Trilogía “Merikeit la poetisa”. Segunda parte: “El duro crítico literario ve la entrevista con la autora y se lleva las manos a la cabeza”.

Flanagan era un crítico literario, especializado en temas líricos y eso, de los duros, era tan duro que de las lentejas comía solo el hierro, el resto lo apartaba, rara vez aprobaba una obra, pues era sincero, de “20.000 leguas de viaje submarino” dijo que le faltaba profundidad, “van en un submarino coño, cómo le va a faltar profundidad”, le decía, “le falta y punto”.

Flanagan tomó el café de la mañana, se le revolvieron las tripas, se fue a cagar, para limpiarse usó la última obra recibida, decía asín:

Me acostumbré a esperarte.
Viniste.
No me acostumbro.

No podía creerse el éxito cosechado por esa basura, cuando acabó sus tareas matutinas puso la tele, casualmente salía una entrevista con Merikeit, la autora de la barbarie literaria.

Llegados a este punto te preguntarás si no es mucha casualidad que el prota ponga la tele y salga Merikeit, hombre, si nos ponemos a buscar pegas al excelente relato las encontramos fijo, esto es un recurso que los escritores con verdadera valía usamos mucho y se llama “técnica testicular”, es decir, usamos lo que nos sale de los cojones.

En la entrevista Merikeit se explayaba, “estoy en un momento creativo excelente, las ideas me venían a la cabeza como las ladillas al hijoputa de mi exnovio, no creo que los dos Nóbeles de literatura y el de química premien mi originalidad, mi saber hacer, mi clase y elegancia”.

Flanagan se lleva las manos a la cabeza (de ahí el título “El duro crítico literario ve la entrevista con la autora y se lleva las manos a la cabeza”) llama a la editora de Merikeit indignado, le pide el teléfono de la susodicha, “no le puedo dar el teléfono, es privado”, “pues dame el whatsapp”, “555-55-55-55”, “¿tú eres rubia no?”.

Quedan para otro día, como el autor no moja se empeña en que sus personajes estén dándole al frote constantemente, pero eso no viene a cuento, Flanagan marca en su móvil el teléfono de Merikeit, con un punzón en la carcasa, lo mira, “qué bien me ha quedado, qué duro soy, ni agenda ni pollas”.

Después la llama, Merikeit contesta, quedan para verse, follan, evidentemente, tras follar empieza el debate, un debate feroz, rico en argumentos, la hostia, un debate acojonante, de los buenos, era tan bueno el debate que salía de casa a hacerle la compra a todas las ancianitas del barrio y se las subía a casa aunque no hubiera ascensor, un debate cojonudo, invitaba a café incluso, pero del debate nos ocuparemos en la tercera parte, titulada: “Un debate cojonudo entre el duro crítico literario y Merikeit, la autora de la obra”.

Es que a mí me gusta ir a lo conciso, títulos cortos, posdata: ReinXeed y «A New World»