«The Wire», la escuela.
David Simon, con la ayuda de Ed Burns, hizo con «The Wire» todo un retrato social, pesimista, descarnado, a lo largo de sus cinco temporadas desnudó la policía, las calles, la política, el puerto y el periodismo de Baltimore, pena que no siguiera, también hincó sus dientes al sistema educativo, lo hizo a partir de la cuarta temporada y dejando algo para la quinta, aunque prácticamente sólo en esta cuarta entrega se ocupa del tema en profundidad, aunque las interactuaciones entre los personajes son constantes y el resto de las tramas no sólo no se paran sino que se entremezclan con estas podemos decir que para contarnos el estado de la educación de la ciudad usó cuatro chavales, dos policías y un profesor.
En la imagen los chavales, cuatro amigos más o menos avenidos y con muy distinto pasado, presente y futuro, empezando por el coletitas, Namond Brice (Julito McCullum), hijo de Wee-Bey Brice, un «soldado» encarcelado de la banda de Barksdale, Namond tiene en apariencia la vida más sencilla y acomodada de todos, dinero, caprichos y una madre que no se mete demasiado en su vida, aparentemente es un gallito más, un chico de la calle con los genes de uno de los mayores asesinos de Baltimore, pero en cuanto se escarba en él nos encontramos a un chaval con muchas cualidades, pero sin duda no la de pelear en las esquinas ni mucho menos ser algo parecido a lo que fue su progenitor.
Randy Wagstaff, (Maestro Harrell), vive en un centro de acogida, ingenioso, buscavidas, el típico que te vende cualquier cosa en el cole por un precio justo, tiene también una especial habilidad para meterse en líos y buscarse problemas, le sigue en la foto Michael Lee (Tristan Wilds), uno de esos personajes que la verdad, dejan huella, con un padre desaparecido, una madre drogadicta y un hermano pequeño del que ejerce casi como padre, este tiene su peculiar código moral y una historia que la verdad, evoluciona sorprendentemente y acaba simplemente de manera genial.
Acabamos con «Dukie» Weems (Jermaine Crawford), el más «tirado» con diferencia del resto, con toda su familia presa de las drogas o el alcohol, un deshecho social en toda regla, es además motivo de burla recurrente entre sus compañeros por su vestimenta raída y su mal olor corporal, aun así, sobre todo Michael, sus amigos intentan darle algo de apoyo.
Evidentemente durante su historia en la serie los cruces argumentales con las bandas de traficantes, con sus compañeros y profesores de colegio, con la policía e incluso con los candidatos a la alcaldía son constantes, pero por no alargarme en exceso, que al final sé que lo haré, mencionar tres pequeñas historias, la primera la protagoniza «Prez» Pryzbylewski, (Jim True-Frost), que ya ha aparecido en estas historias de «The Wire», este era el policía enchufado, bastante inútil aparentemente pero con alguna que otra cualidad que resultó muy productiva, en una de sus recurrentes cagadas es expulsado del cuerpo y acaba como profesor del colegio donde estudian los chicos, si esto fuera una producción hollywoodiense les enseñaría a bailar, a cantar jotas, a hacer poesías y acabaría la serie en un gran concurso que ellos ganarían a los guapos chicos ricos, pero no, porque esto es del sello Simon, aquí «Prez» lucha por encontrar su sitio, intenta cambiar el sistema, sistema del todo ilógico basado en lo mismo que basa el trabajo policial y el resto de cosas de una ciudad, los números, esos que nos venden en elecciones para que nos contentemos y veamos lo bien que va todo, si hace falta dedicar las clases a que se aprendan de memoria las preguntas del examen se hace, no importa que los chicos aprendan, importa que el número de aprobados sea suficiente como para lograr los suficientes fondos que mantengan en pie el colegio, «Prez» sí, encuentra su sitio, madura, en cierta forma es de los personajes que mejor destino tienen en la serie, pero al final sus intentos por cambiar el sistema se dan de bruces con la realidad y acaba «institucionalizado».
