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Si el termómetro nos da fiebre, cambiamos el termómetro.
Recuperamos la apasionante actualidad ciclista, disimulas pero sé de sobra que te mola, Milán-San Remo, el primero de los monumentos, la primera de las grandes clásicas ciclistas, gana Alexander Kristoff, noruego, un ciclista de segundo nivel, la frase: «¿dónde están los corredores con cojones?» su autor, Vicenzo Nibali, un tipo irrepetible.
No te voy a cansar, esto es así, la Milán-San Remo es el termómetro fiel del nivel de valentía del pelotón, un recorrido mucho más sencillo que el resto de grandes clásicas pero con la dificultad suficiente como para romper la carrera, si se le echan huevos, sin huevos no hay tortilla, como no hay huevos los organizadores cambiarán (ya lo tenían previsto este año pero no pudo ser) el recorrido, si lo que marca el termómetro (exceso de conformismo) no nos gusta lo cambiamos, metemos más muritos, da igual que una carrera centenaria pierda sus señas de identidad, nos la pela, todo en pos de vete a saber qué, encima gente como Carlos Arribas aplaude el despropósito, los nuevos tiempos.
Más ciclistas comportándose en carrera como Nibali y no haría falta cambiar lo que no ha hecho falta cambiar en un siglo, luego me preguntan que por qué soy de Nibali si Purito gana más, lo que hay que oír, él fue el único que le echó huevos, el único en intentarlo.