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¡Espartanos¡, matad a los 300 (sin acritud)

Vamos con la segunda parte del destripamiento de «300», ahora más que destripar los enormes errores históricos de la peli intentaré mostrar un poco por encima cómo eran auténticamente los espartanos.

En cuanto a que «300» es fiel a un cómic… pues me parece bien. El cómic lo compra al que le gusta ese tipo de publicaciones, por lo que su repercusión es bastante menor. El cine, no, la gran pantalla llega a todos, en Europa la película causó furor, batiendo récords. Y puestos a hacer una película de historia, qué mejor que basarse en hechos reales, y más cuando éstos tienen elementos épicos que superan al cómic. Y lo que no deben hacer es crear confusionismo tergiversando hechos históricos que pertenecen a un legado histórico que es patrimonio europeo, mundial.

Espartanos

Y me explico: hace unos meses, dando un «garbeo» por internet, llegué a un foro de historia en el que existía un hilo que «analizaba» las frases famosas o diálogos interesantes que en la peli aparecían. Pues todos daban por hecho que Gorgo, la mujer de Leónidas, le decía al «al feo ese persa» -expresión literal de un forero- lo de «las madres espartanas paren hombres de verdad». La consecuencia es que, por lógica, también creen que Leónidas les dio una patada en el culo a los emisarios persas, porque evidentemente habían ido a reclamar «agua y tierra» a los espartanos, siendo todo ello falso, al menos, sacados de contexto. Es sólo un ejemplo, hay más pero no pretendo extenderme. Lo que quiero decir es que, de un dato falseado da lugar a una cadena de tergiversaciones, distorsionando aún más la realidad, multiplícalo por unos cuantos más y obtenemos una falacia.

Si los estadounidenses, dados a falsear todo cuanto llega a sus manos, quieren hacerlo con su raquítica historia, pues que lo hagan, pero que respeten la de los demás, más si a ellos no les afecta directamente, pues no son protagonistas del evento.

Si quieren hacer una película que imprima una serie de valores, es fácil. Se basan en la idiosincrasia de Esparta, la titulan «100 Mamones en el infierno» los héroes son estadounidenses en vez de espartanos y que luchan estoicamente contra las pérfidas y salvajes hordas apaches, sioux, cherokees… en la batalla del Gran Cañón del Colorado, éste cuento se ha acabado.

Siempre nos presentan a los espartanos, a grandes rasgos, como soldados eficientes, toscos y descerebrados, a los que «sólo les interesaba la guerra». «Se cansarán de hacer el amor, beber o divertirse, pero jamás de hacer la guerra» dijo una mujer griega refiriéndose a éstos.

Tras la fachada perfecta de hombres aguerridos y mujeres atléticas se escondía el pueblo más religioso, disciplinado y ascético de toda Grecia, y muy posiblemente, de la historia de la humanidad. Obviamente, su sociedad no era perfecta, pero sí muy avanzada para la época, tanto, que en pleno siglo XX algunos países crearon un modelo de sociedad con importantes connotaciones espartanas.

En principio, las leyes espartanas se le atribuyen a Liturgo -que significa «conductor de lobos»- un legislador espartano que vivió por el siglo VIII o IX a.c., del que en realidad se sabe poco. Se dice que fue regente, se exilió y viajó por todo el mundo conocido, estudiando las leyes, costumbres y sistemas de gobierno de cada lugar, adquiriendo un gran conocimiento, analizando y comparando sus leyes, para luego volver a Esparta y mejorarlas, dando finalmente forma a la Constitución Espartana (la Gran Retra) y sus leyes tan duras y severas, leyes de tradición oral -como la constitución inglesa- que prohibió escribir para que cada individuo las asimilara a lo largo de años de entrenamiento, práctica e interiorización. Algunos autores aseguran que su sistema político lo basó en la vida de las abejas, pero todos coinciden en calificarlo como al «padre de Esparta».

Dividió la tierra en lotes, todos iguales, que pudieran producir mucho más de lo necesario para proveer a una familia, repartíendolas equitativamente entre los espartanos. Instauró un sistema político bastante democrático, cuyo lema principal era «que el pueblo tome las decisiones, pero si se equivoca, rechácenlas los ancianos y los reyes». Y dice reyes, porque en realidad instauró dos, uno militar y otro religioso.

Creó un Consejo de Ancianos, integrado por personas que gozaban de gran respeto y consideración, que eran elegidos de una manera muy curiosa:
un consejo de jueces se encerraba en un edificio sin ventanas, el pueblo se congregaba a su alrededor. Los candidatos, uno a uno, se presentaban en el lugar, ante el pueblo, y éstos los aclamaban sin pronunciar su nombre. Los jueces, encerrados aún, debían decidir quién había sido el más aclamado.

Pero el mayor logro de Liturgo fue la invalidación del dinero. Las monedas eran de hierro, grandes y pesadas, ni siquiera valían su peso en hierro, pues eran templadas con vinagre para que no pudieran reutilizarse, logrando, entre otros objetivos, anular la codicia -un hombre con quinientos dracmas de nada, necesitaría de un carro tirado por dos bueyes para llevarlos- y dificultar a los ladrones, que descartaban el robo por motivos obvios. Se comenta que preguntado Liturgo por cómo se podría librar Esparta de sus enemigos, éste contestó «siendo pobres y no deseando tener más que otros». También evitaban con ello el asentamiento de ciudadanos extranjeros codiciosos, mal vistos en Esparta. Los espartanos estaban obligados a cumplir a rajatabla una serie de leyes suntuarias que les impedía enriquecerse, ni poseer oro y plata, siendo castigados severamente si eran sorprendidos en una vida suntuosa o con aquellos metales preciosos.

Creó la fidicia -que significa «ahorro y amistad»- una comida comunitaria y pública formada por 15 comensales cada una de ellas, a la que todos los miembros aportaban harina, queso, carne y vino. De ésta forman fomentaban la convivencia y camaradería, creaban vínculos personales de amistad, muy importantes en la batalla, así como una especie de escuela de formación en donde los jóvenes aprendían a compartir y se imbuían de los valores espartanos.

Implantó la eugenesia -en griego «buen nacimiento»- responsablidad que aplicaba el Consejo de Ancianos, ejerciendo la potestad de decidir, tras examinar al recién nacido, si estaban o no sanos, para caso de no estarlo, eliminarlo. Un debe en el gran Liturgo, piedra angular de Esparta.

De pequeños, el estado se hacía cargo de la educación, sobria, dura, severa, era el bastión en el que descansaban las bases de su sociedad. Cuanto mejor fuera cada ciudadano, mejor y más fuerte sería Esparta. Se les exigía una obediencia ciega y se les enseñaba a hablar poco, a decir las cosas, como yo, con el menor número posible de palabras, concretas y precisas, haciendo de ello un auténtico arte.  Iban semidesnudos, estaban desnutridos y dormían sobre lechos de cañas echos por ellos mismos. Pese a ello, eran ágiles y fuertes. Para comer, se tenían que buscar la vida robando la comida, si se les pillaba eran castigados no por haberla robado, sino por haber sido descubiertos, pues consideraban que no habían tenido la habilidad necesaria para no ser sorprendidos, elemento fundamental en la guerra.

La igualdad entre sexos era muy acusada, desconocida por toda Grecia y el resto del mundo. Las mujeres tenían los mismos derechos que los hombres, tenían voz en la asamblea y podían vivir su vida con plena independencia y libertad. Llevaban las riendas del hogar, administrando y manejando la hacienda con libre albedrío, no inmiscuyéndose para nada el hombre. Como disfrutaban de tiempo libre, pues los espartanos casi siempre estaban en guerra y el Estado se hacía cargo de los hijos, organizaban peleas y concursos atléticos entre ellas, en los cuales participaban totalmente desnudas, no importándole ser observadas por varones ni éstos daban mayor importancia al hecho. Muchas de ellas reclamaron participar en los Juegos Olímpicos con el apoyo y connivencia de los varones espartanos. No se casaban por la imposición de los padres, ellas elegían libremente al padre de sus hijos y lo hacían a la edad de 20 años, no como en otros reinos que lo hacían con 14 ó 15.

Lo más sorprendente viene en el aspecto sexual, al que se le podría calificar de libertino. La mayoría eran bisexuales, aceptaban la homosexualidad como algo normal, pero estaban obligados a casarse para darle hijos a Esparta, de no hacerlo sufrían castigos y humillaciones públicas. Los matrimonios heteros, por ley, podían tener amantes, ellas podían tener amantes más jóvenes y ellos también, eso sí, con el consentimiento del cónyuge respectivo. Incluso era natural que convivieran bajo el mismo techo. Antes de casarse, las parejas solían tener encuentros, siempre fugaces y en total oscuridad -para mantener viva la llama de la pasión y el deseo- que se podían prolongar durante años. Algunos espartanos tenían hijos sin haber visto a la luz del día a su mujer.

Todas éstas leyes y su sociedad solamente serían caldo de cultivo para estudiosos sociólogos e incluso psiquiatras si no fuera porque las crearon para sobrevivir. Los espartanos eran en realidad dorios, una de tantas tribus arias que invadieron Grecia en oleadas, algunas de ellas muy espaciadas en el tiempo. Eran pocos, cuando más unos 20.000 homoioi, «iguales» (ciudadanos espartanos puros y libres) y un territorio bastante pequeño en extensión. Motivados por una necesidad de recursos y por qué no, ansias de poder, pusieron sus ojos en Mesenia y decidieron crear una nación de esclavos para servirles. Así nacieron las Guerras Mesenias que duraron varias décadas de constates guerras y revueltas. Los mesenios eran también arios como ellos, por tanto duros y feroces contrincantes, muy superiores en número. Incluso después de someterlos haciéndolos sus esclavos -los llamaron ilotas y eran los que cultivaban las tierras asignadas a los espartanos puros- tenían una desfavorable proporción de 10 a 1. Vivían, pues, en constante alarma, en permanente tensión, temerosos de una revuelta, que a decir verdad, se producían y muchas, bastantes de ellas alimentadas y subvencionadas desde Atenas -los helenos también era una tribu aria, en realidad todas las ciudades-estado griegas eran arias, aunque de «hornadas» distintas y distantes en el tiempo- de ahí la gran «amistad» que se profesaron durante siglos. Es aquí cuando apareció Liturgo y dictó la Gran Recra. El gran fallo de Esparta fue obsesionarse, instalándose en un paranoia militarista y el abandono de la cultura, así como su idea de la pureza de raza y el constante goteo de vidas por las sempiternas guerras y la eugenesia, hicieron imposible prolongar su hegemonía por mucho más tiempo.

De cualquier manera, pese a su inferioridad territorial y humana, dio a Esparta características tan únicas que no dejan indiferente a nadie que se haya interesado por su legado.

 

Tras el tocho no me enrollaré en la postdata, Kamelot, con Simone Simons (Epica), «The Haunting»

«300» y la historia.

«300» fue un bombazo, hay que reconocerlo, no es que fuera pionera, «Sin City» le sembró varias de sus bases, pero qué duda cabe que series como la saga «Spartacus» beben directamente de la herencia de la peli de Zack Snyder y Frank Miller, años ha, cuando se estrenó, un gran amigo mio escribió sobre las licencias históricas de «300»

300

Hay que recordar sin embargo que la peli no estaba basada en un guión libre, sino en un comic del propio Miller, pero como curiosidad sirve.

«300» es la típica pelicula histórica a la que se puede aplicar aquello de «cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia y pura casualidad»

La primera en la frente. Es falso que Leónidas arrojara al pozo a los emisarios persas enviados con la intención de reclamar «tierra y agua», acto simbólico de aceptación de la hegemonía de los arquémidas. Fue su antecesor y suegro de Leónidas, Cleómenes I quien lo hizo, por el simple hecho de que habían interrumpido unos festejos durante la celebración de las fiestas Carneas.
Y los emisarios afrentados eran de Darío I, padre de Jerjes, previo a la batalla de Marathon, donde por cierto, los espartanos no se dieron demasida prisa en acudir en ayuda de sus «hermanos» atenienses a derrotar a Darío precisamente por eso, porque estaban celebrando sus fiestas sagradas, dato éste que también lo falsean en la cinta, todo ello sucede diez años antes. Jerjes envió emisarios a todas las ciudades-estado griegas excepción de Atenas -por lo de Marathon- y la mencionada Esparta, sabedor el Gran Rey de cómo se las gastaban los espartanos y lo ocurrido con los emisarios enviados por su padre, Darío.

Tampoco es cierto que Leónidas fuese al encuentro de los persas en contra del Consejo de Ancianos, ni tampoco del Oráculo. Es más el Oráculo advierte que «sólo la muerte de un Rey griego les permitirá librarse de días oscuros, de exclavitud y hambruna que asolarán a los griegos bajo la tiranía persa», a lo que Leónidas responde «ese Rey soy yo.», muy al caso y fiel a la tradición espartana.

Por supuesto es falso la comparecencia de Gorgo -mujer de Leónidas e hija de Cleómenes- ante el consejo -y sus reuniones previas con miembros del Consejo para pedir el favor de ser escuchada en el mismo- entre otras cosas porque la mujer espartana tenía un estatus igualitario con respecto al hombre, siendo una pieza fundamental en la educación y sociedad espartana, algo desconocido e impensable en el resto de Grecia, por no mencionar que la inteligencia, carácter y voluntad de la reina eran de sobra conocidos por sus paisanos, por la que sentían gran respeto y consideración. La frase que se le atribuye a Gorgo «Porque somos las únicas que damos a luz a auténticos hombres», es cierta, pero fuera decontexto. Dicha frase la pronuncia en respuesta a una pregunta de una mujer arcadia «¿por qué sois vosotras, las espartanas, las únicas que mandáis a los hombres?.
De niña, con sólo diez añitos, asistió a una audiencia con su padre, en la que el invitado, le incita a unirse a los persas, ofreciéndole dinero como compensación. La niña, que se las traía, intervino tajante: «Causará tu pérdida, mi padre, éste miserable extranjero, si no te apresuras a expulsarlo de casa».

En otro post comento la especial indiosincracia de la sociedad espartana, mucho más que una simple sociedad de guerreros sin piedad, ni principios, ni cultura. «Por la Ley espartana» engloba una serie de normas de conducta que sonrojaría y escandalizaría a las sociedades actuales más liberales. Se podría decir que fueron el primer estado comunista, algo primitivo en sus conceptos, pero no mucho menos de los que lo llevaron a la práctica en pleno siglo XX..

No es cierto que exista un traidor entre los espartanos, al menos no como lo presentan en la pelicula, y mucho menos por dinero -no le tenían apego alguno-, lo más parecido fue un derrocado rey espartano que se refugia en la corte de Jerjes, poniédose a su servicio, siendo ejecutado poco después de la batalla de las Termópilas acusado de avisar a sus compatriotas de la intención de Jerjes de invadir los estados griegos.

Efialtes, el traidor -que curiosamente significa «pesadilla» en griego- no era espartano sino deTesalia, ni deforme, mucho menos se ofrece a luchar al lado de Leónidas, era un lugareño, pastor para más señas, que dá a conocer a Jerjes el paso secreto movido por la codicia… y el resentimiento por haber dejado a su pueblo a expensas y capricho de los persas, puesto que sus compatriotas consideraron por cuestiones tácticas defender el paso de las Termópilas -habían decidido que era el mejor sitio para retrasar la marcha del gran ejército medo-, aun a sabiendas que le hacían una putada a sus compatriotas tesalianos.

Luego está el armamento y vestimenta empleados. Jerjes no tenía ni puta idea de que existieran elefantes y rinocerontes. Los primeros griegos en toparse con semejante «monstruo» fueron los macedonios, cuando el gran Alejandro Magno -para mí el mayor genio político-militar de la historia-, decidió adentrarse en la India, un par de siglos después. El armamento persa estaba compuesto por lanzas cortas, escudo de mimbre, un puñal corto y un arco… frente a lanzas de 2,7m, escudo circular de bronce de 1m de diámetro -pesaba de cuarenta a cincuenta kilos-, espada corta, que sólo utilizaban cuando se les quebraba la lanza, pero que la tiraban para persegur a sus enemigos si éstos se batían en retirada -éste era el único momento en el que también tiraban el escudo para facilitarse la persecución- y una coraza, también de bronce y de un peso aproximado de unos 20kg. Ante tamaña desproporción, no es de extrañar que los persas se estrellaran una y otra vez como si chocaran contra un muro. A propósito del escudo, las madres espartanas les decían a sus hijos cuando éstos se iban a la guerra: «ven con el escudo o sobre él -es decir, muerto- pero no vengas sin escudo», pues consideraban que si llegaban sin él era porque lo habían tirado para agilizar la huída.
Por contra, los espartanos apenas si disponían de arqueros, los consideraban indignos, puesto que evitaba la lucha cuerpo a cuerpo, en todo caso disponían de jabalineros, pero era una cuerpo secundario, casi inexistente.

