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«Inside Job», desconfianza.
Hoy hasta los grajos pasan de volar, se quedan en la tasca tomando un caldito, aprovechando el frío y aprovechando la tasca vamos con una de esas divagaciones dignas de cualquier barra de bar, de las baratas, esas que suelen acabar en acaloradas discusiones con el primer borracho con el que te topas.
En los tiempos que corren, bueno, en realidad siempre, mola más ir contra el sistema que defenderlo, criticar el poder político, económico, echarle la culpa a otros, si puede ser a los que mandan mejor, de nuestros males y problemas, si cometemos errores no es nuestra responsabilidad, es de quienes teniendo que asesorarnos no lo hicieron, o ya puestos de quienes nos dejaron caer en el error, todo esto viene a cuento de «Inside Job»
Esta es, para quien no lo sepa, que serán pocos, una peli documental de 2010, premiada en los «Oscar» de 2011 con el galardón al mejor documental, su responsable es Charles Ferguson, un empresario y periodista vinculado con las empresas tecnológicas desde que estas comenzaron a asomar la cabeza, en su versión original cuenta como narrador con el actor Matt Damon.
Es un documental que explica las causas de la actual crisis económica, desmenuzando el sistema financiero, sus excesos, sus ramificaciones, las hipotecas basura, etc etc, la gran burbuja inmobiliaria que nos estalló a todos en las narices, lo hace con un tono crítico, lo cual no es malo, es una peli, un documental sí, pero es difícil que cuando haces un documental sobre la crisis económica no dejes en él tus ideas, lo malo no es eso, la opinión es libre, lo malo es cuando manipulas.
La cosa es que nada más comenzar a ver el documental sale Islandia, un estado idílico hasta que le azotó la crisis financiera, coge el bueno de Charli y nos cuenta que era un país modelo, con energía renovable y tal, pero el gobierno comenzó a dar licencias de explotación de diversas industrias que considera dañinas para el medio ambiente, ¿y?, ¿qué coño tiene que ver eso con la crisis financiera.inmobiliaria?, no lo explica en ningún momento, podría haber comenzado el documental con una escena sobre la cría de escarabajos peloteros, o sobre el tamaño de los tangas de mi vecina de abajo, que esto hubiera resultado hasta más interesante, total, tampoco tienen que ver, la cosa es que tras ese comienzo tan tendencioso ya sospechas, luego ya más sibilinamente, en el montaje del documental, sigue manipulando, muestras unas entrevistas, las que le favorecen, de manera en que los protagonistas hablen con absoluta certeza de lo que dicen y cuando el entrevistado es alguien al que acusa con preguntas retóricas en ocasiones aparecen silencios forzados y te da la sensación de que hay material no emitido.
Luego mete cosas como que «algunos dicen» que no se quién recibió nosecuantos millones que tampoco favorecen la credibilidad del producto, o mencionar que algunos de los banqueros eran puteros, como si el irse de putas tuviera algo que ver con el asunto, ojo, no estoy diciendo con esto que lo que cuenta sea mentira, sólo que yo, cuando me cuentan algo y en algún momento veo que me están intentando colar alguna mentira o cosas que no vienen a cuento desconfio, por otra parte a estas alturas poco nos van a contar del origen de la crisis que no sepamos ya, es el documental en sí mismo el que me parece sospechoso, no que gran parte de lo que cuenta sea cierto.
La mayoría de críticas, páginas, blogs, editoriales, han acogido el documental como impagable, bien, yo creo que omite cosas, omite la parte de culpabilidad que tienen los políticos y que tenemos nosotros como pueblo, de los políticos sí dice algo, en plan corruptelas, pero poco de las políticas monetarias que tanto aquí como allí se siguieron todos los años previos a la crisis, con tipos de interés muy bajos que alentaban la burbuja, nadie le puso freno, cuando comenzaron a subir ya era tarde, estábamos hiperhipotecados y es más, en cierta forma propició el estallido, ya no se podían pagar las hipotecas.
Pero yo quiero añadir algo, nosotros, que como siempre somos las pobres víctimas del asunto, sin culpa ni responsabilidad alguna, íbamos al banco a pedir 50 millones para comprar un piso y salíamos contentos porque el banco nos daba 55 para poder amueblarlo, claro, el banco tiene la culpa de concedernos el préstamo, pero, ¿y nosotros no?, el propio Álvarez Cascos, cuando estaba en el gobierno de Aznar, al ser preguntado por el subidón de los precios de la vivienda respondió que si la gente pagaba esos precios es porque podían, pero el problema es que no, que ni se podía ni se puede, pero nos la sudaba, hipotecados hasta los mismos huevos, luego está el otro tema, el político.
Pero incluso en la corrupción política tenemos nuestra responsabilidad, cuántas veces hemos visto políticos involucrados en escándalos de corrupción que se siguen presentando a las elecciones y son elegidos por mayoría absoluta, la verdad, tenemos lo que nos merecemos.
Nos mola que suban los gastos del estado, que se hagan carreteras, autopistas, hospitales, que pasemos de 14 a 16 años la edad mínima de escolarización, que se desgrave por vivienda claro, cheques bebe, ayudas miles (y hablamos de la época de vacas gordas, no de ahora), cosas que cuestan dinero, y sin que aumentaran los impuestos (sigo hablando de entonces), nos suda la polla que el estado se endeude, que el déficit suba, nos la pela, nos importa ir a ponerle llantas al coche que nos hemos comprado con lo que el banco nos ha dado de más al pedir la hipoteca de nuestro flamante, nuevo y grande piso, poneos en situación, dos políticos, uno, en campaña nos dice que va a subir los sueldos, ayudas hasta para comprar cromos de las Monster High, otro, recortes (hablo de en campaña electoral en ambos casos), ¿a quién votaríamos?, seamos sinceros, aunque fuera el segundo el más apropiado, todos al primero, luego ya echaremos las culpas a quien sea, menos a nosotros claro, que no tenemos más culpa que el elegir a los culpables.
