Cayo Julio César Augusto Germánico.

Así tal y como viene en el título te preguntarás de cuál de los tres personajes romanos te voy a hablar, pues de ninguno, porque ese, el nombre del título, es el nombre real de uno de los personajes de la antigüedad que más huella dejó en tan poco tiempo, Calígula, un sádico, un colgado como la copa de un pino. ¿Por qué «Calígula»? Gran pregunta la que me haces, ni puta idea, pero internet dice que por las sandalias que usaba cuando de joven iba con las legiones, la caliga.

Un tipo que llegó al poder, a lo más alto del imperio, eliminando a su primo, Tiberio Gemelo, que no dudaba en mandar matar a quien se le quedara simplemente mirando su incipiente calva (así somos los calvos, expeditivos), que hizo cónsul a su propio caballo (aunque Rajoy hizo ministro a Cañete, no sé qué es peor), un tipo que «reinó» menos de cuatro años y aun así alcanzó la inmortalidad de su nombre. Cierto es que de su vida y mandato pocas fuentes hay y muchas no son demasiado fiables, pero si la práctica totalidad de ellas coinciden en su locura y en su sadismo y maldad pues no voy a ser yo quien lo discuta.

Fechas, putas fechas, qué más nos dará digo yo, pero por si quieres hacerte el listo y por aquello de ponernos en situación diremos simplemente que vivió y gobernó en el siglo palito. Decir que por sus genes corría sangre tanto de Octavio (el emperador Augusto) como del gran Marco Antonio y que su padre fue uno de los más grandes y admirados generales de la época, Germánico

«Oiga oiga, un respeto por dios, qué imagen más alejada de la realidad, es lo que pasa por recurrir a fuentes sin contrastar, pero yo pregunto, ¿quién mejor que el propio Calígula para hablar de Calígula? «Cruel», «despiadado», «zumbado», qué injustos calificativos, ni mucho menos, usted déjeme que yo convenzo a su audiencia».

«Dicen que era dado al favoritismo, que mientras me zumbaba a mi hermana Drusila mandé asesinar a las otras dos, Julia Livilla y Agripinilla, venga, no me joda, Agripinilla, si la hice un favor con ese nombre, imagínela en el instituto por dios, en fin, que no, que nada de favoritismos, porque a Drusila también la maté, cuando se quedó embarazada de mí, es que yo era contrario al aborto ¿sabe? Eso sí, organicé unos funerales en su honor de aúpa, nadie pudo follar ni divertirse, fíjese si me llevaba bien con ella que hasta me zumbaba a su marido».

«En realidad me zumbaba a todo lo que se asomaba, era muy follarín ¿sabe? Que venía un colega con su parienta, me la zumbaba, que se quejaba alguno de los dos, me lo cepillaba (ahora en otro sentido ya me entiende), organizaba unas orgías cojonudas, ojo, y para pobres, ¿que una familia me caía mal? Obligaba a las mujeres de dicha familia a prostituirse en los peores garitos de Roma, a las jóvenes no, a esas me las follaba yo, y a sus hermanos».

«Vale, admito que a veces era un poco impetuoso, pero coño, que era un chaval, ¿qué chaval no es impetuoso? ¿Que desterré a mi madre y se murió de hambre? ¿Que mandé asesinar a mi abuela por llamarme cabezón? ¿Que mataba a chavales por puro placer delante de sus propios padres? ¿Que hice uso del derecho de pernada con la mujer de un colega delante suyo y luego le violé también a él? Chiquilladas, ¿en su tiempo los chavales no hacen ya estas cosas? No me diga más, estarán todo el día con videojuegos y pelis de tiros embruteciéndose y perdiendo los valores, ¿ve? En mis tiempos sin tele esas cosas no pasaban.»

«Oiga, que mis éxitos tuve, Mauritania fue anexionada al imperio durante mi mandato, vino el jerifante suyo de visita y lo asesiné, jo jo, era un estratega brillante, pero pacifista ojo, una vez estaban mis legiones ahí luchando en Britania y en vez de pelear contra los brutos britones y sus enormes pitones les mandé recoger conchitas del suelo, como lo oye oiga, qué hijoputas los britones, les machacaron.»

«Dicen que causé una de las mayores hambrunas de la historia de roma, pero coño, hice la hostia de monumentos y edificios, los putos pobres mueren de todas todas, las piedras no, ojo, y todo esto enfrentado al senado, es que mandé mandar a un montón de senadores culpándoles de todos los males del populacho, pero ¿qué querían, que me echara las culpas a mí?»

«¿Y no se dice nada de los putos pretorianos que me asesinaron ahí con evidente rencor a cuchilladas? ¿A mí que era un Dios viviente? ¿Para poner al inútil de Claudio? Claro, contamos sólo lo que nos interesa, así luego el lector se forma una visión parcial del asunto y quedo como uno de los mayores hijosdeputa de la historia, pues no, fui un sabio y responsable gobernante, que se sepa.»

Impresionante las declaraciones de Calígula, plenamente convencido de que era un líder de masas querido por su pueblo y familia doy por zanjado el debate, con Halestorm y «Here’s To Us».