Sexo y rock and roll, no sé, pero drogas… doping en los 60.

Una de las principales servidumbres de ser un líder de opinión es que no hacen más que pararte por la calle con cualquier excusa, pedirte la hora, lamerte la calva, robarte la cartera.. y pedirte luego que hables sobre tal o cual tema, el doping, la historia del doping en el ciclismo, es el que más me suelen pedir además, puede que te parezca mentira, pero así es, qué le vamos a hacer, albricias, toca ciclismo y dopaje, puedes tomarte el día libre.

La última vez que hablé sobre el tema, para luego dejarlo y centrarme en el exhaustivo análisis de la temporada de competición, fue para hablar de la década de los 50, toca ahora la de los 60, aun queda mucho para llegar a la gran bacanal que supusieron los 80 y los 90, mas teniendo en cuenta que por entonces la lucha antidoping estaba en pañales pues eso, que tenemos varios casos curiosos a la par que interesantes, huelga decir que por cada caso que te cuente hay varios muy parecidos, pero por eso mismo los obvio, si son muy similares con contarte uno sobra.

1962, Tour de Francia, doce ciclistas abandonan la carrera enfermos, entre otros Gastone Nencini, pionero de las transfusiones sanguíneas en el ciclismo moderno, la excusa dada, intoxicación alimenticia, pescado en mal estado, algo que os suena a que sí, citar la comida como responsable de todo, la cosa es que en ningún hotel se sirvió pescado en la noche anterior, y sí, por contra, se descubrió que los dice habían sido tratados por el mismo medicamento y doctor.

En 1964 Francia fue pionera al aprobar la primera ley antidopaje, era un tema que por entonces ya preocupaba bastante, para celebrarlo una de sus grandes figuras históricas, Jaques Anquetil, soltó la famosa frase de «dejadme en paz, todo el mundo se dopa», sí, el dopaje estaba generalizado, llevaba presente toda la vida y la impunidad hizo que todos acabaran usándolo. No fue el único de la época en reconocer el doping, sí el más famoso.

Año histórico el 65, primeros cuatro sancionados por caer en un control de sangre antidoping, en una carrera británica de segundo nivel, de los cuatro tres españoles y un británico, de ellos evidentemente solo el inglés era culpable, los españoles fueron víctimas de una conspiración internacional envidiosa de nuestros éxitos deportivos que metían sangre de morcilla adulterada en los jugosos solomillos que se compraban ya por entonces en Irún.

Pero sin duda el gran acontecimiento de los sesenta fue la muerte de Tom Simpson, acontecimiento trágico y que marcó un antes y un después, Simpson era una estrella del momento, primer británico en pelear las grandes carreras, en pleno Tour y subiendo Mont Ventoux, se derrumba y acaba muerto, en su organismo se encontraron anfetaminas, se encontraron drogas tanto en su habitación de hotel como, incluso, en el maillot que portaba en carrera, su muerte sirvió para concienciar a todo el mundo ciclista de que el doping, lejos de ser un juego, era un hábito que, aparte de ser trampa, era tremendamente peligroso, lo malo es que la concienciación duró poco, porque como los hechos demostraron la inmensa mayoría de ciclistas, directores y médicos deportivos siguieron usándolo constantemente.

Menos los españoles claro, cuya única culpa era ser tan buenos que sucumbían por las envidias extranjeras que les metían cosas en las comidas.

Acabamos con el más grande, Eddy Merckx, 1969, Giro de Italia, da positivo, se libró, ¿cómo?, pues por algo usado recurrentemente por los ciclistas que dan positivo, «defectos de forma», ya que no podemos negar el fondo examinamos con lupa las formas a ver si encontramos algo que no esté del todo correcto, ojo que menudos nombres los de esta entrada, tú te dirás que pobres ciclistas, que si las sanciones son excesivas, si con darles el toque una vez vale, Joaquim Agostinho, portugués, otro de los grandes de la época, positivo en la Vuelta a Portugal de ese año, del 69, espabiló, vaya que sí, total, solo volvió a dar positivo otras dos veces en su carrera, en el 73 y 77, y porque se retiró, porque eso de pitar cada cuatro años parece que le molaba.

Avantasia para la posdata, con el gran tema de «The Mistery of Time», su último disco, «Black Orchid», Biff Byford, se Saxon, es quien le acompaña en esta ocasión, temazo ojo.