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Los excesos de Schindler.
No me gustan las risas enlatadas de las «Sit-com», creo que el hombre (en genérico) tiene la suficiente capacidad como para saber si algo es gracioso o no, al menos lo que es seguro es que sabe si lo que escucha o ve le resulta gracioso a él, me toca la moral (y los cojones, pero no es este un blog para malhablados) que me hagan notar que lo que estoy viendo es gracioso. No voy a hablarte de comedia, voy a contarte sobre Spielberg, sobre «La Lista de Schindler».
No te voy a negar que para mí el tito Spielberg hace tiempo que perdió la magia, sus últimas pelis me parecen una sucesión de truños, «War Horse» sería ejemplo de peli suya entretenida, pero insustancial e insultante para sus primeros títulos, «Lincoln» sería ejemplo de peli con sustancia, seria y sin tufo a Walt Disney, pero aburrida hasta hacerte añorar hacer cola en una sucursal bancaria para pagar el IBI. Cuando hice la entrada dedicada a «El Pianista» yo mismo hice unas pequeñas comparaciones entre esta y «La Lista de Schindler», a estos matices diferenciadores dedicaré la entrada.
«Love Actually», el lado moñas de la vida.
Hoy uno ha gozado de una experiencia de esas que te llenan, estuve escuchando samples de ese inminente nuevo disco de Helloween, para celebrarlo y aunque no tenga relación alguna gustaríame dedicar esta entrada a Money, ya que es una de sus pelis favoritas, nada, ahí va, con cariño.
Estábamos yo y mi lado moñas en plena noche de Rodríguez en agosto, ahí los dos en el sofá, batiendo el record de tocamientos de huevos, acabábamos de cenar un paquete de bocabits y una bolsa de cacahuetes, las digestiones pesadas requieren reposo absoluto, en la tele, en un canal de esos raros, dan «Love Actually», hago amago de coger el mando, pero como queda lejos, como a 30 centímetros va mi lado moñas y se aprovecha.