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Faber, morir tal como vivió.
No sé si sabrás que este año es el centenario del comienzo de la «gran guerra», la Primera Guerra Mundial de la que me he ocupado en numerosas ocasiones siempre con excelente criterio, sabéis también que el ciclismo es mi deporte favorito, pues eso, como quiero hacer una entrada así en plan recordatorio de esa contienda militar pues he decidido mezclar la guerra con el ciclismo, esto sería así como ampliar un tema ya esbozado en esta entrada, se trata de recordar a alguno de los ciclistas muertos en combate.
Fueron muchos, algunos famosos, Emile Engel, Carlos Oriana, Lucien Petit-Breton, Emile Friol… Estos fueron los famosos, los que eran estrellas, a saber cuántos más del montón perecieron, imposible saberlo, alguno incluso volvió, como Philippe Thys, belga, ganador de dos Tours a principio de los años diez y que tras la guerra volvió para volver a ganarlo en 1920. Mas cuando se habla de ciclistas muertos en el frente de la «gran guerra» es inevitable que surjan dos nombres, Octave Lapize y François Faber.
Mis conclusiones del Tour.
Acabó el Tour de Francia, victoria de Nibali, como era previsible, con las retiradas de Froome y Contador poquitas dudas había sobre el resultado final, sobre todo porque había otro ciclista, el ganador de Dauphiné (Talansky), que también se ahostió y acabó retirado, sin esos pues Nibali lo tenía más que en su mano, no solo era mejor que el resto sino que encima tiene más huevos el solo que el resto de los aspirantes juntos.
Aun así Nibali tenía una pelea contra sí mismo, tenía que demostrar que era el jefe, da igual porque la sombra de la duda siempre se cernirá sobre él, casi ocho minutos al segundo le ha metido, ha ganado cuatro etapas en línea, números de dominador absoluto, como digo da lo mismo, siempre tendrá el tema de «ha ganado porque los otros no estaban», da igual que cuando los otros dejaron de estar él ya estuviera muy por delante, entre otras cosas por esa demostración testicular en la etapa del pavé.
Desahogo ciclista, sí, otra vez.
Estamos de vacaciones, por lo que tú mismo, hay mil cosas mejores que hacer en vacaciones que leer blogs, menos cuando las entradas son de ciclismo, retraso otra que tenía programada para hoy para volver a hablar del Tour, porque varias cosas me están tocando los huevos y necesito decirlo, ya ves.
Contador se fue al suelo en la primera etapa de montaña, bajando un puerto, una putada para la carrera y sobre todo para él evidentemente, pero una cosa te digo, las caídas son el pan nuestro de cada carrera ciclista, más en el Tour, eso es lo que hace de esta carrera la más dura del mundo más allá de recorridos ni vainas, es la tensión de querer ir todos lo más adelante posible, si vas al final de carrera, despacito, no te caes, claro que tampoco ganas.
Día histórico.
No, no me refiero a la zurra de Alemania a Brasil, que también, solo que el fútbol me la pela y salvo para hacer unas risas el partido ese también.
Me refiero a la etapa del Tour que hemos vivido esta pasada tarde, etapón que vaya, ha motivado esta entrada que tampoco estaba prevista, de hecho estaba prevista una cojonuda del todo, brillante como nunca y que he borrado, con dos cojones.
¿He oído dos cojones? Los que le ha echado hoy Vicenzo Nibali, cuando me preguntan que por qué soy de Nibali pues siempre digo que por sus santos cojones, es valiente y espectacular.
indignado.
Escribo desde el movil, de ahí las faltas de tildes y demás. Decir tan solo que estoy hasta los cojones. Hoy la etapa más esperada por mí del Tour, la del pavés, llueve, me pongo cachondo incluso, pues nada, dos de los nueve tramos suspendidos. Algún director incluso abogando por la suspensión de la etapa.
Es indigno, es una tomadura de pelo, Unzue es gilipollas, se sabe que hay pavés desde que se presentó la carrera, si no te gusta no vayas, puta mierda de acojonados coño.
Que llueve dice, hostias qué raro que llueva en el norte de Francia. Pues iros al final del pelotón, nenazas, esto es ciclismo de toda la puta vida y quien no esté conforme que se quede en el hotel.
Luego me preguntan por qué tengo manía al puto Vomistar, que les den.
Estáis tardando en poner la tele, a pesar de todo.
Una prescindible entrada de ciclismo.
A la carrera, se han disputado las dos vueltas previas al Tour de Francia, las que sirven tradicionalmente de puesta a punto para los favoritos, Dauphiné, en Francia y Vuelta a Suiza, que ahora mismo no recuerdo en qué país se disputa, pero diremos Kiribati por ver si acertamos de potra. En Dauphiné hemos vivido la que para mí es la mejor carrera de estas de una semana en mucho mucho tiempo, ¿Cuánto? Pues concretando más diremos que «mucho». Una carrera en la que se ha demostrado que para ver espectáculo del bueno no se precisan de etapas acabando en muros de pendientes imposibles, eso no es ni ciclismo, es la carrera de la chepa.
