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Lo mejor que hemos podido.
«Reina, te voy a echar el mejor polvo de tu vida, vas a suplicarme que pare, vas a tener que pillar la calculadora para contar los orgasmos que vas a tener, vete programando el DVD porque no te va a dar tiempo a ver la trilogía del señor de los anillos, ni los títulos de crédito de la última, que ya duran, yo iría pillando el bote de nivea porque hasta hinchazones vas a tener de tanto metesaca, vas a mojarte tanto que como no pongas una botella de litro y medio en la mesilla te vas a deshidratar, voy a bajarte las bragas, en ese momento abandona toda esperanza de piedad, vas a recibir bien de lo tuyo».
Minuto y poco después, sin llegar a quitar las sucintas braguitas siquiera nuestro protagonista pronuncia una frase que es quizá de las frases más estúpidas que se pueden pronunciar, no, no es «no sé cómo me ha podido pasar», es «uy, pues lo he hecho lo mejor que he podido».
Curiosa frase que nos sirve como excusa de todo, de nuestras incapacidades, de nuestros errores provocados, a la tipa la dejamos con una sensación «trailer de cine», se piensa que va a ser esto la hostia y resulta que porque de casualidad, y temiéndose lo peor, se llevó unas palomitas junto con el agua, que si no bien pudiera haber sido un momento para olvidar, menos mal que encima ni había apagado la tele y ya está viendo a los orcos.