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Posts Tagged ‘Primera Guerra Mundial’

Faber, morir tal como vivió.

No sé si sabrás que este año es el centenario del comienzo de la «gran guerra», la Primera Guerra Mundial de la que me he ocupado en numerosas ocasiones siempre con excelente criterio, sabéis también que el ciclismo es mi deporte favorito, pues eso, como quiero hacer una entrada así en plan recordatorio de esa contienda militar pues he decidido mezclar la guerra con el ciclismo, esto sería así como ampliar un tema ya esbozado en esta entrada, se trata de recordar a alguno de los ciclistas muertos en combate.

Fueron muchos, algunos famosos, Emile Engel, Carlos Oriana, Lucien Petit-Breton, Emile Friol… Estos fueron los famosos, los que eran estrellas, a saber cuántos más del montón perecieron, imposible saberlo, alguno incluso volvió, como Philippe Thys, belga, ganador de dos Tours a principio de los años diez y que tras la guerra volvió para volver a ganarlo en 1920. Mas cuando se habla de ciclistas muertos en el frente de la «gran guerra» es inevitable que surjan dos nombres, Octave Lapize y François Faber.

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«Gallipoli», el detalle la pierde.

Vamos a hablar de Mel Gibson, tipo habitual de este blog, vamos a hablar de él pero de cuando era un chavalín, año 1981, Peter Weir («El show de Truman», «Master and Commander») nos ofrece una historia de amistad, «Gallipoli», entre dos chavales australianos, uno de ellos Gibson, una película que acaba en la famosa campaña de Gallipoli, y dentro de ella en la batalla de Nek. A grandes rasgos ese episodio está narrado en la peli de forma magistral, normalmente hablamos del escaso rigor de las películas en cuanto al momento histórico donde transcurren, este no es el caso, salvo un par de peros.

Bien, obviemos el resto de la peli, que tiene mucha paja, sobre todo en lo referente al viaje de los protas desde su Australia natal hasta Turquía. Veamos lo que cuenta la peli, unos altos oficiales británicos ordenan a las tropas australianas atacar una fortificación turca fuertemente defendida, el motivo, distraer la atención otomana y facilitar el desembarco de 20.000 ingleses de refuerzo.

La artillería debía de empezar a bombardear las posiciones turcas al alba y parar justo a las 16:30, hora en la que debían cargar los australianos. Llegan las 16:30 y nadie ataca…

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La gloriosa masacre de Loos.

Ya hacía que no contaba referente a la gran guerra, contienda cruel y estúpida desde su génesis hasta su fin, a veces, más que contar las grandes cifras de muertos, heridos, desaparecidos y demás es mejor ir a un capítulo en concreto que de ejemplo de lo que supuso esta guerra, es lo que pretendo hacer con la Batalla de Loos, cuatro días de septiembre de 1915, cuatro días que resumen perfectamente lo que sucedió a lo largo de cuatro años en las trincheras del frente occidental.

Douglas Haig, ojo con este hombre, un verdadero héroe, como tantos otros en esa guerra, general al mando de las tropas británicas en el frente, tipo sereno, calculador, amante de sus soldados, decide tomar la localidad francesa de Loos, en manos alemanas, un objetivo vital para el transcurso de la guerra, tras esas cuatro jornadas de combates, a pesar de sus acertadas decisiones tácticas y a pesar de haber tenido éxito momentáneamente se tienen que retirar de la posición ganada y con 50.000 bajas por 25.000 alemanas acaba la batalla en eso, en una derrota, pero una derrota llena de sentido y heroísmo, ¿qué fallo?.

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Mujeres en la gran guerra.

Margaretha Geertruida Zelle recibió, dicen, un 13 de febrero de 1917, completamente desnuda a los guardias que iban a apresarla, les ofreció chocolate caliente, el 15 de marzo del mismo año murió fusilada, dicen, quién sabe si los mismos u otros, que vestida muy coquetamente, que lanzó un beso a su confesor y otro a su abogado, que se negó a que le taparan los ojos y que fue el pelotón que ejecutó la sentencia de muerte quien hizo uso de las vendas para poder fusilarla, Mata Hari, sin duda el gran mito femenino de la primera guerra mundial.

Es curioso, cuando hablo de este conflicto pocas veces me da por hacer bromas, hoy tampoco, no va a ser esto una entrada sobre la figura de Mata Hari, sino una pequeña aproximación, un esbozo, del papel que la mujer jugó en esa contienda, intentando que eso, quede resumidita la cosa, como siempre es más esto un intento de que cuando acabes de leer vayas a indagar al respecto que un concienzudo y riguroso análisis, ah, te hablaré también de la verdadera gran espía de la guerra.

