Cosas que me tocan los cojones.

En sentido figurado claro, cosas que hacen los demás, claro. No sé si has reparado alguna vez en que somos perfectos todos de narices, cuando hablamos de estos temas, de defectillos, siempre son de los demás, ¿vecinos tocapelotas? Todos tenemos, pero nadie se reconocerá como un vecino tocapelotas, ansioso espero que alguien, en este mundillo internetero, haga una entrada de blog tipo «hola, soy el típico vecino tocahuevos que pone la música alta y se pasa por el forro del anteprepucio las quejas de los demás, subiendo incluso el volumen».

En el tema de la pareja es igual, si reconocemos alguna manía será de esas que en el fondo son chorraditas, «tengo la manía de tenerlo todo superlimpio», es el otro el que tiene la manía de tirarse pedos en la ducha o mearse en la cama, o al revés, que es también habitual. Siempre es el otro, eso me toca los cojones ¿ves? En mi caso debo decir que no es así ni de lejos, yo también tengo manías, y gordas, me gusta tenerlo todo superlimpio por ejemplo, ¿ella? Alguna tiene, pero menos graves.

Por ejemplo, una cosa que me molesta, poco, porque es un cielo, eso de que te pregunte algo desde la otra punta del piso, qué se yo, «querido líder de opinión, ¿qué te apetece hacer esta noche?» y respondas en tono normal, «follar», no te escuche y.. «¿qué?» y tú ya, siempre delicadamente.. «QUE FOLLAR, QUE ME APETECE FOLLAR, COÑO», ¿qué responde? Exacto, que no chilles, hostias, pues si no me escuchas en tono normal habrá que chillar ¿no? Mas son pequeñeces, mis manías sí que son gordas, no me duelen prendas en reconocerlo, me gusta reciclar, cocinar, planchar, hacer la compra, llevar el taller al coche, oh, esa manía sí que es imperdonable, me encanta llevar su coche al taller, a la ITV, «su coche», me apasiona, es una manía que tengo ¿ves? No me planteo nunca el por qué hostias no puede llevar ella su puto coche al taller, para qué si tiene al anormal que se lo lleva.

En cambio las suyas, sus manías, son eso, pequeñeces, como cuando estamos viendo la tele cenando, dicen algo en la pantalla y me pregunta si lo he escuchado, oh, no me molesta en absoluto, total, debe ser que el volumen es distinto para ella que para mí, es una pijadilla, aunque pase siete veces en cada velada, es parte del encanto de la relación, igual que cuando subes el volumen y te pregunta si estás sordo, podrías pensar en decirla que no, que tú no, pero ella es posible que sí.

Pero no veamos esto solo en el ámbito doméstico, hay cosas que me joden, mucho, por incoherentes, ese estar ahí con el whatsapp, mandando imagenes y chorradas, o en un blog, sobre lo que las nuevas tecnologías afectan a las relaciones humanas, que no hablamos con los demás, que estamos todo el día con el móvil y el ordenador, esas cosas que ojo, mandamos con… sí, con el móvil y el ordenador.

A ver, gilipollas, que eres gilipollas, eso que haces es como si estás zampándote tres hamburguesas grasientas con patatas (igual de grasientas) y te quejas de la mala dieta que seguimos en los tiempos modernos, o cuando vas haciendo zapping en la tele y te pasas un documental histórico, una gran serie o una buena peli y acabas viendo «Sálvame» echando pestes de que solo dan mierda en la tele.

Así como esas pequeñas manías domésticas me son indiferentes estas otras me tocan mucho mucho los cojones, sí, como esos textos que hablan de lo felices que éramos en los ochenta sin tanta tecnología, jugando ahí con los tirachinas, pero vemos a nuestro hijo con un tirachinas y nos llevamos las manos a la cabeza, se lo quitamos y le dejamos jugar al Candy Crush para que se le pase la pelotera.

En fin, cosas que me tocan los cojones, ya ves tú, otra, que la gente acabe las entradas de un blog poniendo videos, cómo lo odio, eso es de idiotas, encima dando detalles, que si Tristania, que si son noruegos, que si siempre han sido comparados con Sirenia, banda está fundada por un ex miembro de los primeros, que siempre hacían una música así más oscurilla, más durilla, que los segundos, que si hace un par de discos sacaron «Rubicon», disco en el que presentaban a su nueva cantante, la bella (para mí) Mariangela Demurtas y que dejaba su sonido amariconao del todo, pero que volvieron en el siguiente a volver al camino de siempre, me toca los huevos que no veas que se enrollen tanto en vez de poner el título del video en cuestión, «Year of the Rat», video que mola la hostia por cierto.