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La felicidad está ahí, sólo tienes que desearla de veras.
Flácido miró su reloj, era la hora, todas las noches acudía a la hora del cierre del bar de Paco, le ayudaba a recoger, barría, colocaba sillas y demás, a cambio Paco le daba un café con leche y un chupito de pacharán, Paco era quizá la única persona a la que Flácido podía considerar algo parecido a un amigo, cosa triste porque su relación se basaba únicamente en ese momento del cierre nocturno y desde hacía menos de seis meses.
Hace tres años la vida de Flácido era muy distinta a la de hoy, casado felizmente, un buen trabajo, dos preciosos hijos, cuando recordaba esos días siempre maldecía su mala suerte, sin saber bien aun cómo pudo suceder todo tan rápido, su despido, su divorcio, los impagos, la pérdida de la casa, los problemas con su ya ex-mujer, en poco tiempo pasó de una cómoda vida a la realidad de su situación actual, vivir, malvivir en la calle.
El hombre que daba la mano flácida, pero optimistamente.
El hombre que daba la mano flácidamente siempre fue optimista, hay quien piensa que alguien que da la mano flácidamente no puede ser optimista, como si tuviera que ver los cojones con comer grillos, Flácido siempre encontraba el lado bueno de las cosas, hasta pensaba que los pesimistas lo eran por no ver que da igual que la botella esté medio llena o medio vacía, lo importante es tener más botellas.
Siempre compartía las botellas de leche con su novia, tenía una novia preciosa, ganada precisamente por su eterno optimismo, a ella le hacía sentir bien, tanto que un día se lió con su mejor amigo, llegados a este punto tendrás la tentación de pensar que nada tiene que ver una cosa con la otra, lo sé, pero es que era así de japutas, «te he puesto los cuernos porque me hacías sentir bien», le dijo a Flácido, Cualquier otro se hubiera hundido, Flácido no, pensó enseguida en la parte buena del asunto, la leche me durará el doble, y eso la de las botellas, la otra ni te digo, para cuando salgan los espermatozoides tendrán hasta diez años cotizados.
Esos jodidos pesimistas.
Dicen que un pesimista es un optimista bien informado, que si la botella medio llena, medio vacía, ¿cómo la ves?, pues si la estás llenando medio llena, si la estás vaciando medio vacía, yo siempre pensé que el ser humano tiene algo de exceso de dramatizar, que nos mola dar pena vaya, qué vieja y ruin táctica la de dar pena, «es que ayer se me murió la abuela», para ligar en la disco, que te abracen y consuelen y tú ya aprovechas y pillas cacho, yo jamás usaría una táctica tan sucia, bueno, alguna vez pero ya en plan último recurso, mas no me funcionaba demasiado, «hermosa damisela, ayer se me acabó el colacao y tuve que desayunar leche sola, déjame abrazarte para que me consueles y así apoyarme en ese par de melones que están pidiendo a gritos ser devorados», y no te jode que la tipa me soltó una hostia.
Pero sí, a la peña le mola dar pena, somos de contarnos desgracias, que si tengo piedras en el riñón, que si me han echado del trabajo, que si mañana me caso, si te fijas nadie cuenta en el bar que a la noche echó un polvazo de campeonato, no, lo bueno se calla, se cuenta lo malo, nos mola deprimirnos y entristecernos, pensar que nos va todo fatal, ser pesimistas en definitiva.