Archivo
Si el termómetro nos da fiebre, cambiamos el termómetro.
Recuperamos la apasionante actualidad ciclista, disimulas pero sé de sobra que te mola, Milán-San Remo, el primero de los monumentos, la primera de las grandes clásicas ciclistas, gana Alexander Kristoff, noruego, un ciclista de segundo nivel, la frase: «¿dónde están los corredores con cojones?» su autor, Vicenzo Nibali, un tipo irrepetible.
No te voy a cansar, esto es así, la Milán-San Remo es el termómetro fiel del nivel de valentía del pelotón, un recorrido mucho más sencillo que el resto de grandes clásicas pero con la dificultad suficiente como para romper la carrera, si se le echan huevos, sin huevos no hay tortilla, como no hay huevos los organizadores cambiarán (ya lo tenían previsto este año pero no pudo ser) el recorrido, si lo que marca el termómetro (exceso de conformismo) no nos gusta lo cambiamos, metemos más muritos, da igual que una carrera centenaria pierda sus señas de identidad, nos la pela, todo en pos de vete a saber qué, encima gente como Carlos Arribas aplaude el despropósito, los nuevos tiempos.
Más ciclistas comportándose en carrera como Nibali y no haría falta cambiar lo que no ha hecho falta cambiar en un siglo, luego me preguntan que por qué soy de Nibali si Purito gana más, lo que hay que oír, él fue el único que le echó huevos, el único en intentarlo.
El Tour del centenario.
Acabó la edición número 100 del Tour de Francia, aunque la carrera lleve disputándose desde 1903, cosas de las guerras mundiales, un Tour que sí, como estaba previsto ganó Froome, pero que ha resultado ser una edición más que entretenida, con mucha chicha, etapas bonitas, otras decepcionantes, situaciones extrañas y demás, el Tour de la explosión definitiva de Nairo Quintana, ganador de País Vasco, sorprendente y más que prometedor este colombiano, estandarte del resurgir del ciclismo colombiano, el Tour en el que por fin «Purito» Rodríguez pisó pódium, Mira que os lo dije, es «Purito» la baza española, ni caso me hacéis, arriba al final los que cuentan con más gasolina, el ciclismo que cambia, ya sabes.
Un Tour donde Movistar casi ha sido vomistar, realmente pocos equipos más amarrateguis y segurolas he visto en mi vida, siempre lo han sido, es complicado que cambien, Valverde enésimo fracaso, da igual, volverá, ya, me dirás que él no tiene ninguna culpa de que justo en el momento menos indicado, con abanicos, le jodan una rueda, vale, pero es que a partir de ahí todas las decisiones que tomó él y desde su equipo fueron una puta mierda de decisiones, y de eso sí que tienen culpa, ha sido este el Tour en el que se ha evidenciado el ocaso de Alberto Contador, digo confirmación, sí, porque a pesar de ganar la Vuelta 2012 ya se vio que no iba como antes, lo confirmó en el Mundial y este mismo año te hablé al respecto.
Testiculinas, ausencias y exhibiciones.
Pues esta semana recién acabada estuvo uno entretenido con dos carreras ciclistas, hubo más, lo sé, sé también que tú eso ya lo sabes, que estás muy pendiente de la actualidad pedalera, pero a mí me entretuvieron estas dos, la Vuelta al País Vasco y la París-Roubaix, de ambas te voy a hablar, primero y de pasada te diré una frase: ‘I have not seen men with balls’, traduce si quieres pero se entiende, no la he dicho yo, y eso que sé inglés, sino Lefevere, el madamás del equipo belga Quick Step, dirigida a sus propios ciclistas por su labor en una carrera de las previas a Roubaix, el GP Scheldeprijs, viene a cuento de algo que se lleva viendo en el ciclismo desde hace años y que en esta semana también.