«Bunny» Colvin (Robert Wisdom), miembro de la jefatura policial, también acaba fuera del cuerpo aunque por motivos muy distintos a los que propiciaron la expulsión del anterior, tras probar algún trabajo sin demasiada suerte acaba en el colegio como parte de un programa para lograr sacar de las calles a estos jóvenes chavales, nuevamente la realidad impide el final esperanzador que todo espectador busca en la ficción, pero sí que logra quizá el momento más optimista de toda la serie, su relación con uno de nuestros cuatro chicos es de las pocas que tienen un final feliz.
Todo lo contrario que le sucede a Ellis Carver (Seth Gilliam), uno de esos escasos polis eficientes que se mantiene en el cuerpo, como se ha mamado más calle que nadie sabe de los problemas que tienen los jóvenes de las esquinas, consciente también del futuro que le espera a uno de nuestros chavales lucha como un poseso por librarle de él, pero nuevamente vemos que el sistema está dispuesto de forma que pone más trabas de lo que ayuda, y no basta con querer arreglar algo para lograrlo, ni mucho menos.
Al final nuestros cuatro chavales acabarán de forma muy muy distinta, como en la vida real vamos, muchas de las estrellas de la NBA salieron de las calles, muchos actores (incluidos alguno de los que salen en «The Wire») también salen de las mismas, algunos tienen éxito en sus vidas, pero no nos engañemos, en la vida real quien nace en la miseria sigue en ella toda su vida, lo importante es tan sólo intentar no verlos, no saber de ellos, sí, Simon encontró en esta historia escolar una de las pocas en las que darnos algo de optimismo, pero también nos mostró el lado más oscuro de un sistema donde todos somos parte responsable de su fracaso, el mensaje está claro, no importa solucionar los problemas, sólo maquillarlos, pero ojo, como dije antes sí, los que mandan son los responsables del maquillaje, pero somos nosotros los que pedimos eso, los que nos contentamos con eso, esta historia de la escuela de Baltimore nos vuelve a mostrar con dureza la triste realidad.
Yo, sin apartarme del lado «denuncia social» que tan bien nos enseña Simon me quedo con el homenaje que este hace al final de la serie con dos de los personajes más míticos de la misma, «Bubbles» y «Omar Little«, usando para ello dos escenas, no demasiado extensas, pero emotivas, usa dos de los críos al efecto, mostrando como al final esto es cíclico, todos acaban teniendo sus sitio y todos los sitios son ocupados, porque como suelen decir muchos de los personajes todos están deseando hacer «trabajo policial de verdad», «periodismo de verdad», «educación de verdad» y «política de verdad», manda narices que esta utopía nos la tenga que mostrar una serie de ficción, lo único que acaba siendo de verdad es la pobreza, la indigencia, las drogas omnipresentes y la desesperanza que se lleva por delante generaciones enteras, da igual que encarcelemos un traficante, un corrupto, que rehabilitemos un drogadicto, siempre habrá quien tome el relevo.
Helloween para acabar, ocupando la posdata, el tema, «My Life For One More Day»
Y no es por discutir.
Yo no digo que no se puedan cometer faltas de ortografía, que se puede, claro que no es lo mismo que las cometa alguien sin apenas estudios que lo haga un profesor universitario, pero aun así, se puede, claro, todos cometemos fallos, pero como decía aquel una cosa es una cosa y otra ya son dos.
Poneos en situación, en una casa vive Fulanito, un atractivo treintañero, atlético, fornido, con una frondosa cabellera adornando una perfecta cabeza, con una vista de águila, encantador, simpático y potente sexualmente, junto a él vive su esposa, la típica esposa plasta que encadena reglas con dolores de cabeza, espalda, piernas, cansancio y sueño, añadimos dos polvos, uno, al que llamaremos polvo grande y otro al que llamaremos polvo pequeño o “por una vez no pasa nada”.
