«The Walking Dead», pereza no, lo siguiente.

La verdad es que las ganas de ver una serie determinada vienen idem por la anterior muchas veces, acabé tan encantado con «Coven» que visionar la cuarta temporada de «The Walking Dead» daba eso, cierta perecilla, para qué negarlo, es una serie que me dediqué a ver por una sola razón, lo bien que están hechos los zombis, pero es que claro, cuando vienes de una tercera temporada donde ya se le ha perdido todo respeto a los zombis, que los ponen hasta a pelear y todo como si fueran gallos, pues poco hay que rascar.

Mas algún cambio sí que parece que hubo, empezando por el jefe del proyecto, ahora un tal Scott M. Gimple, amás amás del anuncio de sorpresas y nuevas movidas alejadas del rollito ese insoportable que se trae el grupito de los protas de «qué buenos somos todos y qué sacrificios somos capaces de hacer por el prójimo». Bueno, pues a verla, a ver si es verdad, si no siempre queda la cosa de descojonarte con el sinsentido de alguna escena que otra, que mira que tiene una buena colección esta serie de escenas mierdosas.

Es que la cosa no empieza bien, van un grupo de humanos vivos de expedición, ¿qué dicen? «Mantened la formación, TODOS JUNTOS», ¿qué pasa? No hace falta ser muy listo, es la gran originalidad de la serie vaya, se queda uno haciendo el idiota y la caga. Aparece también un chaval con gafas, a ver, todos sabemos que los chavales con gafas acaban siendo personajes que o bien se convierten en líderes de opinión, nunca suficientemente venerados, o están puestos ahí para que se los coma un zombi. Bueno, no se lo come un zombi, pero sabes que el tipo no durará mucho porque no es guapo (si fuera calvo con gafas sí, pero es que no es calvo el muy prescindible) enferma, todos sabemos que cuando un humano muere se convierte en «caminante», pues enferma y muere sin que nadie se dé cuenta, ¿el fin del grupete de los cojones?

Pues no, no hay tanta suerte, solo unos pocos, mas la cosa sigue con la tremenda originalidad, copiando descaradamente frases profundas, «¿cómo se llama a quien ha perdido un hijo?», venga por dios, que hemos visto «Six Feet Under». Una pena que la gripe esa que les mata y los convierte en zombis no se cargue a todos, que es lo que deseas, no sabes a quién elegirías primero, si al Rick de las pelotas, al tonto del chino, a la boba de su novia (bueno, a esta no, que al menos está potable) o al MA Barracus ese que ficharon la temporada anterior.

Una pena, porque pillan los de «Juego de Tronos» una situación así, montan una boda y se cepillan a la mitad, empezando por el ancianito. Bueno, estás tú ahí ya con medio dedo en el ratón para mandar todo a la papelera de reciclaje cuando coño, aparece el tuerto, el tuerto es un personaje de la anterior temporada, «el gobernador» que le llaman, un cabrón, pero coño, se agradece algo de cabronismo y recoño, que es de los pocos personajes mínimamente interesantes de la serie, pues nada, aguantas a ver si la cosa mejora.

Y mejora, verás, esta serie está emitida en dos partes, cada temporada digo, ocho capítulos, paran y en unos meses otros ocho, el tuerto aparece en los últimos de la primera tanda, pues de largo los mejores, el tipo tiene su carisma, al menos tiene hijoputismo, es malo pero malo malo, el puto amo, ¿qué puede esperar a un personaje malo en medio de una serie de anormales boysincautos? Lamentablemente lo que imaginas.

La segunda parte se dedica a algo que hasta ahora había sido ignorado, trabajar los personajes, los separa en pequeños grupitos y dedica cada episodio a contarnos cosas de cada grupito, ahí te das cuenta que en realidad el principal problema es que te la suda lo que les pase, no generan empatía ni interés alguno, la manera de desarrollar las personalidades de cada uno es aburrida, repitiendo el mismo guion de «entran en casa, tienen un susto con el zombi de turno y salen por patas», sólo un personaje, la madurita con las dos niñas preadolescentes, presenta un mínimo de interés, el resto ahostiables de verdad.

Encima se pasan toda esta segunda parte intentando llegar por separado a un sitio llamado «La Terminal», sabes lo que pasa cuando llegan ¿no? Eso, que acaba la temporada, es decir, ocho episodios sin contar nada y cuando empiezan a contar algo se acaba dejándote con cara gilipollas. Vergonzoso (pero nos veremos la quinta a ver si por fin se los comen).

Para la posdata Soulspell, muy recomendable el tema, «The Verve»