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Todo un general.

Hablaré sobre un hombre, un general, que es de los pocos que jamás fue derrotado en el campo de batalla, pocos en toda la historia pueden decir eso, más aun cuando su bando fue el derrotado en la guerra en cuestión, casi todo Napoleón tuvo su Waterloo, menos nuestro protagonista, pero antes de entrar en harina haremos una pequeña introducción.

Hablamos de la I Guerra Mundial, «la gran guerra» como fue conocida, si nos preguntan por esa contienda nos viene a la cabeza impepinablemente las trincheras del frente occidental, «leones mandados por asnos» es una expresión que se suele usar refiriéndose a esta guerra, bravos soldados sufriendo y muriendo mayormente por la ineptitud de sus generales, sorprendidos por un nuevo tipo de lucha casi desconocido hasta entonces, las citadas trincheras, millones de hombres lucharon y murieron en operaciones casi suicidas, caídos recorriendo en muchos casos apenas unos metros ante las asesinas ametralladoras.

Evidentemente al hablar de «Guerra Mundial» hablamos de algo más que del frente occidental, de esa línea de trincheras que iba desde el Canal de la Mancha hasta Suiza, fue una contienda dura, se combatió literalmente hasta el último minuto, esas famosas 11 de la mañana del día 11 del mes 11 de 1918, esos ineptos oficiales mandaron operaciones hasta el final, sabiendo días atrás ya que el armisticio estaba firmado y la paz entraba en vigor en ese momento, mas como digo se luchó en más frentes, el frente oriental, los Balcanes, los Alpes, en África, en Asia, en la Turquía europea… en los océanos de todo el mundo.

Fue una guerra que nos trajo los primeros combates serios de la aviación, ya existían como he dicho las ametralladoras, se usaron carros de combate, lanzallamas, gases, artillería pesada a larga distancia, se produjo la primera gran batalla naval con acorazados, cruceros, destructores.. Jutlandia, la segunda batalla naval más importante de la historia, se usaron también submarinos, desembarcos como en los Dardanellos, en fin, junto a esos esbozos de la guerra moderna aun veíamos caballería en los diferentes ejércitos, sin duda fue una guerra interesante e injustamente obviada por el auténtico barómetro de la importancia de los acontecimientos históricos, el cine.

Mucho se habla del nazismo, del exterminio de judíos, bien, en eso también la I Guerra Mundial tuvo su aquel, podemos citar el éxodo serbio, achuchados por las potencias del eje y sus aliados búlgaros, o más claramente, el extermino armenio, causado por los turcos, que enviaron a la muerte a miles de personas en lo que se ha considerado todo un genocidio.

Fue una guerra donde el heroísmo peliculero, como el del personaje que os presentaré luego, apenas tuvo cabida, sí el heroísmo del soldado anónimo claro, si preguntas por nombres de la II Guerra Mundial te salen decenas, si preguntas por los de la primera… la cosa cambia, Francisco José, el heredero por el que se desencadenaron las cosas, Lenin, que aprovechó la Revolución Rusa para auparse en el poder, bien ayudado por los alemanes por cierto, Ludendorff y Hindenburg, los generales jefe de Alemania, Mustafa Kemal, el héroe turco, Pétain y Ferdinand Foch, por el lado francés o Douglas Haig por el británico, pero pocos de ellos han pasado claramente a la historia, si hablamos de verdaderos héroes pues tenemos a mi juicio dos, Lawrence de Arabia y el Barón Rojo, a los que esta vez sí, el cine les revistió de ese misticismo romántico quizá no tan exacto como se merecian.

Bien, en ese contexto situaremos a nuestro protagonista, quien sepa algo de historia posiblemente sabrá de sobra de quién se trata, pero para muchos sin duda será la primera vez que lea acerca de este personaje, que como digo hizo algo quizá nunca conseguido, mantenerse invicto a lo largo de toda una guerra, guerra que encima su bando perdió.

VerdumLlegados a este punto es el momento de descubrir el nombre, si has pensado en Paul Emil von Lettow-Vorbeck has acertado, Von Lettow fue un general alemán enviado a las colonias de ese país en África, concretamente al África Oriental Alemana, que en la actualidad más menos representan Burundi y Ruanda con un claro objetivo, intentar poniendo los mínimos recursos que los británicos sobre todo tuvieran que emplear muchos más y así liberar un poco el frente europeo.

En el barco que le desembarcó en África coincidió con otro personaje histórico, Isak Dinesen, seudónimo con el que se conoció a Karen Blixen, escritora danesa a la que debemos la famosa «Memorias de África».

Von Lettow tenía órdenes claras, mantenerse a la defensiva, pero tras derrotar a los ingleses en Tanga, que fue a la postre la mayor batalla librada en territorio africano de toda la contienda se dedicó a hostigar y a atacar a las tropas de la Pérfida Albion allá donde pudiera.