Resulta que Fulanito va al colegio donde estudian sus polvos para entregar las solicitudes de becas, está ahí esperando en la cola y cuando le toca el turno entrega los impresos rellenados a la que atiende, que resulta que es una profesora que hace de secretaria, pero vamos, con carrera de magisterio, “esto está mal”, me dice, perdón, le dice a Fulanito, este, hombre al que le gusta hacer las cosas bien, menos pasar la aspiradora que lo hace mal a posta para intentar que te liberen de tan tediosa tarea por inútil, revisa lo escrito y contesta, “no, que va, esta perfectamente”.
Estaba yo por poneros un símil, pero es que la cosa está tan clara que qué mejor símil, un apartado es para los datos del solicitante, polvo mayor, por ejemplo, y en otro pone: “relación de personas que conviven con el solicitante”, ¿tú qué pondrías ahí?, yo como soy muy simple me limito a escribir los nombres de las personas que conviven con el solicitante, es decir, Fulanito, la esposa pesada y como el solicitante es el polvo mayor pues pongo también a “Por una vez no pasa nada”.
Pues no, según la tipa lo que tenía que poner son las cuatro personas que viven en ese piso, coño, pone “que viven con el solicitante”, se sobreentiende que el solicitante vive ahí, ¿no?, si quieres que ponga los cuatro pues pon “relación de personas que viven en el domicilio del solicitante”, pero no “con el solicitante”, pues erre que erre, que está mal, te intentas explicar, no hay manera, los de atrás en la cola diciendo, “qué más te da”, coño, pues no me da igual, el castellano es como es, me doy la vuelta y digo, “pero vamos a ver, ¿os suda la polla (o el coño en su caso), que estos, que no tienen ni puta idea de interpretar una frase tan sencilla, sean los que nos eduquen a los polvos?”.
Bueno bueno, ya se montó, al final coges y pones lo que quieran que pongas, como si es la talla de calzoncillos donde pone grupo sanguíneo, total, qué mas da como decían por detrás, qué más da que una profesora no sepa leer, qué más da quién tenga razón, lo importante es cumplir el trámite lo antes posible, no esforzarnos nada, así salen luego los crios claro, porque nos la suda todo, porque nos dejen en paz les dejamos hacer lo que quieran.
En fin, también debo hablaros de «Treme»:
¿De qué va “Treme”?, de Treme, ¿qué es Treme?, un barrio de Nueva Orleans, con solera, con sabor a Jazz, la serie relata la vida de varios personajes del barrio en los meses posteriores al desastre del Katrina, en un entorno aún en semiruinas, “Treme” es la nueva creación para la HBO de David Simon, creador de la genial «The Wire» , acompañado por Eric Overmyer, en la serie también asoman actores presentes en el desnudo integral de las verguenzas Baltimorienses, como Wendell Pierce o Clarke Peters, amen de en papeles menores Jim True-Frost o Anwan Glover, asoman también la bella Kim Dickens ( «Deadwood» ), Khandi Alexander («CSI»), Melissa Leo (oscarizada en “The Fighter”) o John Goodman, quien no necesita presentación alguna.
¿Es esta una gran serie o un peñazo?, pues depende, si te gusta el jazz es para verla y guardarla en DVD, la gozarás, si no te gusta, como es mi caso, pues mejor dedícate a otra cosa, qué se yo, hacerte macucas, pasear al perro o zamparte una tortilla de bonito, ojo, ni se me ocurre juzgar su calidad técnica ni todas esas cosas que los entendidos suelen soltar tan atinadamente, porque entre otras cosas no tengo ni puta idea, sé, sin embargo, que la música y el jazz está permanentemente presente, y eso limita mucho el tema, la trama tampoco es que sea de las de enganchar, apenas pasan cosas y las que pasan lo hacen leeeeeeeeeeentamente, para mío soporíiiiiiiiiiiiiiiiiiferamente.
Dicen que la segunda temporada entrará de lleno en los problemas de corrupción y tal, pero sinceramente, no he llegado ni a acabar la primera, osea que esta ya directamente a la papelera.
Y la postdata, Helloween, «Hell Was Made in Heaven»