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Momento histórico, acaba «Breaking Bad».
Puede parecer exagerado, en realidad lo es, el final de una serie de televisión nunca debería ser un momento histórico, mas si nos ceñimos al mundo televisivo sí que lo es, pues pocas series alcanzaron en la historia la trascendencia y prestigio de «Breaking Bad». Esto lo digo con toda la objetividad posible, «trascendencia» y «prestigio» son términos que se prestan a resultar muy opinables, pero más allá de gustos hay que reconocerle eso. Digo más allá de gustos porque hasta la fecha aun no tengo decidido si esta serie es la quintaesencia de la egregia polla hablando de tele o resulta bastante sobrevalorada.
Mas éxito ha tenido, de audiencias, de premios, AMC, el canal que la encargó y emitió ya ha firmado con su creador, Vince Gilligan un contrato para crear una nueva serie, sin saber siquiera nada de la misma, y a la vez ha confirmado un «spin-off» basado en el personaje del abogado Saul Goodman, interpretado por Bob Odenkirk, tipo este curioso, uno de esos currantes polivalentes, actor, guionista, director, productor e incluso hasta cómico ocasional. La importancia real de la serie la dará el paso del tiempo, pero me da que sí, que esta será una de esas que formarán parte del Olimpo televisivo, junto a «The Wire» o «Los Soprano».
Walter White, la metamorfosis.
Antes de empezar con la entrada en sí misma comentar una noticia televisiva, la tercera temporada de «Spartacus» ya tiene nombre, «War of the Damned», aún está por emitirse en España la segunda, «Vengeance», pero la noticia sin duda es la confirmación de que con esa tercera entrega se acabó lo que se daba, ahora al lío.
Le he echado un ojo a la cuarta temporada de «Breaking Bad», una de las series estrella de AMC, antes de nada comentar que la quinta ya está confirmada y que será algo más larga de lo habitual, 16 episodios.
Mi historia con esta serie es definitivamente extraña, por lo general enseguida sabes si algo te gusta o no, yo después de tres temporadas aun estaba con la duda de si «Breaking Bad» me gustaba o no, si Vince Gilligan (el hacedor) es un genio o un plasta, como la tercera temporada acabó con un final (es lo que tienen los finales, que suelen acabar las cosas) de esos capaces de marcar un antes y un después pues nada, había que ver la nueva entrega de las aventuras del exprofesor y su ayudante en cocinar metanfetas.
No hay novedades importantes en el reparto, recordemos que este está encabezado por Bryan Cranston, junto a él Anna Gunn, Aaron Paul, Dean Norris, Betsy Brandt, RJ Mitte, Bob Odenkirk, Giancarlo Esposito y Jonathan Banks, en realidad no es lo único que no sufre cambios, ya que la historia, al menos a primera vista tampoco es que de un giro, había varias opciones para salvar esa última escena de la temporada anterior, eligen una los guionistas, de cualquier manera era evidente que White iba a seguir viviendo, o sea que más que el que si vive o muere la cosa era el cómo iba a seguir viviendo, la respuesta es, más menos como antes.
Y como antes sigue el resto de la serie, cuidada fotografía, notándose el interés del director al colocar las cámaras en cada escena, técnicamente de impecable factura pero lenta, da la sensación de que cada minuto se te hacen dos, y eso que sí, pasan cosas, pero no te llegan, indiferencia es la palabra, comenzaste a ver la serie por lo de antihéroes de los protas, pero ya nada queda de eso, Walter ha evolucionado ya tanto que sí, aunque sigue fuera de su ambiente ya no desentona, las pocas gotas de comedia negra que desprendía «Breaking Bad» parece que se han evaporado bajo el calor de Nuevo Méjico.
La cosa es que para los que somos más bien cortitos se nos hace complicado el interpretar tanta escena donde no hay ni diálogos, atracan un camión, vale, ¿por qué?, pues tardan dos capítulos en explicarlo, que te hagan pensar en ciertas cosas pues vale, se agradece, más que pensar reflexionar, pero para saber esas cosas pues no, curiosamente pasan cosas, muchas cosas, cosas importantes, los personajes en esta temporada evolucionan mucho, pero para mí el gran fracaso de la serie es ese, pasan muchas cosas y aun así se te hace bastante pesada, algo falla.
Evidentemente la cosa se acelera a medida que se acerca el fin de temporada, y también se evidencia lo que puse en el título, la metamorfosis del personaje principal, el exprofesor de química, personaje que nuevamente permite el lucimiento absoluto de Cranston, una transformación genialmente llevada a cabo.
