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Posts Tagged ‘Charles Perrault’

Pulgarcito, con madres así ríete tú de las madrastras.

Juan Carlos, en la entrada dedicada a la prometida de Pablo Iglesias, Caperucita Roja, sugeriome la idea de analizar con detenimiento uno de esos cuentos tradicionales infantiles con múltiples versiones a cada cuál más gilipollas, «Pulgarcito». Como casi siempre los hermanos Grimm ahí en plan gore, con rebamientos de tripas y demás, luego dicen que la tele de hoy tiene violencia, sí por los cojones, yo sin embargo opto por la versión de Charles Perrault.

¿Eres madre? ¿Padre? Caso que sí coincidirás conmigo que quienes ponen los nombres a los hijos son siempre ellas, esto normalmente se decide nada más quedarse embarazada y si discutes te puedes pasar un buen tiempo sin follar, así que el padre normalmente añade un «qué bonito, me gusta» a la sugerencia materna y a correr.
¿Por qué digo esto? Porque hay que ser hijaputa, sí, pero mucho, me refiero a la madre de Pulgarcito, como el niño nace pequeño le llama Pulgarcito… Sí señora, cómo se nota que hiciste pira a la clase «A una niña no la llames Carlota porque luego en el cole la dirán idiota».

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La Cenicienta, analicemos su rigor histórico.

Vamos a darle un buen repaso a uno de los cuentos infantiles más famosos, «Cenicienta», a mí la verdad me tenía esto de la Cenicienta con la mosca detrás de la oreja, veía muchas lagunas en el argumento, el principal el asunto del zapatito de las narices (eh, no he dicho cojones) (ahora sí), es la cosa de tener una mente tan privilegiada, que nos da por plantearnos historias a priori tan bien construidas como esta que nos ocupa.

Porque a ver, se supone que el padre es un noble rico que enviuda, vale, hasta ahí todo normal, enviuda y se casa con una mujer fea y con dos hijas. Ahí ya pinchamos en hueso, si es un noble rico por mis cojones, perdón, por mis narices se va a casar con una vieja fea con dos adolescentes, colaría caso de estar arruinado y ser la otra la hostia de rica, pero se supone que estamos hace siglos, hace siglos era muy difícil que una mujer tuviera tal posición.

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Analizando cuentos, «Caperucita Roja».

Estaba yo leyendo, sí, leyendo, «Un Final Perfecto» de John Katzenbach, llegué a la mitad y lo mandé a cascarla, ni asesinatos, ni sexo ni nada, va, en serio, no está mal, para pasar el rato sirve, la cosa es que el prota, el malo, quiere pasar a la historia de los asesinos y tal y para ello ronda a tres pelirrojas con aviesas intenciones, el tipo se hace llamar «lobo feroz» en una clara referencia al tradicional cuento de «Caperucita Roja». Es evidente que tras esa farragosa lectura a uno le entraron ganas de leer algo más acorde con su capacidad intelectual y lo dicho, acabé leyendo la versión más famosa del cuento, la del Charles Perrault, adaptada para niños claro está.

Por si no lo has leído, un resumen, la abuelita mala en una cabaña en medio del bosque, no digo que fuera mala, es que estaba enferma, la mamá de Caperucita le da una cestita a la niña para que se la lleve, esta, cruzando el bosque, se topa con el lobo que le pregunta dónde va, sabiéndolo llega antes, se come a la abuela, espera a Caperucita haciéndose pasar por la vieja y cuando está a punto de comérsela también llega el cazador, le abre las tripas (al lobo), le saca a la abuela, le mete piedras y tras coserle le tira a un río.

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