Un detalle, al contrario que los británicos los alemanes jamás pudieron proporcionar material, víveres o cualquier cosa a sus tropas en África, el bloqueo del Mar del Norte sólo fue superado por submarinos y esporádicamente por barcos que como mucho llegaron a las costas de Irlanda para apoyar a los insurgentes de ese país, Von Lettow combatió pues en plan barato, surtiéndose de lo que tras cada batalla podía coger de los restos de sus enemigos, pero ¿con qué tropas contaba?

VerdumApenas 3.000 soldados alemanes comenzaron sirviendo bajo sus órdenes, sus ejércitos lo conformaron los askaris, los míticos askaris, soldados nativos, comenzó sus andanzas atacando las líneas de ferrocarril inglesas, poco después, a comienzos de 1915 les volvió a derrotar en la batalla de Jassin, pero esa batalla supuso su particular «victoria pírrica» y ante la escasez de hombres cambió de estrategia, usando a partir de entonces una especie de lucha de guerrillas.

Sus correrías produjeron el primer efecto deseado, Inglaterra tuvo que desviar grandes recursos, hombres y armas, para hacerle frente, nada sirvió, incluso con la entrada de Portugal en la guerra, que en teoría debiera de haber servido para acabar con él, se logró el efecto contrario, ya que Von Lettow atacó Mozambique, colonia lusa, apoderándose de sus guarniciones y por ende de sus recursos.

Para hacernos una idea de la proporción de fuerzas, Smuts, que era su rival en África contó con nada menos que con 300.000 hombres, las fuerzas de Von Lettow, contando los askaris, nunca pasaron de 10.000, pero la valentía de estos, su motivación, entre otras cosas porque cobraban el doble de paga que las tropas nativas aliadas, y las dotes de mando y estrategia de nuestro héroe hicieron que las campañas africanas supusieran desastre tras desastre para los de Smuts y victoria tras victoria para las huestes alemanas.

Incluso acabada la guerra siguió derrotando a sus enemigos, como el 13 de noviembre del 18, en la batalla de Kasama, sólo diez días después, cuando le confirmaron el fin de las hostilidades, entregó sus armas en Abercorn, actual Zambia, invicto.

Fue el único general recibido en Alemania en desfile victorioso, tras la guerra sus esfuerzos se centraron primero en repatriar a todos los prisioneros alemanes diseminados por el mundo, y segundo que sus soldados nativos recibieran igual trato que los teutones, aunque fue tentado más tarde por el nazismo para unirse al partido nunca aceptó, su mayor cargo en el gobierno alemán fue uno honorífico, «General para asuntos especiales».

en 1959 volvió a África donde fue recibido con honores no solo por sus antiguos soldados, sino por sus enemigos de la guerra, sobre todo por Jan Smuts, quienes le concedieron incluso una pequeña pensión que le ayudó a mantenerse hasta su muerte, en 1964, tras ella el gobierno alemán decidió recompensar económicamente a sus askaris, pero había un problema, muchos habían perdido toda su documentación y muchos se apuntaron al carro sin haber participado, así que usaron un método infalible para separar el grano de la paja, les dieron un palo y en alemán empezaron a mandar ejercicios de fusil tal y como Von Lettow les había enseñado, no hubo duda, sus verdaderos hombres recordaban a la perfección lo que su gran general les había enseñado.

En una guerra cruel como ninguna la figura de Von Lettow aparece como el último héroe romántico, el frente africano fue un frente de caballeros, siempre que apresaba oficiales rivales les dejaba ir con la promesa de no volver a empuñar las armas contra él, nunca hubo ensañamiento ni crueldad innecesaria contra sus enemigos y tanto sus hombres como sus rivales le consideraban un caballero y un hombre de honor.

Una anécdota para acabar, dicen que cuando Hitler le propuso ir de su mano nuestro protagonista, contrario a las ideas nazis, literalmente le mandó a “a tomar por culo”, estuvo incluso recluido en su domicilio durante la II Guerra Mundial y perdió dos hijos en el frente.

Decidme si traer en jaque y derrotar una vez tras otra a un enemigo tan superior, sin medios, aprovechándose solo de lo que les birlaba a los primeros, siempre estos bien surtidos por la potente flota británica, no merece un lugar en la historia mejor que el que se le ha dado a Paul Emil von Lettow-Vorbeck, un hombre además que en una de las contiendas con las mayores atrocidades de la historia hizo la guerra de tal manera que logró el respeto y la admiración tanto de paisanos como de enemigos, esta es en resumen pues la historia de una de las mayores injusticias que el mundo tiene en su lista por resolver.
Sin enrollarme, postdata, Saratoga, «Almas sin Descanso»

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