Archivo
Timideces, niños, reyes magos.
Bueno, aunque cada vez que uno escribe algo, lo que sea, deja algo de sí mismo en lo que escribe tampoco te creas que me gusta mucho contar cosas de mi vida así por las buenas, hacerlo disimuladamente tiene un pase, yo que sé, usar a Flanagan por ejemplo que siempre es socorrido el hombre para soltar cosas que uno evitaría soltar, hoy no, hoy lo haré a las claras, cosa que como te digo no es muy de mi agrado porque aunque no me creas uno es bastante tímido. Tímido ojo, hasta el punto de haber tenido en el pasado problemas serios al respecto, fobias incluídas, tratamientos psicológicos incluídos, que por cierto no sirvieron de nada.
Sí que me ha servido usar una táctica que el paso de los años me ha ido enseñando que es la adecuada, enfrentarme al problema. Ejemplo, con las chicas de chaval, la cosa es pensar en esos temas objetivamente, te gusta una chica, no te atreves a decirle nada por si te dice que no y tiendes a pensar que si le gustas ya vendrá ella, cosas de que el amor cuando es sincero siempre es correspondido y esas cosas. Mentira todo, entre otras cosas porque tú lo que quieres con 20 años es follártela o como poco tocarle las tetas, bueno, pues la táctica buena es pensar que si le dices algo y te rechaza hay más, y que es prueba evidente que esperando a que te entrara ella solo hacías que perder el tiempo.
Qué envidia tienen de nuestros gloriosos deportistas.
Bueno, acaba aquí, con esta entrada, ese intento absurdo por caerte mal, he de decirte una cosa, cuando escribo esto no sé de la eficacia de este intento porque no sé cómo habrán salido los otros post de este objetivo, el machista asqueroso, el de la peli desconocida y el de la entrada sin chispa de humor, bien, en todo caso creo que este sí que por sí sólo podría lograr la meta.
Porque voy a hacer algo que hacía meses que no hacía, la entrada de turno de barra de bar, creo recordar que la última fue aquella de los políticos, pero ahora en vez de hablar de esa especie a quien todos odiamos lo haré de otros a los que veneramos, a los deportistas, pero no a ellos directamente, sino a nosotros, bueno, a todos menos a mí que soy perfecto.
Bélgica al copo.
Bien, te voy a hablar de ciclocross, sé que si el ciclismo te la suda el ciclocross más, normal, no es una disciplina deportiva que arrastre multitudes, pero ayer se disputó el Campeonato del mundo de la especialidad, disputose en Bélgica, en la localidad de Coxyde, Bélgica es en el ciclismo toda una tierra prometida para el aficionado, en ese país se disputan la práctica totalidad de clásicas de esas con pavés, tipo «Tour de Flandes», es también la patria del ciclocross, ayer se volvió a demostrar.
El de la imagen es el ganador, Niels Albert, belga, ganar en casa siempre mola, es complicado ser profeta en tu tierra, pero siendo esto síntoma del poderío belga en este deporte lo es más que siete de sus ciclistas hayan sido los siete primeros clasificados, el checo Radomir Simunek, octavo, el primero de los mortales, a más de dos minutos del ganador y a un minuto del séptimo de los belgas, el mítico Sven Nys, que quizá haya dado sus últimas pedaladas con opciones de título.
Albert es un tipo curioso, de los que parece que a veces tiene esa enfermedad consistente en la imposibilidad de pensar y respirar al mismo tiempo, él fue quien dijo que era imposible ganar un Tour sin doparse, yendo de limpio por la vida, ignorando que siguiendo ese símil sería igual de imposible hacer lo que él hizo ayer sin trampear, en ciclocross hay menos positivos, cierto, pero no es menos cierto que no se hacen ni de lejos los controles que se hacen en ruta.
En categoría femenina ganó Marianne Vos, holandesa, esta chica merece un monumento pero ya, no es la primera vez que gana el mundial de ciclocross, es la cuarta y una como amateur, pero es que además es toda una estrella en el ciclismo en ruta, con un palmarés impresionante, y completa su palmarés con varios títulos, alguno de ellos también mundiales, en pista, un caso irrepetible, un mito viviente esta Vos.
En fin, sólo quería dejar constancia de un par de hechos, el arrollador triunfo belga en la categoría masculina, insólito, irrepetible, desconocido en cualquier deporte que se os ocurra, y este pequeño homenaje a una figura deportiva de la talla de Marianne.
Mercenary para la posdata, el tema, «Simplicity Demand»
La más sincera entrada.
