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Posts Tagged ‘Europe’

A falta de inspiración buenas son tonterías.

Sí, como no tengo ni puta idea de sobre qué escribir habrás reparado que las últimas entradas son bastante… ¿Cómo lo diría?, ¿deslucidas? Como todas las demás te dirás, más. ¿Que para qué sigo escribiendo? Pues porque la única manera de hacer realidad ser el blog más prescindible de la red es precisamente abandonarse a la tontería, si tuviera algo en el cerebro aprovechable y el don de la escritura estaría firmando libros por ahí en alguna feria, pero en las ferias sólo me quieren para hacer de payaso que se cae cuando dan a la diana con la bolita.

Boticaria Querida tiene curiosidad sobre lo que pensamos los hombres, sobre lo que pensamos cuando ellas nos preguntan que en qué pensamos, si nos pasa algo y todas esas cosas, a que tiene huevos la preguntita, sí, estás tú ahí a tu rollo y viene la moza y te pregunta si te pasa algo, que en qué piensas.

La cosa es que es tan sencilla que duele hasta decirlo, hay dos posibilidades, una, que no nos pase nada, que estemos callados simplemente porque sí, dos, que no nos dé la gana de contestar, porque si quisiéramos contarlo ya lo habríamos hecho.

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Vlad, yo sí estoy contigo.

Toca romper una lanza por uno de los personajes históricos más vilipendiados, Vlad Tepes, «el empalador», por cierto, apuntarse en la memoria por segunda vez ver de dónde viene eso de «romper una lanza», yo de romper otras cosas algo sé. A lo que iba, que si tirano, que si gobernante cruel, que si sádico, que si asesino, que si genocida, encima para más huevos va el Stoker y crea Drácula «basándose» en él, valgan estas líneas para descubrir al verdadero Vlad, como siempre con un rigor histórico envidiable, con datos exactos y demás.

Vivió en el siglo XV, da igual entre qué año y qué año, «Draculea», sí, pero por parte de padre, su padre sí que fue malo malo, imaginemos a Mourinho, al Mou que sentó a Casillas en el banquillo, ¿malo, no?, pues ese Mou repartía caramelos (sin droga) a los niños comparado con el padre de Vlad, Vlad Dracul, ese era el padre, «el demonio», el nombre lo dice todo, los apodos se ponen por algo, esto es como los motes del colegio, «el napias», «el zampabollos», son motes que no necesitan ser explicados, a mí me llamaban «tres piernas», es un ejemplo claro.

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Sólo faltan zombis.

Pues nada, parece que Allan Ball va a crear una nueva serie, «Banshee», aunque no será en HBO sino al parecer en Cinemax, a la espera de más detalles te diré que me estoy viendo la cuarta temporada de «True Blood».

True Blood, 4ª

Una cosa hay que reconocerle, el comienzo es currado, apenas pasa media hora pero en realidad es como si retomáramos las vidas de los protagonistas un año más tarde de cuando los dejamos en la tercera temporada, cosas de la visita de Sookie ( la para mí insoportable Paquin) al mundo de las hadas, porque sí, también hay hadas.

Así pues lo que empiezan a hacer en esta temporada es mostrarnos cómo ha cambiado la vida de los protas, tenemos al hermanito, Ryan Kwanten, convertido en policía y dando de comer a los hombres pantera, al vampiro noviete (Stephen Moyer) convertido en rey de los vampiros, al otro vampiro guaperas (Alexander Skarsgård) que se ha comprao la casa de la Sookie, al cocinero negro (perdón, afroamericano), Nelsan Ellis que junto a su nuevo novio, Kevin Alejandro («Southland») que se han unido a un club de brujos y brujas espiritistas, tenemos al cambiante Sam Trammell regentando el mismo bar y con nuevos coleguitas de juegos animales, y a sus empleados Todd Lowe y Carrie Preston criando un niñito encantador que descabeza muñecas.

Sí, de la noche a la mañana en ese pequeño pueblo no sólo asoman los vampiros sino que poco a poco van asomando todo tipo de seres extraños, así que al final si no te conviertes en algo, si no estás muerto, si no tienes poderes o tienes gustos raros (qué se yo, que te caiga bien tu suegra) vas pintando poco en la serie.

También tenemos obviamente a la coleguita negra (perdón coño, afroamericana) de la Sookie, que se ha metido luchadora de esas tipo Mad Max y lesbiana, compartiendo ring y catre con una tal Vedette Lim que está para mirarla dos veces, no es el único personaje nuevo y macizo/a que asoma en esta nueva temporada, qué decir por ejemplo de Janina Gavankar, Courtney Ford (apareció en la mejor temporada de «Dexter», la cuarta, es la que hacía de hija secreta del asesino) o el jovencito Dane DeHaan («En Terapia»), aunque este sale bien poco el chaval, más carnaza vamos, pero de todos los personajes nuevos, que hay para aburrir, quizá sólo uno, el interpretado por Fiona Shaw tenga cierto peso, es la cabecilla del grupo de nigromantes que contacta con la bruja Antonia (de Logroño ojo : ), esta es encarnada por una antigua reina de la belleza, Paola Turbay.

