Recomendando pelis, «Das Leben der Anderen».

Hoy toca recomendar una peli, «La vida de los otros», alemana, aunque el título esté en austríaco, de 2006y obra de Florian Henckel von Donnersmarck, acojonante ¿eh? Realmente no sabía, ni pajolera idea, quién coño era el director, lo he buscado y lo pego, pero queda de puta madre, porque una cosa es que la dirija un tal Hans Mayer, bueno, relativamente fácil, pero Florian Henckel von Donnersmarck… Pedazo nombre, tú vas a una disco, «hola cómo te llamas», «Marisa, ¿y tú?» «Florian Henckel von Donnersmarck» y antes de que acabes de decir Donnersmarck ya estás bajando tanga en un reservado, ah, que ahora no hay reservados, da igual, en la barra mismo. el gran problema del cine español es que no tenemos nombres así sonoros, Pedro Pérez no dice nada, es como el Cádiz C.F. de los ochenta, con sus «Pepi», «Curro», «Quique», «Quiquín» y «Quiquote», coño, si ganan una copa se la quitan.

Ulrich Mühe, Martina Gedeck y Sebastian Koch son el trío protagonista, aunque no se lo montan los tres juntos, volvemos a lo mismo, qué nombres, qué nombres tienen los alemanes, hombre no llegamos a los Skamelsrud o Komljenovic pero molan mazo, ¿de qué va? Pues de un agente de la Stasi, en las postrimerías del régimen comunista de la RDA espiando a un artista a ver si le pilla en actividades subversivas.

Más que la propia historia lo que te llama primeramente la atención es el ambiente de la peli, no has vivido en una dictadura comunista, pero te la imaginas así, edificios grises y deshumanizados, estancias minimalistas, apartamentos minimalistas, todo, desde la fotografía a los escenarios, es harto depresivo, decadente, sí, sin duda así debía de ser la parte de la Alemania Oriental de los ochenta donde vivía la gente normal, los jerifantes no claro.

Hemos dicho que el prota es un agente de la Stasi, ¿qué era la Stasi? La CIA de la RDA, en permanente búsqueda del mal patriota, del demasiado sospechoso de simpatizar con el mundo occidental, Gerd Wiesler, nuestro prota (calvo él, lo que le da un atractivo fuera de lo común) es el encargado de espiar a Georg Dreyman, un artista (escritor, no es calvo pero es guapete), ¿por qué? porque el Dreyman este se cepilla a Christa-Maria Sieland, una actriz famosa, de quien está encaprichado Bruno Hempf, el ministro de cultura, que también se la cepilla y la quiere en propiedad.

La peli para mí tiene dos lecturas bien diferenciadas, por un lado muestra la depresión del régimen, su decadencia absoluta, con todos los vicios de una dictadura agonizante y que, siendo sincero, poco tiene que ver con lo que se suponía que debía ser el comunismo, un régimen podrido, corrupto hasta la médula, paranoico, se calcula que hasta 200.000 personas estaban pendientes de lo que hacía el vecino para denunciarle a las autoridades, ahí encuadramos al ministro, que servir al pueblo lo que se dice servir al pueblo poco, al jefe de Wiesler, un trepa capaz de vender a su madre si hace falta y por qué no, al propio Wiesler, un agente veterano, que vive para su trabajo, sólo por y para su trabajo.

De lo vacía de su vida da fe su pequeño apartamento, en uno de esos edificios típicos de la Alemania comunista, con una decoración que… ¿Minimalista?, hay decoraciones minimalistas que parecen bacanales de Ikea comparados con éste, un tipo gris cuyo único vicio esporádico es contratar los servicios de una prostituta, con él enlazamos con los otros dos protas, el escritor y la actriz.

Porque la transformación de Weisler ante las escuchas de la pareja de artistas es brutal, y la grandeza de la peli es hacer creíble dicha transformación, así como la evolución de los artistas, con unos diálogos muy buenos, unas interpretaciones pues eso, más que correctas, realmente no sabría qué contarte de la peli sin destripártela, bueno, que el final es acojonante (no todos los finales acojonantes son totalmente felices ojo), si no la has visto yo le daría una visión, no esperes una americanada claro, si eres de efectos especiales y/o digitales pues olvídate, es cine del de toda la vida, de contar una historia, trágica, de hacer evolucionar a los personajes y demás.

Stravaganzza para la posdata, «Raíces»