Hoy me apetecía escribir algo, he pensado en ello, a ver si se me ocurría algo inteligente, brillante, luego me di cuenta que si en mis taitantos no se me ha ocurrido nada brillante ni inteligente era complicado que en unos minutos la cosa cambiara, podía haber escrito sobre el remake de «Goodfellas» que tiene pensado hacer AMC, o que la FOX por fin ha estrenado «Alcatraz», pero no daría para mucho, así que me dije, «pues por otra entrada tonta que hagas no pasa nada».
Tonta a más no poder, como la típica entrada que el defensa le hace sin querer a su propio portero y de rebote se meten gol en propia puerta, así que ya sabéis, poneos cómodos, los que puedan fumar marijuana por prescripción médica que se hagan un trujas y se lo enchufen, los que no limitaros a poneros cerca y a olisquear como los perrillos.
Hay mucho concepto sobrevalorado en esta vida, y mucho creído y creída, cuando a alguien le preguntan por el cómo se describirían casi nadie dice «un hijodeputa integral», ni «cabrón», ni «huevazos», fijaos que hay cabrones y huevazos en el mundo, hijosdeputa para llenar China, pero siempre son los demás, curiosamente algo que sí se suele decir de uno mismo es eso de «soy muy sincero», o ya para rematarla, «siempre digo lo que pienso».
No cuadra, mucha sinceridad pero nadie reconoce sus defectos, como mucho ponen en ese lado de la balanza lo de ser «cabezota», pero es que encima esos dos conceptos, «ser muy sincero» y «decir siempre lo que se piensa»…. pensadlo bien, ¿acaso son virtudes?.
Vamos a ponernos en situación, vamos a ser absolutamente sinceros, vamos a una tienda de ropa, esas que tienen como dependientas auténticas diosas, viene una y nos pregunta, ¿qué quiere? (porque sí, como somos viejos ya no se nos tutea), si realmente somos sinceros pensadlo, ¿qué deberíamos responder?, ¿ponerte a cuatro patas y pegarte una frotada en condiciones?, o nos mete una denuncia por acoso, o nos da una hostia de las de recordar, o ambas cosas.
De la misma vamos a la carnicería, allí está nuestra amiga la carnicera, morbazo total, lo buena que está y lo bien que maneja el hacha la cabrona, ¿que te pongo? (esta te tutea porque eres cliente habitual, solo por verla a ella claro), y tú vas y saltas «el pito lleno de amor», coño, te deja para hacer albóndigas.
Pero no sólo ahí tendremos problemas, con señoritas de buen ver, de la misma, y con muletas, vamos a la pollería, sí, hay que hacer la compra completa, la pollera (vaya palabra rara) esta vez es una venerable cuasijubileta, viuda, con cara de salida, es decir, como nosotros pero un poco más venerable y anciana, te pregunta, ¿que te doy?, qué quiere que le responda si realmente soy sincero, ¿asco?, ¿sería aconsejable?, o mejor pedir una docena de huevos y medio kilo de salchichas.
Quedando claro ya que la sinceridad no es nada bueno vamos con el otro, el que dice siempre lo que piensa, este no es sólo sincero sino que encima ya ni espera a ser preguntado, este va a la tienda y sin más le dice a la dependienta que qué polvazo tiene, a la carnicera que menudo polvo le echaba (de los buenos, de los de más de dos minutos) y a la pollera que a ver si se pone una careta, yendo así por la vida no gana para yesos, le echan de la Seguridad Social, pero es que el tío, como no se calla lo que piensa acabaría en un psiquiátrico, cada vez que pensara algo, aun estando solo, lo diría a los cuatro vientos.
Este es el típico que va a un funeral y sin venir a cuento le dice a la viuda, «menos mal que la ha cascado tu marido, menudo cabrón de mierda que era, siempre se escaqueaba de pagar las putas», el que cuando está con la parienta viendo al Argiñano y le dice esta, «a ver cuándo me haces tú un guiso así» le pone una peli porno y le contesta, «cuando me la comas tú con tanta ansia» o ese que al ver a una mujer poco agraciada en estado de buena esperanza le salta eso de «qué cojones tiene tu marido de echarte un polvo con lo fea que eres».
En serio, ¿no es mejor ser sincero cuando es necesario y oportuno?, ¿saber cuándo hay que decir lo que se piensa y cuándo callarse la bocaza?, acaso como dijo el otro «El hombre es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras».
Podeis ir en paz, apagar los porrines y la luz al salir.
Pero antes de ir escuchad esto, bonita posdata hoy, los daneses Mercenary y este «Music non Stop»
«Los Tudor», de verdad, no es tan mala.
Toca hoy hablar de «The Tudors», en cristianés «Los Tudor», serie producida entre otras por Showtime, cadena responsable entre otras de la exitosa «Dexter», sale de la pluma de Michael Hirst, auténtico especialista en cosas de época medieval, es responsable de «Elizabeth, la Edad de Oro», «The Borgias» o «Camelot».