Para la postdata Megadeth, «A Tout le Monde» es un clásico tema de los americanos, en 2007 sacaron una nueva versión del tema con la ayuda de la bella Cristina Scabbia, este es el resultado:
«Deadwood», Swearengen y compañía.
Bienvenidos a la frontera, a la fiebre del oro, bienvenidos a Deadwood, tiene ley, pero eso sí, peculiar.
«Deadwood» es otra de las pequeñas joyas que la HBO ha dejado para la televisión, creada por David Milch se emitió entre los años 2004 y 2006, tres temporadas, los costes de producción y las bajas audiencias le dieron finiquito, por lo que es otra de las muchas series acabadas prematuramente, sin un final acorde a su calidad.
La serie narra las aventuras y desventuras de Deadwood, ciudad real, durante la época de la fiebre del oro, cuando aun no era siquiera parte de los Estados Unidos, estamos pues ante un western, como Deadwood es una ciudad real hay imágenes de la época, hay que decir que los productores de la serie clavaron con todo lujo de detalles la ambientación, aquí las calles tienen barro, el caos es total, la gente luce ropas desgarradas, raídas, están sucios, pisan mierda de caballo, es el primer punto a favor de «Deadwood», el apartado técnico, de vestuario, de ambientación, es sobresaliente.
La historia como tal no existe, más bien la idea es revivir ciertos hechos históricos, mezclándolos con otros muchos inventados, mezclar personajes reales con otros inventados y contarnos sus vidas, su día a día, claro que como siempre pasa hay unos más protagonistas que otros, Seth Bullock (Timothy Olyphant «Justified»), Al Swearengen (Ian McShane «Kings»), Wild Bill Hickok (Keith Carradine «Dexter»), Sol Star (John Hawkes), Calamity Jane (Robin Weigert), Wyatt Earp (Gale Harold), EB Farnum (William Sanderson «True Blood»), Charlie Utter (Dayton Callie «Sons of Anarchy»), y George Hearst (Gerald McRaney «Jericho») son algunos de los personajes basados en gente que realmente vivió en algún momento en la ciudad, algunos tienen una presencia breve, otros están a lo largo de toda la serie, entre los acontecimientos históricos está por ejemplo la muerte de Hickok, perfectamente recreada, casi al detalle.
Junto a ellos personajes que o bien no se tiene constancia que existieran o están basados en gente que existió pero ya sin mantener su nombre, por lo que se varía bastante su personalidad, el reparto como suele pasar en estas series HBO es extenso y por citar a algunos tenemos por ejemplo a Molly Parker, joven veterana de la tele, Powers Boothe, Paula Malcomson (otra habitual de las series americanas), Kim Dickens («Treme») o Anna Gunn («Breaking Bad»), hay muchos más y casi todos perfectos, sin duda el casting es otro acierto.
La serie es, como acostumbra su canal padre, violenta, no apta para menores, no escatima ni sangre, ni podredumbre, ni palabras malsonantes, ni sexo, no es desde luego el tipo de serie que Spielberg enseñaría a sus nietos, si los tiene, los personajes mean, follan, hacen y reciben mamadas, pegan tiros, se ahostian, se emborrachan, se vuelven a pegar de hostias y hacen las paces yendo al putetxe, los hay más y menos cabrones, quizá sea esa, el de esteriotipar demasiado a algunos, una de las pegas, de las pocas pegas, los hay rectos, caballeros hasta el final y los hay hijosdeputa de cuidado, aquí el papel de George Hearst quizá sea el ejemplo más indicado.
El ritmo tampoco es que sea su fuerte, se toman tiempo para contarnos las historias, a veces se te hace pesada, a personajes como el de Juanita Calamidad hasta le pegarías un tiro, hablamos de cualquier manera de una serie premiada tanto en «aldabas de oro» como en los «emmys», durante un tiempo se especuló con la posibilidad de acabar la serie con un par de telefilmes, estilo a lo que sucedió con «Firefly», pero tal idea tampoco llegó a buen puerto.
«Deadwood» es una serie coral, muy coral, pero sin embargo cualquiera que la haya visto y piense en ella tiene un nombre en la memoria, Al Swearengen, pocas veces un personaje y el actor que le da vida, McShane, se come la pantalla tanto que oscurece al resto del reparto, Swearengen existió realmente y tuvo su «Gem», su saloon puticlub, él es quien realmente manda en la ciudad, aunque no tenga puesto alguno, él es quien decide quién y cómo muere, él y sus secuaces, un cabrón de tomo y lomo, pero acabas adorándole, es ver cualquier escena suya y te pegas a la pantalla, ya ni decir cuando coincide en pantalla con Mr. Wu (Keone Young), te descojonas.
Fue tanto su peso que cuando le buscaron un malvado que hiciera el rol de rival no pudo mantener el tipo y tuvieron que echar mano del anteriormente citado Hearst, ese al menos aguanta el tipo, su lenguaje soez acaba por ganarte por entero, sólo por él ya merece la pena ver la serie.
En definitiva, a pesar de ser una serie inacabada merece mucho la pena verla, pasarás buen rato sin duda, eso sí, quítate prejuicios, no tiene nada que ver con cualquier serie o peli del género que hayas visto, es más cruda, más real, más sincera, en definitiva las señas de identidad de HBO.
Postdata, Lacuna Coil, italianos, de ellos simplemente decir que cuentan con la bella Cristina Scabbia a las voces, bella no, preciosa, me pone todo lleno de amor cada vez que la veo, veteranitos ya, de ellos este «Our Truth»