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«True Blood» y la vuelta a los orígenes.
Pues nada, que me he visto la quinta temporada de «True Blood», la serie que Allan Ball, creador de esa maravilla llamada «Six Feet Under», hizo para la HBO, de las anteriores ya te conté en su momento, aquí y aquí, veníamos de una cuarta temporada desesperante casi, donde aparecían bichos raros a tutiplén, perdiendo la cosa claramente la esencia, ser una serie sobre vampiros.
Así pues uno esperaba con ansia esta nueva entrega, donde se suponía que esos, los vampiros, volverían a ser los protagonistas casi absolutos del asunto, dejándonos de hadas y chuminadas, coño, que daba la sensación de que de seguir a ese ritmo aparecerían ya gnomos, trolls, los tres cerditos y hasta algún ser en extinción como periodistas objetivos. Es curioso lo de esta «True Blood», no alcanza ni de lejos la calidad de otras series hermanas de canal, pero engancha que no veas, si no te la tomas en serio es disfrutable como pocas, escenas que se pasan volando, acción a raudales, ritmo desenfrenado, sangre y sexo más o menos explícitos, hasta la música influye en que todo transcurra con una agilidad fuera de lo normal.
La inevitable, pero mejorable, muerte.
Estaba yo pensando en cosas de líderes de opinión, cosas que claro, a ti, como simple mortal, se te escapan, qué se yo, por qué todo junto se escribe separado y separado todo junto, la tensión de las relaciones diplomáticas entre Formentera y Cabrera, la conveniencia o no de un tercer seno femenino en la espalda… cosas que alguien debe considerar para que avancemos como especie. Pues nada, estaba yo en esas cosas cuando reparé, como reparan los genios en las cosas, por casualidad, en que hay dos cosas ciertas en esta vida, una, cuando comes chorizo, no, no engorda, engordas tú, el chorizo adelgaza a medida que te lo comes, dos, todos moriremos.
Una cosa, si por lo que fuera tienes una muerte reciente mejor que no leas, soy de tomarme prácticamente todo a broma, soy además de usar poco el buen gusto, más bien soy zafio y malhablado, es probable que si tienes cierto dolor por la pérdida de un ser querido te sientas ofendido, también si eres de los que piensan que no está bien trivializar con estas cosas, como yo lo haré pues lo dicho, es mejor casi que pases del tema.
Hace poco estaba viendo una peli alemana, «Isenhart», de esas de época medieval, no está mal por cierto, bien, en una escena condenan a muerte a un hombre, inocente por cierto, ¿cómo le «ejecutan»?, pues enterrado vivo, mas los muy cabrones encima le ponen un tubo en la boca, tubo que sale a la superficie, para que aun enterrado pueda respirar, muerte más cabrona difícil. Claro, viénete a la cabeza también «The Tudors» coño, en esos tiempos sí que sabían como putear al condenado, ahí colgándolos, descolgándolos, destripándolos, cortándoles los genitales, quemándoselos, de ahí al otro extremo, «Torchwood», donde un alien en forma de tía buenorra literalmente te mata a polvos, la muerte deseada por todos.
Al final claro, morir te mueres, la cosa es cómo, con cuánto dolor, ensañamiento, pues nada, ya que nos vamos a morir al menos vamos a ver que en el fondo lo haremos de una forma casi indolora comparado con lo que ha habido en la historia de la humanidad, de esto se trata, de ver alguna de las muertes más horrendas que han sucedido.
Sin duda alguna una de las minas de oro para este tipo de cabronadas es la Edad Media, donde se inventaron multitud de aparatos y métodos de tortura, muchos de los cuáles tenían un inevitable desenlace fatal, imagínate, el preso tumbado e inmovilizado, se le coloca en el vientre una jaula, dentro una rata, empiezan ahí a tocarle los huevos a la rata hasta que esta comienza a escarbar en la carne, (algo parecido sale en la segunda temporada de «Game of Thrones»), muy agradable desde luego no debía resultar. «La doncella de hierro», la hostia ya en lo que a crueldad se refiere, para quien no sepa de qué va el tema, imaginaos como una especie de sarcófago, donde es encerrado el «indeseable» de turno, ya sólo con encerrarle vivo ahí la cosa tendría su miga, pero es que encima el interior estaba lleno de puntas situadas en lugares estratégicos, que se clavaban en el reo, produciéndole inmensos dolores pero sin tocar puntos vitales, por lo que la agonía se prolongaba días.
