Una anécdota medieval, o no tan anécdota.

Año 1200, fácil de recordar, el papa, Inocencio III, actúa sobre Francia, les deja sin misas y sin relojes en los campanarios de las iglesias, hoy en día ambas cosas no pasarían de ser una nadería, pero en esa época la cosa era bastante grave, hasta el punto de que muy a su pesar el rey galo, Felipe Augusto, se divorció de su mujer, Inés de Méranie, no volviéndose a casar nunca más. Para muchos este asunto fue el detonante del gran poder que la iglesia católica llegó a alcanzar en siglos sucesivos.

Pero, ¿qué pasó? Pues lo dicho, un asunto que no pasaría de ser una anecdotilla hasta con cierta gracia de no ser por las repercusiones que tuvo, para explicar la cosa como se merece debemos irnos unos años atrás, hasta 1193. Tenemos a Felipe II «El Augusto», uno de los monarcas más famosos de la Edad Media, coetáneo de Ricardo Corazón de León, que no era de León por cierto, sino inglés, Felipe fue uno de esos reyes que fueron a las cruzadas y tal. Un tipo simpático y amable con su pueblo, vaya los judíos estaban supercontentos con él, su primera acción como gobernante fue echarlos a todos del país y quitarles todas sus posesiones para dárselos a sus leales nobles.

Bueno, por no alargarnos, el gran problema de la época, para la nobleza y monarquías varias, eran las constantes luchas entre ellos por pedazos de tierras y demás, habituales eran pues las uniones matrimoniales entre países vecinos, no tan vecinos, coleguitas e incluso enemigos, Felipe enviuda y para retomar su estado de casado elige a una tal Isambur de Dinamarca, hermana del rey del citado país.

Se presentan y tal y el mismo día se casan, ahí ya entra el misterio, al día siguiente Felipe reniega de su esposa, se niega a coronarla y la recluye en un monasterio durante siete largos años. Volviéndose a casar con otra princesa, Inés de Méranie, de Babaria de toda la vida, cosa que provocó el enfrentamiento con el papado y lo que decíamos al principio, que acabara divorciándose también de esta, reconociendo a la primera, a la Isambur, en definitiva, reculando bien reculado.

¿Qué pasó en la noche de bodas?, ¿tan fea era Isambur? Pues al parecer no, pero aunque las crónicas del tiempo la pintaran de «graciosa» era probable que muy guapa no es que fuera, pero aun así, el ser guapa o fea es algo que salta a la vista, si Felipe la hubiera visto muy fea directamente no se casaba, lo hizo, fue algo que sucedió en el lecho de la noche de bodas lo que propició la precipitada ruptura de la pareja.

Realmente y tras arduas investigaciones al respecto, es decir, leer un par de páginas de dudosa veracidad, parece que Isambur era una pedazo de jaca en el mejor sentido de la palabra «jaca», una diosa nórdica vamos, rubia, ojos azules, pechos suculentos…lo cual cuadra bastante con el tema de antes, que el rey algo tuvo que ver bueno en ella para acceder a casarse, hay que decir que hasta el mismo día de la boda no la había visto en su vida.

Malformaciones en el cuerpo, a saber cuáles, que no era virgen, son algunas de las razones que se dan para explicar lo sucedido, lo cierto es que la realeza era, y es, gente bastante caprichosa y es probable que fuera cualquier minucia, hasta que oliera mal, lo cierto es que Felipe se empeñó en deshacerse de ella hasta el punto de enfrentarse durante años al papado, lo cuál hace que gane fuerza lo de no ser virgen, porque lo del olor con un bañito se arregla, los hombres en la época debían de ser muy dados a estrenar ellos, no como los de hoy que se conforman como Felipe con una de segunda mano 🙂

Puestos a especular mi teoría es que en realidad Isambur era un maromo, el típico niño que les sale afeminado y que aprovechan y lo hacen pasar por dama, seguramente en la noche de bodas ella, perdón, «ella», le pidiera que se girara para cogerle un vaso de agua o algo y le diera una petada de las guapas, ¿se sostiene esta teoría? No, pero como el resto.

Lo cierto es que sí, parece que de esta pequeña anécdota y del posterior enfrentamiento entre el rey el papa, con la clara victoria del último, se rompieron los equilibrios de poder, pasando el papa a tener una grandísima influencia en este y demás reinos europeos.

Posdata, otra nórdica, esta definitivamente dice que es chica pero para mí que es un tío, o eso o a ver cómo explicas lo fea que es la condenada, Tarja, la superdiva de la muerte, creída y con su angulosa cara, uno de sus temas ya en solitario, «Victim Of Ritual».