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«The Shield», delicadeza policial.

Escucha, te propongo algo, si no tienes nada mejor que hacer deja que te hable un poco de «The Shield», «Al Margen de la Ley» traducida al cristianés, sí, una traducción cojonuda, eso sí, si tienes posibilidades de echar un cohete, de echar un mus o de apretarte unas cigalas pues nada, corre.

The Shield

Siete temporadas nada menos lleva emitidas esta serie creada por Shawn Ryan para el canal FX, responsable de «Hijos de la Anarquía», el canal pertenece a la FOX, usándolo esta como una especie de «canal macho», ¿de qué va?, pues del día a día de una comisaría de policía de Los Ángeles, en los Estados Juntitos, el reparto lo encabeza Michael Chiklis («No Ordinary Family»), este también figura como productor en los créditos y es protagonista involuntario de algo que comentaré luego, cuenta con gente tan conocida como Glenn Close o Forest Whitaker, amás amás de por ejemplo CCH Pounder («Bagdad Café»), Catherine Dent (secundaria habitual, apareció por ejemplo en «Los Soprano»). Walton Goggins («Justified»), Jay Karnes y Kenneth Johnson (ambos salen en «Hijos de la Anarquía») o Benito Martinez (este saldrá en la cuarta temporada de «Sons of Anarchy»), obviamente el reparto es inmenso, pero ya me he hecho bastante el listillo como para quedar bien.

Una vez visto el piloto te queda la sensación de ver una mezcla entre «The Wire» y «CSI», tiene la estética de la primera (salvo por los movimientos de cámara, ciertamente mareantes en ocasiones), los personajes parecen reales, hablan como esperas que hable la gente real y se comportan como puedes suponer que se comportan en una comisaría con tanto trabajo, pero la manera en la que van resolviendo los casos te recuerda más a la otra, a la de Horatio y colegas, todo les sale a la primera, los acusados cantan y las nubes se levantan.

La cosa efectivamente va un poco por ahí, en cada capítulo aparecen casos nuevos, la mayoría de poca monta, siempre resueltos en base a interrogatorios donde el acusado o testigo de turno se derrumba siempre, aparte tenemos digamos la historia troncal, con los recurrentes polis corruptos, jefes trepas, asesinatos, drogas, rencillas entre compañeros etc etc, la cosa va entreteniéndote, sin más, los diálogos en ocasiones están bastante currados y conseguidos, acción tiene de sobra, tiene situaciones que no te crees, como que unos polis retengan contra su voluntad a una estrella de la NBA y no pase nada, en general toda la impunidad con la que vive el grupo de asalto te resulta demasiada, no te la acabas de creer, una cagada se puede tapar, dos vale, tres ya es demasiado, un par de ellas por capítulo… pues eso.

La manera de resolver los casos mediante los interrogatorios pues también chirría un poco, quizá se explique conque la comisaría se estableció en una antigua iglesia y los acusados sientan la llamada del señor para confesar los pecados y delitos, eso sí, hay que reconocer una cosa, los delitos y delincuentes que pasan por las salas de interrogatorios pues son bastante atípicos, interesantes en muchos casos.

Luego está el tema de que a medida que avanza la serie aparte de las andaduras del grupo de asalto (que tiene sus momentos realmente chulos) y de la labor meramente policial, de las corruptelas varias y tal, comienzan a perfilar los personajes, metiendo tramas paralelas en las que vamos conociendo sus vidas, sus familias, sus sentimientos, haciéndolo de una manera que no aburre, como suele pasar en otros casos, léase «Mad Men».

Hay que tomar esta serie como lo que es, entretenimiento puro y duro, revestido de cierta denuncia social, pero ante todo es eso, entretenimiento, ritmo, ritmo que va a más a medida que avanzan los episodios de cada temporada, donde se cierra digamos la trama principal manteniendo alguna secundaria, quedándote ganas de seguir con más episodios, cierto es que con el paso de las temporadas se nota un poco más de acidez y realismo en los argumentos, pero vamos, que no parece que sea esto su objetivo.

Eso sí, la serie es muy sincera para el espectador, no usa artificios tipo «sustos fin de episodios» estilo «True Blood», no los necesita para engancharte, tampoco es de esas que funcionan temporada a temporada, dejando todo para los últimos capítulos de cada una estilo «Dexter», no hay episodios de relleno, no hay momento para el aburrimiento, creo que los responsables han tenido muy claro lo que querían ofrecer y al contrario de lo que pasa en otras series no se traicionan a sí mismos, no buscan imitar a nadie sino que otros les imiten.

También está el tema de que en sus siete temporadas desfilan toda una serie de personajes a cada cuál más variopinto, en papeles más o menos importantes, alguno famoso, como los citados antes Glenn Close (que está realmente bien) y Forest Whitaker, también Kurt Sutter, productor también de la serie y que hace un personaje de esos golosos golosos, sin apenas escenas pero con una presencia en la trama similar al Keyser Soze de «Sospechosos Habituales», las historias van ampliándose y complicándose, unas aparecen, se van y vuelven dando esa sensación de «Guadiana» que no es que le haga mucho bien a la serie, en fin, lo dicho, no pasará a la historia pero desde luego las hay mucho peores.

Retomemos para acabar a Michael Chiklis, de él no voy a comentar mucho, pero sí del actor que le dobla al cristianés, esta serie me la he visto mitad y mitad en VOS y doblada, normalmente suelo alabar el trabajo de los actores que doblan las voces, en esta serie hacen un gran trabajo, casi casi ni te fijas si la ves de una manera u otra, pero cuando doblan al personaje de Chiklis, el jefe del grupo de asalto, la cosa cambia, el actor, Chiklis, tiene una voz muy muy peculiar, yo no entiendo mucho de voces, pero te diré que suena casi a susurro, ronca, nada estridente, todo lo contrario a cómo suena la voz del actor que le dobla al castellano, alguien se equivocó aquí, porque ya digo que en el resto de personajes la cosa está bastante bien, pero vamos, mera anécdota.

Para la posdata Metallica, con uno de sus temas más conocidos, más interpretados en sus conciertos y más versionados, «Nothing Else Matters»

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