Otra de la época, muy usada por la inquisición, meter al reo en un caldero y cocerlo vivo en plan caníbal africano, pero comenzando con el agua fría, para que durara el espectáculo, se calcula que pasaban hasta 20 o 25 minutos desde que comenzaba el guisado hasta que el preso moría.
Qué decir del empalamiento, famoso por haber sido el método favorito del verdadero Drácula, se colgaba al prisionero en una estaca, que se introducía por el ojo trasero, la estaca, afilada, iba abriéndose paso por el cuerpo del reo hasta causarle la muerte, pero ojo, siendo este, Drácula, el principal valedor de esta noble tradición no fue su inventor, ni mucho menos. Asiria, en la más remota antigüedad, parece ser la fuente de este método, utilizado también por Dario I, el famoso rey persa.
Otro curioso método es el llamado «la rueda», simple, pero efectivo, se ataba al preso a una rueda de moler grano, metiendo luego rueda y preso al agua, al menos estos eran igual de crueles con ambos, que la rueda también se mojaba, evidentemente el prisionero se ahogaba sí, pero claro, al mismo tiempo el peso de la rueda iba haciendo su función, destrozarle literalmente, con lo que la putada era doble.
Mil y una, noches, sí, pero también heridas, cuando se habla de tortura china es referencia este método, sin duda, con precisión milimétrica el verdugo hacía eso, mil y una pequeñas heridas al pobre ajusticiado, de tal manera que ninguna de ellas resultaba mortal, pero entre todas y tomándose su tiempo, y la consecuente agonía del preso, lograban acabar con su vida, resultaba tan cruel que se reservaba sólo para casos especiales.
«Suplicium Ad Bestias», también conocidísimo método, esto es eso de «a los leones», toda una tradiciónde la antigüedad, sobre todo en la época del glorioso Imperio Romano, había múltiples variantes, o se echaba al preso sin más a la arena, o se le untaba además de algún tipo de reclamo para las bestias, o se les ataba a postes, otra cosa no, pero imaginación les sobraba, mala hostia también claro, por que encima achuchaban a los leones o animal salvaje de turno, para enfurecerles, todo esto con el público pasándoselo de cojones, cosas de las tradiciones, que todo lo justifican. Quizá lo que menos conocido sea de todo este asunto sea que el animal que mataba y devoraba al preso luego era sacrificado también, al considerarlos ya «impuros», claro, es que para lograr la pureza de alma, espíritu o lo que sea no había nada como zamparse unas pipas viendo devorar al cristiano, ojo, al respecto de esto, decir que ni mucho menos los cristianos fueron los usuarios en exclusiva de los banquetes de los jugadores del Athletic, no, fue algo bastante común y generalizado con todo tipo de gente.
En fin, que esto da para la leche, pero tampoco es plan de torturaros, comentar por encima pues eso, el famoso garrote vil, la hoguera, la decapitación, uno muy curioso, desendestinar vivo al preso, uno que se practicó en la gloriosa conquista española de América, sacar fetos a las nativas embarazadas y quemarlo delante de ella, desollar viva a una persona (o sea, quitarle la piel), aplastamiento por elefantes, meter vivos a varios presos en la estatua de un toro y pegarles fuego (toro de Falaris), el famoso sacrificio visto en «Apocalypto» (solo que era practicado por los aztecas y no por los mayas)..
Hoy en día siguen produciéndose casos realmente acojonantes, y dejamos ya el tono de broma, muchos, mafias de todo tipo, señores de la guerra, si algo sobra son cabrones, pero hay un caso particularmente sangrante para mí, las lapidaciones, legales, que se producen en algún que otro país donde rige la ley de la Sharia, ley que claro, es interpretada como le sale de los witos al juez para hacer eso, legal, una de las más inhumanas formas de acabar con la vida de una mujer, porque claro, casualmente siempre son mujeres, pero, hay que respetar todas las culturas, eso se dice ¿no?.
