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Sin que sirva de precedente.
Alguna vez, cuando he recibido algún halago que creo que no merecía, lo dije, abiertamente, sé que eso da pie a considerar que peco de falsa modestia, nada más lejos de la verdad, cuando digo que lo que escribo en este blog está más cerca del término «basura» que de otra cosa lo digo plenamente convencido de ello, tengo otras virtudes, o al menos creo tenerlas, no es cosa de falsas modestias, si fuera así no te diría que creo que soy un tío agradable en el trato, con sentido del humor, es por poner un ejemplo, obviamente tengo más que esas, pero no es cuestión tampoco de ponerme a alardear de mi descomunal miembro viril.
A nada que me hayas leído te habrás dado cuenta que suelo usar mucho el sentido del humor en mis escritos, considero que tomarse la vida un poco a risa es muy conveniente para sobrevivir, bien, hoy no va a ser uno de esos, además hoy me voy a desnudar un poquito, mi interior, porque sí, también siento, aunque no lo parezca, voy a hablarte de la amistad.
Uno de mis mayores defectos es la pereza, lo cual, entre otras cosas, ha hecho que vaya perdiendo contacto con la gran mayoría de amigos de la infancia, de vez en cuando les veo, pero me cuesta horrores coger el teléfono para preguntar a ver qué tal les va, si la amistad fuera una planta se me moriría por falta de riego, la cosa es que hoy he visto algo que me ha puesto los pelos de punta.
Mucho se habla del valor de las cosas, hoy me he dado cuenta que todo es subjetivo, lo que para uno no vale nada para otro es un mundo, si eres como yo, un tío con biotipo atlético, guapo, simpático, culto.. te sobran oportunidades para hacer amistades, puedes tener tantas que apenas valoras su importancia, aunque sean igual de guapos, altos y cultivados que tú, esos amigos que todos querrían, bien, a lo que iba.
Imaginaos, dos amigos, con alguna discapacidad mental, no sé cuál, en todo caso leve, llevan una vida casi normal, de esa gente normalmente pasamos bastante, les evitamos, los conocía de vista claro, siempre juntos, nadie querría un amigo así, los tenemos de sobra o sea que para qué uno de ellos, sin embargo para el uno el otro es fundamental, hablan de baloncesto, mucho, casi siempre que me te los cruces hablan de basket, de la NBA, de sus cosas, qué más nos da, ajenos al resto del mundo porque el resto del mundo les repudia, cara a la galería no, todos somos buena gente que nos apoyamos, pero a la hora de la verdad nadie les invita a un zurito.
Bueno, hace una semana uno de ellos murió, vi la esquela, me dio cierta pena, no me suele dar pena mirar las esquelas, soy bastante inmune al sufrimiento de los demás mientras no me salpique, hoy salgo a pasear a la chucha, ando ahí pendiente a ver si planta el pino de rigor, sinceramente ni me acordaba ya de la esquela de marras, cuando me cruzo con el amigo, sentado en un banco, mirada perdida, ojos llorosos, mira, te juro que no soy de emocionarme mucho, pero me temblaron las piernas de verle.
Lo que para el resto era algo prescindible para él lo era todo, su apoyo, su alegría, eso es amistad verdadera, una persona normal, alguien con un mínimo de sensibilidad, se hubiera parado a animarle, a hablar con él, ¿yo?, pasé de largo.
Posdata, sin más, ELA «Why cant I»