Ganó otro de los jóvenes que están llamados a tomar el relevo, Andrew Talansky, ganó atacando a falta de más de 100 kilómetros, como debe ser, ganó a un Alberto Contador colosal, impresionante y que a pesar de no ganar ha dado un puñetazo en la mesa de los buenos, qué cojones tiene, es tonto, oírle hablar es un suplicio, eso daría para una entrada en exclusiva, pero sobre la bici es un espectáculo, lo era cuando iba mal, lo es cuando va sin cadena, es más, para mí es el favorito número uno cara al Tour, no es ya tanto que crea que esté más fuerte que Froome, el africano en la primera etapa de montaña de esta Dauphiné dio un recital muy impresionante también, es que a Contador no le hace falta siquiera que esté más fuerte, le basta con una etapa donde pille en fuera de juego a sus rivales, le pasó en la Vuelta 2012, por ejemplo, «Purito» estaba mucho más fuerte, pero Alberto se lo folló bien follado.
El Giro, una etapita y se acabó.
Acabó el Giro, ha ganado Quintana, gran sorpresa sí señor, tenía un rival presumiblemente a su altura, Joaquim Rodríguez, pero este al poco de tocar Italia se retiró, cosas de caídas y demás, ergo Quintana se encontró una situación similar a la de Nibali en la pasada edición, su gran rival entonces, Wiggins, desaparece y se queda como yo en los campeonatos del follar, sin oposición. aún así este año ha merecido la pena por una etapa, etapa que me da que pasará a la historia del ciclismo por todo lo que sucedió, 27 de mayo, Gavia y Stelvio para acabar en Val Martello.
Gavia y Stelvio son de esos puertos ultramíticos del ciclismo, tú preguntas a un aficionado por cinco puertos del Giro y aparecen estos, hay más claro, Marmolada o Mortirolo por poner dos ejemplos, pero vaya, son puertacos pata negra, altos y duros, sobre todo altos, tanto que a finales de mayo nieva, como bien se aprecia en la imagen, condiciones meteorológicas duras que prestaban a que saliera a relucir algo cada día más inusual en ciclismo, la épica, vaya que si salió, no sólo salió sino que encima vino una prima de Cuenca a ayudar a la épica para convertir a esta etapa en algo histórico, la polémica.
Adoptaremos a Kwiatkowski.
Volvemos al mundo de las bicis, ¿otra vez? sí, ¿por qué? Porque me sale del postpucio, como siempre digo, si no hace falta que me leas siquiera, la cosa es expresarme yo. Al lío, se ha disputado el Tour de Romandía, en Suiza, esta carrera dice la tradición que sirve con prólogo del Giro de Italia, carrera que comienza el próximo viernes en Irlanda, ¿Irlanda? sí, cojones, no voy a repetir las cosas o sea que estate atento coño, también el Tour va a empezar en Inglaterra, ¿Inglaterra? QUE SÍ COJONES.
Ha ganado Chris Froome, vaya, yo pensaba que este año no estaba muy fino el africano, ¿Africano si es blanco dices? Sí, de Kenia y criado en Sudáfrica, pero británico de nacionalidad. Lo está, está fino fino y seguro, vamos que no se pone a bailar o a oler nubes de milagro, el único gran capo con el que ha coincidido es Nibali, al que dejó un poco en ridículo, me da que el italiano no va a ser rival de Froome, ya puede estar fino Contador que si no nos vamos a aburrir de lo lindo.
Pintando las Árdenas.
Tras las clásicas de pavés llegan las Árdenas, es la tradición de los últimos tiempos, muertos los adoquines asoman las cotas, Amstel Gold Race (en Holanda) y Flecha Valona y Lieja-Bastoña-Lieja (en Bélgica) conforman el llamado «Tríptico de las Árdenas», en una semana que fundamentalmente sirve para trasladar la pasión ciclista del norte belga, Flandes, al sur, Valonia, de cualquier manera qué gran país para un aficionado ciclista que es Bélgica, es como Alemania o Finlandia para el Heavy Metal.
La primera, Amstel, coincidió con la Semana Santa, otros años tales fechas eran esperadas con ansia por el suscribiente, ¿ardor religioso? No, por tocarme los huevos de Rodríguez, este año tocaba la operación «pinta el piso en cinco días». Es curioso, hay preguntas que esconden una grandísima putada, fui a comprar la pintura y el tipo de la tienda me pregunta si voy a darle dos manos o tan sólo una.
Venga, qué pregunta más hijaputa. Sopesemos, dar una mano significa menos pasta (que compré pintura de la buena, nada de ofertas ni polladas) y menos trabajo, ¿qué crees que respondería? Una por supuesto.
Mi odio hacia el ciclismo.
En la última de las entradas dedicadas a la historia del doping mi querida jovenzuela mencionó algo que es probable que no sea la primera vez que alguien piensa, que con el ciclismo me une una especie de relación amor-odio, en fin, como el tema merece una explicación procedo a ello.
Niego la mayor, me encanta el ciclismo, no llega a ser devoción pero poco le falta, me apasiona, me veo toda carrera que puedo ver, en directo, diferido, en las cunetas en aquellas carreras que se pasan cerca y dispongo el tiempo de ir (pocas).
Mas evidentemente y aunque lo parezca gilipollas no soy, al menos no del todo, sé bien por qué puede parecer que odio al ciclismo, el sacar tanto texto sobre doping y demás, algo al respecto, porque me olía el tema, ya te hablé, pero hoy seré mucho más claro y concreto.