Archivo

Posts Tagged ‘Hijos’

Mi solución a la educación infantil, «Os voy a soltar una hostia bien dada».

A cuentas del detonante de todas las tramas de esa serie de la que hace nada te hablé, «The Slap», he reparado en la falta que hay de métodos educativos en condiciones, los padres se encuentran solos ante sus retoños sin un manual que les guíe. Cierto es que el padre ya sabe algo de eso de manejar seres humanos complicados sin manual, porque tiene eso, a la madre de la criatura, que ojo a quien entienda a una mujer, si hablan casi en taquigrafía las jodidas.

Pero no nos desviemos del tema, como digo, tienes hijos, ni puta idea de qué hacer con ellos para enderezarlos, seguramente alguien ahora diría, «yo sí yo sí, yo soy un/una padre/madre de puta madre y mis hijos son seres angelicales cuya mayor travesura y/o hijoputada realizada ha sido echarle un grano de azúcar más a su hermanito en el colacao. Venga, permíteme que me descojone anda, reconoced que vuestra vida como padres es un infierno, que suplicáis por un método infalible para enderezar a esos diablos que tenéis como hijos. Pues aquí lo tenéis, «Os voy a soltar una hostia bien dada».

Leer más…

Ay la nostalgia.

«Quiero ver el coño de mi madre». A ver, no pienses mal, mejor de momento ni pienses nada, esa frase es uno de los términos de búsqueda con los que me topé dentro de las estadísticas del blog, como para tomar en consideración las visitas que tiene uno, porque no es solo ese, «foca gay», «se te ve el coño» (este debe ser el mismo del principio una vez logrado el objetivo) o «famosa herida en el buyacas» son alguna de las cosas con cuyos resultados al buscar en google vienen al sitio este, pero no va de eso, que ya hablamos, el tema, volvamos al enfermo del principio.

Digo yo, o es un enfermo salido, que pudiera ser, o quizá simplemente un nostálgico, que ya sabes como nos mola recordar batallitas y cogorzas, quizá el tipo se sintiera tan a gusto en el parto que quiera recordar el asunto, que a ver, es como digo yo siempre a las mujeres, no tengáis prisa en retirarle el pecho al niño cojones, que no os imagináis lo que nos cuesta pillar otra luego, es pues, de la nostalgia, de lo que quiero hablarte.

Leer más…

La dichosa paternidad.

Aunque bien pudiera parecer lo contrario uno, desde hace muchos años, sabía que estaba destinado a ser padre, más concretamente desde que la parienta, entonces novia aun, me lo propuso como se suelen proponer esas cosas, en medio del polvo, es más, sabía yo que la primera tenía que ser niña, mucho antes de hacerla ya tenía nombre, nombre femenino claro, de haber nacido varón pues el problema era evidente.

Hay que decir que uno esperaba el momento de ir a por la criatura con ansia, no porque tuviera prisa en ser padre, por intentarlo, que es lo mejor del tema, son los únicos momentos en los que te metes en la cama y nada, tú en tu esquina, sin necesidad de pedir sopitas, ella viene, porque le interesa claro, eres un mero instrumento, pero seamos sinceros, no nos quejamos. La mala hostia del asunto es que uno es fértil, sí, por desgracia, tú escuchas a amigos ahí, meses y meses intentándolo, meses y meses de sexo a cualquier hora, lugar, el cielo para un salido como yo, coges, vas tú y a la primera de cambio aciertas. Leer más…

Madre, no hay más que una.

Hace un tiempo dediqué una entradita de estas a la figura de mi padre, claro, obligado era hacerla a mi madre, si hay una frase cierta es esa de «no hay nada más sagrado que una madre», sin duda, debe de haber algún tipo de vínculo por ahí, inexplicable, que nos hace adorar a esa mujer, la que nos dio la vida, la que nos crió.

Yo soy el pequeño de todos los hermanos, así que cuando quise tener uso de razón ya veía a mi madre viejecina, digo vieja sí, reitero que lo de «mayor» es una chorrada como un templo, nada tiene de malo envejecer, de hecho es lo que casi todo el mundo desea, cansada, siempre cansada, además, para cuando quiso ver a sus hijos pequeños más o menos independientes (y con eso me refiero a ocho añitos) ya era abuela, toda una vida dedicada a criar renacuajos y renacuajas (bueno, renacuajas sólo a una, mi santísima hermana).

ChisteTodos sacamos cosas de nuestra madre, yo también claro, mi madre es de las que llegan con tiempo a todas las citas, cuando digo con tiempo me refiero a mucho tiempo, el cole lo teníamos a escasos 5 minutos, pero siempre salíamos media hora antes, «por si acaso», claro, eso en primavera hasta estaba bien, jugabas un rato antes de entrar, pero en invierno resultaba algo incómodo, mi padre solía decir que cuando mi madre se quedaba embarazada ya se iba para el hospital, a pillar sitio para parir, esa es una de las cosas que más claramente he heredado de ella, aunque no siempre claro, me acuerdo el día de mi boda, con toda la familia esperando para ir a la iglesia y yo con mi hermano tomando pacharanes, esa cara que puso es de las que no se olvidan.

