Flácido, el hombre que daba la mano flácidamente, y que resulta ser un cachondo.

Resulta que Merikeit abrió un día un consultorio, como no tenía mucha experiencia al respecto decidió abrirlo primeramente para idiotas y hombres que daban la mano flácidamente, por aquello de poder sablearles el dinero sin que se dieran cuenta. El primer cliente resultó ser un tal Flácido, que tras presentarse dando la mano flácidamente le dijo sin más rodeos, «doctora, debo de ser tonto».

Merikeit no puso en duda tal afirmación, en el fondo cualquiera que le soltara pasta lo era, preguntó por el motivo por el cual Flácido se consideraba a sí mismo con tan pocas luces y este respondió: «mire mire, ¿ve la chica de la afoto?, pues el otro día me la encontré por la calle así vestida, bueno, vestida es un decir, y me la quedé mirando, ella se dio la vuelta, me empezó a gritar que si era un salido, que si no respetaba la integridad de las mujeres, que si ella era mucho más que un cuerpo…»

«Bueno, razón no le faltaba hombre, es que mira que ponerte ahí a escudriñarla, manda huevos, seguro que encima babearías, asco me das, si no fuera porque te voy a sablear 80 euracos por media hora de charla te mandaba a tomar por culo ahora mismo, cachondo, salido. Pero vaya, que eso no explica el por qué te consideras tonto», Merikeit observaba al hombre con detenimiento espectante por su respuesta.

«Pues mire, la verdad es que sí, debo de ser gilipollas, porque a ver, ¿por qué cojones se viste así?, es algo que nunca entenderé de las mujeres, esa manía de querer sentirse sexis, sensuales, de ir como esta moza por la calle, ¿a qué se refieren por «sexi» y «sensual»?» Merikeit decididamente empezó a escribir el diagnóstico, gilipollas total, «pues hombre, está claro, nos vestimos sexis porque queremos ser sexis, pero no para que nos miren, queremos lucir culo, tetas, que se note que estamos follables de cojones, pero eso, sin que nos miren, eso es de salidos».

Flácido sacudía una y otra vez la cabeza, «no lo entiendo, no lo entiendo, es que joder, «sexi», «sensual», son términos finos para lo que el común de los mortales llamamos salir a la calle y que a todos los que nos vean les entren ganas de mirarnos, y no con admiración por los libros que hemos escrito no, ni con envidia por el coeficiente intelectual, si yo miro a esta chica con esa pose lo que me dan es ganas de zumbármela, es más, es lo que siempre he entendido por «sexi», palabra fina para describir lo que no deja de ser una atracción sexual, por eso digo que debo ser tonto, porque es como si me compro un ferrari, vacilo con los colegas, se lo enseño, les cuento todo lo que corre, lo cómodo que es, lo potente que es, y luego me enfado porque me pidan dar una vuelta».

«Pero mira que sois simples los hombres por dios, ¿tan difícil es entender que una mujer quiera sentirse atractiva, deseada y sexi sin que la miren?», Flácido se frotaba los ojos, «pero es que a ver, explíqueme cómo cojones se come eso de «sin que os miremos», si no os miramos no sirve de nada que os preparéis, ni siquiera que estéis buenas, esta chica no gana el dinero que gana por sus cualidades como artesana de la ebanistería, sino por la cantidad de hombres que quisieran tirársela, y esa pose desde luego no me hace pensar que es ajena a esto, otra cosa es que queramos denominarlo de una manera más fina».

Flácido se levantó y empezó a dar vueltas por la habitación gesticulando para apoyar lo razonable de sus argumentos, «coño, es como si en una tienda ponen un escaparate de la polla, superpreparado, atractivo, que llame la atención, entras a preguntar por cualquier producto y te llaman cerdo asqueroso y que ellos ponen el escaparate así para sentirse bien, pero no para que lo miremos, no tiene sentido, lo dicho, debo de ser tonto»,»Bueno, pues nada, te doy la razón, 80 euros por favor», y mientras él pagaba Merikeit no dejaba de repetirse lo gilipollas que podían ser los hombres, si todo este asunto era de segundo de carrera de cabronas, cuando le echó de su consulta se dispuso a escuchar alguna bonita canción, «For the Greater Good of God», por ejemplo, de los Iron Maiden, palabras mayores.