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Las calles de Baltimore.

Tras gozarla al ver el trailer de la segunda temporada de «Game of Thrones vamos de nuevo con una de las pocas series que a mi juicio supera a la de Winterfall.

En su momento hablé de la policía de «The Wire», una atípica comisaría, atípica para lo que nos suele enseñar el cine y la televisión, porque sin duda debe ser esta, la de la poli de Baltimore, la más típica policía de la pantalla, pues hoy hablaré un poco de «los rivales» de estos, los trapichas, delincuentes, asesinos y demás moradores de las calles de Baltimore.

Calles The Wire

Tal y como pasa con el resto de la serie la seña de identidad de la serie de David Simon a la hora de mostrarnos las calles de la ciudad es sin duda la credibilidad, no obstante muchos de los personajes están interpretados por gente de la calle, estando el casting en general cubierto de actores y actrices no muy conocidos pero grandiosos en su labor, a lo largo de las cinco temporadas de la serie pues son muchos los personajes que desfilan por las torres, las casas baratas, «Hamsterdam» y demás escenarios, desde los cabecillas de turno del tráfico de drogas hasta los muchachos que van a la escuela mientras buscan su lugar en la vida, pasando por los yonkis, los soldados de las bandas, buscavidas varios y hasta un particular Robin Hood.

Avon Barksdale (Wood Harris) y ‘Stringer’ Bell (Idris Elba, «Luther») son los líderes de una de las bandas que controla el tráfico de droga de la ciudad, el primero «tradicional», todo un gangster a la antigua usanza, luchando por cada esquina con las bandas rivales sin concesión alguna, el segundo con una mentalidad más moderna, intentando entrar en nuevos negocios y hasta estudiando técnicas comerciales y empresariales para adaptarlas al «negocio», con ellos viviremos una lucha de mentalidades, de maneras de entender la vida incluso, hay un momento en el que una frase de Avon refleja las diferencias entre ambos: “Yo no soy un empresario de traje como tú. Soy sólo un gángster, supongo. Y quiero mis esquinas”.

Marlo Stanfield (Jamie Hector, «Heroes»), será su rival más directo, expeditivo, duro, su metodología es sencilla, controlar mediante el miedo, la disidencia se paga con la muerte, la sospecha de la traición se paga con la muerte, el mero indicio de colaboración con el enemigo o la policía se paga con la muerte, es su precio mínimo, para ello cuenta con dos armas, «Snoop», la poco femenina y temible sicaria interpretada por Felicia «Snoop» Pearson, del que toma nombre y apodo, y Chris Partlow («The Good Wife»), segundo de Marlo y brazo ejecutor del mismo.

«Bubbles» (un genial Andre Royo) encarna a un yonki más, colaborador ocasional de la policía y más preocupado de conseguir su dosis que de otra cosa, a lo largo de la serie seremos testigos del peso que irá ganando en la trama, su personaje se convertirá en el referente de la lucha por escapar del infierno de las drogas, la última temporada tiene una escena, saliendo él de un sótano, que es realmente emocionante por su significado.

Pero sin duda el gran personaje ya no sólo de las calles, sino de la serie entera, es Omar Little, Michael K. Williams («Boardwalk Empire»), un delincuente realmente peculiar, gay, bien educado, con un peculiar sentido de la moral, él, casi en solitario, trae en jaque a los cabecillas locales del tráfico de droga, robándoles todo lo que puede en cuanto se le presenta la ocasión, su presencia causa el terror, su tarareo de «The Farmer in the Dell» siempre precede a su gabardina y su aparatosa escopeta causando un efecto que en alguna ocasión hace que no sea necesario casi ni hablar para lograr el botín, este tiene muchas escenas inolvidables, su testimonio en un juicio para joder a sus enemigos, una conversación con el detective «Bunk» y una cacería junto a otro de los grandes, aunque este breve, personaje de la serie, el Hermano Mouzone.

El éxito de «The Wire» en mostrar las calles y violencia de Baltimore radica en el empeño de David Simon y Ed Burns de hacerlo lo más real posible, Simon trabajó en un periódico local y sabía de antemano de qué hablaba, pero es que para preparar la serie no dudaron en bajar a las cloacas de la ciudad, asesorándose por personajes luego trasladados a la pantalla, muchos interpretados por ellos mismos, los habitantes de los suburbios de la ciudad se convirtieron así casi en guionistas y protagonistas de la serie, dándole un realismo nunca antes tan conseguido, consiguieron hacer de algo, en principio tan banal, manido y tratado como la droga y su tráfico algo realmente grande, complejo, entretenido y de nivel, inolvidable, con unas interpretaciones fuera de lo común, unos guiones inteligentes, profundos y sinceros, todo un retrato de una ciudad empobrecida, real, áspera, cruda, haciéndote entender a los personajes, haciéndote sentir parte de sus vidas.

