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Un mal ejemplo.
Tócate los huevos colega, domingo, te levantas a sacar a la perra, esa misma que iban a sacar la parienta y las crías, llegas a casa, te pones tu colacao, preparas la cafetera, la dejas sólo para darle al botoncito, te sientas a ver la tele, tres horas después se levanta la moza, te mira, te pregunta, «¿me has puesto el café?», «sí doña baronesa, a su servicio doña baronesa, lo tiene presto a la espera de darle al botoncito», ¿tú crees que te agradece el detalle?, «pues Asier le lleva el desayuno a la cama a Nekane».
Claro, puto Asier de los huevos, ahí dando ideas no te jode, tú la miras, «a ver, que a lo mejor no te entendí bien, ¿tú quieres que te de la leche en la cama?, pues tira, que tengo aquí la reserva láctea a rebosar, que a este paso en vez de leche va a salir queso curado». Y ya por culpa del Asier de las pelotas el domingo estropeado.