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El auténtico Robinson Crusoe.
En la segunda entrega de los mitos y realidades de los piratas del Caribe ya te conté que era más que probable que Daniel Defoe se inspirara en uno de esos piratas abandonados a su suerte en una isla desierta para crear «Robinson Crusoe». Bien, te cuento que en realidad, como Defoe está muerto, hay cierta polémica acerca de qué episodio concreto le inspiró, si hablas con un español te dirá superofendido que es más que evidente que se inspiró en la figura de Pedro Serrano, o menos, porque era moro (aunque naciera y viviera en la península ibérica) en uno de los relatos de Ibn Tufail, matemático, filósofo y poeta del siglo XII.
Robert Knox, marino inglés, que vivió toda una odisea por la antigua Ceilán, también dicen que pudiera haber sido la fuente de inspiración de Defoe, o incluso un tal Henry Pitman, (que curiosamente comparte nombre y apellido con uno de los tripulantes del Titanic) un cirujano, también inglés, que vivió toda una odisea en el Caribe enfrentado a caníbales, piratas y demás, que también escribió su historia y que, dicen las malas lenguas, la obra de Defoe es hasta un plagio de la de este, negro Viernes incluído. En todo caso hay en este asunto una competencia feroz, sobre todo por los países en cuyas aguas territoriales están las islas en las que supuestamente naufragó uno u otro, por lo del pedigrí turístico y demás.