La película ignora un echo -y otros muchos- curioso: Jerjes envió un explorador a caballo para que tratara de averiguar algo sobre los hombres que defendían el paso. El jinete persa se acercó todo lo que pudo para observar con el máximo detalle a los griegos. En aquel momento los espartanos se lavaban y peinaban junto a la orilla del mar, también pudo calibrar el número del contingente griego, volviendo rápidamente a su campamento para darle los datos obtenidos a su rey. Cuando llegó a su presencia y le comunicó lo visto, Jerjes pensó «¿eran aquellos los famosos lacedonios, los mejores soldados de Grecia?». Defendida la posición por tan pocos hombres y tan poco disciplinados, los despreció, enviando de inmediato un fuerte contingente hacia el desfiladero.

No voy a entrar en detalles sobre algunas de las famosas frases, que fueron ciertas, pero tambien las sacan de contexto, añadir que lacónico, palabara usada para definir la brevedad y poca elaboración- procede de los espartanos, también laconios o lacedomonios.

El emisario de Jerjes, antes de entrar en batalla: «Espartanos, entregad inmediatamente las armas o de lo contrario seréis aniquilados sin piedad por el ejército de los cien reinos» -Leónidas respondió con un lacónico «Ven tú a recogerlas». Ésta es la única que cumple los tiempos y las formas.
El segundo día: «Entregaos o de lo contrario seréis abatidos por nuestras flechas, en tal cantidad que cubrirán el cielo convitiendo el día en noche» respondido con el ya conocido «pues lucharemos a la sombra»
Otra que viene en la película «disfrazada»: Al tercer día, nuevo emisario: «¿Sois conscientes que si os empecináis en ofrecernos resistencia seréis aniquilados todos, que destruiremos Esparta y que vuestros hijos y mujeres serán echos exclavos? «-Sí-» fue la respuesta lacónica dada por Leónidas.

Por supuesto que no hubo entrevista entre Jerjes y Leónidas, ni tampoco seres monstruosos traídos directamente del infierno, ni se quedaron sólo los espartanos en la úlitma batalla, también se quedaron tespios y tebanos y ésta no fue tan corta, duró dos días más, ofreciendo los espartanos una feroz resistencia pese a estar rodeados, cansado Jerjes de perder tantos hombres, finalmente ordenó abatirlos con las flechas, ni Leónidas fué el último en caer -de echo, cayó en la madrugada en campamento persa- en un desesperado intento griego, realizaron una incursión nocturna con el objetivo de localizar la tienda de Jerjes y acabar con él, pues concluyeron que, muerto el rey persa, no habría motivo por parte de éstos de continuar la guerra, pero el Gran Rey, prudentemente, se escondió en otra, realizando los espartanos una escabechina considerable. Los últimos espartanos murieron intentando recuperar el cuerpo de su rey para que no cayera en manos enemigas.Tampoco fue un espartano el que volvió a Esparta para contar lo sucedido, fueron dos, ninguno de ellos fue Pausianas,como en la película, a la sazón sobrino de Leónidas, pues se había quedado en Esparta como regente durante la ausencia de de éste. Fueron recibidos con frialdad y desprecio, uno de ellos, no soportando la vergüenza, se suicidó al poco de llegar, el otro murió en Platea, siendo el más destacado de todos los soldados griegos. Era costumbre entre éstos, nombrar al término de la batalla al más valiente de los guerreros, al héroe, recayendo tal honor en éste espartano. Pues bien, los espartanos ni lo homenajearon, ni tan siquiera lo reconocieron, ni de lejos lo consideraron héroe.
Arguyeron que había luchado de una manera suicida, buscando la muerte, y eso era poco honorable.

Se trata sin duda de una raza con una indiosincracia muy particular, un sentido del honor bastante peculiar y un desprecio por la vida y los bienes materiales acojonante..

Como se podrá observar, hay elementos épicos suficientes como para adornarla con chorradas, que es lo que me jode, perdiendo una gran oportunidad para contar un episodio histórico que seguro hubiera «enganchado» más al público de contar lo que realmente ocurrió.

La postdata, Freedom Call es una banda alemana surgida bajo la influencia de los Gamma Ray, Helloween o Iron Savior, suelen hacer música sencilla, happy, quizá de sus temas menos alegres sea este «Blackened Sun»

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