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Posts Tagged ‘Revolution Renaissance’

Los excesos de Schindler.

No me gustan las risas enlatadas de las «Sit-com», creo que el hombre (en genérico) tiene la suficiente capacidad como para saber si algo es gracioso o no, al menos lo que es seguro es que sabe si lo que escucha o ve le resulta gracioso a él, me toca la moral (y los cojones, pero no es este un blog para malhablados) que me hagan notar que lo que estoy viendo es gracioso. No voy a hablarte de comedia, voy a contarte sobre Spielberg, sobre «La Lista de Schindler».

No te voy a negar que para mí el tito Spielberg hace tiempo que perdió la magia, sus últimas pelis me parecen una sucesión de truños, «War Horse» sería ejemplo de peli suya entretenida, pero insustancial e insultante para sus primeros títulos, «Lincoln» sería ejemplo de peli con sustancia, seria y sin tufo a Walt Disney, pero aburrida hasta hacerte añorar hacer cola en una sucursal bancaria para pagar el IBI. Cuando hice la entrada dedicada a «El Pianista» yo mismo hice unas pequeñas comparaciones entre esta y «La Lista de Schindler», a estos matices diferenciadores dedicaré la entrada.

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Walter White, la metamorfosis.

Antes de empezar con la entrada en sí misma comentar una noticia televisiva, la tercera temporada de «Spartacus» ya tiene nombre, «War of the Damned», aún está por emitirse en España la segunda, «Vengeance», pero la noticia sin duda es la confirmación de que con esa tercera entrega se acabó lo que se daba, ahora al lío.

Le he echado un ojo a la cuarta temporada de «Breaking Bad», una de las series estrella de AMC, antes de nada comentar que la quinta ya está confirmada y que será algo más larga de lo habitual, 16 episodios.

Breaking Bad 4

Mi historia con esta serie es definitivamente extraña, por lo general enseguida sabes si algo te gusta o no, yo después de tres temporadas aun estaba con la duda de si «Breaking Bad» me gustaba o no, si Vince Gilligan (el hacedor) es un genio o un plasta, como la tercera temporada acabó con un final (es lo que tienen los finales, que suelen acabar las cosas) de esos capaces de marcar un antes y un después pues nada, había que ver la nueva entrega de las aventuras del exprofesor y su ayudante en cocinar metanfetas.

No hay novedades importantes en el reparto, recordemos que este está encabezado por Bryan Cranston, junto a él Anna Gunn, Aaron Paul, Dean Norris, Betsy Brandt, RJ Mitte, Bob Odenkirk, Giancarlo Esposito y Jonathan Banks, en realidad no es lo único que no sufre cambios, ya que la historia, al menos a primera vista tampoco es que de un giro, había varias opciones para salvar esa última escena de la temporada anterior, eligen una los guionistas, de cualquier manera era evidente que White iba a seguir viviendo, o sea que más que el que si vive o muere la cosa era el cómo iba a seguir viviendo, la respuesta es, más menos como antes.

Y como antes sigue el resto de la serie, cuidada fotografía, notándose el interés del director al colocar las cámaras en cada escena, técnicamente de impecable factura pero lenta, da la sensación de que cada minuto se te hacen dos, y eso que sí, pasan cosas, pero no te llegan, indiferencia es la palabra, comenzaste a ver la serie por lo de antihéroes de los protas, pero ya nada queda de eso, Walter ha evolucionado ya tanto que sí, aunque sigue fuera de su ambiente ya no desentona, las pocas gotas de comedia negra que desprendía «Breaking Bad» parece que se han evaporado bajo el calor de Nuevo Méjico.

La cosa es que para los que somos más bien cortitos se nos hace complicado el interpretar tanta escena donde no hay ni diálogos, atracan un camión, vale, ¿por qué?, pues tardan dos capítulos en explicarlo, que te hagan pensar en ciertas cosas pues vale, se agradece, más que pensar reflexionar, pero para saber esas cosas pues no, curiosamente pasan cosas, muchas cosas, cosas importantes, los personajes en esta temporada evolucionan mucho, pero para mí el gran fracaso de la serie es ese, pasan muchas cosas y aun así se te hace bastante pesada, algo falla.

Evidentemente la cosa se acelera a medida que se acerca el fin de temporada, y también se evidencia lo que puse en el título, la metamorfosis del personaje principal, el exprofesor de química, personaje que nuevamente permite el lucimiento absoluto de Cranston, una transformación genialmente llevada a cabo.

El dramatismo, la tensión, las situaciones límites, se van apoderando de «Breaking Bad», ahí comienza otra serie, esa que te engancha, que te mantiene en vilo, por fin todos y cada uno de los hilos se reúnen en uno, ya sólo queda saber si volverán a hacer de calientapollas, dejándonos con las ganas cara a la próxima entrega o por una vez nos echarán un buen kiki, pero claro, si te lo cuento te jodo a ti el final.

Con todo, entonces, tenemos la pregunta, ¿me gusta?, pues claro, el sabor que más recuerdas es el último, y el regusto que deja es de verdadero manjar, porque toda la parte final merece mucho la pena, pero hay que tener en cuenta todo en conjunto, haciendo de balanza pues decidí dejar la respuesta para la quinta temporada, a ver si salimos de dudas.

Revolution Renaissance vuelven a la posdata, «A Lot Like Me» el tema.

¿Por qué me gusta el ciclismo?

Realmente mirando la cosa objetivamente pocos argumentos hay, se trata de un montón de tíos dando pedales durante un montonazo de kilómetros, la mayoría en los puros huesos, enclenques, feos, pedalean y pedalean hasta la meta y sólo ahí hay emoción.

Da la sensación de que además el ciclismo es un deporte donde la ingeniería médica en forma de dopaje está plenamente integrada, cuando ves a un ciclista meando en una cuneta si te fijas casi puedes ver que mea algo verde, alguno puede que al final en el último kilómetro comience a ponerse cachas, más feo aun y verde del todo y en plan «El increible Hulk» tire la bici sobre el público y se encabrone de lo lindo.

Y a pesar de esto, a pesar de no ser un deporte espectacular, a pesar de los casos de dopaje, que por cierto, si los hay es porque se buscan, resulta que el ciclismo me gusta, me ocupa y me preocupa, alguna razón habrá.

Y por supuesto que las hay, empezando por la variedad, poco o nada tiene que ver una clásica del norte, con una italiana, con una ronda por etapas de una semana o con una de tres, poco o nada tiene que ver subir el Tourmalet con la crono de París, poco o nada el treno de Cipollini con el US Postal en la CRE, bueno sí, tiene que ver que todo es ciclismo, y en ruta, pero los que pueden ganar en unas y son favoritos para ello en otras no se comen un colín, y viceversa, Boonen es un monstruo, Armstrong también, pero uno tiene imposible ganar el Tour y el otro lo mismo con la París-Roubaix
.

En fútbol por ejemplo el equipo que es bueno en la Copa es bueno para la Liga o para la Champions, podrá o no ganar luego, pero las condiciones de juego son siempre similares, en ciclismo no, el terreno de juego condiciona las condiciones y carencias, me diréis, «coño, pero el Madrid en fútbol sala no se comería una mierda», vale, pero es otro deporte, es fútbol, pero sala, como el ciclismo tiene el ciclocross o la BTT, pero hablamos de que sólo en ruta la variedad de carreras y ciclistas es tremenda.

Mirad cómo es la cosa que eso de que «el todo es más grande que las partes» en el ciclismo es una mentira, tanto como que dejé de ser veinteañero hace semanas, ejemplo, cuando existía la Copa del Mundo era más importante ganar «Tour de Flandes» o Roubaix que la propia general, con el Pro Tour lo mismo, cualquier ciclista cambiaba ganar la general de esa clasificación por ganar alguna de las carreras que la integraban, léase por ejemplo el Tour.

Luego está la cosa de la incertidumbre, del no saber cómo y cuando se decidirá la carrera, puede ser en el último kilómetro, pero puede ser antes, puede haber sprint, pero.. ¿y si llegan los fugados?, y claro, si llega, ¿ganará como siempre el italiano?, ¿esperarán al último puerto?, ¿al Poggio?, ¿al último tramo de pavés?

«Emboscada en el bosque de Aremberg», no jodas, si acojona y todo, puede ser el título de una peli de la II Guerra Mundial,
«Ataque en el Kopenberg», «La batalla de los Alpes», épica pura señores, luego no están ahí dándose de tiros no con la lanza en ristre, pero la magia de los escenarios, su misticismo en ocasiones presta a enamorarse de este deporte, ¿quién no recuerda alguna etapa sobre la nieve, la lluvia o el calor extremo?

Me gusta el ciclismo, porque además, como en alguna ocasión hemos tratado es un adelantado a su tiempo, nunca tuvo fronteras, ni problemas de cupos de extracomunitarios, tú puedes montar un equipo en Suiza y llenarlo de ciclistas de 20 países que nadie se extrañará, como nadie se extrañará de que ciclistas de equipos rivales sean solidarios cuando la situación lo requiere, «toma Gino, bebe».

Recuerdo mis primeras carreras con Arroyo en el Tour en el que hizo podium, vagamente eso sí, porque soy bastante joven aunque parezca lo contrario, gloriosos años los ochenta, los bares se abarrotaban viendo las desventuras de Ángel Arroyo, Perico Delgado o Marino Lejarreta, los críos jugábamos a «ciclistadas» con chapas, las radios competían a ver quién cubría mejor y durante más tiempo las carreras, salías de clase a toda leche para poder llegar a ver el fin de las etapas, jovenzuelos de hoy ni se pueden imaginar que hubo una época en la que el ciclismo rivalizaba seriamente con el fútbol, y no exagero, durante el tour o la Vuelta el Marca por ejemplo dedicaba 12 o 14 páginas a la carrera, la gente por la calle hablaba de ciclismo, podías apuntarte a varias porras con amigos…

Ahora sólo gracias a internet podemos charlar sobre esto, somos menos, pero fieles, vemos imágenes como esta….

Devolder en Flandes

….y nos ponemos casi cachondos, para la inmensa mayoría les hablas del Tour de Flandes y te dicen «bah, si esa es llana y no la conoce ni Dios», les hablas de la «Flecha Valona» y te sueltan, «sí, esa peli ya la he visto, de las mejores de Robin Hood», aficionarse ahora a la Fórmula 1 es sencillo, al tenis igual, al ciclismo no, porque pagamos el ir de cara, aquí a los tramposos les cazan y son sancionados, pero porque son buscados, no hay más.

Salvo excepciones, como pueda ser por ejemplo Euskaltel no hay esa identificación tan estrecha con un equipo como lo hay por ejemplo en fútbol o basket, que te impide incluso disfrutar de las virtudes del rival, en ciclismo incluso los del Euskaltel-Euskadi disfrutan de una llegada como la de Ballan en el Mundial, el cambio continuo de equipos y patrocinadores quizá propicie eso, pensad el mero hecho de que todos suben juntos un gran puerto del Giro o el Tour y muy muy muy y mil veces más «muy» rara vez un aficionado de un ciclista intenta hacer el mínimo daño conscientemente a un rival, ¿os imagináis a Etoo metiendo goles al Madrid en el Bernabeu con centenares de hinchas rivales a su lado?, ¿o a Figo lanzando corners en el Camp Nou con la camiseta blanca con los Boixox nois a su nuca y sin valla o protección alguna?.

La afición ciclista comparte bocatas y cervezas en las cunetas de la carretera mientras esperan pacientes e ilusionados a sus ídolos, se mezclan, se intercambian números de teléfono, direcciones de correo y si hace falta a las parientas, animan codo con codo a los suyos sin agredir al rival, eso mis queridos amigos es la esencia del deporte, de la deportividad, del respeto, y eso en pocos deportes de élite se da, hay piques claro, pero lo dicho, mientras un forofo del fútbol ve al Cristiano Ronaldo rival a tiro y le pega un botellazo en ciclismo no me cabe duda que si lo ve pasar a su lado incluso le aplaude, esa grandeza y no quiero ser pesado, sólo está en el ciclismo.

Revolution Renaissance ocupa la postdata, estos fineses fueron un invento de Timo Tolkki, un proyecto acabado, comenzaron sin demasiada chicha, hicieron un segundo disco bastante bueno y acabaron con otro que lanzaron sólo por compromisos con la discográfica, del primer LP, «New Era» este «I Did It My Way», con Michael Kiske a las voces:

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