Es difícil volver a ver una serie que refleje la realidad tan fielmente, que tenga unos personajes tan reales, empezando por un detalle estremecedor, la juventud de los protagonistas de las calles, esto por sí sólo habla del terrible destino que la droga causa, es complicado llegar a viejo estés en la parte de la pirámide en la que estés, si estás arriba alguien te tumbará tarde o temprano, si estás en medio alguien te acabará pasando viejas o recientes facturas y si estás abajo directamente acabarás con algún mal chute o simplemente en el lugar equivocado, todo tiene fecha de caducidad.

Within Temptation, la banda holandesa bandera del metal gótico más comercial, con la preciosa voz de Sharon como reclamo, para ellos es la posdata con un tema que ya tiene algún tiempo, «Memories»:

«The Wire», McNulty y sus colegas.

Pues tenía que volver a hablar de The Wire, para servidor la mejor serie hecha jamás en la tele mundial, en su día hablé sobre la serie sí, pero me gustaría detenerme un poco ahora en la policía de Baltimore, en McNulty y sus colegas.

Comisaria the wire

Ya lo he dicho sí, no tengo ni puta idea de cómo es una comisaría de policía, no sé ni como es una aquí, cuanto más allí, pero si me preguntaran cómo me la imagino sin duda sería como nos la muestra HBO en The Wire, las comparaciones son odiosas, pero por poner un contrapunto veamos como es por ejemplo la de «CSI», aquí tenemos unas amplias y pulcras instalaciones, repletas de lo último en tecnología, casi futuristas, repletas de policías guapos y eficaces, capaces de encontrar el pelo en el lugar del crimen que les de la pista del asesino.

No sólo son eficaces sino que además mientras realizan las pruebas en el laboratorio se lo explican, esto claro, chirría, imaginaos una serie de cocineros donde uno, al hacer un huevo frito, le está explicando el proceso a su compañero, «ahora rompes la cáscara», «ahora lo echas en la sartén con aceite caliente…», no es lógico ¿verdad?, imagínate más, ahora ponte en que le estás echando el calisqueño a la parienta, y vas y comentas la jugada, «ahora te la meto hasta el zancarrón, bombeo un par de veces y ala, ya tienes pa quedarte preñada, y con lo que sobre puedes hacer unas natillas», te ahostia fijo.

En The Wire no salen tías de esas que te gustaría conocer a los padres para que te den la receta, son gente físicamente común, las instalaciones son cutres, más acordes con la realidad de unos presupuestos que no dan para mucho, las pruebas forenses se tiran días o semanas para estar disponibles, las cámaras y micrófonos ocultos se joden, interrogas a los sospechosos y no se derrumban por mucha moralina que les des, si se pueden quitar un caso de encima se lo quitan, si se lo pueden endiñar a otro mejor, muchos de ellos son parásitos más preocupados por tocarse los huevos (y si pueden hacer horas extras tocándose los huevos mejor) que de otra cosa, los sueldos no son elevados y la motivación es más que mejorable.

En esa comisaría encontramos a nuestro protagonista, ‘Jimmy’ McNulty (Dominic West, «300»), putero, mujeriego, borracho, vividor, pero gran profesional, tenaz, no es ejemplo de casi nada, pero si se le mete algo entre ceja y ceja hará lo posible para lograrlo, aunque para ello tenga que bordear la propia legalidad que defiende, no es muy querido por sus superiores aunque reconozcan su valía, es un tocahuevos de cuidado.

Su compañero inseparable, ‘Bunk’ (Wendell Pierce, «Treme»), compañero de ligoteos y de borracheras, ambos son asiduos de los bares de la ciudad, este ciertamente tiene más escrúpulos que McNulty, pero carece de la ambición de este, si se puede escaquear de un caso no duda en hacerlo, entre los dos podríamos hacer el policía perfecto, entre los dos quizá saldría Cedric Daniels (Lance Reddick, «Fringe», «OZ»), íntegro, profesional, modelo, con un pasado oscuro eso sí, pero la realidad incluso con él resulta inquietante, la serie nos muestra cómo tener esas virtudes en cierto modo es sinónimo de que acabas mal.

‘Kima’ Greggs (Sonja Sohn, «Body of proof») es la más sincera de todos, lesbiana reconocida vive por y para su trabajo, lo que le cuesta incluso su vida privada, «Si suena la música bailaré» le dice a su jefe cuando le ofrece volver a la acción pero en un puesto más tranquilo tras sufrir un tiroteo, se involucra hasta el fondo, pero es incapaz de guardarse nada aunque esto pudiera hacer daño a sus seres más apreciados.

