buscarle a su casa, les siguió confiado, eran GESTAPO, le interrogaron, lograron acallarle, pero él siguió pensando que todo esto se hacía de espaldas a Hitler, a quien seguía admirando, fue marginado en Alemania, malviviendo, desde China se intentó por todos los medios, cuando les llegaron noticias del estado de Rabe, primero que volviera, luego enviarle comida, agradecerle y responderle con lo mismo que él hizo por ellos, Rabe nunca quiso abandonar su patria, tras la guerra entró en litigios, ya con los ojos sin la venda, pidió ser quitado de la lista de nazis, lo logró, no sin esfuerzos, pero eso le costó la ruina económica, fueron sus chinos los que mediante colectas le enviaron dinero hasta que en 1950 falleció.

Los responsables de la masacre japonesa en China y concretamente en Nankin fueron juzgados en Tokio, tras la guerra y condenados a muerte, en seis semanas murieron 300.000 personas a manos del invasor, uno de los episodios más trágicos de la historia moderna, pero que permitió surgir la figura de John Rabe, y su curiosa historia, nazi convencido, ciego seguidor de un líder y un partido que le olvidó, que le marginó después, que no movió un dedo por él, un régimen como el nazi que es sinónimo de muerte y destrucción, pero que en Nankin sirvió (aunque sólo fuera su simbología) para ayudarle a salvar del desastre a 200.000 chinos que le consideraron «el Buddha alemán»

Brevemente, posdata, Heavenly, su vertiente más pastelera, «The Prince Of The World»

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