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Amor y miserias, el contraste de «Largo Domingo de Noviazgo».

La verdad es que hay veces que te gustaría coger al que pone los títulos a las películas y ahostiarle hasta que te salgan los huesos de los nudillos de su sitio, claro ejemplo es la peli de la que os voy a comentar, te voy a comentar mejor, me pondré en plan íntimo, puesto que esta es una de esas cintas que, a pesar de su cierto éxito de taquilla, no es desde luego una de masas, da pie a esos momentos de intimidad, te suelto la chapa, tu escuchas con atención, al menos hasta el «sigue leyendo» y luego si eso ya me dices que la vas a ver aunque en realidad no tengas ni putas ganas.

«Un long dimanche de fiançailles» es como se llama en guiri vecinés la película, 2004 el año, con el título pues uno se puede esperar cualquier cosa, una moñada de cojones por ejemplo, y encima larga como una sobremesa de añonuevo, y sí, en el fondo no deja de ser una historia de amor, de una pareja de novios, separada y eso, no que se separaran así en plan divorcio ojo, separados en plan moñas, «amor, que separados estamos y no te puedo meter todo lo gordo». Pero es también una historia de perseverancia, de una chica que se sobrepone a todo y que tiene fe, que busca cuando todos le dicen que lo deje, y es, también, el más realista de los retratos que uno ha visto en pantalla de un escenario atroz y brutal sin parangón, las trincheras de la primera guerra mundial.

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El Barón Rojo, el mito de la gran guerra.

¡Barón! héroe de cuento, amo de las nubes, señor del viento. ¡Barón! vive su
sueño, triste y solitario, surcando el cielo.

Así habla de él la banda heavy española Barón Rojo, mítica donde las haya, de él cogieron el nombre para la banda y para él compusieron este tema, «El Barón vuela sobre Inglaterra», la Primera Guerra Mundial ha aparecido en este blog en muchas ocasiones, pero hacía tiempo desde la última vez que hablé de ella sin que fuera de refilón en alguna peli o algo, aquel día final de la guerra, entrada gloriosa por otra parte, como todas las mías claro.

No te voy a cansar introduciendo el tema, no suelo andarme con muchos rodeos para meter nada en la vida, en una guerra que trajo escaso o nulo heroísmo quizá el nombre de Manfred von Richthofen es de los pocos que han pasado a la historia, aunque toda figura histórica siempre genera su controversia esta, la del «Barón Rojo», quizá no demasiada, la imagen que se nos ha trasladado es la de un héroe de la aviación, uno de los mejores pilotos de combate de la historia, si no el mejor, ahora, ¿fue realmente un héroe?.

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Reflexiones a peseta, con «Deathwatch» al acecho.

Bien, hace un tiempo, curioseando y tal por blogs, me topé con un comentario, era de un mozo que comentaba una entrada en plan: «Muy bonita, espero que puedas visitar mi blog algún día», me dio que pensar, casi mendigando atención, tiempo antes hice una entrada con algún consejo para ganar visitas, bien, en los comentarios aparece Catucha y nos abre los ojos, a ver, abrirnos los ojos lo consigue con tan sólo mirar los suyos, era una cosa de esas de escritores cojonudos, como yo, metáfora, figura literaria o como cojones se llame, cosas que quizá a ti, modesto lector, se te escapen, decía que nos abrió los ojos con un simple comentario, comentario grandioso por otra parte.

Venía a decir que sí, que a todos nos gusta que nos lean, pero que eso de comentar por comentar, sólo por atraer clientela pues como que no, que cuando se comenta debe ser porque realmente hay algo que decir, que el comentario venga de la sinceridad, no para eso, atraer visitantes. Bien, a eso habría que añadir el comentario que se hace como yo digo «por obligación», alguien comenta en tu blog, vas tú y lo haces en el suyo. Leer más…

Engordando a «War Horse».