Lester Freamon (Clarke Peters, «Treme»), es el Morgan Freeman de la serie, incluso se le da un aire, poli veterano, sabio, también con su pasado oscuro, es de los que no tienen pega alguna en meterse en fregados que bordean la legalidad para atrapar a los «malos», ignorado en un primer momento se hace un hueco gracias a su gran sabiduría.

Ellis Carver y ‘Herc’ Hauk (Seth Gilliam y Domenick Lombardozzi, ambos participantes de «OZ») son la pareja de agentes del grupo, con unas características opuestas forman un dúo eficaz, el futuro de ambos sin embargo llegará a ser bien distinto, cada cual consecuente con sus escrúpulos y capacidades, en ambos casos su trayectoria en la serie resulta creible, el mismo adjetivo, creíble, se podría aplicar al personaje de Jim True-Frost («Treme»), ‘Prez’ Pryzbylewski, enchufado inútil, logra hacerse un hueco porque resulta que al final también tiene sus cualidades, en una serie normal acabaría lleno de medallas y sería ejemplo de superación personal, pero aquí al final demuestra que el que vale vale y el que no escribe en un blog, mas logra buscar también, con esfuerzo, su lugar en la ciudad.

Y claro, tienen sus jefes, ejemplo de corrupción, interés, manipulación, succiones de nabos a superiores y un largo etcétera de virtudes y talentos, William A. Rawls (John Doman, «OZ», “Borgia”), trepa integral, capaz de tirarse más horas quitándose los casos complicados de encima que a resolver alguno, Ervin H. Burrell (Frankie Faison, «One Life to Live»), jefe de todos y compañero de escalada en el escalafón de Rawls, una raza, la de los dirigentes de la policía, que desde luego no queda nada bien en la serie si exceptuamos a Howard ‘Bunny’ Colvin (Robert Wisdom, «Prision Break»), este es más parecido a McNulty que al resto de la cadena de mando, arregla situaciones aunque para hacerlo haga cosas que se escapan de lo aceptable, ni qué decir tiene que de todos los mandos no es este el que más prospera, ni mucho menos.

En definitiva, una policía creíble, sin héroes ni agentes intachables, sin Horatios, lo mejor, que no parece que nadie esté actuando, más bien es como si estuvieran grabando con cámara oculta, los personajes son como los que puedes encontrar a tu alrededor, los comprendes, hasta a los trepas y corruptos, porque están en medio de una tela de araña en la que no sabes quién es más culpable, incluso nosotros, los que votamos a los políticos
en base a unos resultados que estos piden a los policías, evidentemente no podemos luego extrañarnos de que estos, para quedar bien con sus jefes, se preocupen más de los números, de los casos resueltos, aunque sean fáciles y no tengan mucho que ver con lo que se sufre en las calles, que de otra cosa, comprendes que muchas veces es mejor abortar una misión en marcha y capturar a 20 trapichas que esperar a pillar a los capos, porque lo que vende, lo que el público, lo que el pueblo pide, son detenciones y cuantas más mejor.

Otro día nos ocuparemos de esos, de los trapichas, de las calles de Baltimore.

Sauze para la posdata, fundado por exmiembros de Warcry llevan tan sólo desde 2008 como banda, más merecen la pena, un ejemplo este «Marioneta»

“The Wire”, la mejor serie de la historia.

Sonará pretencioso, series en la televisión ha habido muchas, miles, de ellas posiblemente no habré visto ni el 0,001 %, de las que he visto muchas me han gustado, casi todas por cierto de la misma cadena, esa bendita HBO que es como un oasis, esa referencia casi infalible de que vas a ver algo que merece la pena, qué decir de series como «Roma», «Hermanos de Sangre», «Carnivále» , «Los Soprano», «Deadwood» , «The Pacific» o «A Dos Metros Bajo Tierra», muchas de estas auténticas obras maestras, pero sinceramente ninguna a la altura de “Bajo Escucha”, que es como se ha subtitulado “The Wire” en cristianés, es más, si algo tengo bastante clarinete es que es muy difícil que vuelva a ver algo tan bueno como “The Wire” en mi vida.

The Wire

¿Cómo alguien como yo puede hacer justicia a esta serie hablando de ella?, complicado, sobre todo sin destriparla para quien no la haya visto, ¿de qué va “The Wire”?, pues a lo largo de sus cinco temporadas trata sobre Baltimore, Maryland, el llamado “vertedero de América”, habla sobre su policía, sobre sus drogadictos, sobre sus mafias, sobre sus políticos
, sobre su puerto, sobre sus escuelas, sobre sus medios de comunicación, sobre sus cárceles, sobre sus calles, sobre sus entrañas en definitiva.

