Detectives, Flanagan y Flácido a punto de palmarla.

Bien, te seré sincero, la última entrega de las historias estas de detectives teóricamente iba a ser eso, la última, el tema es que uno tenía pensado hacer estas cosas hasta que una se quedara sin resolver, esa estaba destinada a ser la «irresoluta», mas al final me apiadé, di una pistaza y se solucionó, ergo nueva entrega, sin pistas, si no se resuelve pues a cascarla 🙂

Te explico de qué se trata, yo te cuento una historia, incompleta, tú imagínate que eres el detective a cargo del caso y que tienes un testigo, pero un testigo algo atontao, que sólo responderá a tus preguntas con un «sí», un «no» o un «carece de importancia».

Es decir, debes hacerle preguntas que se puedan responder con cualquiera de esas tres opciones.

Pero date cuenta que no es muy espabilado, no preguntes por ejemplo «¿María se cae del tren y se rompe una pierna?» porque puede que sí que se caiga del tren, pero no se rompa nada, ¿qué responde entonces? «¿Sí y no?»

Bien, decirte que la historia esta no es mía, que es una de las tantas de aquel programa llamado «Si Amanece nos Vamos», de la SER, pero que he cambiado un poco el tema para que no vayas de listillo y la busques en internet, allá vamos con la historia:

Flanagan entró a la habitación de Flácido, un adorable muchacho de 12 años que aún chupaba su chupete flácidamente, le acarició el pelo, estaba agobiado por su trabajo y ver a su chaval le hacía sentir mejor, tras besarle en la frente se dirigió a la puerta de la habitación, vio un libro, nada más abrirlo se dio cuenta que las horas de Flácido estaban contadas, y no sólo las de Flácido, también las de él, es más, era probable que su asesino estuviera allí junto a ellos en aquel mismo momento.

Brutal la historia, nada, al jaleo, recuerda que apenas daré pistas, a no ser que estés buena, evidentemente que seas mujer y/o me mandes un jamón.

Eso sí, advierto, cuando veas la solución dirás: «Eso ya no se hace así», bueno, antes sí 🙂

Para la posdata «Anthem Of The World» de Stratovarius.

SOLUCIÓN:

Flanagan lleva semanas estresado, entre el periodo, el trabajo, que no hace más que perder las recetas de las cupcakes y el niño no para.

Es detective, lleva tiempo detrás de un asesino múltiple, sus víctimas nada tienen en común, ninguna pista, ni de tenis ni nada.

Llga a casa y se pone a ver una peli porno con su hijo Flácido, que como no hay manera de que deje de ser flácido ni se entera, así que lo lleva a dormir, le besa y le arropa.

Al salir de la habitación ve un ejemplar de «Caperucita Roja», gran libro de cuya crítica me haré cargo en la siguiente entrada, no os la perdais.

Lo abre y en la primera página está la lista de las personas que lo tomaron prestado anteriormente, el sudor frío le asoma en la frente, él sabe de sobra que esos nombres tienen algo en común, son las víctimas del asesino que investigaba, quizá estuviera allí ahora mismo.

¿Sería la bibliotecaria la asesina? No podía ser, la bibliotecaria era su exmujer, Merkeit, pues sí, con dos cojones, ahí sale Merikeit, se cepilla a Flanagan, luego le pega un tiro, mata al hijo, «mamá mamá, ¿por qué?»

«Porque el libro es una mierda, os lo tenéis merecido, debéis coger «Cenicienta», que tiene más sustancia».

Y Merikeit remata al niño, se vuelve a cepillar a Flanagan, «este hombre es como el Cid, hasta después de muerto al investigar asesinatos y al follar no le gana nadie» y se va con el libro a ver quién es el próximo gilipollas que lo alquila.