Mira, te voy a ser sincero, el otro día me vi «War Horse», la última de Steven Spielberg, y tras verla me hice una pregunta, podía haber venido, lanzar la pregunta y poner la posdata, pero no, eso es lo fácil, no tiene mérito para alguien de mi status cibersocial, por lo que me enrollaré un poco antes, como tampoco hay mucho que hacer primero un chiste:

Va un tío de Cuenca a Inglaterra y le duelen las muelas, no es que le duelan las muelas por ir a Inglaterra, es casualidad, también podía dolerle otra cosa, cierto. Bueno, le duele lo que sea y piensa en una ampolla de nolotil, que le va bien, ah, que se me olvidaba, no sabe inglés, sí, ellos vienen a España y no tienen ni puta idea de cristianés, bueno, va y entra a una farmacia y tras decir Gudmornin le dice a la farmacéutica: «Hello, hay ampollas de nolotil», y ella le dice…. «Hello Mr. Pollas 😀 » Leer más…

La serpiente comiéndose una araña en la trinchera.

Es curioso, de las formas más inesperadas uno se va descubriendo, esta es una entrada rara, de las de consumo propio, hablaré de cine, pero no va de cine, hablaré de guerra, pero no va de guerra, ni de historia, al final se trata de mí. Bien, al tema, cuando en su momento hablé del cine en la gran guerra cometí varios olvidos, algunos porque sinceramente, no sabía de su existencia, tal y como me pasó por ejemplo con «The Reader» llegó un día a mis manos una peli, «Regeneration».

Regeneration

Te seré sincero, como película no es gran cosa, trata de las heridas psíquicas que causó en los soldados (oficiales en este caso) la lucha en las trincheras durante la I Guerra Mundial, pocos conflictos bélicos en la historia, por no decir ninguno, han causado tantas secuelas tanto físicas, como sobre todo psicológicas que este frente occidental, esta es una cinta que por cierto podría llegar a interesar a estos poetas que de vez en cuando asoman por el blog, va mucho de eso, de poesía, hay mucha poesía en «Regeneration», mucho poeta, bien, también es cierto que sin tratarse de una gran película cuando los pacientes del centro donde están ingresados para superar sus problemas se ponen a recordar el frente, la guerra, hay pocas que le superen.

Narra con extrema dureza tanto las condiciones de vida, como lo absurdo de los combates y pone en tela de juicio la contienda, está basada en hechos reales, pero es lo de menos, aquí hay cuatro protagonistas, en la vida real hubo millones, como te digo tremendamente dura, pero una escena en particular, la escena que motivó esta entrada, un soldado sirviendo un té, en medio del caos, del barro, de la desolación, su teniente lo coge, comienza a beberlo, una bomba cae tras él, te lo juro, se me puso el corazón en un puño, es ficción sí, pero ver a los compañeros del soldado del té recogiendo su cuerpo a paladas, recogiendo incluso un ojo desprendido, y sobre todo, la cara de «una vez más» que tenían.. Sobrecogedor, y ahí, justo ahí, se me encendió la bombilla.

A nada que me hayas leído sabes de sobra que me gusta la historia, y particularmente esta guerra, «la grande», la cosa es, ¿por qué?, pues en ese momento, en el que los soldados van metiendo en un saco los restos de su compañero literalmente destrozado empecé a darme cuenta del por qué, piensa Dessjuest, ¿qué ves?, ¿qué ves?, pues por ejemplo, cuando veo documentales de animalitos, esos que todos decimos que vemos, siempre son de serpientes, de arañas, no de leones, no de cualquier otro animal, hay una razón, tengo pánico a las serpientes, y un tremendo asco a las arañas, un león es peligroso, sin duda, un tiburón, también, pero cada uno tiene sus fobias, no creo que jamás me tope con un león, ni con un tiburón, pero puede que sí con una víbora, en todo caso las temo, pero me apasiona conocer de ellas, me apasiona ir a los terrarios y observarlas.

Y justo ahí me dí cuenta, el destino, la casualidad, no me refiero a eso de «era nuestro destino encontrarnos», tan de enamorados, no, me refiero a que tú no eliges dónde ni
cuándo naces, tú puedes tener la suerte de nacer guapo, atlético, varonil, apuesto, como yo, o nacer hecho un adefesio. Rico, pobre. En Europa, en el cuerno de África, puedes vivir en una familia acomodada, en una familia pobre, incluso pudiste haber nacido cuando el hombre descubrió el fuego, o nacer dentro de mil años, ¿cuál es el problema entonces?, pues para mí a partir de ver esta peli está claro, mi mayor temor, mi mayor miedo, es haber nacido en esa época, haber tenido que estar en esas trincheras.

Supongo yo que habrá gente que por nada del mundo hubiera querido vivir en un campo de exterminio, o en un Gulag soviético, desastres, matanzas, indignidad, es lo que ha sobrado en este mundo, pero esto es como lo de los animales, subjetivo, para mí ya te digo, lo peor, con diferencia, que podría pasarme es eso, estar en medio del barro, con la vista plagada de cadáveres, de heridos suplicando, un día, otro, hasta alcanzar la locura, es por eso que me apasiona tanto, porque la idea me horroriza. Y sí, todo esto tras ver una escena de una película, sencillamente sorprendente, después de tantos años.

