Tamar de Georgia, un monstruo de mujer.

Vamos con una nueva entrega de esa apasionante serie de entradas dedicadas a las mujeres que marcaron historia, hoy toca Tamar, o Tamara, reina de Georgia, nos situaremos pues en Georgia, actual república ahí en Cáucaso, Edad Media, siglos XII y XIII, santa canonizada por la iglesia ortodoxa georgiana nada menos, esta vez gracias a que Merikeit es fiel seguidora de Friker Jiménez tenemos la posibilidad de conocer la verdadera historia de esta mujer, dejemos pues paso a la fantástica entrevista que Merikeit le hizo recientemente.

Buenas, soy Merikeit Flanagan, no sé si os habéis fijado alguna vez, todos los que hablan con muertos en las pelis se apellidan Flanagan, no falla, hoy con nosotros el espíritu de Tamara de Georgia, a quien saludamos efusivamente, querida Tamara, háblanos primero de eso, de tus comienzos, seguro que como tantas otras que han aparecido en este grandioso blog digno de mi líder empezarías de puta y tal.

-Por Dios, que una tenía clase, yo era princesa, de cuna, mi papá era el rey y yo su única descendiente reconocida, fui educada para gobernar y de hecho mi papi sabedor de la dificultad de reinar para una chica me nombró corregente en sus últimos años y tal.

Vaya, observo en la imagen que era usted un poco de belleza así como peculiar, bien, háblenos de Yury.

-El Yury, mi primer marido, ruso él, muy apuesto muy apuesto pero resulta que me salió sodomita, ¿se lo puede creer?

Pues viéndola no me extraña la verdad, es harto comprensible.

-¿Me está llamando fea? Pues ojo que era yo de armas tomar, al Yury harta de que se pasara el día de juerga en juerga con sus amiguitos le mandé al exilio, el rencoroso intentó derrocarme incluso en un par de ocasiones, pero yo logré pararle e incluso hice luego una pequeña purguita de traidores en el reino, poca cosa, como dijo al principio su jefe no dejo de ser una santa oficial, mandé matar a gente pero de buen rollo.

Y luego encontró por fin el amor, en brazos de David Soslan, otro príncipe, alano en este caso.

-Uy, mi David, ese sí que era un macho y un innovador en la cama, el muy cachondo siempre me ponía una sábana en la cabeza para jincarme, dos hijos me hizo, cuando nacieron se pasó la noche entera pidiendo perdón a dios por traer engendros, no sé a qué se refería, tan feos no eran los niños, a las comadronas les solía dar un ataque de pánico al verlos, pero es que eran otros tiempos ¿sabe?, y eso porque salían a padre, que yo como podrá comprobar era una belleza.

Si si, no me cabe duda además, ambos hijos, dice la historia, le sucedieron en el trono, primero el varón, George y luego la chica, Rusudan. Se cuenta que su marido fue un aguerrido soldado y general, con unas tácticas casi suicidas.

-Ah sí, era un valiente, estaba ahí en el frente, con el enemigo delante, le decía yo que me diera un beso y salía como poseído hacia los malos, qué ferocidad, a pecho descubierto, como buscando la muerte incluso, el cabrón como tenía un primo de Albacete solía hablar castellano así que no entendía bien lo que decía, algo así como que antes muerto que volver a mi cama y que sin sábana me iba a besar mi prima de Armenia, pero mire, no era él sólo, si he pasado a la historia fue por mi capacidad de arenga a la tropa y tal, cuando salía mi marido me ofrecía a dar un último beso a toda la soldadesca y todos salían escopetados a la batalla.

Vaya, sorprendente viendo su inigualable belleza, así que militarmente su reinado fue fructífero, el imperio georgiano se expandió de lo lindo ¿no?

-Vaya que sí, todos el Cáucaso nada menos.

Todo el Cáucaso dice, uy, qué pedazo de imperio, bueno, que esto se alarga, cuéntenos sus logros, porque algo haría para pasar a la historia.

-Pues no se crea, era guapa y di un montón de pasta a la iglesia para que construyeran iglesias y templos varios, no falla, yo quería pasar a la historia ¿sabe? Pues qué mejor que untar a los monjes y demás que eran los que escribían en aquellos días, no me diga que no era lista yo ni nada, si me comparan con Isabel la Católica, era hereje, yo conquistaba los reinos vecinos, ampliaba mi imperio, expoliaba a los conquistados y le daba la pasta a la iglesia, es que mi primer marido, Yury, me dijo un día que a mí no me quería ni dios y en eso puse todo mi empeño. ¿Hemos acabado? Es que quisiera una posdata acorde con mi grandeza, ojo, que ostentaba el título de Rey de reyes, reina de reinas de los Abkhazianos, Armenios, Kazajtianos, Arrianos, Kartvelianos, Shirvanshah y Shahanshah, Autócrata de del este y oeste, gloria de la fe y del mundo, Campeona del Messiah, por la voluntad de Dios, ¿ve?, si no hay nada como comprarse un buen biógrafo.

Pues va a ser que no, la posdata de hoy para Unisonic, que es podríamos decir un intento de volver a los orígenes de Helloween, Kiske y Hansen montándose una banda para revivir viejos tiempos y hacer conciertos con los temas del «Keeper», pero compositivamente ambos están un poco bastante acabadillos y muestra de ello es que de su único álbum hasta el momento el tema más potable es este «Unisonic», que la verdad, no es que sea nothing of another thursday.