Allan Ball para mí se ha pasado de un extremo al otro, comenzó la serie centrándose demasiado en la historia de amor entre el vampiro Bill y Sookie, encontró después el término medio metiendo tramas paralelas, pero en esta cuarta temporada ha metido tanto personaje nuevo y tanta trama nueva que cuesta mantener el interés, sobre todo porque la mayoría de ellas apenas tienen relación entre sí, si a eso le sumamos el ir sumando seres a cada cuál más extraños la serie pierde gracia, ya no es una sobre vampiros que intentan vivir entre humanos, es como una colección de cromos de las Monster High.

También tiene virtudes y cosas buenas claro, Ball mantiene la serie libre de algunos tópicos fiel al estilo de HBO, las mujeres no se tapan con la sábana después de follar y no escatima escenas que escandalizarían a Spielberg, algunos personajes cambian de roles, la pena es que sus historias se diluyen entre tanta trama paralela, aún así, si me preguntas, ¿entretiene?, pues sí, lo hace, ¿baja el nivel respecto a las anteriores temporadas?, pues no mucho, porque tampoco es que antes esto fuera la polla, pero sí, algo pierde, cosa de lo que comenté antes, ir metiendo demasiado personaje, demasiada trama y sobre todo demasiado bicho raro, coño, es que hasta espíritus y fantasmas tenemos ahora, pero sigue manteniendo el ritmo, ofreciéndonos esos finales de episodio que siempre te dejan con ganas de ver el siguiente, lo dicho, a esperar a la quinta temporada a ver si por fin vemos zombies (que los vemos pero en plan coña, que no sirve), extraterrestres o vete a saber qué, porque mucho más no les queda por meter.

Encima el final de temporada decepciona, lógico, te lo esperabas incluso, ¿cómo cerrar tanta trama, alguna de ellas no muy desarrollada?, lo tenían complicado, pero ante esa complicación encima recurren a meter más cosas nuevas de cara a engancharte para siguientes entregas, con alguna sorpresita para los seguidores de la serie en plan viejos personajes que retornan.

Por cierto, en España, Cuatro, ha estrenado recientemente la tercera entrega de esta serie, bastante mejor que esta, por si te animas.

Los míticos Europe para la posdata, el tema no tan mítico, de su nueva etapa, » A Mother´s Son »

«Generation Kill», de críos jugando a la guerra.

Tres ideas, primera, «El Señor de las Moscas», gran novela para mí la de William Golding, se le ha dado varias interpretaciones, para mí sin duda la más acertada es que el ser humano es primitivo por naturaleza y es la cultura la que nos hace civilizados, unos seres tan a priori inocentes como los críos, sin nadie a su alrededor que les diga lo que está bien o mal, pueden llegar a ser todos unos perfectos hijosdeputa.

Dos, estamos hartos de escuchar noticias de profesores de secundaria agredidos por sus alumnos, hay incluso videos vergonzantes al respecto, hoy en día ya la disciplina brilla por su ausencia, qué decir ya del respeto, en vez de personas a veces parece que la sociedad, los padres vaya, estamos criando monstruos.

Tres, que duda cabe que un hombre de 20 años hace apenas un siglo o incluso menos era un hombre, muchos a esa edad eran ya padres independizados, la vida era más dura y pasabas de la niñez a la edad adulta sin pasar apenas por la adolescencia, hoy en día con 20 años eres un crío, hasta pasados los 30 es raro que tengas responsabilidades en la vida, con lo de injusta que tiene toda generalización claro.

Bien, todo esto es a cuenta de «Generation Kill»

Hablamos de una miniserie de la HBO, siete capítulos estrenados en 2008, muchos, al estrenarse, esperaban una especie de «Hermanos de Sangre» cambiando el escenario y la época, de la II Guerra Mundial a la Guerra de Irak, grave error, porque si en aquella era Spielberg el máximo responsable aquí tenemos como creadores a David Simon, Ed Burns y Evan Wright, los dos primeros como creadores y el último como fuente primaria del argumento, este está basado en una novela suya, Simon y Burns son a su vez responsables de «The Wire», la más real, apasionante, cruda y desnuda foto sobre la sociedad actual jamás rodada para la tele, estaba claro por lo tanto que aquí de épica poco, de heroísmo menos, «Generation Kill» iba a ser quizá lo más realista que sobre la invasión y derrota del régimen de Sadam nos podemos encontrar.

