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«Erase una Vez» la búsqueda del final feliz.
Toca hablar de «Oce Upon a Time», o «Erase una vez» como la han titulado en cristianés, una de las últimas series lanzadas por la ABC, creada a la limón por Adam Horowitz y Edward Kitsis.
22 episodios tiene la primera temporada, aunque hay ya una segunda ya estrenada, su reparto, pues entre otros la orejuda Ginnifer Goodwin («Big Love»), la «House» Jennifer Morrison, Lana Parrilla, Joshua Dallas, Eion Bailey («Band of Brothers»), Jared S. Gilmore («Mad Men») o Robert Carlyle (el de «Full Monty»)
Hay que reconocer las cosas, la serie esta parte de una premisa pues bueno, interesante y atrayente, todos conocemos el cuento de Blancanieves, pues digamos que arranca justo cuando van a empezar a comerse las perdices, entra la bruja mala en la boda y amenaza con un hechizo, el cuál hace que todos los personajes de los cuentos de hadas pasen a existir en la vida real, pero atrapados en un pueblo y sin que el tiempo pase. Original sí resulta, solo falta saber si luego la historia merece la pena, no es la primera vez que una historia a priori interesante acaba convirtiéndose en un truño de marcar época.
El gran coñazo.
Dicen que Dios, o la naturaleza si eres ateo como servidor de Dios 🙂 , dotó a las mujeres de belleza porque si no no hay quien las aguante, sí, es como los niños, son monos y tiernos, porque de no ser así pásate tú las noches en vela dando biberones, objetivamente no hay razón alguna para vivir en pareja y menos para tener crios, aparte que el matrimonio es el ejemplo de publicidad engañosa más grande de la historia, te pasas el noviazgo metiendo fichas y piensas, «si esto es ahora cuando estemos todos los días juntos me voy a tener que dar nivea en el nabo para aguantar el tirón», los huevos, nivea te das sí, pero de tanto usar el amor propio.
Esto viene a cuento de «Big Love», última serie de la factoría HBO que he visto.
La serie está creada por Mark V. Olsen y Will Scheffer, contando en el reparto con Bill Paxton (secundario de «Titanic» o «Mentiras arriesgadas»), Jeanne Tripplehorn (Waterworld), Chloë Sevigny (nominada a los oscar y a las aldabas de oro por «Boys Don’t Cry») y Ginnifer Goodwin («Once Upon a Time»), tampoco nos vamos a entretener mucho en esto.
En realidad debería decir «intentar ver», porque no he aguantado ni la primera temporada, la cosa va de una familia, una familia peculiar, son de una rama de mormones que practican la poligamia, así el prota tiene tres familias, aunque de cara a la sociedad sólo tenga una y las otras dos sean vecinos, las tres casas están unidas por el patio trasero, vaya bicoca, tres mujeres peleándose por echarte polvos, una, la primera esposa, la oficial, la mujer perfecta, gran belleza madura, responsable, buena madre, trabajadora, siempre presta, la mujer que todos quisiéramos tener, otra, la segunda, derrochona, egoísta, pero para mi gusto la que está más buena, y la tercera, la jovencita, un yogurín, ingenua, una niña en un mundo de mayores.
La cosa está en que salvando el punto de partida que bien pudiera resultar interesante te encuentras con un culebrón en el que apenas pasa nada, problemas domésticos, laborales, con los hijos, económicos, en fin, lo que sufrimos todos a diario, la única salsa es la guerra que se trae el prota con uno de sus suegros y su relación con para la familia de su padre y su madre, pero vamos, que aburre.
Ni siquiera parece una serie de HBO, da la sensación de que no han querido polémicas religiosas y han hecho con esta serie algo que no hicieron antes, censura, carece de las señas de identidad del canal, tratar el sexo y la violencia sin florituras, si se folla se folla y si se mata se mata, cuando te traicionas a ti mismo pasa lo que pasa, que el resultado parece cualquier cosa.
Es decir, no perdáis el tiempo viendo Big Love, y si lo queréis perder no uséis elinks, buscar un capítulo directamente en emule a ver si hay suerte y os sale un fake, os veis una porno y al menos si no grande sí que tendréis amor, aunque sea del «propio».
Para la postdata una balada de Edguy, la banda de Sammet, él y sus compis de clase montaron el grupo por los comienzos de los 90, puro power metal entonces que con los años han ido enriqueciendo, de esos primeros años de Edguy esta hermosa balada, «Roses to no One»