«Ni quito ni pongo rey».

La frase del título pues eso, es de esas de común uso, no me lo negarás, «yo nunca la he usado», porque eres feo, feo e inculto, yo cuando vienen mis niñas ahí discutiendo por chorraditas, que si mi hermana me ha arrancado una pierna, que si mi hermana ha criado zombis y me los está mandando a traición comiéndome un brazo, siempre les digo «eh, niñas, que estoy viendo ciclismo, yo ni quito ni pongo rey». En realidad la frase esconde un doble sentido, porque es de esas frases que se suelen usar como diciendo que alguien se mantiene imparcial cuando en el fondo está tomando partido. Ello es así porque en realidad la frase tiene un añadido: «ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor».

Y sí, esta frase tiene un origen histórico muy claro y concreto, se dijo al final de una cruenta guerra civil en el Reino de Castilla, en el Siglo XIV, guerra que enfrentó a dos hermanos, Pedro y Enrique, hermanastros por más señas, Pedro es ese al que le apodan «El Cruel», más que nada porque la más famosa fuente sobre su vida nos viene de la mano de un tal Pedro López de Ayala, ferviente seguidor de Enrique de Trastámara, futuro Enrique II de Castilla, los partidarios de Pedro sin embargo le llamaron «El Justiciero». ¿Cruel? ¿Justiciero? Bueno, Pedro la verdad es que no se andaba con chiquitas, unas cuántas muertes hay que apuntarle.

Leonor de Guzmán, amante del padre y madre de los hermanastros bastardos de Pedro, Enrique incluido, al padre de Leonor, Blanca de Borbón, su prometida francesa, se olvidaron de la dote y Pedro la mete en un convento, mandándola envenenar, Juana de Lara e Isabel, hermanas de un Señor de Vizcaya, al que derrotó, también pasadas por la piedra, al mismo tiempo que un par de infantes del reino vecino aragonés. Hizo un auténtico baño de sangre con la nobleza castellana, que apoyó casi en pleno la causa de su hermano Enrique, incluidos varios de sus hermanastros, parientas de estos y demás, el clero, otro de los grandes apoyos de Enrique, también sufrió de varias bajas, alguno incluso quemado vivo frente a Pedro.

Era un tipo al menos «expeditivo», invadió Aragón en una cruenta campaña de dos años, sembrando el terror a su paso, si una plaza se le resistía decapitaba al cabecilla, llegó incluso a asesinar a parientes de los cabecillas decapitados para dar ejemplo, ya las malas lenguas hablan de que incluso cuando paseaba al perro por las plazas conquistadas y el chucho cagaba Pedro no recogía el zurullo a posta, por putear, obviamente los siguientes castillos a conquistar sabiendo que no recogía las mierdas de perro se acojonaban y se entregaban sin apenas lucha.

Si bien alguna de estas muertes cierto es que fueron motivadas por la política y tal no cabe duda que cierto amor por las ejecuciones tenía el bueno de Pedro «El justiciero cruel», pero vamos a la frase de marras, guerra civil con su hermano, el transcurso de la misma puede resumirse en que mientras Pedro tuvo el apoyo inglés las cosas le iban bien e iba ganando, pero he aquí que falla en los pagos y Enrique, que estaba en Francia, entra con sus famosas «Compañías blancas», mercenarios de lo más eficientes, y tras alguna que otra batallita derrota a Pedro cerca del castillo de la Estrella (Ciudad Real).

Aquí empieza lo guapo del asunto, Pedro, derrotado, se esconde en el castillo, el hermano va y le exige que salga, «o sales o vas a mamá», Pedro dentro: «mentira, que a tu madre la maté», Enrique: «o sales o no te ajunto», Pedro: «bota bota y en tu culo explota», Enrique cabreado le llama tonto, Pedro no cede: «Quien lo dice lo es, con el culo al revés, tú lo dices tú lo eres».

Ya cansado de la alta política Enrique teje un plan malvado, engaña a Pedro, le hace pensar que puede escapar y de hecho escapa, le dicen a Pedro, «entra en esta tienda de campaña que hay un pasadizo que sale en Nueva Zelanda tío, ya verás que chulada, tiene hasta centros comerciales», pero dentro de la tienda estaba Enrique, descojonándose del pardillo de su hermano, ahí empiezan a pelearse y en un momento dado Pedro se pone encima de Enrique, tiene el triunfo cerca y a su hermanito más cerca de la muerte que de otro sitio, entra ahora la figura del autor de la famosa frase, Beltrán Duguesclín.

Beltrán Duguesclín era el cabecilla de las anteriormente citadas «Compañias Blancas», se mantuvo ahí neutral el hombre viendo el enfrentamiento entre hermanos, mas cuando vio que ganaba el Pedrito cogió y le agarró de una pierna, facilitando que Enrique le diera literalmente la vuelta a la situación, colocándose encima de Pedro y dándole matarile, fue entonces cuando Duguesclín dijo aquello de «ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor».

Evidentemente esta frase es más famosa quizá por haber sido utilizada en un pasaje del célebre «Don Quijote», del manco que no era manco realmente, Cervantes, pero vaya, que sepáis que el origen histórico es el que os he contado con ese impoluto rigor y esa amenidad que me caracterizan, ¿quieres posdata? Pues te doy posdata, Sonata Arctica y «Alone In Heaven».

Por cierto, a Enrique le llamaron «el de las mercedes», no hay color, semejante mote moñas hace que si tenemos que decantarnos lo hagamos por Pedro, es imperdonable que un rey sea apodado «El de las mercedes», coño, un poco de amor propio por dios.