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Y no hay más cera que la que arde.
No va esto sobre orígenes históricos de frases o expresiones, más que nada porque no parece que «no hay más cera que la que arde» lo tenga, va sobre Ucrania la cosa, original lo sé, podría haber llamado esto «el pez grande se come al chico», al final es lo mismo, si para el sexo no me suelo andar con preámbulos para esto tampoco así que al lío.
Ni derecho internacional ni potorros, el derecho internacional sirve para lo que sirve, para ser aplicado cuando se cumplen dos premisas, una, que interese a eso que se llama «comunidad internacional» que no sé a qué se refiere exactamente y dos, que pueda ser aplicado, todo este asunto de Ucrania no es sino otra muestra más de las incoherencias de esa llamada «comunidad internacional», de los actores presentes y sí, de que las cosas son como son, como lo han sido toda la vida y que cambiarlas resulta imposible.
«Breaking The Chain», comenzamos con los ochenta.
En el anterior capítulo dedicado a la historia del dopaje nos quedamos en el bochornoso y surrealista asunto de Pollentier y demás, hoy nos adentramos ya en los ochenta, década que marca el comienzo del despiporre padre, no es que los ciclistas de repente comenzaran a doparse masivamente, ya lo hacían, lo que cambió es que los controles antidoping comenzaron a dar sus primeros frutos, y sobre todo que empezó la moda de las confesiones. Esto resulta siempre curioso, nadie en mitad de su carrera, y sin ser cazado, reconoce ni hostias, siempre se hace cuando ya nada tienes que perder, años después, pero en fin, al lío.
«Caso Festina», sí, es de finales de los noventa, pero es aprovechable, el fisio del equipo era un tal Willy Voet, uno espera de un fisio eso, cuidados físicos, masajitos y tal, Voet fue el tipo que propició todo el escándalo del equipo Festina al ser detenido en la frontera francobelga con un cargamento de productos que distaban mucho de ser usados normalmente por un fisio, anfetaminas, narcóticos, EPO, hormonas del crecimiento, testosterona etc etc, peo como digo a eso ya llegaremos, es por situar a este hombre. Hombre que tiempo después cantó de lo lindo en un libro llamado «Prikken en slikken», traducido al inglés como eso, «Breaking The Chain».
Mi lado femenino tomó el control.
Soy el lado femenino de Dessjuest, todos los hombres tienen alguno, qué hombre no ha hecho alguna vez cosas habituales de mujeres como hacer más de dos maniobras para aparcar el coche o bajar la tapa del váter cuando acabas de mear. Normalmente es difícil asomar la cabeza de entre la cantidad de cosas que pueblan la cabeza de este señor, pero a veces no puedo resistirme.
Ojo con el notas, dice que de joven le compra un regalo a la novia, según él algo «para que esté más guapa», y tras tenerla varios días en vilo pensando en qué será, si una cadenita, una pulsera, un anillo con un pedruscazo va y le suelta una depiladora. Pilla ella, a quien no conozco pues por entonces aun no tenía lado femenino el orangután este y se lo tira a la cabeza. ¿Qué sociedad estamos montando?, es escandaloso, a que sí, a que no hace falta pensar mucho para darse cuenta de que en esa situación alguien no actuó como debería haber actuado.
Bohannon, no te va a ver ni el tato.
Uno, cuando hace críticas, o lo que quiera que sea esto que hago yo con las series, busca una serie de cosas, dos en principio, a saber, contrastar opiniones con gente que haya visto la serie, lo cuál mola cantidad por lo extraño del asunto, ya que no son series estas digamos de grandes audiencias en España y dos, interesar a todo aquel que lo lea y no la haya visto, lo justo para que le den ganas de verla. Pues no, ni una cosa ni otra, con «Hell on Wheels», o «Infierno sobre Ruedas» como se tituló aquí la cosa, me da que nones.
Vi la primera temporada y quedé con ciertas ganas, tampoco muchas, de ver cómo seguía el tema, bien, resulta que un día veo en la página donde suelo encargarme estas cosas que han puesto la tercera entrega, ¿y la segunda? Pues coño, la pusieron justo después, ambas, segunda y tercera, ni siquiera se han estrenado en España, por lo que hay que verlas en V.O.S. Lo dicho, es probable que no hayas visto la serie y me apuesto un cojón de Nergal a que no la vas a ver en tu vida. A pesar de todo y porque me da la gana te contaré lo que me han parecido estas dos temporadas, ambas de diez capítulos y sabiendo que hay ya confirmada una cuarta.
Lo mejor que hemos podido.
«Reina, te voy a echar el mejor polvo de tu vida, vas a suplicarme que pare, vas a tener que pillar la calculadora para contar los orgasmos que vas a tener, vete programando el DVD porque no te va a dar tiempo a ver la trilogía del señor de los anillos, ni los títulos de crédito de la última, que ya duran, yo iría pillando el bote de nivea porque hasta hinchazones vas a tener de tanto metesaca, vas a mojarte tanto que como no pongas una botella de litro y medio en la mesilla te vas a deshidratar, voy a bajarte las bragas, en ese momento abandona toda esperanza de piedad, vas a recibir bien de lo tuyo».
Minuto y poco después, sin llegar a quitar las sucintas braguitas siquiera nuestro protagonista pronuncia una frase que es quizá de las frases más estúpidas que se pueden pronunciar, no, no es «no sé cómo me ha podido pasar», es «uy, pues lo he hecho lo mejor que he podido».
Curiosa frase que nos sirve como excusa de todo, de nuestras incapacidades, de nuestros errores provocados, a la tipa la dejamos con una sensación «trailer de cine», se piensa que va a ser esto la hostia y resulta que porque de casualidad, y temiéndose lo peor, se llevó unas palomitas junto con el agua, que si no bien pudiera haber sido un momento para olvidar, menos mal que encima ni había apagado la tele y ya está viendo a los orcos.
No tienes ni puta idea, calvo.
Escucha un rato, por primera vez en mi vida bloguera he modificado algo escrito antes de ser publicado, la cosa es que tal y como estaba no me convencía del todo, así que me puse a pensar, a ver, lo que haría alguien normal es preguntar, consultar, a unos cuantos colegas al respecto, pero esa gente insegura me da hasta asquito, un líder de opinión como Dios manda no consulta, decide, y eso hice yo (tenlo claro aunque ahora venga alguien a malmeter).
Asín (es asín toda la vida y no así) que nada, vamos con la historia de un puto calvo de los huevos, pero reescrita:
Imagina, te digo, «el hombre es el animal más inteligente de la tierra, y la excepción tiene la regla», tú pensarás, «menudo imbécil», y asi me lo dices, yo entonces te salto, «claro, me criticas porque soy calvo».
Y soy calvo, cierto, pero igualmente cierto es que no me llamas imbécil por serlo, sino por lo que digo, eso, tan evidente en principio, no lo es tanto en la práctica.