¿Qué no veremos?, pues no veremos a una serie de policías supersexys, superinteligentes, dotados tanto de medios como de culos perfectos, no veremos como en 50 minutos se resuelve no ya un caso, sino los que haga falta, en su lugar veremos policías que las pasan putas para avanzar en las investigaciones, con caras reales, algunos son gordos, otros calvos, otros feos, se emborrachan, roban, se preocupan más de escaquearse de los casos que de resolverlos, con un sueldo bajo que les hace pensar más en echar horas extra que en otra cosa, con superiores que falsifican estadísticas para contentar al poder político, que torpedean investigaciones para evitar que progresen, enfrente tenemos a los perseguidos, las pequeñas, no tanto por cierto, mafias de la droga de la ciudad, cuyos miembros no cantan a la primera que se les investiga, que piensan, que sienten, que aman, encontraremos desde el más tirado de los yonkis hasta el cabecilla de la organización.

Ellos son los grandes protagonistas, como dije hay más, no deja de ser una serie coral, donde hay episodios en los que en teoría el protagonista o no sale o no lo hace apenas, por no enrollarme más de la cuenta, lo que realmente importa, te la crees, no tienes ni puta idea de cómo funciona realmente una redacción de un periódico, pero te crees que bien pudiera ser así, no sabes cómo funcionan realmente la clase política, aunque te lo imaginas, pero todo lo que les pasa en la serie vamos que te lo acabas creyendo, es ficción claro, pero tan real como la vida misma.

Y es que los guiones son perfectos y el casting acorde, sólo así se construyen personajes como Omar Little (Michael K. Williams, «Boardwalk Empire» ), el Robin Hood de las calles de Baltimore, Jimmy McNulty (Dominic West, «300»), el policía tenaz e inteligente, pero borracho y mujeriego, su compañeros Bunk (Wendell Pierce, «Treme») o Lester Freamon (Clarke Peters ), el buscavidas de “Bubbles” (Andre Royo, «Party Down»), el populista y corrupto Clay Davies (Isiah Whitlock, Jr.), senador protagonista de para mí una de las escenas más redondas de la serie, cuando está siendo sometido a juicio con jurado, prácticamente todos, de las decenas de personajes, están esplendidos, creíbles, alejados de tópicos, con sus “aqueles”.

Es extraña en su desarrollo, digamos que en cada temporada entran en una trama, algunas duran el resto de las series, otras nacen y mueren en la misma temporada, la primera nos adentra en la lucha entre la policía, el equipo de Daniels (Lance Reddick, «Fringe») y la banda de uno de los cabecillas del tráfico de droga de la ciudad, Avon Barksdale (Wood Harris «The Heart Specialist»), la segunda nos muestra el trapicheo en los muelles de Baltimore, comandado por el presidente del sindicato de estibadores Frank Sobotka (Chris Bauer, «True Blood»), pasamos luego a la política y la carrera del concejal Carcetti (Aidan Gillen, «Juego de Tronos») entre otros, seguimos por el sistema escolar, con chicos como Michael Lee (Tristan Wilds, «90210») y acabamos en la redacción de un diario local, en el que hace de profesional editor «Gus» Haynes (Clark Johnson, actor pero también director de varios capítulos de la serie o de «The Shield», donde también hace un papelito ocasional), pero como hay tanta subtrama y tanta chicha es mejor que otro día me ponga a contaros con más detalle cada una de las historias.

Si esperas una serie facilona, que te sea fácil de seguir, con los buenos ganando y los malos en la cárcel olvídate de “The Wire”, si quieres adentrarte en lo más profundo de las miserias de la sociedad actual, si quieres reflexionar, si quieres en definitiva quedarte con la realidad dale una oportunidad, si ves dos capítulos y te aburre es que estás llamado para «CSI» o “House”, o quizá incluso para “Bandolera”, lo bueno en este caso es que series de esas tienes en la tele a todas horas, eres un afortunado, yo me siento vacío, porque sé que ”The Wire” es como la suegra perfecta, está la de mi mujer.

Acabo, en todos los episodios, tras la entrada y los títulos de crédito, aparece una frase, una frase que luego dirá un personaje a lo largo del capitulo, la mayoría geniales, me quedo con una, que sale en boca del detective de homicidios Bunk, “Cuanto más grande es la mentira, más se la tragan”.

Si la serie es de lujo no lo es menos, Therion, suecos, han ido tocando durante su carrera varios palos, death metal, gothic metal, sinfonic metal, en definitiva son tremendamente variados, suenan variados porque también son de ir cambiando de vocalistas en sus temas, de ellos este precioso «Lemuria»:

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