Nightwish para la posdata, típico tema para abrir conciertos, «Planet Hell».

Puto joder por joder amigo Henry.

Llámalo venganza, llámalo como quieras, el hecho cierto es que para mí hay dos maneras de interpretar una cosa, puedes justificarla o simplemente comprenderla, sin más, pero hay ocasiones que ni una ni otra, es que ya es joder por joder.

putada Es un chiste sí, pero ejemplo claro, sirve, me vas a comer cabrón, pues te jodes, venganza, cuántas veces confundida con «justicia», ese caso pues bueno, sí, tendría su cierta lógica, no ganas nada cagándote, tu destino está marcado, hombre, si viene Tarzán justo a tiempo puedes salir un poco cocido, pero no mucho más que cuando sales un viernes por la noche, tú te preguntarás, ¿va esto de una disertación sobre la venganza?, pues no, va de la I Guerra Mundial, sí, nuevamente, qué, al menos no te he hablado de culos.

Va sobre la guerra, sobre algo que ya dejé caer cuando hablé de las trincheras, va sobre la guerra, pero sobre todo sobre lo que pasó en la mañana del día 11 de noviembre de 1918, «11-11-11» ¿no te dice nada verdad?, once horas del día once del mes once, a esa hora acabó la contienda, fin anunciado a toda una masacre, aún habría por ahí algún enfrentamiento, sobre todo en África, donde Von Lettow siguió derrotando a los aliados ajeno al alto el fuego, pero esa mañana acababa la pesadilla, por fin, alivio generalizado.

Bueno, decirte, por si de casualidad no lo sabías, que seguro que sí, que para las últimas semanas de guerra sólo Alemania seguía luchando en su bando, Austria y Turquía ya habían capitulado, la situación alemana era pues como mi vida sexual, deprimente al máximo, con una crisis interna galopante, con el pueblo pasando hambre, el ejército totalmente desabastecido, aparentemente seguían teniendo unas posiciones decentes, de hecho el frente occidental aún seguía más o menos donde estuvo siempre, en las trincheras, pero ya los aliados habían roto las líneas alemanas en Bélgica y los generales alemanes suplicaban casi un tratado, la rendición incondicional. Mas había un problema, el Kaiser, Estados Unidos sobre todo no quería negociar con él sino con un régimen democrático, así que casualmente, quizá culpa del metetismo, estalla una pequeña revolución obrera en Berlín, pequeña, pero lo suficientemente válida como para que el Kaiser viera en remojo su barba y se exiliara en Holanda, el nuevo gobierno alemán ya sin la figura de su glorioso emperador puede firmar la paz, tras las negociaciones en la madrugada del día 11 de noviembre se llega a un acuerdo, a las once de la mañana de ese mismo día acabose lo que se daba.

Hay que decir, no obstante, que a pesar de que la paz se firmó tan sólo horas antes de poner en vigor el alto el fuego durante las semanas previas esto se olía, como hueles tú el chuletón antes de comértelo, digo esto para evidenciar aun más la locura que se vivió esa mañana, todo estaba decidido, mensajes volando a todos los puestos de mando, victoria para los aliados, derrota para el Imperio Alemán, bien pudiera esperarse que esas horas previas al fin fueran tranquilas, por mucho que tú intentaras tomar una colina, o defenderla, esa colina ya tenía dueño independientemente del éxito de tu misión, todo era inamovible, no merecía la pena luchar por nada, así pues, ¿cómo es posible que 11.000 hombres murieran en combate sólo esas escasas horas de la mañana del día 11?.

Para que te hagas una idea murieron más soldados esa mañana, en esas escasas horas, que en toda la batalla del desembarco de Normandía en la posterior guerra mundial, fue tan inexplicable que muchas de las tumbas de los soldados muertos ese día vieron modificada la fecha de la muerte de su morador, atrasándola un día, dos, tres, intentando tapar la tremenda vergüenza que tanta muerte suponía para los oficiales, ¿quienes fueron más cabrones?, pues en un principio pudiera parecer que los aliados, por ordenar avances inútiles estratégicamente, pero ¿y los oficiales alemanes que ordenaban defender a toda costa algo ya perdido en los papeles?.