El dramatismo, la tensión, las situaciones límites, se van apoderando de «Breaking Bad», ahí comienza otra serie, esa que te engancha, que te mantiene en vilo, por fin todos y cada uno de los hilos se reúnen en uno, ya sólo queda saber si volverán a hacer de calientapollas, dejándonos con las ganas cara a la próxima entrega o por una vez nos echarán un buen kiki, pero claro, si te lo cuento te jodo a ti el final.
Con todo, entonces, tenemos la pregunta, ¿me gusta?, pues claro, el sabor que más recuerdas es el último, y el regusto que deja es de verdadero manjar, porque toda la parte final merece mucho la pena, pero hay que tener en cuenta todo en conjunto, haciendo de balanza pues decidí dejar la respuesta para la quinta temporada, a ver si salimos de dudas.
Revolution Renaissance vuelven a la posdata, «A Lot Like Me» el tema.
«Breaking Bad» los antihéroes.
He estado viendo “Breaking Bad”, una de las grandes apuestas del canal AMC, serie creada por Vince Gilligan, la propuesta no deja de ser interesante, un cuarentón, profesor de química, como tantos otros hombres de su edad con una vida en la que no se siente ni realizado ni valorado, con el agravante de descubrir que tiene cáncer, con el fin de asegurar el futuro de su familia, una mujer absorvente, un hijo adolescente con parálisis cerebral y un bebé en camino, y con la ayuda de un antiguo alumno, yonki y trapicha de poca monta, decide emprender la aventura de fabricar y distribuir metanfetas.
AMC es quizá el canal más dispuesto a hacerle la competencia a la HBO, suyas son series como la exitosa «Mad Men», la zombiana «The Walking Dead» o el remake «The Killing», también de la por mí esperada «Hell on Wheels», que estrenan el mes que viene, un western con muy buena pinta, ciertamente han conseguido reconocimiento de la crítica, del público y galardones varios, pero para mí hay detalles, sobre los que hablaré luego, donde fallan.
Estamos sin duda ante una buena serie, bien interpretada y que entretiene. Comienza explotanto el papel de antihéroes de los protagonistas, tomando un todo de comedia, tono que va perdiendo a lo largo de los capítulos para dejar paso al drama, con todo a mí al principio me pareció bastante lenta y pesada, cosa rara porque es la primera temporada la más corta de todas por aquello de la huelga de guionistas, el que luego, con una trama más convencional, más tópica, vaya ganando, no deja de ser su pequeño fracaso, te dejas de creer la historia y comienzas a ver escenas que vamos, “sí hombre”.
He de decir que esto está escrito teniendo en cuenta las tres primeras temporadas, habrá que esperar a la cuarta, en emisión y a la confirmada quinta, que está en producción y que además se cuenta que tendrá 16 capítulos, la gran pega para mí es la misma de la que adolecen sus compañeras de canal, mientras que la historia en sí misma no está nada mal en cuanto se pasa a la vida privada de los protagonistas la cosa huele demasiado a culebrón, pierde interés.
Los actores están bien, sobre todo el prota, Bryan Cranston, aunque mi personaje favorito sea el de su cuñado, el duro Hank, interpretado por Dean Norris y al que si no le dobla el que hizo de Tony Soprano poco le falta. Junto a ellos tenemos a Anna Gunn ( «Deadwood» ), Aaron Paul como socio farlopero, Giancarlo Esposito, tio polivalente donde los haya, (sale por ejemplo en «Once Upon a Time») como capo de la droga, Jonathan Banks, uno de los secundarios de lujo de la tele americana, como detective para todo y Bob Odenkirk como abogado carente de excesos de ética.
Lo que más me jode de esta serie, como me jode de muchas otras, es su hipocresia sexual, está bien mostrar en pantalla cabezas decapitadas y demás casquería y sangre, eso no hace daño alguno, pero mostrar una teta es pecado mortal, están echando un quiqui y cuando acaban la tia se tapa con las sábanas, coño, que te acaban de follar, ¿tanta verguenza te da que te vean las tetas?.
Y no se trata de enseñar tetas, se trata de que si no quieres enseñarlas hay otras maneras que no sean taparte con las sábanas, eso chirria, un plano de espaldas qué se yo, esa es una de las diferencias entre la HBO y el resto del mundo, que en estas te olvidas que ves una serie porque te crees todo lo que pasa y en el resto no.
Sirenia es una banda noruega de Gothic Metal, de esas despectivamente llamadas chochometal, siempre se ha caracterizado por los cambios en su formación, sobre todo en la vocalista, a la que cambiaban disco a disco, curiosamente la única en repetir ha sido la española Pilar Giménez García, más conocida como Ailyn, que de «Factor X», y sin experiencia previa alguna en el género fichó por la banda dando la talla, sin embargo el tema de hoy, «My Mind’s Eye» pertenece al disco «Nine Destinies and a Downfall» donde la cantante era la rubia danesa Monika Pedersen.