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Ay la nostalgia.
«Quiero ver el coño de mi madre». A ver, no pienses mal, mejor de momento ni pienses nada, esa frase es uno de los términos de búsqueda con los que me topé dentro de las estadísticas del blog, como para tomar en consideración las visitas que tiene uno, porque no es solo ese, «foca gay», «se te ve el coño» (este debe ser el mismo del principio una vez logrado el objetivo) o «famosa herida en el buyacas» son alguna de las cosas con cuyos resultados al buscar en google vienen al sitio este, pero no va de eso, que ya hablamos, el tema, volvamos al enfermo del principio.
Digo yo, o es un enfermo salido, que pudiera ser, o quizá simplemente un nostálgico, que ya sabes como nos mola recordar batallitas y cogorzas, quizá el tipo se sintiera tan a gusto en el parto que quiera recordar el asunto, que a ver, es como digo yo siempre a las mujeres, no tengáis prisa en retirarle el pecho al niño cojones, que no os imagináis lo que nos cuesta pillar otra luego, es pues, de la nostalgia, de lo que quiero hablarte.
«Roma Criminal», casting de enfurruñaos.
He visto «Roma Criminal», «Romanzo criminale» originalmente, serie de dos temporadas y 22 capítulos en total producida por el canal italiano SKY Cinema.
Data la cosa ya del 2008, su creador es un tal Giancarlo De Cataldo, guionista, y Stefano Sollima a la dirección, De Cataldo es el autor de la novela homónima en la que se basa la serie, las andanzas de la banda «della Magliana», llamada así por la procedencia de muchos de sus miembros de ese barrio de Roma, la acción comienza en los años 70 y va caminando en el tiempo.
La verdad, el casting tuvo que ser unas risas, ahí los actores pendientes de su audición y los responsables pidiéndoles que pongan cara de malo, «mira mira, mira que cara de malo» diría uno, «mira qué bien hago yo de enfurruñao», «pues yo de ambas mira», y ese debió de ser el que se adjudicó el puesto de líder de la banda, dando vida a «el libanés», un tal Francesco Montanari, junto a él, como cabecillas están «el dandi» (Alessandro Roja) y «el frío» (Vinicio Marchioni), junto a ellos destacar al poli honesto y currante (Marco Bocci), la puta de lujo (Daniela Virgilio) y la preciosa Alessandra Mastronardi.
Obviamente está el resto de la banda, igual de enfurruñaos que su jefe, el resto de los polis, la mayoría unos corruptos de cojones y las bandas rivales y tal, pero la verdad, para lo que nos suenan los nombres mejor pasamos página.
La ambientación, estamos en los 70, abusan de los filtros sepia en la fotografía para envejecerla, da el cante, no obstante hace su función, los peinados y las vestimentas también, algún secundario se les escapa, pero en general la cosa es creíble, da un poco a la nariz eso sí la cosa de ver las calles de Roma apenas sin coches, pero es que tampoco debe de haber tantos coches de la época disponibles.
La primera temporada comienza presentándonos a la banda de chorizos, porque eso son al principio, y su fulgurante ascensión, tras acabar con toda competencia, a la cima del control del tráfico de droga de la ciudad, a ver, se supone que esto está basado en la novela del citado De Cataldo, juez para más señas, por lo que la historia debió de ser bastante parecida en realidad a como nos la muestra la serie, sin embargo al verla te da la sensación de que todo es más bien exagerado, la ascensión de la banda al poder se hace así como si nada, de ser unos pandilleros de barrio pasan a ser los putos amos así casi por las buenas, punto en contra que suene todo tan artificial y poco creíble tratándose en teoría de una historia rival.
Pues ahí tenemos a la banda, con «el libanés» cada capítulo añadiendo matices de desquiciado a su cara, nos quejamos en España pero lo de este tío es de cadena perpetua, suben de nivel, se añaden intrigas políticas, conexiones entre la policía secreta y los mafiosos, la banda una vez en la cima va teniendo también su historia de traiciones, infidelidades y tal, acabando la temporada pues eso, como el rosario de la aurora casi.
A veces te lías, porque hay demasiada trama y los nombres no ayudan a identificar quién es quién, menos mal que la mayoría de los fuera de la ley son nombrados por sus apodos, pero en general la historia está bien, cruda, violenta, vas metiéndote en el argumento y al final consigue entretenerte.
La segunda temporada nos traslada ya a los años 80, visualmente se nota, cambian los atuendos, peinados y apariencia de los personajes, quizá se abuse menos de los filtros sepia, cambia la década y es como si cambiara la serie, lo que en la primera eran amagos aquí son golpes, la serie entra en una espiral de sangre y destrucción, intrigas, venganzas, ajustes de cuentas, la única aparición destacable es la de Giovanna Di Rauso, en un papel de esos que te dejan huella, sin duda alguna esta segunda entrega es muy superior a la primera en todos los aspectos, más ágil, con menos relleno, más espectacular, pero también más creíble, con los personajes ya tratados con sus matices, ahora sí que realmente nos los da a conocer, los nueve primeros capítulos de esta temporada son sin duda de lo mejor que se puede haber visto en la tele.
Dejo para el final el décimo, que cierra la serie, aquí la trama da un salto temporal para acabar la historia, vemos la huella de las heridas sin cicatrizar y cómo afectan estas a la banda, el capítulo sigue la senda de la violencia y crudeza, pero impregnándolo de melancolía, el final claro, dignísimo, con una escena que echa el cierre realmente conmovedora.
Y un detalle, la banda sonora está compuesta en gran parte por éxitos de la época, lo cual, para los que contamos algunos años, es todo un detalle, reconoces muchos de los temas, eso también ayuda a marcar la época, porque ahí también pasan de los temas de los 70 a los de la década del naranjito.
Para la posdata Parabellum con el tema quizá más comercial de su carrera, más pegadizo, «La Locura»