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Sexo y rock and roll, no sé, pero drogas… doping en los 60.
Una de las principales servidumbres de ser un líder de opinión es que no hacen más que pararte por la calle con cualquier excusa, pedirte la hora, lamerte la calva, robarte la cartera.. y pedirte luego que hables sobre tal o cual tema, el doping, la historia del doping en el ciclismo, es el que más me suelen pedir además, puede que te parezca mentira, pero así es, qué le vamos a hacer, albricias, toca ciclismo y dopaje, puedes tomarte el día libre.
La última vez que hablé sobre el tema, para luego dejarlo y centrarme en el exhaustivo análisis de la temporada de competición, fue para hablar de la década de los 50, toca ahora la de los 60, aun queda mucho para llegar a la gran bacanal que supusieron los 80 y los 90, mas teniendo en cuenta que por entonces la lucha antidoping estaba en pañales pues eso, que tenemos varios casos curiosos a la par que interesantes, huelga decir que por cada caso que te cuente hay varios muy parecidos, pero por eso mismo los obvio, si son muy similares con contarte uno sobra.
Coppi y la década de los 50.
Vamos con una nueva entrega de la historia del
doping en el ciclismo, sí, hacía tiempo, afortunadamente añadirías, vale, pues vuelve mañana qué sé yo, en realidad una vez dejado claro en anteriores entregas que esto del dopaje en el ciclismo es más viejo que mear de pie ahora voy a centrarme en exclusiva en los casos en los que no medió positivo alguno. Evidentemente los controles nacieron mucho después del doping y más evidentemente han ido también evolucionando, pero la cosa es demostrar que cuando alguien exculpa a un ciclista, en este caso o deportista en general, con la falacia de que «no ha dado nunca positivo» en realidad está haciendo un monólogo, por pequeño que sea, del humor más descacharrante que existe.
Uno de los grandes mitos del ciclismo, Fausto Coppi, «la bomba», así llamaba a lo que admitió en una entrevista en el año 49 que usaba recurrentemente, más bien «cuando era necesario», y hablo literalmente, a lo que añadió, «es decir, casi siempre», se refería a una mezcla de sustancias usada en la guerra, en las tripulaciones de los submarinos y que tras la contienda encontró clientela entre los deportistas profesionales.