La historia habla de eso, de un grupo de marines formando parte de la invasión norteamericana de Irak en 2003, se centra tan sólo en las vivencias de un batallón, el comandado por Stephen «Padrino» Ferrando, (interpretado por Chance Kelly y llamado así por su peculiar tono de voz), y más concretamente en un pelotón y dentro de él en un vehículo, en el que estaba como invitado un periodista de la revista «Rolling Stones», Evan Wright, sí, el autor de la novela, interpretado por Lee Tergesen («OZ»), junto a él los combatientes del Humbee, entre ellos quizá el personaje más relevante de la historia, Brad ‘Iceman’ Colbert, Alexander Skarsgård («True Blood»), obviamente acompañados de una serie de personajes singulares, Josh Ray Person (James Ransone), cantarín chofer, Nathaniel Fick (Stark Sands), el capitán McGraw, apodado ‘Capitán América’ (Eric Nenninger), un auténtico inútil integral y loco peligroso, el típico que a pesar de saber que inútil e imbécil llevan tilde se empeña en ir acentuándolas constantemente, y un largo etcétera de soldados, suboficiales y oficiales a cada cual más peculiar.

La serie está acompañada de una peculiar banda sonora, conformada por algunos de los éxitos comerciales de la época, pero que en su gran mayoría no aparecen tal cual, sino en las voces de la soldadesca.

A ver, esto se trata casi de un documental dramatizado, es, como es norma en HBO, realista al máximo, creíble al extremo, crítica, no esperemos ver grandes batallas, más bien la rutina de unos chicos metidos en la guerra, chicos que no son hermanitas de la caridad, chicos, que son eso, chicos, por eso el previo de la entrada, ahora ya los soldados cuando van a la guerra no son hombres, son niños, niños a los que se les da un arma y se les dice que hay que matar enemigos, estos se dedican con gran celo al asunto, sin importarles demasiado los daños colaterales, como dije antes aquí heroísmo poco, ejemplo el siguiente, en boca de uno de esos marines:

10 de noviembre de 1975…nací en medio del cráter de una bomba. Mi madre fue un M-16 y mi padre era el diablo. Cada momento que sigo vivo es una amenaza adicional contra tu vida. Como concertina, orino napalm y puedo dispararle a una pulga en el trasero a 300 metros. Viajo por el mundo destruyendo a los anti-norteamericanos donde sea, por el amor de mamá, por Chevrolet, el béisbol y la tarta de manzana. Soy un gruñón, soy el sucio, apestoso, sudoroso, dulce y hermoso hijo de perra que ha mantenido al lobo a raya durante los últimos 255 años. Soy un marine de los Estados Unidos. Somos como soldados, hablamos como marineros y podemos patearle el trasero a esos dos. Le robamos el águila a la Fuerza Aérea, la soga al Ejército, y el ancla a la Marina y en el séptimo día cuando Dios descansó recorrimos su perímetro y le quitamos el trabajo desde entonces. Guerrero de día, amante de noche, ebrio por convicción, marine por gracia de Dios. Semper fidelis”.

La gran pega de «Generation Kill» puede ser que sí, siendo realista al extremo, te puede llegar a aburrir en ocasiones, porque la acción no es su punto fuerte, sobre todo si llegas a ella pensando que es una serie bélica más, no muestra la guerra tal y como la esperamos, sino como es realmente.

Casi al final de la serie el pelotón recibe la orden de quitarse los uniformes NBQ, los que en teoría les protegía de los ataques químicos de Sadam, las famosas armas de destrucción masiva por las que se supone que se inició la invasión, ante tal orden el periodista pregunta que si no son necesarios qué coño hacen allí, un soldado le responde: -«Lo importante es que podemos matar, capullo de mierda«. Es quizá una frase que refleja bien lo que sucedió esos días, porque fueron escasos días.

Quizá Simon aprovechó esta serie para dar rienda suelta a todas sus críticas sobre el ejército y la sociedad de su país, muestra verdades envenenadas constantemente, utiliza los diálogos con una ironía extrema, no hay discursos grandilocuentes sino palabras soeces, soldados que esconden su miedo en una permanente agresividad, obsesionados por el sexo y obsesionados por matar, que es en definitiva lo que se les mandó.

Ojo, que no sólo se dibuja así a os chavalitos, cuando muestra las acciones de los reservistas, que se supone que es gente ya más talludita, llegan a hacer buenos a los marines, esos, los reservistas, son quizá los que más peor parados quedan.

En definitiva, es quizá la versión más real de la guerra emitida jamás en la tele, quizá por eso no sea ni vibrante, ni emocionante, es como si metieras una cámara oculta en los cascos de los soldados y emitieras lo recibido, para mí es algo que se debiera ver de todas todas, recomendable.

Europe nos suena a todos, míticos estos suecos, pero quizá lo que no sea de dominio público es que siguen tocando hoy en día, mucho más maduros, sin las pintas de antaño pero dando guerra, publicando discos y dando conciertos, «Always the Pretenders» es uno de sus temas de la etapa más actual de la banda.

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