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La carnicera de Nueva Orleans.
«Al mus y al follar no me gana nadie», «soy un líder de opinión». Con tan solo esas dos frases ya te habrás hecho una idea de lo que soy, de quién aun no, pero de qué seguro, un fantasma. Mas no un fantasma cualquiera, soy el espíritu de Delphine LaLaurie, ¿que no sabes quién soy?, lo sabrás seguro, resulta que el estreno de la tercera temporada de «American Horror Story», titulada «Coven» ha roto todos los records de audiencias de su canal, irá, va, sobre brujas, pero entre otros personajes incluyen uno, inspirado en mí cuando estaba viva, no he visto la serie aun pero por si la ves que sepas que a nada que me muestren con un mínimo de humanidad estarán pasándose varios pueblos.
Bruja no sé si lo era, pero puta un buen rato, Nueva Orleans me vio nacer y vivir, al menos durante unos años, era yo una miembra, sí, miembra de la alta sociedad de la ciudad, poseedora, como tantos, de esclavos, no dejaba de ser Nueva Orleans un estado del sur y por lo tanto estado esclavista por naturaleza, todo en mi vida iba de maravilla hasta que en el año 1834 se produce un incendio en mi mansión y los bomberos de la época encuentran varios esclavos encadenados.
El origen del clavo ardiente.
Vamos con una de esas bonitas e instructivas entradas dedicadas a buscar el origen histórico de ciertas palabras o frases de uso frecuente, hoy toca «agarrarse a un clavo ardiendo». Todos tenemos en mente, supongo, lo que significa, el uso que se le da, mantenerse en una situación desesperada por evitar un mal mayor, ejemplo, permanecer en el bar hasta altas horas de la madrugada con los amigotes, bebiendo y jugando al mus, situación harto desagradable, pero que haces por evitar llegar a casa y tener que ir qué se yo, al cine con la moza, por ejemplo.
Para encontrar el origen de la expresión hemos de ir a las ordalías, los juicios de dios de la Edad Media, tema que por cierto es jugoso de narices, que da también significado a otras expresiones populares como «poner la mano en el fuego» (por Bárcenas), pero que no explica lo de «todo es mentira salvo alguna cosa». Como digo viene de ahí, de la Edad Media, hay varias versiones sobre el asunto, yo me quedo con la siguiente:
Culpable¡¡¡ qué mala pécora Isabel.
Tócame el turno de dejar clara la culpabilidad de Isabel Báthory, cosa sencilla, porque mientras que la defensa se basa en sembrar la duda razonable la acusación solo debe recoger hechos, usar cierta lógica y utilizar la leyenda para vilipendiarla y predisponer al mundo para que la condene. La mayor asesina en serie de la historia, ahí es nada, ¿cómo va a ser inocente alguien que mata a más de 600 personas?, por mucho que en su época la violencia estuviera a la orden del día, una cosa es pasarte a la hora de castigar a un sirviente y dejarlo palmera y otra bien distinta planificar más de 600 asesinatos.
Decir que el proceso que sufrió se hizo para juzgar una decena de casos, los referentes a muchachas de la nobleza, las pobres no importaban más que para agrandar la leyenda, los testimonios fueron concluyentes, cierto, algo de tortura se usó, pero también es cierto que en el castillo de Báthory se encontraron supervivientes, que vivieron en primera persona las andanzas de la condesa.