Iced Earth para la posdata, el tema: «Horrorshow Dracula»
S.O.A 3, pues vaya….
Pues resulta que estoy viendo la tercera temporada de «Sons of Anarchy»
Recordemos brevemente que se trata de una serie del canal FX, creada por Kurt Sutter («The Shield»), que por cierto, en esta tercera temporada se dedica a escribir, dirigir y producir, no apareciendo ya en escena, por contra aparecen personajes, y por lo tanto actores, nuevos, el veterano Hal Holbrook, Kenneth Johnson, James Cosmo, un rostro conocido por aparecer en «Braveheart» o «Troya» por ejemplo, apareciendo aquí como cura irlandés y miembro del IRA y Paula Malcomson («Deadwood»).
Aquí la cosa es que la trama se centra en las relaciones de los moteros californianos con el IRA, trasladándose parte de la acción a la propia Irlanda, a la del norte más concretamente, de lo que se trata es de coger una historia que daría para 90 minutos y estirarla para cubrir trece episodios, aparte de la trama principal se mantienen otras menores que sirven para eso, para tapar huecos y que no se note tanto que en realidad la historia da para bien poquito.
Sigue estando la cosa llena de escenas de esas llamadas increíbles, llamadas así no por lo buenas que son sino por eso, porque no hay Dios que se las crea, es de lo más normal que un tío se líe a tiros, le detenga la policía y coja el nene, Charlie Hunnam, y se lía a ostias con él, con la poli mirando, total, qué más da que se lo cepille y nos quedemos sin poder interrogarle siquiera, o qué más da que el hecho de hostiar a un tío, por mucho que sea un asesino, no sea considerado por la pasma como motivo para intervenir, más que nada porque el hostiador también es un tío que tiene alguna muerte a sus espaldas.
El tema está en que se dibuja una línea argumental y luego se cuidan muy poco los guiones para cumplir el objetivo, los personajes actúan sin ton ni son (qué grandes teles), matan a gente que apenas les ha hecho nada y a los que de verdad les putean les dejan vivir, como poco o nada tiene sentido te pasas la serie diciéndote «pues vaya», a algún que otro le acabas cogiendo hasta manía.
De lo mejor, que la parte irlandesa de la serie gana, sí, hay cosas que repatean, como que recurran a lo más típico de los culebrones como relaciones pasadas que salen a la luz, hijos ocultos y tal, pero en general casi agradecerías que hubieran cortado el rollo de los chapas de los moteros y se hubieran dedicado a hacer de cero una nueva serie con el IRA como única línea argumental.
El tema no es que la serie aburra, que no lo hace, sino que te chirría, lo bueno que tiene es que si no eres demasiado exigente con la verosimilitud de lo que vas viendo puedes llegar hasta a disfrutar, porque de las tres temporadas emitidas en España esta es sin duda la más densa, la que más cosas cuenta, por otro lado hay que decir que la banda de moteros, como tal, pierde protagonismo, sí, salen constantemente, pero como grupo apenas se desarrolla su historia, los Tig (Kim Coates), Bobby (Mark Boone Jr.) o Chibs (Tommy Flanagan) aparecen, pero de meros acompañantes, sin que sean protagonistas en ningún momento, a ver si la cuarta temporada nos los trae de vuelta.
Eso sí, el final de temporada realmente espectacular, entretenido, precisamente porque la serie vuelve a sus orígenes, eso es quizá lo que me haga esperar eso, a verles de vuelta a ver si se dejan de meterse en camisas de once varas y se dedican a ofrecer lo que mejor saben ofrecer.
Iced Earth ocupa la postdata, la banda de Jon Schaffer, estos americanos pueden ser etiquetados como nos salga del miembro, uno ha leído que si power, que si speed, que si thrash, para mí es uno de los grupos que más ejemplo dan de lo que es hacer Heavy Metal en condiciones, sin más, durante su dilatada trayectoria como grupo han tenido más cambios de formación que las que te chupas si eres parado de larga duración, de ellos este trallazo, «Ten Thousand Strong»