Entre que la historia que cuenta es más o menos de las conocidas y que la han pasado por La Primera el argumento es conocido, la vida en la corte del Rey Enrique VIII de Inglaterra, sus polvos con diversas cortesanas, sus esposas, las seis, su consejo, sus políticas, sus aventuras con la Iglesia de Roma, básicamente eso es, al contrario de lo que sucede en series como «Roma» aquí el pueblo llano practicamente ni aparece o lo hace como meras excusas.
El reparto eso sí es de campanillas, Jonathan Rhys-Meyers, Sam Neill, Maria Doyle Kennedy (que fue la única premiada del reparto y aparece también en la anteriormente citada «Dexter»), Joely Richardson o Peter O’Toole son los nombres quizá más reconocibles del plantel.
Mucho se ha criticado a esta serie por su falta de rigor histórico, seamos serios, pocas lo tienen, incluso la antes citada «Roma» es un cúmulo de falsedades históricas, eso sí, es mucho más verosímil, cierto, «Los Tudor» peca de poner al frente de los personajes a actores y actrices mucho más jóvenes y guapos de lo que eran en realidad, hago aqui referencia a «Las seis esposas de Enrique VIII», serie de los primeros setenta donde sí, Keith Michell borda el papel de Enrique tanto físicamente, donde parece un calco, como en el carácter del Rey, eso sí, las esposas por ejemplo en esta serie aunque se parecen mucho más a los retratos son mostradas en pantalla mucho más subjetivamente que en «Los Tudor».
Tiene la serie personajes realmente atractivos, como el Cardenal Wolsey (Sam Neill), protagonista de una de las escenas, al final de la primera temporada, más redondas de la serie, Tomás MoroTomás Moro (Jeremy Northam), perfecto ejemplo de cómo mostrar en pantalla los horrores y sufrimientos que causa y padece un hombre haciendo lo que cree correcto o Thomas Cromwell (James Frain, uno de los vampiros de «True Blood»), para mí el Personaje, con mayúsculas.
Otro gran acierto son las diversas ejecuciones, muchas de ellas fieles a más no poder a cómo sucedieron, las de Ana Bolena, Catalina Howard o Cromwell sirvan como ejemplo, esta última realmente espectacular, sí, la serie rebosa de violencia, sangre y crudeza, no es para niños, si a eso le sumamos que nos hartamos a ver culos y tetillas pues tampoco para Spielberg y su público familiar.
Vamos ahora con lo que no me gustó, alguna de las tramas desaparecen sin más, sin que siquiera haya una referencia que las de salida, por ejemplo, el Papa le pide al Rey Francis de Francia que invada Inglaterra, nada se sabe más ni de la invasión, ni del Papa ni del pobre Rey Francés, la historia del Cardenal Pole y de Francis Bryan, uno intentando tomar el poder en Inglaterra y el otro persiguiéndole por media Europa de repente desaparece, también los personajes claro, sin más. Otra cosa, más bien detalle, que chirría es la presencia de personajes que aportan bien poco como los de Anthony Knivert o el último embajador francés, con el agravante de que encima en sus respectivas temporadas aparecen en los títulos de crédito, cuando otros, como el embajador español, con presencia permanente no.
La serie tiene altibajos, la primera temporada, con el enamoramiento del Rey y Ana Bolena se hace un poco pesada con tanto «te quiero, no, yo a tí más», la segunda para mí es la mejor de todas, quizá porque cambiamos el amor por ejecuciones, la tercera y la cuarta tienen mucho relleno pero no están mal, eso sí, contando conque entre ellas se pierden algunas tramas como ya dije antes, al abarcar tantos años sólo los personajes de Enrique y Charles Brandon (Henry Cavill) aguantan, aunque hay sorpresa final.
En fin, que si bien no puede ser tomada como una lección de historia sí que entretiene lo bastante como para verla y quizá gracias a ella interesarse por una dinastía, Los Tudor, que dio varios de los reyes más famosos de la pérfida, Enrique, su hijo Eduardo, que definitivamente rompió con el Catolicismo e instauró la Iglesia Anglicana, María, Bloody Mary, que volvió al Catolicismo a base de quemar gente, y Elizabeth, La Reina Virgen, que volvió a retomar el camino anglicano, tiene interés y la historia se cierra, podría haber seguido con los reinados de los hijos, pero decidieron tomar la vida del Papa Alejandro y sus cabrones hijos.
Para la postdata algo grande, Mercenary es una banda danesa que mezcla varios estilos, entre el power y el death melódico, me une a ellos una relación especial, de sus discos hay muchos temas que no trago ni don un litro de Absolute y otros que me apasionan, como este Isolation (The Loneliness In December), que seguramente entraría entre los 15 o 20 temas de mi vida, canción realmente potente, evocadora, cautivadora.