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Abortos, leyes, democracias, ¿incoherencias?
Recientemente ha echado a andar el polémico proyecto de ley de Gallardón que acabará, dios mediante (nunca mejor dicho) en una nueva ley que en realidad no será de aborto, puesto que el nombre elegido es «Ley de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la embarazada». Al respecto de la misma me ha surgido una certeza que normalmente me suele surgir cuando se aprueban leyes de la forma en la que se va a aprobar, porque se va a aprobar, esta, de la misma forma y también al hilo comentaré una pequeña discusión que tuve yo con cierta parienta que me costó unos cuántos polvos de castigo 🙂
He de decir que entiendo que el tema es polémico de cojones, que cada uno tendrá sus ideas al respecto y vaya, no pretendo tampoco convencer a nadie más que nada porque antes debiera convencerme a mí mismo y ni mucho menos, «nosotras parimos nosotras decidimos», bonito slogan, mas eso significa dejar al padre fuera de toda capacidad de decisión cuando el niño es la mitad suyo, me parecería bien si luego en consecuencia nadie pidiera pensiones alimenticias, puesto que si es de quien pare pues eso, para qué coño se quiere padre en ninguna de las circunstancias.