Pero nada, empecemos por Euskadi, tiempo de perros, lluvia, granizo, viento y hasta nieve, un recorrido similar al de los últimos años pero que eso, debido al mal tiempo se hizo duro como un nabo enviagrado, para que te hagas una idea, la mitad del pelotón ni acabó la carrera. Sky sigue dando miedo, el equipo británico salía con dos ciclistas menos que el resto, pero se la suda, controlaron la carrera como quisieron, humillando casi, joder, Kyrienka se pasó una etapa entera tirando del pelotón, y eso que faltaban los en teoría hombres fuerte, que qué será la cosa cuando estén estos, aun así no ganaron.
«Strike Back», una fantasmada de las gordas.
Voy a hablarte de una serie británica, del canal Sky (ese que tiene un equipo ciclista), «Chris Ryan’s Strike Back», también conocida como «Strike Back» To Dry, la serie está basada en una novela escrita por ese tal Chris Ryan, un ex-soldado de las fuerzas especiales británicas, todo un machote vamos, la cosa es que tuvo éxito, lo bastante como para que de ella naciera otra serie, «Strike Back: Project Dawn» coproducida por la filial de HBO, Cinemax, pero de esta hablaremos en otro momento, por ahora nos centraremos en la original.
Andrew Benson es la cabeza más visible de esta miniserie, de seis episodios, en tandas de dos, en cada uno de los episodios dobles se nos presenta una misión en un lugar diferente del globo, el reparto está encabezado por Richard Armitage, que estará presente en «The Hobbit» y que ha participado tanto en «Robin Hood» como en «Spooks», junto a él tenemos a Andrew Lincoln (el prota de «The Walking Dead», la veterana Orla Brady, que sale por ejemplo en «Fringe», Shelley Conn, «Terra Nova», Colin Salmon, de «Resident Evil» y Jodhi May, que para ponerle cara diremos que es la hermana pequeña de «El Último Mohicano».
Pues eso, tenemos tres episodios, Irak, Zimbabwe y Afganistán, hay problemas, un secuestro qué se yo, pues ahí mandamos a los geiperman de la Albion, te parece vivir un videojuego de esos, van ahí con sus fusiles de última generación abatiendo a cuantos malos salen, porque sí, los moros son malos, sólo se salvan como mucho los que ayudan a los guapos y democráticos occidentales, la cosa es que como son británicos y no americanos pues de vez en cuando la cagan, la cagan y es entonces cuando surge la figura de nuestro prota, que él sólo va y se encarga del primer caso, un secuestro de una periodista hija de un exministro del Reino Unido (capítulo de Irak) jamás será vencido, expulsado del cuerpo por haber causado involuntariamente tres bajas de compañeros pero readmitido porque es más chulo que nadie.
Luego Zimbabwe, ahora hay que sacar a un exsoldado británico acusado de intentar asesinar al presidente, todo extraoficial, por lo que mandamos de nuevo al superagente especial de las narices, el tercero, Afganistán, los talibanes piratean los misiles ingleses que en vez de caerles a ellos les caen a los americanos, eso que para muchos sería hasta deseable (sólo los yankis superan en nuestro odio a los franceses) para la inteligencia londinense es un problema y claro, quién mejor que nuestro héroe para arreglar las cosas.
No sé, quizá la culpa sea de los actores, que transmiten menos que Steven Seagal, la cosa es que intentan hasta perfilar un poco los personajes, un poco, sin exagerar, pero nada, en ese sentido la serie roza el patetismo, eso sí, al menos no se andan con rodeos, se ofrece lo que se ofrece, acción, sangre, golpes, tiros, todo muy moderno.
Lo malo es que como esto en teoría está basado en las memorias de alguien que ha vivido casos del estilo te esperabas algo más creíble, más realista, nada, olvídate, todo tópico al extremo, anda, que si pillo al que me dijo que la serie «era cojonuda» me lo cepillo, lo bueno es que como suelen serlo las series británicas es más bien cortita, y la esperanza es que como la continuación tiene el sello de una filial de HBO eso te da esperanzas de que mejore, di que para mejorar esto poco hace falta.
Elvenking para la posdata, en su versión más pegadiza y/o pastelosa, este es uno de esos temas comercialotes que suelen sacarse de la manga de vez en cuando los italianos, «The Divided Heart»