Mi madre creo que se vio siempre superada por sus hijos, una panda de cabrones en general, lo intentaba, tenía la zapatilla desgastada de zumbarnos el culo de pequeños, daba igual, si hay algo que tengo grabado a fuego son dos frases suyas, frases que incluso hoy se las repito para hacerla reír, «esto ya es mear fuera del tiesto», que tiene su miga a la hora de comprenderla y ojo, la mítica, «me tenéis harta y tupida»…. a ver, harta, harta vale, es entendible, pero… ¿tupida?, ¿qué coño era «tupida»?, la cosa es que daba igual, tú escuchabas la palabra «tupida» y salías por patas, a ver si pillaba a otro antes que a ti, eso era sinónimo de zapatillazo.

Fue poco a la escuela, pero coño, cómo aprovechó la cosa, esas listas de la compra con las «azanahorias» y los «guevos», pero sobre todo, esas matemáticas, raíces cuadradas y pijadas de esas no, pero a sumar, restar, dividir y multiplicar no la ganaba nadie, administradora genial, todo era «para el mes que viene», nunca pasamos hambre, cosa inexplicable, una familia tan numerosa con un sueldo más bien escaso, gracias a mi madre claro, ropa heredada, remendada, el peluquero era un extraño, para qué si estaba ella, en un plis nos cortaba el pelo a todos, vergüenza pasabas cuando ibas con ella a comprar muebles, ahí siempre regateando con el vendedor, siempre le sacaba algo, unas sillas, una mesa, unas sartenes, lo que fuera, la cosa era sacar algo. Todos hemos oído, o eso creo, alguna vez lo del vaso de la nocilla, ibas tú a ponerte el bocata, «Ama, se ha acabado la nocilla», venía ella, «anda quita», qué arte arrebañando, sacaba pa tres bocatas, esas cosas sí, no son mitos, son ciertas y sólo una madre es capaz de hacerlas.

Previsora, maniática a veces, había que ser dignos, siempre guardaba un pijama nuevo a cada uno por si nos pasaba algo y había que ir al hospital, acojonante, mira que le decíamos que eso es de gafes, yo creo que porque tenía poco sitio en casa, que si no nos compraba un ataúd a cada uno, no fuera a ser que la palmáramos y tuvieran que enterrarnos empapelados con cartones. Esa es otra, luego dicen que una madre no trabaja, los cojones, como empapelaba la tía, ahí en la mesa de la cocina encolando, encajando las juntas, papel que se pudiera luego repintar claro, que no estábamos para derroches, esas imágenes de mi madre dándole a la brocha me vienen a la cabeza cada vez que llamo a un pintor, cómo cambia la vida coño.

Realmente lo extraño es que no estuviera siempre cansada, eso era dedicación, claro, a veces no podía, no podía porque eran demasiadas cosas, y nosotros sí, muy cabrones, si nos decían en el cole que el vino era malo había que comprobarlo, mi hermano con cinco años lo hizo, se trincó un litro así por las buenas, al hospital, mas el muy guindilla se escapó, si es que el que no le diera un infarto con tanto stress es algo inexplicable, sólo así se pueden perdonar sus pequeños errores, como cuando me puse malo y el médico me dio un medicamento, «cada ocho horas señora», cada ocho horas me daba un jarabe apestoso, «no me gusta amatxu», «te lo tomas y punto, que me tenéis harta y tupida», ¿malo?, malo no, malísimo me puse, porque no era jarabe, era una especie de pomada para darme por el cuerpo, da igual, a una madre esas cosillas se le perdonan siempre.

Eso sí, ser el pequeño tiene sus ventajas, creces, tus hermanos van emigrando, te quedas sólo, es la polla, cuando más me ha mimado mi madre ha sido ya de mayor, comías, te levantabas de la mesa, besito a tu madre «bueno, me voy a echar la partida», «vale hijo pásalo bien», hay cosas que las cuento y nadie se las cree, como que con veintimuchos años mi madre me llevaba el colacao a la cama para que pudiera desayunar rápido y volver a dormir, coño, eso era vida, alguna vez se lo he sugerido a la parienta y no, no es lo mismo, si ya te digo, madre sólo hay una.

Helloween, sólo los más grandes pueden «posdatear» a la más grande, «In The Middle Of A Heartbeat»

Categorías: Tonterías Etiquetas: , , , ,
A %d blogueros les gusta esto: