Y la liaron, pero gorda además.
Y por culpa de su padre vinieron los malos, y la liaron, vaya que si la liaron, una “ele” de campeonato, se liaron cuatro, porque eran tres malos y le invitaron a ella.
“Pues para ser malos se hacen unos porros cojonudos” pensó ella, y continuaron liándola, partida al mus, orgía, otro musete para aliviar tensiones, entró el perro, se lo zumbaron los cuatro, pillaron una pulga, igual, con el bote de vaselina la pusieron a cuatro patas (o las que tenga la pulga, que ni idea) y le dieron una buena ración de lo suyo.
A la mañana entró la madre, preocupada, y se encontró al angelito durmiendo, los malos, el perro y la pulga se habían ido a un after a bailar y esas cosas, “ay que niña más dulce”, pensó.
Y la dulce niña esperando a que su madre saliera de la habitación para ir a comprar la píldora del día después, no estaba dispuesta a criar un cachorro de perro pulguero.
Y colorín colorado esta historia se ha acabado.
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¡Será posible! Sólo a ti podría ocurrírsete semejante final.
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Es que se me ponían muy serios 😀
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🙂 🙂 🙂
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Que noche la de aquel día!!! Todavía me estoy recuperando 🙂
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Esto es apología del vicio y lo demas tontería 😀
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