Y ahí aparece nuestro protagonista, con nombre y apellido, Henry Gunther, Gunther o George Edwin Ellison, veterano soldado inglés, había luchado en la Guerra de los Boers, había participado en prácticamente toda la I Guerra Mundial, había visto el horror de las armas químicas, la aparición de los primeros tanques, la dura vida de las trincheras, putos minutos, me cago en la puta debió pensar al morir, el fue el último británico en caer. 10:59 de la mañana, nuestro Henry muere, al morir a esa hora pasa de ser una más de las millones de muertes de la guerra a ser el último, claro ejemplo de la miseria humana capaz de ampliar al máximo el tiempo para provocar dolor. Henry, americano, no llegó tan pronto como Ellison al frente, descendiente de alemanes para más inri, la suya es una historia bien curiosa.

Bien pudiéramos pensar que Gunther fuera todo un héroe, es más, la historia obligaría a eso, a que ser el último en caer sea sinónimo de valentía extrema, de entrega a tu país, de heroísmo, pero no, la guerra fue tan miserable que tuvo que ser un miserable el último en caer, no es que lo diga yo, que por entonces era demasiado joven como para poder juzgar estas cosas, lo decían sus propios compañeros, como Ernest Powell, Gunther no era nada aplicado en sus labores, guardaba un odio atroz a todo lo que sonaba a alemán, renegando de sus orígenes, degradado de sargento a soldado raso ya en el frente, frente al que llegó escasos meses antes de su triste final, bien, ahí tenemos al pelotón mandado por Powell, le encargan una misión en la misma mañana del día once, avanzar para tomar Metz (cuidad que por supuesto había sido ganada en el tratado de paz), viendo la resistencia de un nido de ametralladoras Powell manda calma, paciencia, la cosa acaba amigos, esperemos que salga Bugs Bunny de una puta vez, pero nada, ahí sale Gunther, enrabietado por el odio, haciendo caso omiso de los disparos al aire de los alemanes en plan advertencia, al final se lo zumban, justo un minuto antes de la paz, evidentemente preguntarle después por los motivos de su peculiar hazaña resultaba inútil, tan inútil como su muerte, tan inútil como el avance aliado sobre Metz, tan inútil como todo lo que pasó esa mañana.

No fue evidentemente esa la única misión que se ordenó esa mañana, obvio, 11.000 muertos no se dan en una, en dos ni en una docena de combates, porque estos eran más bien aislados, qué impulsó al oficial de turno ordenar tomar un pueblo para conseguir jabón y poder asearse (aunque la disculpa era que toda la tropa pudiera limpiarse) es complicado de comprender. John Pershing, general, americano, todo un figura, a este no le valía la victoria sin más, necesitaba dar una lección a los enemigos, una lección militar, necesitaba ganar su batalla, necesitaba la gloria militar, ordenó a todos sus oficiales proseguir con sus ataques, cruzar ríos, tomar pueblos, matar, avanzar, aunque fuera a costa de miles de vidas norteamericanas, todas muertes evitables, gente como esta abundó en la I Guerra Mundial, generales incapaces, auténticos inútiles, uno puede esperar reacciones cercanas a la locura entre los combatientes, puede hasta justificar sus posibles atrocidades, la venganza es humana, la tensión es humana, vivir en plena muerte difícil, pero, ¿a Pershing?, no, a este ni se le entiende, ni se le comprende y justificarlo es de hijosdeputa, sin más.

Pues nada, acordémosnos de Gunther, de Ellison, de Agustín Trebuchon, último francés en caer mientras recorría trincheras informando a sus camaradas del feliz final de la guerra firmado horas antes, del lado alemán no hay datos, la leyenda habla de un tal Thomas, caído al intentar acercarse a las líneas norteamericanas para informarles del alto el fuego, mas no hay datos acerca del cómo fue ni cuándo fue exactamente. Lo peor es que todo esto no tuvo consecuencia alguna, gente como Pershing fue «juzgada», sin que le fuera impuesta pena alguna, al fin y al cabo tal y como dijo en el juicio no hizo más que seguir las órdenes del comandante en jefe aliado, Ferdinand Foch, «perseguir y eliminar a los grises hasta el último minuto».

Eh, pedazo posdata hoy, For my Pain, sólo un disco para este grupo finlandés, formado entre otros por Tuomas Holopainen, grabaron un disco allá por 2003 y se acabó lo que se daba, pero dejaron toda una joya, ese «Fallen», del que salió este bonito «Broken Days».

Y acabo, día 19 de julio, «El sentido de tu blog»

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